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186 - Un salto hacia la ausencia
El fragmento es el habla que más conviene a la política ya que ésta, en su esencia rebelde e insumisa, rechaza la clausura y el acabamiento y se asume como un pensamiento en devenir, una búsqueda constante, una contínua apertura

El habla del fragmento no adhiere a la certeza sino que va borrándose, deslizándose fuera de sí misma y reconduciéndose hacia sí. No es un meta discurso que determine a priori las condiciones y las formas de la vida política, por lo que se aleja de la ideología y de toda cristalización del pensamiento
En estos tiempos de ingobernabilidad, esta habla que no niega ni afirma, deja no obstante jugar entre sus fragmentos, en la interrupción y la detención, lo ilimitado de la diferencia
La ingobernabilidad asume una crítica radical de la política, no en un rechazo sino en su disenso con las actuales condiciones de su impresencia, de su ausencia, de su impoliticidad. Es por eso que rehusa toda forma de legitimación ética y aborda la negatividad de la política no en el sentido de lo cuestionable sino en el sentido filosófico de la sombra como contraparte que igualmente la constituye y que de alguna manera actúa como ese resto callado que preserva el secreto de su esencia

Hay un agotamiento semántico de la terminología política clásica y la pérdida de sentido de los conceptos más conspicuos con los que pensamos y actuamos políticamente; soberanía, representación, legitimidad, democracia

De ahí la necesidad de una deconstrucción de la teoría política con la sospecha de que la filosofía política en realidad ha sido utilizada  para escabullirse de lo político. Por lo tanto, lo impolítico es refractario a toda forma de filosofía política, a su modalidad ineludiblemente representativa

La materialidad política, su atención privilegiada al territorio de los intereses, las alianzas, las ventajas, et al, es esa realidad pastosa, realidad irreductible de la política, que la reflexión teórica nunca puede justificar del todo ni tampoco dejar de lado y que, de ser así, llevaría todo proyecto al fracaso. Funciona solo como ideología o falsa conciencia
 
El llamado a pensarnos, es decir, el llamado a pensar la consistencia de nuestro ser- en - común, la consistencia del en o del entre que nos reparte al tiempo que nos espacia, que nos expone a la alteridad de lo otro, del otro y de los otros, es quizá uno de los gestos políticos más exigentes y provocadores de nuestra época, y esto mismo debe suscitar una política completamente distinta a la que conocemos, una que no sea la puesta en obra de un proyecto, un programa, una política que no sea la realización de una significación dada de la comunidad y por tanto ya clausurada, cerrada de antemano sino más bien la observancia de una significación abierta

El ser, el sujeto, es irreductible a cualquier apropiación intelectiva. Lo  inapropiable o impropio  es el rasgo de la existencia en cuanto tal
Toda existencia es coexistencia, es compartida, partida y repartida. El ser es ser- en- común y no hay forma de deshacerse de esta determinación, primigenia, permanente, insuperable

Es la medida de lo inconmensurable. Lo que somos es lo que compartimos que no es otra cosa que la finitud. La práctica política debe servir, entonces, para garantizar la existencia de aquello que, siendo lo más común entre nosotros – lo más simple, banal, trivial – tiene a su vez un valor inconmensurable por ser del orden de lo sin valor, sin valor calculable en el esquema del capital, en el régimen capitalista en el cual somos o estamos, a pesar de todo, en común

No hay determinación común que esté más allá de la experiencia individual lo que nos remite a un régimen de trascendencia , imposición y dominio. Es del valor único e inconmensurable de cada existencia, de ese singular de los existentes
No hay dueños del sentido

Hay un violento desencuentro de la política con la complejidad de la existencia social. La crisis que se vive es un resultado de esa complejidad, provocada por las transformaciones tecnológicas que han puesto en marcha una de las revoluciones más rápidas y potentes de la historia humana. Subterráneamente, circula la sofisticada red administrativa que se encarga de la aplicación de esa multiplicidad de  innovaciones al campo social
El proceso de complejidad creciente crea a los partidos políticos situaciones vinculares de difícil resolución 
Por otra parte se profesionalizan y en consecuencia, la política aparece despojada de contenidos, como una técnica o un procedimiento del que se ha alejado, si no el pathos del proyecto, toda ética del principio o de la convicción que afirma una vocación o se plantea un interrogante sobre el sentido

En el otro extremo, los que manejan la técnica y que se autocalifican como “neutros” – no políticos – se constituyen, en realidad, en los órganos más concentrados de una acción política que si bien se ejerce a través de los partidos políticos, no depende de ellos
 
