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239 - El desierto íntimo
Algo sucedió para que ya no se pueda actuar como antes. Quizá ya ni apostamos a ello porque hemos comprobado que el vínculo entre los seres y el mundo se ha quebrado

Hay como un hiato entre el sujeto y su potencia de actuar. Las masas ya no integran un sujeto unificado, están como separadas de las potencias que antes les permitían configurarse como pueblos. Han perdido su poder constituyente 
Ya no se puede actuar como sujeto sin estar siempre sujetados por la tecnología y su continua producción de máquinas bajo la forma de bancos de datos, de algoritmos, de flujos de información. Dejamos atrás al sujeto, al individuo-masa; los individuos  hemos devenido “dividuales”, las masas, “bancos”: indicadores, datos, mercados. Las sociedades disciplinarias mutaron en sociedades de control y los procesos de subjetivación en procesos de sometimiento a una dependencia tecnológica generalizada. No son solo las poblaciones humanas las que están integradas a ella, sino que es la totalidad del mundo la que pasa en las imágenes, la que se digitaliza

No es que las imágenes del mundo proliferen sino que no hay más mundo por fuera de esas imágenes

Parece que lo que  importa ya no es lo que sucede en el mundo realmente sino lo que sucede a las imágenes y por las imágenes. Vivimos en un mundo-pantalla, un mundo exclusivamente poblado de imágenes que desfilan sin cesar y que comunican directamente sus informaciones a un cerebro saturado. En el límite, ya no hay mundo exterior en el que actuar; ya no hay más que una pantalla o un tablero de información con los cuales interactuar. Cuando la pantalla funciona como tablero de mandos, tablero de información o de impresión, la imagen no cesa de recortarse en otra, de imprimirse a través de una trama aparente, de deslizarse sobre otras imágenes en un flujo incesante, y el plano mismo se parece menos a un ojo que a un cerebro sobrecargado que absorbe información sin tregua

El par Naturaleza-Cuerpo o el par Hombre-Paisaje ha sido sustituido por el por Ciudad-Cerebro. La pantalla ya no es una puerta o una ventana, no es un cuadro o un plano, sino un tablero de información por el que se deslizan las imágenes como datos

El sujeto ha sido sustraído en beneficio de la mónada sin puertas ni ventanas en la que el mundo ha sido volcado tal como ella lo expresa. El sujeto-mónada no está privado de mundo exterior, es más bien el mundo exterior mismo el que carece de exterioridad. Es un mundo sin afuera. El exterior se vuelve a encontrar en el interior porque ya estaba allí

Ya solo tratamos con “imágenes flotantes”, clichés anónimos que circulan por el mundo exterior, pero que también penetran en cada uno y configuran su mundo interior, hasta tal punto que cada cual no posee en sí más que clichés psíquicos por medio de los cuales piensa y siente, siendo él mismo un cliché entre otros en el mundo que lo rodea. Todo sucede en un espacio de información lleno de clichés
Es casi imposible imaginar un despojo y una asfixia más dolorosa, una desposesión del adentro y del afuera, clichés que parecen adelantar y al mismo tiempo frustrar nuestro futuro, insiliados en todos los posibles

La nueva mónada es como un autómata espiritual tomado en las pinzas de la doble articulación: hablar es una manera de transmitir las consignas de una formación social dada; ver consiste en recortar lo visible y en hacer proliferar las imágenes conforme a dichas consignas; actuar consiste en utilizar el cuerpo conforma a las consignas y a los recortes de los cuerpos

Los dos órdenes -contenido y expresión- no cesan de interactuar y así solo vemos aquello de lo que se habla, solo hablamos de aquello que se ve y actuamos de acuerdo a esa relación: la redundancia como función social y nuevo sentido común. Lo visible se recuesta sobre lo enunciable según relaciones variables y cada función controla a la otra. La mónada es “para” el mundo al mismo tiempo que el mundo ya está en ella: lo visible y lo enunciable se controlan mutuamente, determinando a priori su lenguaje y su pensamiento, la organización de su cuerpo y su capacidad de acción

Las personas no aceptarían lo intolerable si las mismas “razones que se lo imponían desde afuera no se insinuaran en ellas para hacer que lo acojan desde adentro

