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104 - El eclipse del sistema
La escritura es una proximidad hecha de distancia. Habita la frecuencia de lo ausente. Es la paulatina despedida de la palabra, el alejamiento de un mundo que se va borrando con indolencia, vaciándose
La palabra, puente intangible donde se apuntalan los vacíos, llega en el silencio, cuando se acallan todas las voces. Aunque inútil es la obstinación de seguir nombrando el sentido, el viento persistente de la letra no cesa, roza el misterio y lo entrega a la vacilación y a la impunidad de la palabra, siempre como lo inacabado, siempre frágil y desprevenida en un mundo donde el lenguaje se banaliza, se normaliza de acuerdo a mandatos que la violentan, devastándola y convirtiéndola en un mero tránsito por las superficies de un discurso que es nada más que un territorio consensuado donde las experiencias de vida se reducen a una homogeneización legitimada de los disfraces de la realidad, un espacio muelle donde reflejarse sin sobresaltos ni provocaciones. Una bitácora del bien vivir políticamente correcto con normas ad hoc. Un archivo de existencias que a nuestro pesar nos piensa, nos significa y nos representa, perdidos como estamos, inmersos en un no-sentido que es nuestro único sentido. Somos presa fácil de un sistema que ha logrado administrar nuestra vida por completo

El único destino del lenguaje es que en perpetua prosecución y en perpetua ruptura, persista indefinidamente aunque no haya ni universo ni hombre con estatura para hablarlo, difiriendo siempre al hablar


Cuando en ésta, nuestra cotidianidad deshumanizada, irrumpe el desorden, el gran desconcierto, la inadecuación, aparece el reinicio obstinado de la libertad, la que pone en juego la existencia y desestabiliza la mentira espectral que nos sostiene, y en ese vilo del mundo, la poesía, esa summa del desacomodamiento y de la disolución de toda estabilidad, es la encargada de señalarnos el más-acá de las cosas, el que nos descubre otros. La poesía está absolutamente sin palabras frente al lenguaje, la palabra llega en su mismo faltarse

Pensar la palabra hoy es considerarla como un territorio de manipulación que privilegia ciertos modos consumibles, fácilmente digeribles, de vivir, de leer, de escribir, que adormecen los conflictos y evisceran los pliegues autorreflexivos de la escritura. Es necesario sospechar del lenguaje instituido, ponerlo fuera de sí desbaratando sus códigos para evitar el comercio de las palabras mismas
 
Reventar las costuras del género asignado a través de la escritura es abrirse a un espacio herido al que no siempre se quiere entrar, rasgando los intersticios de la representación para encontrar un hueco de impugnación tácita, de entredicho sumergido


La sociedad normalizada a través de su potente imaginario es el soporte de la representación uniformada y saturada de la realidad, pero hay un susurro ininteligible en el envés de la lengua donde habitan las chispas del lenguaje, de aquel primer grito que creemos olvidado, donde aguarda la poesía tan solo recostada sobre la desnudez del aparecer con toda la carga de redención del lenguaje a través de su inmolación, de la ablación de su autoreferencialidad. Es el eclipse del sistema

Somos la civilización de la igualdad total, pero todo es tan igual como indiferente…Se hace necesario descubrir un nuevo lenguaje sobre el significado de nuestras vidas

Hoy tenemos necesidad de algo a lo que no podemos darle nombre, un impulso – poesía – como afirmación de sentido


Quizá la irreferencialidad, la elusividad, sean demasiado para estos tiempos aturdidos que reclaman la frontalidad y la brutalidad de la materia que se  representa a sí misma, pero la vida es riesgo y desafío, y se desentiende de los facilismos, los mapas y los manuales explicativos 
La poesía es un decir original, donde el lenguaje puede regresar a sí, a lo que en realidad es, despegándose del vínculo con el mundo del simulacro, en el silencio de la materia, en la presencia inmediata de lo que siempre estuvo allí inadvertido de la palabra, lejos del hiato entre las palabras y las cosas, en su mismo pertenecerse. Habita un estado de no – lenguaje. Es la palabra liberada de la fisura que nos separa de las cosas mismas. El ser del lenguaje no se muestra sino en la retirada del sujeto, cuando desaparece el yo hablo, cuando el silencio late dentro de la mente callada y acontece la escucha que solo esperar la elocuencia del silencio para que la mano trace la sombra de las palabras

