Repta entre retazos de sentido como eje de un discurso que lo va transformando a sus espaldas. Marca de otras marcas, cita biológica, social, estética, emocional y hasta religiosa, se convierte en diseminación interminable de sentidos derramados que buscan nuevos cauces para nuevas formas de búsqueda
Compartimos el estupor de un
desencuentro con el presente como si fuera un disfraz de eternidad. Tiempo
menesteroso donde el hombre se hunde hasta el cuello en un falso ahora sólo con
la esperanza de un futuro reinventado siempre. Ha olvidado que el tiempo es
devenir, la llamarada reiniciada de un segundo
Tajo de tiempo, peregrino de lo que
le falta, hiato irredento de la discontinuidad, vive hurgando en el imaginario
para fabricarse un brillo de latón. Vive y se aniquila debajo de sus ilusiones.
El engranaje del consumo es la alfombra roja y soberana de la hybris de este
mundo tendida sobre el vacío donde desfilan los seres modelados y producidos al
uso para encajar en este mundo. Se confunde lo singular, el dolor de ser que no
se compra ni se hereda con lo exclusivo del abalorio de consumo . La desmesura
de estar anclado en la mentira y dejar todo el aliento en el espejo
Se buscan adjetivos para calificarse
ingresando en la zona muerta de la valoración, vistiéndose con lo irremediable,
los imperativos sociales que devoran la existencia y se alimentan con la
imitación y la complacencia. Se logra así sobrevivir en el mundo casi sombras,
conviviendo con la indigencia de su ilegitimidad y de su ingenui(ni)dad. El
hombre vive y se aniquila debajo de sus ilusiones, mientras una grieta le va
dibujando en la piel el camino de la errancia de existir sobre la tierra. Lleva
una vida secreta e inconfesable, una "selfie" sin rostro, una vida de
sustracciones y restos ajenos, máscaras
de auxilio para acallar el vacío,
el Vacío, el único. Reacio al misterio teme reconocerse como abismo y le da la
espalda a su condición de ser solo un huésped pasajero del universo - nuestro
fundamento trágico, el por qué de lo que no tiene porqué.
Ilumina
Pessoa,
Nuestra única tragedia es que no podamos concebirnos trágicos. Vi siempre nítidamente que coexistía con el mundo...por eso nunca fui “normal” (las comillas son mías)
El pensamiento trágico es el pensar
de los confines, de los opuestos no negociables, del adentro y del afuera, de
las sombras. La altura del hombre, su medida, el duelo con la vida, su incompatibilidad embriagadora, su simple
cualidad de ser
época fantasma sombra espectro,
tiempo del exceso, de lo demasiado y de la inmensa falta, mundo texto de la
marca irredimible. Vivimos en la sociedad de la condescendencia. Se con
desciende perteneciendo, se pertenece condescendiendo para evitar sentirse solo
sin por eso evitar la soledad, la que funda la necesidad, no la que se elige.
Se vive en un estado de excepción del alma sin excepción, total, compartida y
asentida
Alma desasida
Carne ausente
Alas rotas de un alba sin retorno
2016