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67 - El poder - poder del discurso
Vivimos un tiempo en el que se requiere una vigilia reflexiva, algo así como estar atento a los matices de nuestra propia respiración para poder percibir los sutiles cambios en el entorno de nuestro modus vivendi

En el siglo pasado aceptamos mansamente pequeños cambios que interceptaban de alguna forma nuestras libertades en función de agilizar las comunicaciones, voces impersonales que llanamente ordenaban qué hacer. Paulatinamente fuimos entrenados sin darnos cuenta en el ejercicio de una obediencia inconsciente que devino natural, perversamente natural, y que ha llegado a ser incondicional, base indiscutible de la sumisión, una incondicionalidad que nada tiene que ver con la aceptación sino con la falta de opciones, matiz indispensable en un discurso autoritario que es el que nos rige bajo distintos tipos de enmascaramientos que nos seducen mientras cumplimos sus objetivos. Vidas perdidas en estos discursos, que permanecen larvadas en las redes de un autoritarismo velado al que han sido destinadas

Este siglo le pertenece a la robótica y a su lenguaje esclerotizado que últimamente ha suavizado sus expresiones con un claro influjo de la “positividad” imperante en el sistema, otro de sus camuflajes para captar insumisos. Se vive un determinismo socio-cultural, una especie de fatalidad de la que no podemos escapar enredados en una mediación que nos conforma gregariamente suturando cualquier atisbo de singularidad, en suma, un discurso autoritario que nos necesita para existir y que ni bien nos tiene en su órbita no parece haber salida, un ejercicio de enunciación de mandatos, de ausencia de razones, un gesto sin voz hacia un quién que no puede responder, una manifestación de poder, una relación asimétrica, insidiosa e implícita que se pone de relieve de manera notoria en las redes sociales donde el engaño flagrante se reviste de fama, estímulo y amigos. Pero este engranaje ya forma parte de nuestra vida en la costumbre de todos los días, recubierto de una pátina de normalidad y pragmatismo que contribuye a internalizar las cadenas y aprisionar a los individuos con una falsa identidad propia, sin que vislumbren la posibilidad de resistirlo con una otra política

El poder anida en la lengua, en el ADN de toda la humanidad, en todas las épocas y culturas, y el lenguaje es su punto de anclaje. Bien lo saben las marcas de moda que tapizan el aire con la seducción al alcance de la mano en una palabra, una imagen o un gesto, todas formas de lenguaje, o sea, de poder, un poder discursivo, plural, que se infiltra hasta donde no alcanzamos a percibirlo y que funciona como las voces rectoras y autorizadas que lo legitiman. El lenguaje encierra una fatal relación de enajenación, es insoslayable, simplemente fatal. Nos fue dado para que hiciéramos uso de él, pero una vez que lo aceptamos, se convierte en nuestro dueño (nos coloniza Lacan dixit).Y nos cloniza, agrego

 Todos pretenden vivir de aquello que creen que los demás saben de ellos, que no es otra cosa que lo que ellos suponen de los otros, un espejo reflectante que los hace sentirse formando parte de una sociedad con la que comparten su visión del mundo y que por ende los hermana al tiempo que les garantiza su pertenencia, la adherencia a la revalidación estadística, compañía de todo momento y lugar, abdicación de la intemperie. Pertenecer a una sociedad hoy implica una gran paradoja, podemos elegir libremente lo que ya ha sido elegido para nosotros. Esta paradoja de creer que se elige libremente lo que de todos modos está destinado, lo que de todos modos ya es casi obligado, es tributaria de un gesto vacío, simbólico, un gesto que está hecho para ser rechazado, un vacío que remite al poder-de-poder, una máquina de desubjetivación y de recodificación en una subjetividad que aprisiona, una subjetividad inventada especialmente para dominar y manipular. Solo un cuidado de sí, que es un separarse de sí, de esa falsa identidad, nos llevaría a buscar zonas intermedias entre la identidad y la no identidad. Ahí hay siempre imágenes donde un sujeto asiste a su derrota

El poder es su mismo productor y es inseparable de la trama de las relaciones asimétricas donde anida. Sus estrategias, meticulosamente planificadas, se van encadenando unas a otras según un cálculo global que recién retrospectivamente adquieren el aspecto de una política unitaria. Donde hay poder necesariamente hay resistencia pero nunca en una posición de enfrentamiento absoluto sino en una relativa presencia de múltiples focos, los convenientes oponentes de apoyo. Así se va conformando una red de poder, un espeso tejido que atraviesa todo y es allí donde encarnan los discursos hegemónicos, casi códigos, lenguajes que han sido consolidados en un discurso autoritario, un metalenguaje excluyente que sin que nos demos cuenta guía nuestras acciones, una situación que aunque ineludible pide un alerta lúcido, ser sujeto solo como un juego de tácticas y estrategias en el que no se termine sujetado, amarrado a una esencia última que nos diga quiénes somos

Pertenecer a una sociedad supone un punto paradójico en el que a cada uno de nosotros se nos ordena adoptar libremente como resultado de nuestra elección lo que de todos modos se nos impone. Esta paradoja de creer que se puede elegir libremente lo que de todos modos es obligado, de creer que hay una libre elección aunque no la hay nos remite a una mímica vacía, símbolo de un ofrecimiento enmascarado que no tiene nada que ofrecernos. Solo nos convierte en la imagen que el poder necesita, un espacio vacío que el poder ocupa

Lo para-siempre perdido-de-aquello-que-éramos-para-devenir-lo-que-somos tironea de nosotros como lo incognoscible o asedia como lo rechazado. Lo-constantemente-desconocido disimulado por la identidad o el rol o la ilusión o la conciencia es el punto ciego de la visión…Proseguimos la actividad ansiosa y siempre hambrienta que acosa a nuestro destino. A veces, en el mejor de los casos, esta avidez inquieta e impulsiva afecta nuestras vidas y malogra nuestros días…el verdadero self es un falso self…Transfórmate en lo que eres, pero no hay nada en qué transformarse. No somos nada de lo que el lenguaje designa. A lo sumo informis, hambre, metamorfosis, interrogante, curiositas, audacia, tensión, saltar, partir, emerger


 Junio 2017