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170 - El toque del afuera
El cuerpo ya no es el obstáculo que separa el pensamiento de sí mismo. La escritura tiene lugar en el límite y a ella le corresponde solo tocar al cuerpo con lo incorpóreo del sentido y de convertir lo incorpóreo en emoción y el sentido en un toque
El sentido se encuentra en lo que acontece, es un hecho, y el pensar debe encontrar en él, en su verdad de hecho, en su misma inmanencia  todo el sentido posible. El ser humano se encuentra así frente a la pura inmanencia de la facticidad del mundo, frente a sí mismo

Los que ceden a la demanda de sentido…demandan al mundo que se signifique como residencia, abrigo, habitación, salvaguarda, intimidad, comunidad, subjetividad…para ellos la mundialización del mundo, que es nuestro elemento y nuestro acontecimiento… desapropian, des-significan el sentido, lo hacen jirones

Esos jirones, esos escombros de sentido representan el único atisbo de sentido posible lejos de totalidades y fundamentos. El sentido está quebrado y solo quedan astillas. Los seres humanos se aferran al dogma de la contemporaneidad, lo cumplen al pie de la letra como una verdad de fe. Es la nueva religión, el nuevo fundamento, la nueva muleta configurada especialmente para calmar la desolación de un mundo que sin embargo se nos ofrece sólido y seductor, capaz de anestesiar nuestros temores y de hacernos olvidar las penurias de quienes no están contemplados en el dogma
 
El itinerario que hoy seguimos se despega de la ansiedad por la certeza y la verdad y se focaliza en la seducción por uno mismo. El poder configura saberes, construye sujetos y formas de vida construyendo una especie de “felicidad”

El sentido no es lo que hace sentido solo se expresa en ello, como el acontecimiento en los cuerpos y en los objetos. Queda siempre camuflado. Esta situación conlleva habitar un nivel de incertidumbre, una especie de abismo, de trasfondo como la unión de sentido y sin-sentido

Hay una negación del sentido que está tan cargada de sentido como el sentido más acabado, es decir, una negación del sentido que confina con la Verdad en tanto puro abismo de sentido
 

El agotamiento de Occidente - el acabamiento y cierre de las posibilidades de significación (Dios, Historia, Hombre, Sujeto, Sentido)- se ha propagado como desnudez de sentido a todo el mundo, vivimos la crisis de las crisis ya que pensar el sentido significa pensar el estado de abandono del sentido. Ese abandono de sentido se ha asilado en nosotros mismos y hoy habitamos la desnudez, ya no hay más referencias esenciales, ya no hay más que el mundo mismo que no tiene más sentido pero es el sentido

La pérdida de todo sentido ha provocado en todo el mundo una devastación profunda en todos los aspectos de la vida de los seres, ha atravesado su mente, su cuerpo y su espíritu sumergiéndolos en un caos marcado por la gran incertidumbre, por la pérdida y la ausencia de ese fundamento que contuvo nuestras vidas durante milenios y que, no obstante se vive con naturalidad en la actualidad, sorteando las fisuras de cara a las pantallas y a una realidad creada especialmente para nosotros

Una actitud crítica y problematizadora duda de lo indudable y cuestiona lo incuestionable, permitiendo romper lo establecido como evidente y los regímenes de esta “verdad”, o sea la legitimidad de los discursos y los procesos de legitimización, el cómo y  porqué algo ha conseguido instalarse, instaurarse como problemático. No obstante el engranaje en el que estamos inmersos atrae y disemina el discurso crítico provocando su entropía y haciéndolo formar parte de la normalidad de la vida. El “hoy” no es así porque tiene que serlo sino porque así ha sido construido socialmente a través de las variadas prácticas humanas.No se trata de descubrir lo que permanece oculto, hacer visible lo invisible, sino hacer visible lo que, precisamente por estar visible, por estar tan próximo, pasa inadvertido travestido de una perversa naturalidad y es en esa apariencia en donde parecería ocultarse el sentido, que no es más que la circulación de su simulación

Pero, la verdadera posibilidad de sentido o sentidos se juega en un pliegue de existencia entre el sentido y el sin-sentido donde el acontecimiento puede sorprendernos provocando la agudeza de la conciencia de nuestro cuerpo

Lo más profundo quizá sea en definitiva la piel, y el sentido se viva ya como escozor, ya como herida, ya como roce, ya como caricia, ya como golpe, rasguño, magulladura, tatuaje, cicatriz

Pensar el cuerpo, el ser del cuerpo, la entidad cuerpo, implica pensarlo como abertura, como lo que da lugar a la existencia, como condición de posibilidad del acontecimiento y del sentido, el pensamiento como tacto del cuerpo, como condición de un verdadero pensamiento. Es una experiencia originaria ya que toca el origen, que es el cuerpo mismo, un puro tocar pensándolo y dejándose a la vez tocar por él, el cuerpo como una via reggia para acceder a una ontología de la existencia. Esto no sería posible sin un lenguaje que convierta al cuerpo en significante que se expresara a través de la excritura y rompiera con la metafísica de hacer del mismo un signo construido socialmente a través de su escritura y sus discursos

