Podría decirse que lo cotidiano es el entorno de todo lo que hace a nuestro diario vivir, de todo lo que nos rodea sin una localización específica, es el suelo sobre el que caminamos casi inadvertidos. Es abstracto y concreto a la vez, una especie de mandato impersonal que flota entre las gentes e impulsa sus elecciones y sus actividades
En un solo día vibra la historia del mundo y de la sociedad, sus emociones, motivos y propósitos
Territorio de lo in- significante – desapercibido para nosotros - no mudo - se recuesta sobre ninguna parte, es un no – lugar donde no obstante arraiga el relato de la identidad y es asiento de lo establecido, de la “norma – lidad” que vive de la repetición. Es una puesta en escena invisible que se dice en lo que no somos, que nos incluye en una escena que no vemos pero que nos representa, una escena más allá de cada uno, más allá de todos pero que nos incluye y nos involucra. Es una estructura profunda que engloba todos los actos de todos los días aglutinados como un todo en el aquí y ahora en que vivimos - un tiempo y espacio sociales - la “realidad” por excelencia.
Es nuestro territorio transparente imperceptible e in – significante, y a pesar de eso, inconscientemente lo habitamos y nos habita, lo atravesamos y nos atraviesa. Invisible para la historia, aun así, paradójicamente, es esperable, predecible, un orden que subyace y que otorga una pertenencia casi ontológica a la humanidad. Es como el aire. Lo que sorprende es su ausencia
El claroscuro ordinario la in – significancia de lo cotidiano…supone una grandeza ausente perdida o distante
Pero que resuena en cada movimiento, en cada acción mínima que ejecutamos
El individuo camina desprevenido sobre la cotidiana costumbre de los días pero ser humano es tener una libertad dentro que no cabe en el mundo. Es estar condenado a esa libertad que es el verdadero quehacer de la existencia, un hacer estallar el eterno proceso de lo necesario, indispensable para transformar nuestro destino de especie, para conjugarnos singulares y no sustantivarnos especie
Lo cotidiano despierta cuando se rompe la continuidad que nos ampara. La discontinuidad irrumpe en medio de la continuidad y es lo que brota y fluye de la propia vida como una condición de sorpresa y creación. Es la diferencia. El acontecimiento como discurso que sorprende la rutina cotidiana y demuele las nociones ilusorias de representación, realidad, identidad
La sólida estructura del discurso contenedor, donde se apoya el hombre a lo largo de sus días, es para el intelecto liberado solamente un andamio, el andamio de lo cotidiano. La irrupción de lo otro que lo desbarata de golpe es el abismo, el fondo de la inmanencia, un horizonte ilimitado hirviente de posibilidades temerarias abiertas al juego de la creación
En este punto el acontecimiento sería el vacío, la frustración de no ver llegar lo acostumbrado, con ese estremecimiento de lo cotidiano cuando de in-significante pasa a ser significante y se resquebraja la estabilidad y hasta la monotonía que cambia de signo al faltarse – y hasta es añorada - y es reemplazada por la incerteza que irrumpe desestabilizando
Lo cotidiano es una instancia siempre abierta, pura posibilidad de cambio. Cualquier acontecimiento puede ser una grieta en su estructura, una transgresión del orden que deslegitima la rutina encargada de enmascarar lo desconocido pues es la rutina misma la que a menudo se quiebra
En lo más oculto de la vida cotidiana el acontecimiento sacude la rutina, sus rituales y sus protocolos, y los desarticula al tiempo que los vuelve a rutinizar, los opaca y los despoja de todo posible atractivo, producto de un trabajo de entropía clandestino destinado a minimizar la expectativa de la irrupción de lo imprevisible
La vida se las arregla para transgredir los límites que se impone. Así, el rodar cotidiano es, en su dimensión más honda, reiterada transgresión de aquella rutina que el mismo secreta
La rutina, esa secuencia inmóvil de lo mismo, pauta una vida cotidiana sin sentido y engendra el aburrimiento, la larga duración de lo igual, esa noche oscura del alma donde el individuo se encuentra frente al ser que se le sustrae, arrojado, perdido, sin posibilidad de hacer o dejar de hacer. En esa indiferencia por las cosas se muestra tal cual es. No obstante el hastío es la posibilidad de edificar la lucidez de la conciencia, la ruptura con la costumbre como textura de la agonía, con la armonía de la homogeneidad de los valores, con lo colonizado de la realidad. Provoca la osadía de ir más allá de la cultura, de ese manto que cubre nuestra desnudez. Allí donde se produce el hundimiento de la realidad acontece la máxima comprensión del hecho del mundo.