Los técnicos son quienes toman las decisiones últimas de la política

La ideología de la neutralidad técnica en realidad encubre el despliegue público y privado del saber técnico como verdadero poder de la sociedad moderna. Este ocultamiento ideológico plantea la necesidad de reconsiderar el trato de la técnica a partir de su esencia y no solo de su presunto carácter instrumental ya que el pensamiento político está cada vez más dominado por la ingeniería social, por el profesionalismo, por el desencanto
 
La técnica, la conformadora de mundo, la gran encubridora y aliada del poder, su pareja simbiótica, intenta apropiarse del sentido todo el tiempo mediante una complejísima red de relaciones que actúan inconscientemente en miles de puntos simultáneos, pulsando una gran cantidad de alternativas hasta que se impone relativamente la que será ideologizada como natural. Con una inconsciencia monstruosamente impostada, esta especie de Matrix, que sabe lo que quiere sin saberlo, o sabe lo que no ha llegado aún a saber, actúa a través de una incalculable suma de actos no -intencionales, confusos y no – racionales cuya síntesis se suscribe como racionalidad. Esta indecidibilidad respecto a la causalidad de la decisión no implica que no haya decisión sino todo lo contrario: al despojarla de toda connotación de la conciencia, la decisión se absolutiza y deviene Sistema, la sombra de la política

Al fin la política confluye en la política - del -
 espectáculo que constituye el último éxito de la profesionalización cada vez más extensa, de la exclusión del ciudadano de la escena política, del monopolio conseguido por la maquinaria

Si el mundo y la sociedad han perdido el rumbo, si el pasado y el futuro no cuentan, si ya no hay sujeto, si la Verdad es puro relato y vivimos en el reino de la parodia y el simulacro, ¿cómo se podría pensar, más aún realizar, un proyecto político?

El ser humano depone sus aspiraciones en el agujero negro del mercado, siendo capturado, “cautivado” y anonadado en las redes del consumismo. Y esta es la nueva política, la política sin política, la política - espectáculo que crea realidad continuamente a través de una red de conceptos que forman un sistema y ese sistema remite a la construcción de una “verdad” sin afuera una pura tautología donde cualquier disenso incomoda. Es un sistema cerrado con una realidad propia. Todo el discurso se construye mediante los conceptos de la Matrix, un discurso construído por un determinado modo de ver la realidad que queda establecido socialmente como realidad
La Matrix, el Gran Otro, es ese orden simbólico virtual, una red que estructura la realidad donde el sujeto no dice sino que es dicho, donde no hay escape. No hay alternativa al poder, no existe sujeto del anti - poder, queda una pura dimensión de lo humano en su intimidad como absoluto, el secreto que inviste lo social

El Sistema permite que se niegue la verdad y el sentido pero no al sistema como verdad y sentido. El pensamiento actual está encadenado a este discurso y solo en la hiancia es donde se encuentra la posibilidad de escapar a las infinitas redes del sistema, y solo puede ocurrir como acontecimiento. Por lo tanto, la salvación solo puede acaecer como época
 
El no-sistema es la criatura errática sumergida en la marginalidad a la que el Sistema nulifica pero lo otro siempre renace diferente en un hueco donde el Sistema se capta como sin-sentido
 
Lo otro es el peligro para el Sistema, la posibilidad real de disolver su alienación. Carece de determinación, es algo así como un no - quién o el hombre en cuanto no - hombre o más -  allá – del - hombre, una paradoja que no tiene solución dentro del discurso en la medida en que es el callejón sin salida del Sistema, la constancia pura que lo confirma en su inevitabilidad. Esa es la causa por la cual las criaturas atrapadas en su red no pueden redimirse nunca
 
Los movimientos contestatarios, son quienes con gran lucidez se han percatado de esta trama macabra y a pesar de que también pertenecen a ese mundo de Matrix, de alguna manera han abierto cauces alternativos, han sabido encontrar, más allá de los límites de la anomia y superando el asedio de lo real,
 
un espacio vacío que surge cuando se abandona la ciudad y la política, el pasado y el futuro, el hombre y la naturaleza entendidos como ontológicamente escindidos

El sistema puede fracasar, ya sea porque le resulta imposible suprimir totalmente a los otros sin suprimirse o porque en lo otro hay algo que no se puede suprimir

Actualmente todo se ha vuelto equivalente, incluso el ser humano, y por lo tanto, también intercambiable. Solo se podría cambiar el régimen actual con una apertura infinita en la que  todos y cada uno deberían tomar parte. Se necesitan responsabilidad y un compromiso activo 

Entrar en este pensamiento ya es actuar, ya es hacer la diferencia, exigencia finita de lo inconmensurable, exigencia finita de lo infinito

Una creencia en lo real que hay que hacer existir, que hay que crear, un salto hacia la ausencia


Abril 2019