La puesta, tiempo esculpido, simula la quietud, la mirada se moviliza, se abre al movimiento, que no es lo opuesto a la inmovilidad sino la apertura de lo inmóvil. Es pensamiento en movimiento que se abre camino para que el camino mismo sea el pensamiento, capaz de producir imágenes directas del tiempo, más allá de su transcurrir
La imagen, ese afuera del mundo en el que la
mirada se pierde para reencontrarse como mirada, resiste la representación y se
asume reflexión. Hay un cine en estos tiempos que pareciera que procede de una relación
consigo mismo, capaz de pensar por sí mismo, y lo más importante, capaz de pensar
de otro modo, más allá de la imagen. Su función más alta reside en
mostrar en qué consiste pensar y el pensamiento surge solo donde se queda sin
respuestas, en su impotencia
El cine hace del movimiento su propia gramática, un lenguaje intraducible: es lo que no se muestra, el exceso de sí mismo, el silencio de la imagen, y patentiza una mirada a través de la cual el mundo puede volver a reescribir su realidad, un eterno interrogante
2016