Hoy se habita una cultura de la cantidad, del exitismo, de la celebridad fugaz de lo promocionado, de lo viral, como única revalidación de lo que se considera nuestro modo – de - vida, una elección obligada, a riesgo de quedar “atrás” y de “perdernos” los relatos de la única realidad que parece existir y en la que nos llueven mandatos por doquier que dictaminan quiénes debemos ser
Este
mundo - hoy se reviste de una constante algarabía, una especie de “ruido” que
quiere vivirse alegría y que generalmente proviene del apego a una realidad
fantasmática que colma momentáneamente los deseos más triviales e
intrascendentes. Este mundo - hoy tiene su propia mirada y desde ella nos mira
y nos conforma. No obstante hay fisuras donde se ahondan otras miradas, un
mundo otro que se recuesta entre el deseo y la ausencia y habla de ese
territorio tan poco transitado de la libertad
Habitamos
una cultura en vías de extinción, una no-cultura que ha banalizado el mundo e
invadido la vida como una intrusa persuasiva y seductora, una cultura que se ha
transmutado en entretenimiento y consumo y así el individuo no solo consume
todo lo que le ponen delante sino que se devora a sí mismo, ajeno a todo lo que
no sea su mundo de logros y el reconocerse en sus iguales. Es el hombre del
guión de hierro del sistema, un hombre construido para ser satisfecho y feliz con
su identidad armada, con un credo de pocas ideas y una carta que le acredita el
logro de sus variados apetitos. Sin nunca mirar en otra dirección hacia las
sombras indiscernibles que habitan la periferia de su mundo seguro y
centralizado
Estos
tiempos no son los únicos donde el hombre se extravió de sí, pero quizá los más
ejemplares en cuanto a la inanidad del espíritu y al refinamiento de la
estolidez que no ahorra recursos para invertir en cenizas, abandonando al
hombre en la gravedad sin el contrapeso de la gracia en un mundo donde
reina el placer en una atmósfera de vacío cool, sin tragedia, sin la más mínima
conciencia de la condición humana que no es otra cosa que habitar el rosario de
la finitud, sin más, el de ser humano
El
hombre emblema que se recorta sobre este mundo - hoy ha renunciado a la
libertad, sometiendo su existencia a un modelo de vida que paradójicamente le
impide a la existencia existir, habitar su propia esencia. Se rinde y sacrifica
su raíz más honda por aquello que el mundo - hoy le ofrece a manos llenas y de
esta manera se deja llevar creyendo elegir y así pierde todo atisbo de
singularidad. Vive de mentira en un mundo prefabricado con un modo – de - vida
especialmente diseñado para él
La singularidad de cada uno es ese “ entre ” la libertad y el destino. Como mero
destino uno no sería un individuo, y si por destino - epocal - hoy podemos
considerar la actual situación de toda una generación, el ser humano debería
dar la vuelta, regresar sobre sus pasos, volverlos a pensar, y darle alas a su
propia libertad responsabilizándose por ese destino que le ha tocado en suerte,
tomando parte en resistirlo, no acomodándose a la situación sino viviendo la
inadecuación y el desconcierto y la desestabilización que conducen a desgarrar
el aparente fundamento que lo sostiene. La vida es la verdad del tiempo sin importar de qué trata, la libertad de ser liberada de toda justificación, y para la que el mundo solo es lo totalmente otro que hace que la
existencia trascienda. Exista
El
mundo ha cobrado una gran autonomía, ha usurpado el lugar de dios. Tiene su
propia ley y las llaves de acceso al reino. Hace no demasiado tiempo el hombre
creaba mundo, hoy el mundo lo crea a él a su imagen y semejanza y aún aceptando
que el destino es gobernado por fuerzas que nos superan, a pesar de eso, la
responsabilidad es del hombre, nuestra, nuestro es este mundo irredento,
saqueado por la ignorancia, y somos nosotros quienes contribuimos a que así
sea, quienes lo queremos así y lo usufructuamos, aún si simulamos lo contrario.
La libertad solo reina en la apertura creativa, en la que dejamos abrirse
exponiéndonos a la existencia, no en la repetición de clichés ni en el
espejarse en los otros. Si no fuésemos capaces de experimentar la libertad del
ser y de la existencia no seríamos más que títeres pendiendo de los hilos del
azar y la fatalidad
La libertad no es si no
es absoluta. Es estar separado de todo lazo y de toda presencia. Es apartarse,
no estar situado en ninguna parte
Todo
pensamiento, aún escéptico, negativo, sombrío, desesperanzado, si es
pensamiento, libera el existir de la existencia. Hoy no se espera una liberación
total de la libertad. En este mundo amenazado por la destrucción es impensable pero la esperanza del
pensamiento significa que no pensaríamos ni siquiera la existencia si no fuera
la sorpresa de ser
El pensamiento
diferente, otro, de todo pensamiento, que no es lo otro del pensamiento ni el
pensamiento de lo otro, sino aquello por lo que el pensamiento piensa, esto es
el estallido de la libertad
Inside
Llewyn Davis (Ethan y Joel Cohen, 2013) es un film que ilumina la libertad como
un bien esencial donde se afirma y se trasciende la existencia, hoy despojada
de toda su grandeza, coaccionada por los apremios de las “necesidades” herejes
La
libertad no es solo un espacio, es habitar lo abierto, poner en libertad un
lugar, el verdadero lugar dado por azar donde el tiempo se deshace de nosotros
y donde a su vez el azar perderá su carácter de enigma
La libertad es el corte
y el salto en el tiempo de una existencia, es un lugar de belleza extrema en el
que yo no me pertenecería ya a mí…pero lugar en el que también y finalmente yo
sería profundamente libre pues nada de él me sería extraño
Agosto 2017