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143 - La libertad de existir
Desarticular un pensamiento no significa necesariamente devastarlo sino revisar su interpretación canónica, también su difusión vulgarizada, destacar la diferencia con aquello que se ha declarado verdadero y/o masivamente aceptado, desplazar el campo dominante de una verdad y alrededores, un hacer en suma, un modo de pensar constitutivamente revolucionario
El pensamiento, incluso el escéptico, el más oscuro, negativo y desengañado, si es pensamiento, libera. Lo consideramos lo más libre que hay en nosotros, pero la libertad es ese hecho que menos que ningún otro se deja reducir al pensamiento. El pensamiento libre debe saberse desorientado, perdido, y arrojado hacia su límite que es el de la impotencia desalmada de todos los discursos y allí justamente para ser él mismo se despega de ellos y se expone y se experimenta como pasión

Hay una libertad de asunción subjetiva, o asunción de la necesidad que se convierte en tutora de coerciones exteriores y por tanto se manifiesta en proclamas de un mundo agobiado de problemas irreversibles, de cargas aplastantes, y que  confluye en una pura anarquía libertaria que acaba convirtiéndose en una impotencia, en una resolución ilusoria de lo ineluctable. La libertad así se confunde por ella misma con lo arbitrario de un yo egoísta y su esencia está en el imperialismo de lo Mismo. Es una ilusión concebir el libre albedrío en abstracto como si el ser humano en todos los momentos de su vida contara siempre con esta posibilidad
 
Aquí la libertad resulta fallida porque está fundamentada,  sometida por principio a un pensamiento que se piensa como necesidad, como causalidad, y por lo tanto provoca que la libertad quede por anticipado asegurada, garantizada y por ende, anulada. Son libertades que enmarcan la condición humana pero no ponen en juego la existencia como lo que es, y solo hay libertad donde se la juega como tal

La libertad no se reduce al libre albedrío. Lo fundamental de la libertad no es la libertad de elección, sí la decisión íntegra y total que responde a su más íntima necesidad que acaba con ese tormento de la libertad

Al experimentar la libertad, en el vórtice que percibimos por un breve momento al enfrentarnos a un acto de la libertad sin fundamento, nos reunimos con lo absoluto, restablecemos el contacto, incluso nuestra identidad con el origen primordial  fuera de la realidad temporal, con el abismo de la eternidad antes de caer al mundo de las criaturas


Si la posibilidad de la libertad es la de aquello que aún no está hecho ni pensado, obviamente es la de lo que no puede haber Idea y esta posibilidad escapa al pensamiento si éste se orienta hacia una libertad o hacia una liberación de él mismo que concede, que ofrenda lo que piensa, al margen del cálculo, ya que lo que es verdaderamente pensado no puede ser más que lo que es ofrendado, o sea aquello de lo que el pensamiento es o hace la experiencia y no de aquello con lo que elabora una teoría. Lo que el pensamiento ofrenda viene del abismo de la libertad y ese abismo no está en ningún lugar, es una infinita apertura. Lo inabarcable de lo abierto

Este abismo no es otra cosa, es que haya algo, es la generosidad del ser-en- el-mundo de algo. La libertad surge de nada, es de golpe ella misma el límite del pensamiento, el pensamiento como límite, la ilimitación de la prodigalidad de ser

El secreto de esta generosidad radica en que no significa dar lo que se tiene - la libertad no tiene nada de propio - sino de darse y esta generosidad es su singularidad a la vez que su acontecimiento. Es estar entregado, incluso abandonado, no solo fuera de todo cálculo sino también sin que haya habido ocasión de intentarlo, pero lo fundamental es que suceda sin ninguna idea de la generosidad, entregada como la libertad misma, la propia apertura del pensamiento, el pensar como experiencia. La experiencia de la libertad es nada más y nada menos que la experiencia de que la libertad es experiencia, experiencia de la experiencia, experiencia ella misma, es el peligro del límite que se atraviesa –su verdad, allí donde nada la separa ya de la necesidad - haciéndonos carne de seres singulares en el mundo, capaces de habitar la posibilidad de su libre decisión, su ethos más propio asumiendo el riesgo de pensar con la fuerza y la intensidad del origen 

La libertad es inicial y es indispensable que sea así para ser libertad. No puede ser otorgada, solo cabe tomarla – es eso lo que representa la tradición revolucionaria. Pero tomarla quiere decir que la libertad se toma a sí misma
 
Nadie comienza a ser libre, es la libertad la que es el comienzo, y ella es sin fin el comienzo


El poder tiene un origen, la libertad en cambio es un comienzo, es el inicio de ser

Hay una infinidad de figuras que son como modos de una única libertad, una infinidad de manifestaciones de las que la libertad no es una sustancia común con ellas sino el estallido de todos sus posibles determinantes

…Los valores del impulso, del azar, de la suerte, de lo imprevisto, de lo decidido, del juego, del hallazgo, de la conclusión, de la turbación, del síncope, de la valentía, de la reflexión, de la ruptura, del horror, de la sutura, del abandono, de la esperanza, del capricho, del rigor, de lo arbitrario. E incluso la risa, los llantos, el grito, la palabra, el arrobamiento, el arrebato, la sacudida, la energía, la dulzura…

También es la libertad salvaje, la libertad de la indiferencia, la libertad de elección, la disponibilidad, el libre juego, la libertad de marcha, la libertad del aire, la libertad del amor, o la de un tiempo libre donde el tiempo recomienza 


Libera todas esas posibilidades, todas esas nociones de la libertad como otras tantas libertades de la libertad, y se libera de ellas. Es el abismo de la libertad en el sentido en que la libertad no se pertenece. No es una esencia, es inmediatamente el ser en libertad. La existencia entregada a su propia sorpresa, a su libre estallido de ser

El devenir edifica sobre la dehiscencia del instante y las cenizas del hombre. Ahí asoma la posibilidad de la libertad, por eso cuando irrumpe el desorden, el gran desconcierto, la inadecuación, eso que aparece es el reinicio constante de la libertad, su perpetua provocación

La libertad se ofrece en el pensamiento como aquello que le es más íntimo y más originario que cualquier objeto de pensamiento y que cualquier facultad de pensar, da el pensamiento, da que pensar, pero también y al mismo tiempo se da ella misma a pensar a todo pensamiento

La libertad es el salto en la existencia en el que la existencia se descubre, el pensar como experiencia, un pensamiento diferente del entendimiento, de la razón, del saber, de la contemplación, de la filosofía, del pensamiento mismo, aquello por lo que el pensamiento piensa: el estallido de la libertad
 
Lo Real siempre merodea, nos vigila y altera la corriente de normalidad cotidiana en la que nos refugiamos y posibilita la aparición de lo inesperado, el desafío a la libertad al que la mayoría de la gente teme y del que huye buscando refugio en el amparo del mundo simbolizado de la historia antes de la libertad, que es negada y confundida y además una verdadera molestia para una humanidad que solamente atesora la libertad de elección de espaldas a la verdadera libertad que es constitutiva, una libertad que se “es” no que se tiene 
Es una energía originaria, una apertura ilimitada

Lo propio de la existencia no es posibilidad o necesidad sino decisión, es elegir, elegir el acto de elegir. La autenticidad de la libertad de elección implica que no debe haber elección aunque no obstante sea una elección. No hay libertad sino en el momento en que irrumpe en este pliegue del tiempo un algo que lo excede y el acto libre es una especie de retorno en un instante a ese abismo primordial



Noviembre 2018