Toda realidad va acompañada de su sombra. Verla implica una aproximación al misterio constitutivo de la existencia,
un resistir los procedimientos de habituación del tiempo ya que la costumbre nos hamaca en la tranquilidad de lo cotidiano y nos distrae del aparecer de lo real que se vive como un mensaje oscuro, atemorizante, enviado desde una entidad incognoscible y que al intentar interpretarlo solo se logra la clave de su impenetrabilidad, esa tensión que existe entre su revelación inconclusa y su siempre incompleto ocultamiento, el enigma de aquello que está en el linde de la certidumbre cotidiana, lo que la rebasa. Lo propio de lo real es el hecho de ser siempre inadmisible e incomprensible porque es ser y a la vez ser absurdo. Detrás de cada cosa, cada hombre, cada minuto del tiempo, se asoma un velo de misterio que en el ajetreo de los trabajos del día no se alcanza a percibir y flota como un fondo invisible y silencioso sobre el cual se despliegan las luces breves e ignoradas de la vida de los hombres. El hombre desconoce lo real pero se haya totalmente atravesado por él
La realidad se reconoce como irrealidad y es fruto de nuestro muy humano poder de representación, y entonces, dónde aparece aquello que no es efecto de ese poder? Aquí, pensar como desastre del pensamiento, es menos una tarea que una fatalidad. El acontecimiento, lo real, es la otra cara del orden del mundo, es su apertura ineludible al poder de lo que realmente "es", lo espléndido en su inaccesibilidad radical, lo incesante que escasamente comulga con la realidad del mundo. Un huracán que nos deja sin la piel del mundo suspendiendo “nuestra” realidad, desautorizándola. Enmudeciendo la palabra
Lugar de todo origen, de todo cuestionamiento, de toda impugnación
El clima confesional que se vive actualmente, forma extrema de apropiación de la privacidad, asordina esa vida secreta que cada uno se adeuda y que crece insubordinada al tiempo que nos fragmenta. La forma en cómo cada uno fija su mirada hace al secreto de su vida. Contar lo personal impide despegarse de sí, emprender el vuelo, abandonar la mirada que recorta. Las obsesiones y otras pasiones humanas pareciera que nos protegen de quedar desnudos ante el acontecimiento, expuestos a la nada
Hay una violencia originaria ínsita en todo pensamiento racionalizador de ideas claras y distintas, la fragilidad de no reconocer la propia debilidad y la pretensión de ser una verdad y un saber
La luz es niebla si es solo luz
El mundo real se transformó en imagen y la imagen en real. Nos convertimos en cifras, códigos que nos dan entrada a ese mundo que nos habita y que vivenciamos como un sólido suelo pero que en realidad son la clave de entrada al desierto de sentido, al sentido de desierto. Toda la consistencia que buscamos al pertenecer equivale a aferrarse a una realidad fantasmática donde solo somos uno y la intemperie
Descifrar e interpretar este complejo estado de cosas será a su vez interpretado como un mensaje no menos críptico que el inicial. Son tiempos de quiebre y ruptura y todo discurso debería partir de la muerte de dios, la finitud y la caída de los ideales, normas, principios, fines, valores que daban un sentido sentido a la vida que hoy se añora. Lo humano, tal como , debería hundirse en su ocaso para poder pensar la posibilidad de otro modo de ser. Las voces deberían brotar de la pasión y del sentido de la fragilidad de lo demasiado humano para no sonar retóricas y superficiales. Desde el nacimiento fuimos encadenados al enigma y en vano intentamos liberarnos porque lo que realmente nos convoca es el mismo ser del hombre como umbral, como lugar de la otredad, del misterio, de la necesidad del ser que está ahí siempre dado de antemano sin causa y sin finalidad. El ser escapa al discurso pero insiste en explicarse excluyendo todo lo que es
Sostener el peso del cuerpo, elevarlo de su pequeña cotidianidad, alcanzar la levedad de la mente, requiere un gesto de auténtica libertad, de aceptar el Azar y no pretender refutarlo a causa justamente de su misma azarocidad. La verdadera e irremisible fatalidad del acontecer proviene de aquello que, como toda realidad, no tiene causa y no hay justicia ni justificación que intervengan en lo que ya está dado. El pánico de ignorar o de querer ignorar el porqué de lo que no tiene por qué remite al carácter siempre inextricable de lo real cualquiera sea éste
En lo más profundo de nuestro ser cargamos con el peso muerto del sinsentido, como si estuviéramos permanentemente habitados por monstruos
Se vive en medio de un desasosiego donde todo parece zozobrar. Nos encaminamos hacia una civilización que aceptará la vida sin un principio que le dé sentido, pero el hecho de que no haya principio, ni valor superior no necesariamente es una catástrofe. Las cosas podrían ser consideradas con mayor lucidez desde la vida misma, desde todas las vidas que deberían ser reinventadas segundo a segundo donde el nuevo hombre sería el único valiente capaz de enfrentarse con el vacío del universo y vivir sin consuelo. Solo él podría mirar en el abismo de lo real y encontrar el nacimiento de una nueva especie de hombre, una nueva configuración de la fe, la cultura y la política. Los cambios llevan implícitos lo imprevisible de lo que será, sino no serían cambios. El mundo no debería adecuarse a un concepto, a una idea, a un principio. Este mundo está hecho del valor único de cada existencia, no de la obediencia y sumisión a la norma supuestamente venida desde otro lugar
Es esta inadecuación la que abriría el juego de la verdad que es el mundo mismo. Mundos puestos en relación de maneras inesperadas, mundos dentro de otros mundos que alberguen una mirada a la vez ignorante y abierta a lo que está por conocer
Un mundo que no es un mundo de otra parte. Sí es en-ninguna-parte y en todas las partes del que todas las cosas sobre la tierra son los signos
Somos el ser que somos. Si se considera que la persona se da por sentado, se es insensible a todo lo que hay de inesperado, de sorprendente y de gratuito en nosotros mismos
Lo único dado es el ser en su manifestación fulgurante
Mirar al sesgo la interpretación – lo que ya es otra interpretación
Permanecer ajenos a las ilusiones de sentido – que es otra forma de sentido
Ser como textos abiertos sin contornos volcados a la improvisación,
palabra de la inminencia, de la zozobra,
víspera de la creación
Noviembre 2017