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2 - La paciencia del tiempo
Pensar es uno de los verbos que inundan nuestros discursos y la mayoría de las veces se confunde con recitar la historia de lo pensado, cuando en realidad, pensar es "el desastre del pensamiento", rondar lo impenetrable de la ausencia.

Es retirar un pie del mundo, de las coordenadas de la falsa continuidad que nos inventamos. Verse en las desordenadas de la singularidad

En cierto modo, es solicitar la paciencia del tiempo, como si pudiéramos irnos y esperarnos al mismo tiempo, reencontrarnos con la anarquía del espíritu en estado puro, donde el pensamiento existe desde siempre en el obstinado deseo de ver el alba de las cosas

Ese pensador de la intemperie que no quedó ciego ante la lujuria hipervisual del mundo, no es reconocido con un nombre propio, solo tiene nombre impropio, es un fuera de serie, un renegado, un agitador de cielos e infiernos, “un paria en todas las puertas”, un bautizado con fuego

La fascinación de pensar se da en el acto de descubrir(se), en la sorpresa de su aparecer. Es novedad, revolución, perturbación. O no es pensar

La repetición cotidiana de clichés se vuelven costumbres del discurso y se suscriben historia del pensamiento, ruido de cadenas de dogmas y estereotipos, un pensar ilusorio

En la representación, en ese mundo que inventamos y que nos inventa, no se piensa todavía, se adhiere. Pensar descontextualiza, dibuja una contra-realidad, desmiente el brillo de la falsa claridad que simplifica verdades inexistentes, abre mundo, libera el poder insurgente y revolucionario que duerme en el pensamiento. Es un intervalo en el ruido del mundo. El lapsus del sistema. Implica abdicar de nuestra autoría y transmutarnos en un lugar vacío

Pensar quiebra y quebranta, obstruye, interrumpe y hace estallar la trama convencional que nos significa. Desbarata la escucha de uno mismo. Es arrancarse de la inautenticidad, experimentar la soledad, atravesar las fronteras del sentido común donde anidan las trampas subterráneas, moverse en lo impensado

No es saber ni ignorar ni razonar. Es excavar los muros del significado y abrirse a lo que se desborda

Hay un punto en el tiempo donde se da la posibilidad de la novedad, donde faltan las palabras, en la oquedad del pensamiento. Es el suspenso de la palabra, el pasmo de acercarse a lo sin nombre, dar un paso atrás para no ocupar el espacio de lo nuevo desde un lugar que aún no conocemos. Es el riesgo de desandar lo caminado, de dar un paso sin promesa, de cruzar al salto los abismos, de caminar la noche a cielo abierto, de desanclarnos de este mundo y salir a buscar al dios de los desiertos

Viaje de la sagrada ignorancia. Lucidez desapegada. Humilde saber de su persistente y eterna inadecuación

Hay una excedencia, no hay posibilidad de agotar en lo dicho el decir ni en lo pensado el pensar, por eso el alma es un lugar que no acaba de cerrarse, abierta siempre más allá de la claridad del sentido

Alma nómade. Pensamiento nómade


2016