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189 - Entre la ciencia y la ficción
Los cambios tecnológicos van más rápido que nuestras ideas, y sabemos que cada vez se amplía más la distancia entre el poder ciego de la tecnociencia y nuestra sabiduría o nuestra capacidad para controlar sus efectos
Ya no creemos en la utopía del hombre nuevo ni en la ilusión de la revolución, pero la tecnología sucede a la ideología para anunciarnos que la humanidad ha penetrado en un nuevo mundo donde la técnica ya no es solo un medio de comunicación sino un modo de existencia, un mundo posthumano
 
El cibermundo y el ciberespacio son nuevos espacios de cultura pero también un nuevo espacio de opresión; un nuevo espacio de desarrollo humano, pero también un nuevo espacio de exclusión, basado sobre la concurrencia de muchas tecnologías provenientes de lo numérico y con una gran variedad de soportes


El ciberespacio es una summa de aceleración, crecimiento e interactividad y por primera vez el hombre tuvo la posibilidad de controlar  los medios de comunicación - al menos así lo creyó o se lo hicieron creer - y de enfrentar la opción de poder vivir en simbiosis con esos sistemas y no parasitariamente - es decir, en una tremenda desorientación por esa dimensión extrema, universal, de las tecnologías, que además concernía a su entorno, su modo de vida, su trabajo y su porvenir. Un hombre desinformado se desorienta, pero en la actualidad, la peor desinformación es el exceso de información que perturba la relación con el entorno y con los otros

Se han rozado los límites de la relación del hombre con el mundo, se vive en la velocidad absoluta de los medios de comunicación, en un tiempo único

Es la “gran mañana” de un día único, de un día técnico, de un día sin noche y sin tinieblas, de un día universal que pone en cuestión, sin duda, la relación con el medio, la relación con los otros, la relación con el trabajo, la relación con la propiedad, la relación con la ciudad…


Esta nueva sociedad de la información, de la velocidad, de la ciencia y la tecnología no podía desarrollarse en el viejo siglo XX que tenía como base al lógos y al hombre como medida de todas las cosas. La cultura del libro y los nuevos descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y el desarrollo de la biotécnica lo fueron dejando casi obsoleto al transformar las antiguas ideas sobre la naturaleza humana

El siglo XXI con su aceleración científica y tecnológica provocaron que la imaginación se disparara hacia nuevas posibilidades creativas que cada vez más fueron formando parte intrínseca de los humanos pero obviamente la brecha digital y las desigualdades sociales permanecieron enormes y solo una parte de la población global podrá acceder a estos recursos - y solo nos referimos a las sociedades informáticas de Occidente

Desde ya no se trata de volver atrás, las técnicas son irreversibles, por eso hay que optar por situarse en un paradigma de complementariedad. Vivimos en una paradoja y en cierta medida parece no haber otra salida que vivir con lo artificial como si fuera una parte de uno mismo y desarrollar nuevas relaciones con el entorno aunque sin abandonar la mirada crítica y vigilante que vaya paralela al desarrollo científico y tecnológico sin negar los avances pero sin que nos avasallen para poder develar entre los intersticios las trampas de los nuevos discursos
Lo que se pretende es borrar las fronteras entre lo natural y lo artificial hasta convertirlo en algo que supere estas categorías, se naturalice y se experimente cotidianamente. La condición posthumana es la condición del humano después que las biotecnologías intervinieron cada espacio del mundo que habita

¿Una especie de adiestramiento?

A pesar de los innegables aspectos sombríos y amenazantes de los cambios que adivinamos continúa fatalmente este devenir otra de la humanidad, su heterogénesis
 
Este hoy ha optado por  sustraerse a una interpretación humanista del mundo y aborda un replanteo que hace hincapié en la necesidad de los hombres de relacionarse entre sí pero al mismo tiempo con los animales, las plantas y las máquinas, los signos, los virus, las bacterias, los textos, las obras de arte, los museos, las prótesis, las operaciones quirúrgicas, los fármacos… una relación polivalente con el entorno, lo que significaría una nueva constitución ontológica, una ontología de nosotros mismos que incluya todo aquello con lo que el hombre convive

Desde los orígenes hasta su condición de espécimen biocultural se demarca una línea cuyo suceso fundamental fue la creación del hombre por el hombre a través de la híperpolítica. La filosofía clásica que abogaba por el progreso del ser mutó hacia una artificialidad tecnológica de modo que el futuro se representa como una evolución no ya del ser sino de la complejidad de los artificios, como una construcción dinámica “de la nada"

