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29 Wes Anderson y su gran Gran Hotel Budapest
Wes Anderson en Gran Hotel Budapest pide ojos desacostumbrados para una gramática quebrada, hecha a base de ecos de un sin fin de escrituras que convergen en una sola coreografía rigurosa e impecable que se desentiende de cualquier atisbo de realismo, de linealidad atada a una representación y a un sentido.
El film actúa como un gran archivo de citas reconvertidas en signos, intertextos en constante apertura - ópera, opereta, thriller, policial, romance... - y hasta cartoons en una fascinante escena en la nieve.
La verosimilitud de lo inverosímil, la gran apuesta del gran cine 
Su puesta en escena es de una impostura notable que extraña al texto y deviene imperceptible gracias a la maestría de su discurso que libera la percepción poco entrenada en estas piruetas del lenguaje pero que en nada obsta para que provoque algo muy difícil de hallar en estos tiempos anémicos de buen cine, el puro goce estético
El film ya no es la visión de ese texto que vemos transcurrir frente a nuestros ojos, el texto mismo es la experiencia, es el lenguaje que se despega de los personajes para erigirse en el verdadero protagonista, por eso la gran aventura que "narran" los films de Anderson, y Gran Hotel es la cumbre, es la gran aventura del lenguaje

Un orfebre. Un director de culto

     
2016