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117 - Una larga fuga quebrada
La "realidad" , producto de un imaginario social, se crea a partir de una compleja red de relaciones entre discursos y prácticas sociales que interactúan con los individuos, se va construyendo desde la afinidad de sus criterios valorativos y se instala en lo simbólico a través del lenguaje
 Es un proceso de mediación entre las condiciones reales de vida de los individuos y la representación de las mismas, una especie de paradigma atmosférico que determina las líneas rectoras del moverse por la vida,  una guía subliminal de tendencias y normas epocales que habilitan juzgar y actuar en consecuencia, y que van construyendo nuestros modos de ver y sentir

El imaginario va deteriorando el hiato entre el yo y la sociedad, entre el adentro y el afuera del sujeto. Ambas instancias se aglutinan en la identidad, custodia de los mecanismos mediadores a través de los cuales el individuo es no solo capturado sino seducido por las formaciones sociales y culturales del imaginario que se rige por un código emanado desde el sistema simbólico. De esta manera es imposible que pueda conocer completamente la realidad

Hay un ocultamiento del propio ser de la sociedad como autoinstitución a sus propios ojos, recubrimiento de su temporalidad esencial


Y si bien de este modo no se produce una uniformidad radical ya que los individuos al representarse su propio lenguaje son libres de reflexionar, existe la posibilidad de que se cree un bucle ideológico subliminal pues cada ser humano se considera una continuidad en el tiempo, no autosuficiente, que necesita del entorno y del lenguaje para formar su yo

Los distintos discursos son modulados por normas que surgen de las especificidades de los grupos que conforman la sociedad, y su instalación depende del logro obtenido en los objetivos de cada uno, por lo que cada sociedad y cada existencia deviene de acuerdo a sus elecciones, a pesar de que a veces los valores se dan por supuestos fácilmente y así nacen los prejuicios, o sea que no se podría hablar de un conocimiento externo al sujeto ya que lo que puede conocer es siempre partícipe de un conocimiento que lo supera, que ha echado raíces y que fatalmente lo sujeta a la sociedad y a la historia, incluso aunque se considere autónomo, porque está dominado por un imaginario vivo al que ignora pero que lo habita, igual o más real que lo real

Así, sujeto y sociedad se amalgaman en los bordes de lo imaginario, nudo y quiebre a la vez. En esta circunstancia la supuesta autonomía se ve aplastada por la alienación de una existencia social e histórica y no de una simple intersubjetividad. Somos mediados por estas relaciones que nos conforman y nos condicionan

La sociedad oculta en sus pliegues un enfrentamiento tácito entre el consciente y el inconsciente, entre el lenguaje y la acción, en suma entre ella misma y el individuo camuflado por un imaginario en creación incesante.
Si bien la tradición marxista sostiene – no muy alejada de la lógica - que una sociedad se define por sus contradicciones, Deleuze  sobrevuela esa afirmación y se inclina por las líneas de fuga que son las que en cada momento definen a la sociedad

No son ideologías ni utopías, sino constitutivos del campo social puesto que trazan su pendiente y sus fronteras, es decir todo el  devenir


Las líneas de fuga no son violaciones a las normas sociales ni desviación de patrones. Señalan zonas, momentos, situaciones, eventos, acontecimientos, personas, cosas, etc, pertenecientes a la sociedad que se hacen potencialmente problemáticas, dicho de otro modo, que problematizan lo social, permiten fragmentar lo estratificado, quebrar lo arraigado, y efectuar nuevas conexiones, lo que implica alterar todos los signos sociales de subjetivación y significación,
crear líneas de fuerza sin estado de poder a favor de un orden de las intensidades contrariamente a aquellas que otorgan un poder controlador

El inconsciente al estar estructurado como un lenguaje, en lugar de proceder por estallidos y crecimientos, actúa por cortes significativos y obstruye las líneas de fuga en lugar de continuarlas. Se debería tratar entonces de no interrumpir los estallidos para así poder ir a la búsqueda de un pensamiento intensivo que fuerza a pensar lo que aún no ha sido pensado produciendo la ruptura de las formas fijas y de las identidades, operando sobre la pura materialidad del lenguaje en tanto productor de conexiones
Es necesario volver a mirar pero de otro modo, reconocer una lógica distinta a la identitaria que ha reinado por siglos en esta parte del mundo
 
Comprender el simbolismo de una sociedad es captar sus significaciones que no son estables ni unívocas sino que remiten interminablemente unas a otras ya que están condicionadas por el lenguaje y la historia. No hay historia sino la del hecho de que los hombres se comunican en un medio simbólico, pero este simbolismo es él mismo creado, por lo tanto la historia no existe sino en y por el lenguaje, ya que la sociedad se da a sí misma una imagen a través de la elección de sus símbolos. Lo que se da en y por la historia es una manifestación de la alteridad radical, una creación inmanente