Para entender la construcción social de esta realidad es preciso entender la profundización teórica que conduce a la filosofía cibernética y al estudio de la biología. Toda esta dinámica hace que decaiga el interés en figuras de la teoría tradicional, como la relación sujeto/objeto y sobretodo la distinción naturaleza/ cultura. Se han borrado las fronteras entre lo natural y lo artificial. Hay una irrupción de lo mecánico obstaculizando cada vez más la distinción entre lo uno y lo otro 

Las tecnologías genéticas introducen un amplio espectro de pre-condicionamientos físicos de la persona dentro del campo de las manipulaciones artificiales.  Elegir embriones es una tremenda decisión de los padres que conlleva seleccionar los rasgos del futuro ser 
Esta situación nos involucra en nuestra autorepresentación como especie y sobre todo ¿ no afectaría la libertad de la persona, la de poder ser por sí misma? Esta selección queda fijada a la existencia material del individuo de un modo irreversible

Así, mientras en la ontología tradicional se distinguía sujeto de objeto, hoy ya no sucede porque en el objeto de la estructura material básica de los seres vivos representado por genes no se puede encontrar ya nada material en el sentido de la vieja  ontología de la materia

Parece haber llegado la hora de la verdad antihumanística

¿Hay una expropiación de la individualidad?
¿Podría utilizarse para controlar, dominar y destruir?

Son obviamente dudas, temores, preguntas sobre cuestiones que perturban profundamente a quienes somos testigos de lo ¿indecible?, por ejemplo, extender la vida artificialmente, separar la memoria y la conciencia del cuerpo para seguir existiendo en vidas virtuales u organismos digitales
Todos estos temas afectan de una manera profunda a la identidad y a la libertad con consecuencias sociales y jurídicas
 
La particularidad social de esta época nos obliga a abandonar viejos paradigmas y prestar atención crítica – en la medida de lo posible -  a todos estos nuevos avances tecnogenéticos  e intervenciones mecánicas que  son reveladores de nuestra condición humana y del mundo que le es propia

La autonomía es el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de toda naturaleza racional


El sujeto humano liberal de la modernidad se ha ido disolviendo y fragmentando desde la aparición de la cibernética y el posmodernismo hasta el posthumanismo actual en el que el ser humano es inmanente al contexto práctico del que participa. No hay determinismo, indiferenciación de sustancia ni trascendencia y la responsabilidad puede acabar de la misma manera que el sujeto, disuelta y fragmentada

¿Es posible que nuestra imagen del ser humano cambie como resultado de las posibilidades que abre la biotecnología?

Nos hemos abierto a nuevos discursos, hemos ampliado nuestros conocimientos, perdimos al sujeto pero ¿estamos dispuestos (si eso contara) a desaparecer?

Somos el encuentro casual e impremeditado de dos secuencias cromosómicas de las que ahora los padres no podrían disponer. A cada uno nos fue entregada una naturaleza única
Tratar al otro como un fin en sí mismo, no someterlo bajo ninguna circunstancia a una instrumentación a la que no pueda dar su aquiescencia

Todo este panorama da por tierra buena parte de lo que hasta ahora constituía el horizonte fáctico dentro del cual se ha desarrollado la reflexión moral de la humanidad en los últimos 3000 años

La condición posthumana no trata sobre el Fin del Hombre sino sobre el fin de un universo centrado en el hombre, de un universo centrado en lo humano. Trata sobre el fin del humanismo, en lo que se refiere a la creencia en la infalibilidad del poder humano y en la arrogante creencia en nuestra superioridad y singularidad

Bajo estas circunstancias, ¿se estaría modificando la autocomprensión ética de la especie?

 Se habla de una nueva súper inteligencia generada en el cerebro artificial  de las máquinas que reemplazaría al ser humano como especie dominante. Un real peligro existencial que ya tiene su corte de escépticos y sus opositores por cuestiones éticas
En este nuevo horizonte futuro se debería, primero creer, y luego contar, con la solidaridad de la condición humana sobre un uso reflexivo de estas tecnologías. El rango humano de virtudes es variable, grandeza, nobleza, pero también decadencia, aberraciones, egocentrismo potenciado por la competencia, la soberbia y la codicia
El hombre, ya apto para dar el próximo paso en su historia evolutiva, abandona la selección natural y se sumerge en un proceso de rediseño biológico

Generan cautela las implicaciones éticas de los avances científicos, y sus complejas asociaciones con los intereses industriales y financieros
Hay una necesidad de reflexionar sobre los beneficios y peligros así como introducir sistemas de control y crear códigos éticos y jurídicos en las manipulaciones genéticas y otros experimentos 

¿Será suficiente partiendo desde este estado de abandono y barbarie del mundo?


¿Ciencia ficción? no. Un deambular entre una y otra



Mayo 2019