Es nuestra potencia de elegir la que es doblegada y sometida a posibles preestablecidos, modos de existencia y pensamiento-para-el-mercado. Podemos elegir sí pero no podemos elegir los términos de la elección. De esta forma se tiene derecho a un porvenir de acuerdo a lo que el sistema permite y prevé para una clase dada de individuos. Una resignación del deseo: el deseo sometido, el deseo que impone la sumisión
 
Se tiene un porvenir pero no un devenir

Liberar la intensidad del yugo del sentido preestablecido, de la significación, sería proceder por medio de saltos y caídas, variaciones de estados, un devenir, un cambio intensivo por medio del cual se extraen del lenguaje tonos sin significación que hacen vibrar secuencias, que connotan, que abren las palabras a intensidades anteriores inauditas. Disolver la representación del mundo por medio de este proceso intensivo de decodificación y desterritorialización para vivir la propia lengua como extranjero. Que el lenguaje huya de su uso oficial y se convierta en una línea de fuga activa, creadora que…

arrastra consigo toda la política, toda la economía, toda la burocracia y la jurisdicción: las chupa como un vampiro para obligarlas a emitir sonidos aún desconocidos

Ese pueblo que falta… Se trata de desestructurar una idea sólida, molar, mayoritaria y hegemónica del pueblo, captando las desterritorializaciones que lo atraviesan, los poblamientos minoritarios que emergen de él, los devenires que circulan, las minorías que se forjan todo el tiempo en su interior, atender a los procesos de diferenciación, de marginalización, incluso descubrir en cada uno su minoría íntima, su desierto íntimo, acoger la singularidad y un tipo de solidaridad nueva aun por venir

Pero solo se encuentran sujetos-legisladores que se confunden con los clichés de su medio socio-profesional, que no han sacudido el nihilismo que los funda, ni ahuyentado los fantasmas que opacan sus percepciones
El porvenir tan citado es quizá un concepto que hoy linda con el desencanto mal que nos pese. Va connotado de espera, de resignación, es en su nombre que se renuncia a luchar o que se traiciona una lucha
La lucha es siempre jurídica, inseparable de una voluntad política, de un situar al derecho en contradicción consigo mismo, de problematizarlo hasta encontrar bajo los discursos el nuevo estilo del acto del habla, en una lucha de lenguaje con el viejo; y debajo de las cosas, hay que encontrar el nuevo espacio que se forma en oposición con el viejo. Es por eso que hay una historia de los enunciados y de las visibilidades que son desterritorializaciones de la lengua, de la percepción, de las sustancias y de las formas de contenido y expresión como índice de una mutación social

El acontecimiento crea una nueva existencia, produce una nueva subjetividad, desplaza los problemas, libera nuevos posibles
 
Cuando una mutación social aparece, no basta con extraer sus consecuencias o sus efectos, según líneas de causalidad económicas y políticas. Hace falta que la sociedad sea capaz de formar agenciamientos colectivos que correspondan a la nueva subjetividad, de tal manera que se quiera la mutación

O sea entreverlos antes de su dehiscencia para que no sean captados o capturados por la axiomática que siempre está alerta. Todas las desterritorializaciones son relativas si están en lucha con las estratificaciones del sistema, pero siempre son conducidas, aún por un instante por una desterritorialización absoluta, un gran grito silencioso que no se las toma con tal o cual aspecto de los axiomas sino con la lengua entera, con la historia, con el capitalismo entero, con su organización perversa, con los fundamentos mismos
Todas las fuerzas organizadas de lenguaje, de cuerpo, de pensamiento, el escaparate de las visibilidades, el flujo de las informaciones, se desfondan

La política comienza allí, en el momento en que un acontecimiento llega a agrietar las palabras y las cosas, cuando la mónada empieza a desestructurarse y ver y hablar dejan de ser ejercicios empíricos preestablecidos, cuando se limita a las cosas y a las palabras y llega a pensar que se habla de lo que se ve, que se ve aquello de lo que se habla y que las dos cosas están encadenadas. Pero desde el momento en que se abren las palabras y las cosas, desde el momento en que se descubren los enunciados y las visibilidades, el habla y la vista se elevan a un ejercicio superior, a priori, de tal modo que cada una alcanza su propio límite que la separa de la otra, un visible que solo puede ser visto, un enunciado que solo puede ser hablado y el límite que las separa es también el que las relaciona, palabra ciega, visión muda

El pensamiento se compromete siempre allí donde faltan las palabras: es su libertad, para la que precisamente nada falta, sino las palabras

