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50 - El aura de Eros
Se sabe que la escritura es embaucadora, simula ser la plenitud del habla, pero oculta un resto no descifrable que evita una interpretación categórica. Y es ese resto lo que permite que el texto pueda permanecer abierto e inapropiable.
El lenguaje solo pone en escena la palabra que se nos escapará siempre, y cuánto más si nos aproximamos a un tema ya fatigado, huidizo e inatrapable como el del amor

Circula una imagen edulcorada del amor. La que vende. Un amor domesticado que no desentona con la pátina de realidad interpretada que nos amontona. Una maniera del amor que se acoge a los moldes de intercambio y reciprocidad de nuestra sociedad de consumo, acomodada en la entropía, el desgaste y la profanación de un amor sin condiciones, un amor que pondría en riesgo el engranaje conservador donde se apoya y que justamente necesita del dominio y la manipulación para sostenerse

Tan indigente es el Hoy que Eros ha perdido su aura. El abismo de lo idéntico, la soledad de a dos sin intervalo, sin distancia que compartir, sin lejanía, han plegado sus alas. De espalda a los fuegos fatuos, espera por su incandescencia

Amor es dar lo que no se tiene a quien no es, ofrecer lo que no se es, mostrarse en falta

Todo amor se realiza en la pérdida. Se ama en el otro la presencia, la afinidad, pero sobre todo la ausencia, lo que se ignora, lo que aún no es. El amor es una proximidad hecha de distintos tiempos, de distintos mundos posibles. Aparece en medio de la diferencia de a dos, un camino interminable hacia el otro inalcanzable e irreductible. No hay justicia distributiva para el amor, no depende de la voluntad, no se compra ni se vende
Hay un conflicto irresoluble entre amor y discurso, porque el lenguaje es siempre mediato, en cambio el deseo es inmediato y absolutamente subjetivo e incompartible. No hablamos aquí de discursos amorosos de novelas que son la actuación de este conflicto, ya que que son el producto real de una búsqueda de lo irreal. Es la imposibilidad de hablar de lo inefable, por eso la sociedad provee un discurso que "expresa" el amor, una retórica que ocupa este vacío expresivo. Se expresa así lo inexpresable del contenido no el contenido de lo inexpresable

El amor desposee, nos sustrae del peso de ser, provoca un vaciamiento de nosotros  mismos, un des-reconocerse. No se puede vivir el amor si pretendemos ser nuestros dueños. Somos la pura posibilidad que ignoramos, ese otro que nos habita y desconocemos, que nos falta. Todo es cambio, movimiento, fuego, y el amor, una emoción de cara a un “tal vez”, nunca una relación de dominio

El amor es devenir, no hay lugar absoluto, no hay centro, solo movilidad, deslizamiento

El enigma del amor perturba por eso queremos comprenderlo, explicarlo, acotarlo. Saber todo sobre el otro produce una idea de dominio incompatible con el amor. Al permitir que ese secreto del otro nos envuelva accedemos a lo imponderable

Puede parecer abstruso hablar del amor en estos términos cuando hemos sido formados a través de un relato social que diluye las reales aristas de ese sentimiento, como así también de todos los modos de sentir que afecten la continuidad del conveniente funcionamiento del sistema donde se asienta la sociedad. Así se intenta destruir la distancia frente al otro para “acercarlo”, despojarlo de su alteridad, convertirlo en un objeto listo para consumir. Suscribimos una historia de sentimientos que aparecen como naturales, pero son nada más que fabricaciones humanas

La alteridad parece haberse evaporado en desmedro del amor a favor de los narcisos que reducen a quienes dicen amar en objetos reivindicadores de su ego. El otro no es más que el soporte para el amor que el yo refleja en él, como una manera de satisfacer su necesidad de identificarse

En la sociedad de lo unívoco donde ventilar la intimidad apunta a crear esa pátina de aparente “igualdad”, identidad perversa que nos reúne en una comunidad homogénea y donde la híper visibilidad tiende a desestabilizar y a volvernos cada vez más vulnerables y convenientes, el amor es la más grande transgresión, es el triunfo de lo equívoco, de lo insondable, la extrañeza como hueco por donde asoma el asombro

 La saturación de las modulaciones del amor en todas sus variantes testimonian una sola cosa: su ausencia

La carne, el verbo y el alma como ausencia

Lo velado, lo encriptado, erotiza, es el arma de seducción más potente, el murmullo apenas audible de lo más secreto. Nos enamoramos de quien provoca nuestra hondura más secreta, ese abismo que nos habita y habitamos

Somos  seres discontinuos, oscilando en el abismo de una aventura ininteligible pero con  nostalgia de la extrañeza, la locura, la herida, el fuego, la pasión, que duermen bajo el amor de magazine, seres discontinuos que añoran recuperar una continuidad imposible e ilusoria, una compenetración originaria entre los cuerpos y los seres, el eslabón perdido de la escena originaria.

El hombre es una mirada deseante que busca la imagen que le falta...Llevamos en nosotros el desconcierto de haber sido concebidos. No hay imagen que nos afecte que no nos recuerde los gestos que nos hicieron

El amor real, el único, es el que logra zafar de las trampas del lenguaje y del entorno social, creando un Lugar propio, una manera de vivirlo alejado de toda intromisión

Es necesario deshablar al mundo y nombrarlo todo de nuevo, crear una gramática que nos recuerde quienes somos

Hay que buscar ese silencio que ha dejado de ser un callarse



Enero 2017