La poesía se ajena de la violencia que despierta su eterna desnudez, de la prepotencia de un discurso que excluye lo más propio que nos constituye sumiéndonos en una precariedad existencial abrumada por un lenguaje que adolece de entropía por los modos de significar prendidos del sistema. La poesía habita este mismo territorio pero desautorizándolo en cada letra, fisurándolo, lacerándolo. Su fuerza radica en la fragilidad del susurro, no del grito, en una eterna disponiblidad mientras espera el acontecer de la palabra, de espaldas a la búsqueda, a la lucha por conquistar lo último de los nuevos tiempos, al estar a tono con la época 
La potencia de la poesía radica en lo que no se dice, no describe ni interpreta la realidad, la patentiza. No hay poetas antiguos y modernos, hay distintos modos de  subjetivar la sensibilidad y cada época tiene la suya al margen de los esfuerzos de la voluntad por aggiornarse, por ir contra todo lo que pretende persuadirnos, alinearnos, igualarnos. El poeta de verdad nunca se acomoda en la trampa, no es ingenuo, es inocente, ve con los ojos de la vigilia en la abnegación de lo indómito
 
Se impone desarmar miradas que clausuran portadoras de certezas por la mirada extranjera, la que se opone a lo autóctono de los ojos

La gramática arrastra nuestro desconcierto, la historia de nuestras cadenas, nuestro caos, y es conveniente sospechar de sus modos de articulación, de la fluencia de su continuidad a la que estamos acostumbrados, pero este caos se encuentra fuera de la gramática y por eso no puede ser elucidado nunca. No obstante, debemos ser extranjeros para nosotros mismos y penetrar en sus intersticios para que se revele el nudo no significante del lenguaje y esta es la manera más íntima a la que se suscribe la poesía, su irreferencialidad, su propio indecir, lo inexplicable, lo intraducible y único por primera vez, el hacerse del poema, por eso la poesía es subversiva, muestra lo que permanece oculto en lo que dice, descorre el telón de la historia y tira del hilo del tiempo para encontrarse con el hombre de siempre en la debilidad de su carne

Un poema es un territorio que ha recogido las huellas de un acontecimiento…una tormenta verbal. Esa tormenta deja rastros que son los versos del poema. Pero cuando el lector toma el poema es él quien se convierte en el territorio del acontecimiento verbal


Frente a la sociedad del espectáculo para el consumo generalizado, la poesía es el único modo de resistencia que nos queda, porque es inconsumible. Es un gesto de resistencia en sí misma

y ahora dónde está la puerta para arrojarse en el futuro
en otro tiempo estaba en la boca y el alma venía sola 
a tocar el alma del Otro ahora espinas de sal
guardan los labios una hilera de dientes suplementarios
la salida no está en ninguna parte las manos se obstinan en buscar
se van con los ojos cerrados a tocar la carne de los signos de tinta
encuentran curvas impulsos los pedazos de un mensaje
creen que esos huecos de sombras son el esqueleto de una verdad
en la punta de los dedos la pulpa se hace todavía más sensible
se quiere semejante a una red de voces pero la mano de repente
se atraganta y se convierte en el órgano del silencio
el polvo de una presencia llueve lentamente a contra luz
quisiéramos creer aún el misterio y ver allí agitarse
rastros de alas o bien el último gesto del lado de acá
o por qué no una de las gloriosas mentiras del poeta
pero ahora no hay suficiente presente para ver
transparentarse la nada que germina bajo cada acto
                                                                         Bernard Noël


Abril 2018