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136 - El singular - plural
El ser humano es transitivo a la existencia, va auto generándose y se alcanza siempre en lo que no es, en una travesía que va siendo su via crucis. Al exponerse a la experiencia deviene otros, estallidos de sentido, tantos, como experiencias posibles

¿Somos sujetos?  En cuanto somos proyectos, somos ese sí mismo como un supuesto que siempre nos precede y que nunca está allí y por tanto siempre está sustraído a la presencia

El sujeto no es nada más que la infinita identidad de una precedencia que se traspone en la infinita identidad de una sucesión

 

Somos en el vamos siendo. El hombre es auto trascendencia infinita, el aún del misterio cada vez 

El sujeto se encontrará en el fundamento de sí que será su ficción, su ilusión, su proyección. Es siempre el que ha llegado pero también el que siempre está por llegar. Se puede inventar la vida pero no el estar llegando. El abismo infinito es la verdad de ese sujeto

No ha habido nunca un “sujeto”, es una fábula, una ficción, pero no por eso amerita dejar de tomarlo en serio. El discurso del sujeto -  ese resto desustanciado - parece haber proscripto, sin embargo, sigue siendo continuamente releído, y es al mismo tiempo un acontecimiento activo en la historia que abre la pregunta sobre quién está allí en su lugar  

Después del sujeto ¿quién viene?

"¿Quién es esa quintaesencia de polvo?"

¿Quién pregunta? ¿Hay alguien allí donde el supuesto proyecto de sujeto se sustrae? Todo el tema gira en saber qué es alguien, o si hay alguien allí y quién es ese alguien. La noción de sujeto ha padecido la entropía en el interés que despertaba debido a la afluencia de las singularidades pre individuales y a las individuaciones no personales. El “quién” parece hacer señas hacia una gramática que no estaría más sujetada al sujeto quien sin haber sido destruido, se halla reinterpretado, desplazado, sin centro. “Quien” designa un lugar, este lugar del sujeto que se manifiesta por su misma deconstrucción, y una vez que ciertos predicados son deconstruídos, la unidad del concepto y del nombre resultan sustancialmente afectados: la estructura subjetiva, aquello que enlaza el sujeto a la conciencia de la humanidad, a la historia y sobre todo, a la ley

De lo que se trata no es de una simple destrucción del sujeto sino del reconocimiento de que el sujeto es el pensamiento que reabsorbe o que agota toda posibilidad de ser en el mundo, toda posibilidad de existir, es decir de ser lanzado a lo posible, abriéndose al pensamiento del quien del existir, de un uno, de un alguien, de un singular que el sujeto proclama, promete y encubre a la vez

Este “algo – uno” donde se juegan todas las figuras del sujeto individual: pueblo, estado, historia, mujer, animal, hombre, es un pensamiento que hoy nos requiere, nos convoca

Hay una necesidad, no de un retorno del sujeto, sino de un avance hacia alguien – algo - uno  y donde todas las posibilidades están abiertas. Nos sustraemos constantemente, dejamos de ser, pero existir es exponerse. Cada ahí pide otra apertura y acontece otro acontecer

En lugar del sujeto hay algo así como un lugar, un pasaje singular, un cierto no- lugar, asignable, a la vez necesario e inhallable, la impronta de un paso –el vestigio- que no configura ninguna otra esencia que la existencia fugitiva de la singularidad

 

Cada uno, cada quien, cada alguien, se presenta y se expone como el último, como ser singular, ya que cada uno - que no es singular debido a una singularidad exterior-  se singulariza gracias a lo propio de sí mismo. Es per se 

El verdadero sujeto es el ser-sí-mismo sin cualidades que solamente incluye bajo esta ausencia la presencia de su conjetura y la conjetura de su presencia, ausencia no como lo que se retira sino como presencia de lo que no se alcanza. Es necesario que el ser sea absolutamente y sin predicado. Si el ser es la realidad de la existencia, la existencia no es un predicado, se está en ella, no se la piensa, se la vive, y tampoco se ausenta. Acontece como obstinada presencia

Hay algunas cosas. Hay algunos unos, hay unos numerosos, singulares. Hay siempre los unos y en consecuencia también los otros. Los unos y los otros, la existencia - la singularidad - cuya esencia consiste en estar ahí, singularmente ahí: la singularidad como existencia única, la esencia numerosa de la existencia, lo que hace que cada uno de los singulares, además de poseer su singularidad radical, sea diferente de los otros, pero esa diferencia es la que también los relaciona con los otros: Es el individuo,

aquello que en sí es indistinto pero que es, en cambio, distinto de los otros

Los singulares no son puro espíritu, ya que el cuerpo sería el rasgo escatológico de la singularidad, de una relación singular consigo mismo, no de identidad, pues su sí mismo sería aquello a través de lo cual un existente, un yo, un ego, se atestigua como existente. Es y es para sí mismo el único garante de su existencia. En cambio los cualquiera permanecen indistintos en sí mismos. Lo que tienen en común es exactamente lo que los separa

La comunidad es la inconmensurabilidad de los singulares. Mantienen una relación con el otro singular en tanto que singular y en lo irreductible e inconmensurable de su singularidad. Los singulares comparten su singularidad que a su vez los reparte, pero no como si se partiera la esencia común de la singularidad, sino que simplemente ser-singular es estar-con o estar – en- común, relacionándose con el otro singular no como un ejemplar que solo se distingue por la identidad numérica, sino como un ejemplo en el sentido en que cada individuo es un ejemplo, la mostración ejemplar de su esencia, una esencia propia, es decir, la exposición de la singularidad

