El cine que a partir del XXI vivió una irreversible transformación de su naturaleza esencial – podría decirse una nueva ontología - se postula entonces como una escritura dispuesta a registrar el acontecimiento, lo imprevisto, una nueva forma de hacer y una nueva forma de mirar. Un arte de la mirada
Aproximadamente a partir de los 60 se comienza a
sentir un clima de finales, lo que se ha dado en llamar pos cine, pero qué
quiere decir “post”? Por qué intentamos describir una época, una filosofía o un
movimiento con este simple prefijo en ese tiempo que también lo lleva?
Al nombrarlo de este modo parece que
enunciáramos algo que ya no es cine, algo que se degradó o quizá también
estemos nombrando la misma incertidumbre, o refieriéndonos al futuro de un cine
que vislumbramos otro que a pesar de
todas sus mutaciones seguirá siendo el mismo cine, no obstante la resistencia
de algunos y la aceptación de otros al
avance irrefrenable e irreductible de la tecnología
Cada sociedad da forma a su tiempo pero más allá del orden y del control aparece lo incierto, lo ambiguo, puras potencias para actuar en relación a los poderes establecidos
Existir en la era técnica es un habitar
inauténtico. Nuestro mundo histórico y nuestra vida personal están
decisivamente condicionadas por el predominio de la tecnología que se
manifiesta en el dominio total, en el poder absoluto del hombre sobre el
hombre. Es la gran fabricadora de verdades, la que nos recrea y desrealiza el
mundo en que vivimos
El cine hoy nos propone la rearticulación de una
realidad que se ha desmoronado frente a nuestros ojos, una mirada que renuncie
a la representación y que sea más sensible al movimiento, al despliegue de la
vida en sus flujos. Se apunta a detener las historias para que todo sentido
quede en suspenso y así ser capaces de ver el mundo
El cine como el que conocimos ha recibido su
certificado de defunción, no solo por la ablación de su soporte sino a través
del cambio cultural generado por la revolución digital que ha dividido las aguas
en torno a si es o no cine
Hoy las imágenes se ven bajo la condición de una
mirada sujeta al tema técnico, clausurada en la diseminación virtual de la
apariencia. Cada dispositivo reinventa su cine y también modela a su propio
espectador, o a sus propios espectadores, que se van transformando continuamente
en consumidores de nuevas estéticas
Largos son los debates al respecto, y si bien es
cierto que para algunos el celuloide nos será siempre entrañable y se alojará en la memoria como irreemplazable, vivir en esta era es irreversible y
pide cierta apertura para su consideración. No obstante, las dudas empañan esta coyuntura donde el cine quizá ve reducida sus posibilidades
Trato de mirar la película digital como un medio que utiliza un lenguaje particular teniendo en cuenta que su ser es un medio de comunicación y por lo tanto está en una cultura determinada…renuncio a la constitutiva velocidad del montaje por una nueva lentitud que el hacer de la videocámara parece sugerir, así como una nueva participación del espectador Abbas Kiarostami
El
espectador común no ha vivido ese duelo, suele no notar la diferencia, pero la
cinefilia, la crítica, los puristas, afirman que el cine ya no existe. Por otra
parte el espectador cualsea se siente apartado de sus expectativas habituales y
se ve enfrentado con un cine que le muestra el mundo desnudo descubriéndoselo
sin el estímulo de tramas y desenlaces. Este nuevo cine abandonó la mera
representación de una realidad preexistente, de un mundo que nos era dado de
antemano y cuyo sentido nos correspondía desentrañar, y fue deviniendo pura
experiencia de ese mundo, la vivencia de una realidad cotidiana y contingente
que habría que descubrir. Así, paulatinamente el film casi sin puesta en escena - o la puesta en escena de su misma invisibilidad - y
con una dirección cada vez más inexistente fue convirtiéndose en un espacio
privilegiado de reflexión, un cine que apremia la mirada, un cine provocador
Godard decía que un plano era una cuestión
moral. Hoy no solo se plantea la ética en la toma de imágenes sino que llega
hasta su misma visión por el espectador. Se impone un ethos dinamizador que