Se parte desde el tacto, desde el “simple” contacto mismo de dos cosas hasta la significación general, absoluta, de un mundo en tanto mundo

Para expresar o representar dolor solo queda sentirlo. No basta con decir; hacer significar a un Cuerpo se articulará en un ir y venir de cuerpo (olores, caricias, miradas, voz, alimento, espesor, recuerdos…) que no puede sino decir centrífugamente lo que puede ser un cuerpo, la fractura de todo lenguaje donde el lenguaje toca el sentido

El sentido se significa entre sus varias acepciones - dirección, finalidad, cobijo, sostén - como “orientación” que nos reenvía a la orientación existencial de los seres. El sentido es una construcción inapelable, no argumental, es algo mucho más complejo e involucra a la totalidad de la persona, es una construcción existencial

El sentido es la desnudez del existir, desnudez de los cuerpos, siempre inmanente. La orientación solo es posible si está vestida de desnudez, así Nancy señala que la idea de sentido debe acoger tanto el significado de orientación como el de sensación

Formamos parte de lo que existe extendiendo nuestro propio ser hacia todo lo que hay. Todo lo que existe – las montañas, los animales, las piedras, el planeta – ek-siste a su manera, se abre a algo, a sí mismo. No está cerrado sobre sí. El sujeto no es anterior ni exterior al afuera, es, más bien, sujeto al afuera, sujeto al otro, al toque del otro…es el toque del afuera

Nancy considera al tacto (de con-tacto) con una interpretación alejada de la dominación. Se vuelca a un pensamiento del tacto mas que positivo, se diría, a una alternativa negativa – el no-acceso, la impenetrabilidad, la no-identidad como modos del tacto mismo, de la existencia en general, un tocar a distancia. Un tocar que es a la vez un no-tocar. Mucho más que experimentarse por contacto, se trata de experimentarse como contacto en sí mismo

Dicho de otro modo: abierto al afuera, abierto a todos los orificios, los ojos, los oídos, la boca, las narices, a todos los humores. Un movimiento permanente, como un despliegue y repliegue, un ademán siempre cambiante por el contacto con todos los otros cuerpos, por el contacto con todo aquello que se aproxima y con todo lo que nos aproximamos

Nancy piensa el cuerpo no como el de un individuo, un sujeto o una conciencia sino como evidencia - No hay otra evidencia que la del cuerpo - . El cuerpo  no es “mi” o “el” cuerpo - sutiles modos de controlarlo o dominarlo - , es una exterioridad, una espacialidad, una existencia, ya que el cuerpo da lugar a la existencia, remite a lo abierto
Y muy precisamente da lugar a que la existencia tenga por esencia no tener esencia. Por eso la ontología del cuerpo es la ontología misma, ya que ahí el ser no es nada previo o subyacente al fenómeno, sino que es el ser de la existencia

Los cuerpos son el existir, el acto mismo de la existencia del ser

San Juan de la Cruz habla de los toques de unión que sirven para unir pasivamente el alma a Dios y aclara que nada es más rápido para disipar esos delicados conocimientos que la intervención del espíritu natural. Como se trata de una excelsa inteligencia sobrenatural, es inútil buscar entenderla activamente; es imposible. El entendimiento no tiene más que aceptarla

 No entender activamente es entender pasivamente, es gustar un sabor, es sentir un toque


Se trata siempre de una realidad sensible, material y vibratoria. El alma es el cuerpo tocado, el despertar y el acoger 
 
Hay algo de insurrección en el movimiento del tocar, un cuerpo se yergue contra su propia clausura, contra el encierro en sí mismo, contra su entropía. Se yergue contra su muerte


Aunque se trate de la venida de otro/a, o de la alteración definitiva de la muerte, es el cuerpo el que se abre y se extiende fuera. Es su acto puro
 
En el ser-aquí de una materia formándose abierta hay “dato” del mundo. Solo un cuerpo es dato del mundo en su concreción y relación con otros cuerpos si se quiere que el sentido no quede fuera del mundo ocupado por otra ontología

El movimiento de la existencia es el ritmo, la vibración cuando al explorar el tacto se experimenta el contacto como una inteligencia sensible del corazón. En el toque en acto, móvil, vibratorio y repentino se abre el sentido y tal vez un nuevo idioma

La existencia es su propio tatuaje como la piel del ser

El cuerpo es la extensión del alma hasta las extremidades del mundo y hasta los confines del sí, el uno con el otro intrincados e indistintamente distintos, extensión tensa hasta romperse

                                                
Ver Julia Vincent Blog 
Post 136   El singular-plural      Post 138 Un instante de mundo  
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Marzo 2019