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59 - El intervalo del mundo
Pensar habita un no-lugar, inconcebible para la razón, entre la inminencia de un sentido y la sombra de una palabra apenas vislumbrada

Pensar ni consuela ni hace feliz. Pensar se arrastra lánguidamente como una perversión. Pensar se repite con aplicación sobre un teatro. Pensar se echa de golpe fuera del cubilete de los dados y cuando el azar, el teatro y la perversión entran en resonancia entonces el pensamiento es un trance y entonces vale la pena pensar

Es una mirada de párpados cerrados que se cuela y excava en los quiebres más profundos de la vida, un intervalo donde se oculta una dislocación permanente y desestabilizadora, de espaldas al día que nos urge, un tiempo intermedio donde vive el extrañamiento de la pregunta, donde el lenguaje nos alcanza y habla en el exilio de la voz

 Es el gesto de llevar la existencia al límite, perseguir ese aire que llega desde el Afuera esquivo, el aliento de lo desconocido, en el pavor ante lo sin nombre, desamparados de los saberes establecidos, caminando a través de las fisuras de esa línea donde se desbocan los hombres ufanos y comedidos en la persecución de sus intereses, olvidados de sí

Si viera claramente y por anticipado a dónde voy creo que no daría un paso más para llegar allí

Cuál es la clave entonces para que el hombre piense en lo que no piensa y despierte de su sueño irredimible?. No se trata de encontrar una” verdad”, se trata del ser, del hombre, se trata de desaprender, de desconocer lo conocido y abrir los ojos como si fuera la primera vez

Pensar es una irrupción súbita que acaba siempre en los márgenes inciertos de una certeza frágil e inestable que la palabra en su impotencia no registra. El lenguaje vacila, balbucea en esos territorios incógnitos ajenos a la elocuencia,desabrigados de evidencias, donde no obstante el sentido sigue peregrinando aunque incumplido a través de las huellas, de ese resto que abre e impide la clausura 

 Sin esa reserva posible de sentido, sin lo que dejaría en suspenso el significado, sin esa diferencia siempre imperceptible e inconceptualizable, sin lo que quedaría fuera del alcance del pensamiento impidiendo el cierre del círculo de lo mismo, no habría nada por descubrir, nada sucedería, nada nos estremecería, todo estaría en todo y no daría lugar al acontecimiento de ese pensar que nos busca y nos interpela provocando algún desvío en la ruta acostumbrada, algún desorden que interrumpa la lisura de esa realidad aparente del escenario que montamos, una mirada que excave en lo hondo de esos huecos que salteamos para evitar la perplejidad de ese momento lúcido de desanclaje donde dejamos de hacerle el juego al mundo

Lo pensado acaba configurándose en espacios dominados por un horizonte de sentido. Lo por- pensar migra, persigue lo casi inefable, es un remolino vacío, una continua y perpetua alusión, que arrasa con la persistencia de la síntesis, la representación, el sentido común y la ilusión de la inmediatez, devolviendo al mundo sus poros, dándole entidad a sus secretos – el intervalo, lo indeterminado, lo excluido: el aliento del más allá de los límites donde el pensamiento se vacía de sí mismo para asumirse como Afuera. Es el sin-sentido que irrumpe y resiste al sentido y que a su vez provoca que se deslice y siga circulando. Es tropezar con la extrañeza que anida en el mundo y toma al hombre por sorpresa 

La lógica de un pensamiento es una ráfaga soplando sobre nosotros

Pensar conlleva el riesgo de no saber a dónde se va, una especie de extravío, un aventurarse a lo desconocido, a un territorio impreciso que define lo inconmensurable, el entre el silencio y la palabra 

Hay un desamparo de la palabra que se abandona como palabra, enfrenta su imposibilidad y resta como pregunta sin dejar de ser deseo. Siempre inacabada, siempre otra. Una espera infinita

Todo lo que damos por obvio, inobjetable, irrefutable, sólido e inexpugnable, en un momento dado deja de serlo y da lugar a ese tiempo intermedio que tiembla de incerteza y hace patente en un segundo lo que precisamente por estar tan cerca de nosotros ni llegamos a percibir. Vivimos un mundo confuso envuelto en la ignorancia del sentido que aparece como único sentido del mundo

La vida se presenta vacilante, imprevisible, incontrolable y sin embargo los hombres la caminan sin darle importancia a las baldosas flojas, sin dudar de lo que parece indudable, sin cuestionar lo que parece incuestionable para poder quebrar la línea de lo instalado como evidente y que arraigó de manera inconsciente en la humanidad a través de la interiorización de los mandatos de un sistema que supo seducir arteramente para la consecución de sus fines

Pensar es un decir original como la poesía donde el lenguaje retorna a sí, a lo que es, desatendiendo su vínculo con el mundo ante el silencio de la materia y la singularidad de las cosas. Es el aparecer de lo inaccesible, la simplicidad de la presencia inmediata de lo que está y siempre estuvo sin intervención de la palabra, la aproximación a ese lugar donde el lenguaje aún no ha logrado separar la cosa de la palabra, donde no ha podido evitar que se pertenezcan. Después del lenguaje nada hay intocado. Ni siquiera la flor puede ocultar que ha sido arrancada

Hemos pasado a la historia olvidados del ser originario que la hizo posible

 Debido a este olvido no pensamos. No es la ausencia de algo que nos falta, sino que no pensamos porque pensamos que pensamos, ya que nos parece que pensar es hacer representaciones de ideas en la mente. No solo olvidamos al ser original sino que olvidamos que olvidamos


Marzo 2017