Es retirar un pie del mundo, de
las coordenadas de la falsa continuidad que nos inventamos. Verse en las
desordenadas de la singularidad
En cierto modo, es solicitar la
paciencia del tiempo, como si pudiéramos irnos y esperarnos al mismo tiempo,
reencontrarnos con la anarquía del espíritu en estado puro, donde el
pensamiento existe desde siempre en el obstinado deseo de ver el alba de las
cosas
Ese pensador de la intemperie que no
quedó ciego ante la lujuria hipervisual del mundo, no es reconocido con un
nombre propio, solo tiene nombre impropio, es un fuera de serie, un renegado,
un agitador de cielos e infiernos, “un paria en todas las puertas”, un
bautizado con fuego
La fascinación de pensar se da en el
acto de descubrir(se), en la sorpresa de su aparecer. Es novedad, revolución,
perturbación. O no es pensar
La repetición cotidiana de clichés se vuelven costumbres del discurso y se suscriben historia del pensamiento, ruido de cadenas de dogmas y estereotipos, un pensar ilusorio
En la
representación, en ese mundo que inventamos y que nos inventa, no se piensa todavía,
se adhiere. Pensar descontextualiza, dibuja una contra-realidad, desmiente el
brillo de la falsa claridad que simplifica verdades inexistentes, abre mundo,
libera el poder insurgente y revolucionario que duerme en el pensamiento. Es un
intervalo en el ruido del mundo. El lapsus del sistema. Implica abdicar de
nuestra autoría y transmutarnos en un lugar vacío
Pensar quiebra y quebranta,
obstruye, interrumpe y hace estallar la trama convencional que nos significa.
Desbarata la escucha de uno mismo. Es arrancarse de la inautenticidad,
experimentar la soledad, atravesar las fronteras del sentido común donde anidan
las trampas subterráneas, moverse en lo impensado
No es saber ni ignorar ni razonar.
Es excavar los muros del significado y abrirse a lo que se desborda
Hay un punto en el tiempo donde se
da la posibilidad de la novedad, donde faltan las palabras, en la oquedad del
pensamiento. Es el suspenso de la palabra, el pasmo de acercarse a lo sin nombre, dar un paso atrás para no ocupar el espacio de
lo nuevo desde un lugar que aún no conocemos. Es el riesgo de desandar lo
caminado, de dar un paso sin promesa, de cruzar al salto los abismos, de
caminar la noche a cielo abierto, de desanclarnos de este mundo y salir a
buscar al dios de los desiertos
Viaje de la sagrada ignorancia.
Lucidez desapegada. Humilde saber de su persistente y eterna inadecuación
Hay una excedencia, no hay
posibilidad de agotar en lo dicho el decir ni en lo pensado el pensar, por eso
el alma es un lugar que no acaba de cerrarse, abierta siempre más allá de la
claridad del sentido
Alma nómade. Pensamiento nómade
2016