El sentido es la singularidad de todos los singulares en todos los sentidos simultáneamente y en el sentido colectivo o individual de lo que hace de la totalidad lo absoluto singular del ser

 

Cada uno es un hombre, y como tal atestigua y garantiza su existencia exponiéndola, sin garantía de ninguna esencia. Existir es exponerse a ese afuera que me hace estar dentro del mundo. Hay un exceso de existir en cada ser, la existencia expuesta a su acontecerse


Desde que hay un mínimo de presencia, un instante, una mirada, una ojeada, hay un atestiguar, una garantía de existencia singular

 

Cada vez es una novedad completa, una singularidad completa, una existencia, cada vez un hombre, una mujer, un animal, ¿ un cyborg?, ese singular que uno encuentra dentro de la humanidad

No hay esencia común, el ser no es un ser común, es un ser en común. Ese “en” de lo “en común” es la relación de las singularidades. De ahí que la comunidad nos está dada con el ser y como ser previamente a nuestros proyectos, a nuestra voluntad, a nuestros intentos. En el fondo, perderla es imposible, está implícita de suyo en el ser en común

Lo que articula la relación de los singulares es que se interesan los unos por los otros, “el ser entre”

La existencia como tal pone de relieve que el existente es de entrada último, y lo es a cada momento de su existencia. Esta manera de transitar la vida reenvía al pensamiento del estar vuelto hacia la muerte, pensamiento de la existencia en tanto que exposición a cada instante a su propio final. La muerte contempla todos esos momentos singulares, todos y cada uno, como el último momento

Entonces lo escatológico es también la parusía, cuya dimensión es el presente

 

Uno no se vuelve individuo el día de su nacimiento, no más que el día de su concepción, no más de lo que lo será el día de su muerte, no más de lo que lo será más tarde en la memoria de los otros. ¿Cuándo se es uno?  A cada instante

 

El sujeto es siempre ya llegado o al venir pero el existente singular está simplemente presente, expuesto a cada instante y a los otros singulares, como otro, expone cada vez que se expone y todo su sentido está allí. Cada uno compromete un testimonio de existencia.

¿Qué atestigua el singular? Atestigua que existe

Pero puede preguntarse uno por lo que alguien atestigua o compromete, por lo que alguien como tal compromete. Yo nombro a eso el sentido. Alguien compromete cada vez el sentido de ser alguien, o atestigua, compromete el “ser alguien” en tanto que sentido. Compromete y a la vez atestigua que “ser alguien” es ser en el sentido, el sentido de existir o el sentido de la existencia

El sentido de la vida

Estamos bien fundados para existir porque existimos. Eso es todo

Como el singular se singulariza por sí mismo, así mismo hace sentido por sí mismo. El sentido del singular es cada vez una infinita novedad o reinvención, como una nueva posibilidad del sentido singular

El sentido en lugar de ser lo que habría que descubrir y lo que habría que suponer detrás o delante, sería lo que singularmente se compromete, se garantiza, se promete cada vez, a cada momento, no detrás ni delante sino aquí mismo, en el lugar de exposición de una singularidad


Atravesar la vida, experimentarla, salir de lo que uno es. La vida es inacabada. Hay una verdad existencial, lejos de la idea de identidad constitutiva, una verdad que se aprende donde cada uno puso el cuerpo, la fidelidad a lo que no se ha podido dejar de ser

No hay otra evidencia que la del cuerpo, pura exterioridad, espacialidad, coexistencia. No es una unidad, una organización, una totalidad. Remite a lo abierto, a lo desorganizado, a lo fragmentario, a la dispersión y da lugar a que la existencia tenga por esencia no tener esencia, por eso la ontología del cuerpo es la ontología misma. El cuerpo es el ser de la existencia

Los cuerpos son el existir, el acto mismo de la ex -sistencia, el ser

 

La existencia no consiste en el despojamiento de todos los predicados sino en los predicados sin soporte manteniéndose juntos los unos con los otros singularmente

Hay numerosísimos algunos, hacen mundo y hacen sentido, Algunos, algunos unos, el uno numeroso, es decir, el singular – plural, esa es la repuesta al sentido del mundo

Hay ser expuesto. Hay mundo

 

Cada uno es el fin de la venida sin fin del sentido. Cada uno es escatológico. Cada uno es tan singular como cualquier otro uno, infinitamente sustituibles los unos por los otros. Cada uno naciendo, muriendo, siendo, son la singularidad

La existencia no es una esencia, es la esencia cuya esencia es existir en la experiencia. Hic et nunc, Aquí y ahora


Quién es quién no es cuestión de esencia, sino de presencia y la presencia ocupa un lugar

La decisión es el existir en cuanto tal y esa decisión es lo que decidamos en y para el mundo, lo que decidamos de nosotros mismos y de cómo podemos decir “nosotros” y nombrarnos “nosotros”. Hay un mundo que no es, que aún no sabe lo que es y hay los hombres que no son, que no saben quiénes son

Es necesario que el sentido sea significado de todas las formas posibles, por todos y cada uno, por todos los singulares “individuales” o “colectivos”, por todo lo que puede hacer que alguno, en alguna parte, se exponga al sentido, a hacerlo, a recibirlo, a dejarlo abierto


El sujeto hace de sí mismo un (otro) sujeto en vez de hacer de sí mismo un prójimo

 

 

 Octubre 2018