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61 - Pascal Quignard. Morir por pensar
Pensar supone la condición del sueño pero sin el sueño. Pensar supone el otium, la pared, la seguridad, el lugar franco, el silencio, la soledad recobrada, el tiempo vacío sin alerta y sin fin
La operación de pensar presupone 1. La despreocupación, 2. ser olvidado por los otros. Esto es lo que define en parte el refugio. No tener importancia para los demás no tiene precio. No ser importante es una virtud. Olvidar a los congéneres supone también la recompensa entusiasta de ser olvidado por ellos. Ser olvidado por los demás se torna una moral. Es lo que Chuang-tsé llamaba "vivir invisible en el fondo del callejón" (callejón, calle, vía, que en chino se dice tao).
Hay que estar solo para pensar, pero también es preciso no ser nada y no estar allí. Hace falta que la casa esté vacía...
Ser libre es también estar en el exilio. La dependencia es de raíz así como la pertenencia es prenatal. Somos originariamente seres contenidos. Hay que encontrar un modus vivendi entre pertenencia y extravío...un rinconcito.
En el centro de la fuga durante la cual expiramos hablando, morimos, está el re- fugium.
Algo se resguarda de la pérdida.
Vivir tranquilo y tan poco "uno mismo" y tan "desconocido" como en el primer mundo.
En el fondo de la psique del pensador, antes de lo que piensa, hay como un movimiento de niño dentro de su madre...
No es un "yo pienso" lo que constituye el núcleo del alma. No es una evidencia, una identidad, una verdad. Es un movimiento, una emoción, una "passio"...Es el movimiento del pensamiento...
Epícteto escribió " El pensamiento es una pasión que fulmina el alma...
En un determinado grado de meditación, es decir de escritura, es decir de lectura, ya no se comparte la visión obtenida sino con uno mismo. Uno está solo ante el objeto invisible en el que piensa...En ese grado de estudio y de pensamiento, la soledad es mucho más que un hecho perceptible, es un modo de experiencia. Ya no se tiene un interlocutor posible en lo real inmediato...solo la obra permite hablarse a uno mismo...
La obra es la interlocución inhallable del pensamiento. Escribir piensa, pensar no escribe. Escribir encuentra lo que aquel que escribió no podría pensar sin la obra escrita


Abril 2017