propone ver el mundo lejos de una actitud acartonada, de un preciosismo visual
y de la mera autorreflexividad, un cine que se resista a lo real, a aceptarlo
como fruto de una percepción única sin cuestionarla, un cine que disuelva los
clichés en torno a las certezas fáciles
y embaucadoras, los vínculos, la justicia, en suma, una reeducación de la
mirada
Parece flotar en el aire algo como un grado 0 del cine, tabula rasa, un nuevo comienzo, un impulso de reencontrar sus orígenes de ventana abierta al mundo absuelta de la exigencia de ser símbolo de representación
¿Se estaría
asistiendo a una nueva epifanía de lo real? No se quiere decir con esto fundar
un sentido nuevo sino hacer de este
desplome del sentido que se vive una nueva posibilidad para el cine, abierta y
en suspenso, una escritura dispuesta a registrar el acontecimiento de lo que
está por venir
Difícil para el cinéfilo decretar la muerte del
cine que ama con la que educó su mirada a partir de tramas y desenlaces, de
laberintos éticos dibujados por puestas impecables, y del gozo indescriptible
por ese lenguaje que desrealizaba la realidad frente a sus ojos y la devolvía otra, ese milagro cinematográfico que convertía al tiempo y al espacio en un acontecer intenso y único
De a poco el cine ha sido ganado por la entropía
del “todo vale”, sumergido en la dinámica de lo expandido, incluido en
estéticas non sanctas y por fin recluido en las cadenas de streaming donde muy
de vez en cuando asoma entre los intersticios dejados por los prescindibles de
la oferta
El cine interroga las imágenes, no solo las
produce. Como ya Godard lo hiciera, pone en escena una interrogación sobre el
lenguaje, interpelando al presente, reflexionando sobre la banalización de la
palabra fragmentada del discurso. Un cine como pensamiento vivo siempre en
movimiento, zizagueante, tentativo, balbuceante, que rechace todo dogma de
sentido, una
verdad cinemática sensible al movimiento de las cosas más que a su
representación. Es el movimiento ininterrumpido de sus planos y sus cortes,
continuándose o encabalgándose. La interioridad, es evitada, vaciada. No hay
discurso que signifique nada. El lugar de la mirada no es una subjetividad, es
el lugar de la cámara, como cámara oscura, un lugar sin un interior real
Así la mirada no es la proyección de nadie, ni
su representación, ni su fantasma, es ese afuera del mundo donde perder la
mirada, una mirada participativa, creativa
Hoy el cine evidencia tan solo su pasaje. Todo
lo traslada a la evidencia del movimiento. Es como un mundo que encadena, que se tiende
desde un film a otro y que de esa manera aprende una manera otra de producir
sentido
Más allá de la narración y la imagen, más allá del montaje y del rodaje de
los planos, más allá del guión, los actores, los diálogos,… lo que nos devuelve lo propio del cine sería esta singular manera
de no ser más que encadenamiento de la evidencia, un
deslizamiento indefinido
un deslizamiento indefinido, hacia dónde?
…Hacia la in-significancia de la vida. Una vida
que se crea su propio cine
Ya tenemos más de 100 años de cine en los ojos, en el habitus o
en el ethos. Está plantado en nuestra cultura. Hemos compuesto y
descompuesto infinitos géneros y mitos. Modulamos de mil maneras su relación
con lo real, con la ilusión, la historia, el sueño y la leyenda, las técnicas de
la imagen, el rodaje y el montaje…hemos recorrido todas sus posibilidades de
representación
Pero así perdimos poco a poco una posibilidad de mirada que no es ya
exactamente una mirada sobre la representación ni una mirada representativa, es
un ver dirigido a lo real, la evidencia de lo que nos llega por
poco que miremos, lo que resiste a la absorción de las visiones
La evidencia del cine es la de la existencia de una mirada a través de la cual un mundo en movimiento sobre sí mismo, sin cielo ni envoltorio, sin punto fijo de amarre o de suspensión, pueda volver a darse su propia realidad y la verdad de su enigma (que no su solución)
Es el tener lugar de una relación con el sentido del mundo
La inocencia se había perdido desde que los hermanos Lumière pasaron a ser espectadores de sus propias imágenes pero el deseo acababa de nacer
Junio 2018