El imaginario social es clave en la interpretación de todo lo que hace a  la sociedad moderna
Hay determinadas cuestiones que no obstante haber sido siempre fundamentales en la plasmación de la vida de una sociedad, solo conformaron un corpus en la modernidad, ya desde los mecanismos para la formación de ideas, la intervención de la iglesia como orientadora de conductas, las técnicas de divulgación llevadas a cabo por los gobiernos, pasando por el engaño subliminal de ciertos saberes y la estructuración del conocimiento hasta la fabricación de la realidad misma y sus relatos
 
Las imágenes sociales ponen en escena un orden social y al mismo tiempo son creadas e instituidas por él. Hay una dominación simbólica mediante la cual los individuos incorporan los principios de su propia sujeción a ese orden y que deriva en que lo condicionante de ese mismo orden se sienta natural. Ese orden  es invisible e inaudible pero se lleva puesto, por lo tanto debe hacerse ver y escuchar a cualquier precio por medio de metáforas. Es un espejismo de signos y al mismo tiempo un espejo donde se reflejan las relaciones imaginarias de dominación simbólica

Toda sociedad para existir necesita de su mundo de significaciones para convertirse en “esta” sociedad y no otra. Tiene su identidad colectiva a partir de creencias compartidas, como una representación de sí misma. Su perdurabilidad depende de la preservación de sus significaciones imaginarias sociales. Las transformaciones de sentido siempre se enfrentan a la resistencia de lo ya instituido que mientras no sea derrocado sigue funcionando como única verdad. La sociedad es intrínsecamente historia, es decir,
 
autoalteración. Es siempre autoinstitución de lo histórico-social. Pero esta autoinstitución no se sabe como tal


A una totalidad o sistema cerrado es preciso contraponer líneas de fuga activas y positivas. Dejar que pasen los fluídos por debajo de lo códigos sociales que pretenden canalizarlos o interrumpirlos. Pese a que percibamos un todo organizado si nos detenemos en observar los detalles, aún los ínfimos, notaremos que las cosas muestran desde el vamos sus propias precipitaciones o rupturas. Así las fugas definen los aspectos que hacen desaparecer la organización, situaciones, hechos y experiencias por donde todo se escapa. Algo se fuga para hacer conexión con otras entidades o grupos y estos con otros

Las fugas son multiplicidades en dinámicas de transformación, abren las brechas del territorio, posibilitan la desterritorialización pura


Se inventan postulados o se los invalida a conveniencia según mecanismos de semiotización que fabrican subjetividades con percepciones, afectos y comportamientos inconscientes que los reproducen logrando la sujeción de los individuos, y sobrecodificando las actividades, los pensamientos y los sentimientos
 
Pero una sociedad ante todo se fuga. Lo real resguarda una inquietante locura por la que los mecanismos sociales de ordenamiento y jerarquización encuentran su límite insuperable


La autotransformación de la sociedad tiene que ver con el hacer social y político de las personas en la sociedad y nada más. Toda posición de deseo acaba cuestionando el conjunto del sistema y contribuye a abrir en él una fuga que lo quiebra, un agujero que le impide homogeneizarse, desestabilizándolo

 El individuo no puede existir sino definiéndose cada vez como un conjunto de necesidades y objetivos, superándolos siempre porque los inventa, los hace haciéndose, deviniendo, porque es un ser inacabado en continua reconstrucción del mundo y permanente búsqueda de sí, de cara a su autonomía y a su singularidad de frente siempre a las innovaciones políticas y tecnológicas

La única acción que cabe a los individuos o a los grupos de un sistema es huir, evadirse, escapar. No pueden escapar sin cambiar ellos mismos, sin devenir otros, sin transformarse. Pero huir no significa renunciar a la acción. No hay nada más activo que una huida 

Vivimos en una sociedad de riesgo y el cuestionamiento al capitalismo - como sistema inmanente que no cesa de rechazar sus límites - es ineludible para efectuar la autorreflexión sobre sus fundamentos. La sociedad deviene reflexiva a través de su auto comprensión justamente como sociedad de riesgo. Ese reconocimiento la convierte en tema y problema para sí misma

En la tensión entre la determinación e indeterminación sociocultural de las significaciones es donde se abre un espacio de posibilidad, la posibilidad de transformación que está presente en cada momento y en cada uno, en lo que hace y en lo que dice, o sea, cuando toma conciencia de su ser en el mundo y se responsabiliza de sus acciones y decisiones

El hacer pensante, y el pensar político – el pensar la sociedad como haciéndose a sí misma – es un componente esencial de tal autotransformación


La posibilidad de salvación se daría no solo en la instauración de la reflexión sino en la liberación de la imaginación, en el salto, las rupturas, las discontinuidades 

Solo hay una manera de descubrir mundos. A través de una larga fuga quebrada


 

Junio 2018