Los individuos se apoyan en lo cotidiano como un cobijo, como un refugio, un amparo de lo intempestivo de la vida
Descender de los días y apoyar la frente en la noche, dice Char con enorme lucidez
Hay dos aspectos en lo cotidiano estrechamente ensamblados en la aventura humana,
Uno fastidioso, penoso, sórdido (lo amorfo, lo estancado) y otro cotidiano inagotable, irrecusable y siempre incumplido y que siempre escapa a las formas y a las estructuras
Y que se recuesta siempre en la melancolía
El film La Notte de Michelangelo Antonioni retrata magistralmente el avance irremediable del tedio ante el vacío de una cotidianidad marcada por la fragilidad de los personajes y sus sentimientos, la inestabilidad y la incertidumbre, el quiebre de la identidad, la añoranza de lo que fue y una apatía que encubre la desesperación tras la continua búsqueda de sentirse vivos. Aquí la cotidianidad se ha abismado y los seres atraviesan su propio infierno. En nuestro hoy, lo cotidiano ha sido colonizado por el sistema y nos ha dejado sin travesía
No todos tienen derecho en la medianoche a la casa insegura en la tierra de nadie de lo desconocido
Pero, desde otra mirada, la cotidianidad no existe, es siempre diferente de sí misma, ya que el mundo es la celebración de un estado de iniciación constante de las cosas
No nos preocuparíamos por la existencia si no fuera la sorpresa de ser. Los griegos sabían que el mundo era un lenguaje cifrado y creaban el texto de la textura del mundo por primera vez. Para nosotros, los infinitos textos. Somos quienes pretendemos hacer el mundo de vuelta en vez de captar su permanente hacerse de vuelta
Atender el asombro de lo inesperado acorta la distancia entre la continuidad que nos inventamos y la discontinuidad que vivimos. Existir es arrancarse
Vivir no es proseguir una trayectoria de inercia. Es estar en tensión, es un deseo, un hambre
Hicimos a través de los días un mundo que está frente a nosotros, que nos refleja, que produce cosas que nos consuelan pero que no nos dan sentido por ese mismo reflejo. Todo ese mundo que hemos construido cotidianamente nos protege de la contingencia, de la conciencia de finitud y se ha convertido en un destino, pero lo cotidiano, no obstante, tiene la misión de llevar la luz a través de la adversidad. Es la obstinación de la vida por continuar más allá de todos ya que lo cotidiano nos sucede a todos
La creación de lo cotidiano no es necesariamente homogénea, su relato varía según la historia y la cultura y también según el individuo y las diferencias de estratos sociales. Esta situación sería un disparador de la dificultad para convivir a causa de la pluralidad de relatos como de sujetos. La convivencia está atravesada por un consenso que no es percibida por el sujeto pero que lo impulsa a colaborar eficientemente en su misma neutralización y por ende en la nivelación de la sociedad
Obviamente la homogeneidad posibilita una pacífica convivencia ¿a costa de qué?
Todos los días cada ser humano da un paso más hacia su adaptación al mundo, a veces obligadamente, la mayoría inconscientemente, así se conforma o se deforma
¿Es el hombre el que va hacia el mundo o es el Mundo el que va hacia él?
Julio 2018