Para desbaratar la organización del lenguaje es preciso someterlo a las variaciones de una materia intensiva –el tartamudeo deleuziano- la desarticulación de la sintaxis, y por otra parte deshacer la organización de lo visible, de tal forma de lograr una transformación de las sustancias y una disolución de las formas, la fuga de contornos, en beneficio de los flujos, del aire, de la luz, de la materia, hasta que una palabra no se detenga en ningún punto preciso. De esta manera la materia asciende, una materia más inmediata, más ardiente que los cuerpos y las palabras

Buscamos nuevas realidades, y en un sentido solo los procesos intensivos, los devenires, los pasajes son reales. Todo el resto es delirio, fabulación, incluso la “realidad” económica y social. Devenir es alucinar, delirar o fabular. Pero, en otro sentido, delirios y fabulaciones son reales, en el sentido en que los nuevos cuerpos y los nuevos lenguajes que producen son al menos tan reales como la realidad preexistente que cuestionan

La descripción reemplaza a su propio objeto, borra o destruye su realidad que así pasa a lo imaginario, al mismo tiempo que hace surgir en ella toda la realidad que lo imaginario o lo mental crean mediante la palabra o la visión

Ver no es sustituir la realidad objetiva por una visión subjetiva sino crear, fabricar lo real Real e irreal, subjetivo y objetivo se vuelven indiscernibles, se concretizan uno a través del otro. Lo que es dado en la percepción es vuelto a engendrar en una visión o en aquello que habría que denominar una transvisión. El dato alucinatorio y el dato delirante presuponen un “yo siento” más profundo, pero delirio y alucinación son secundarios respecto a la emoción verdaderamente primaria que en un principio no siente más que intensidades, devenires y pasajes
Percibimos aquello sobre lo que podemos ejercer una acción; la percepción es selectiva, es como una criba, apaga lo que no le interesa, pero si se pudiera obviar esa criba se produciría una agitación molecular, una especie de incapacidad para definir, para precisar. No habría selección, recorte, sería como oir el murmullo del universo entero. Sería una sensibilidad casi inhumana capaz de registrar los pasajes, la evanescencia de la continuidad, los pliegues interminables. Pero ¿cómo vivir en los pliegues? ¿cómo alcanzar eso que es menor que lo visible, menor que lo pensable, menor que lo audible, menor que lo vivible, y que justamente por eso solo una aprehensión intensiva podría captar?

Hay fuerzas en el interior del hombre que lo fuerzan a sorprenderse de sí mismo

Hay conciencia de estar perdiendo el control pero esa conciencia sería secundaria en relación con lo esencial…no es sonámbula, sería vigilámbula

Fabular no es hablar jamás en nombre de uno sino pasar por otros para hablar, es hablar a varios, pero porque otros hablan por él, así es en Deleuze, jamás se habla en nombre de uno. Por eso la fabulación pasa necesariamente por devenires. El sujeto, al no hablar en su nombre, habla en nombre de las minorías, de las multiplicidades nómades que lo pueblan y con las que él vuelve entonces a poblar el mundo. Fabular es hacer hablar las potencias que los devenires hacen elevarse en nosotros y que están desprovistas de lenguajes
 
¿Cómo sería posible hablar sin dar órdenes, sin pretender representar nada ni a nadie, cómo dar la palabra a quienes carecen del derecho a ella, cómo devolver a los sonidos un valor de lucha contra el poder?

La fabulación no tiene otro fin, hacer existir aquello que está privado de derecho, que no tiene ningún derecho a la palabra, no solo política o socialmente sino en la lengua misma, no tiene nada que ver con la ficción –relato sometido en su verosimilitud a un modelo de verdad preestablecida- ni con una realidad preexistente. Ni real ni ficticia, ella crea un real por-venir inmediatamente político, en tanto que es colectivo. Se trata de inventar, de crear un pueblo en el acto mismo de fabular
 
Decir que el pueblo falta no es hacer el duelo por un proletariado desaparecido, no es decir que el pueblo ya no existe sino más bien que todavía no existe, que debe ser inventado, creado como minoría a través de nuevas palabras y de nuevas visibilidades

No se trata de oponer un delirio creador artístico a las duras realidades económicas y sociales puesto que ellas son también delirios. Incluso el capitalismo más demente habla en nombre de la realidad económica

Escuchen el gran rumor paranoico bajo el discurso de la razón que habla por los otros en nombre de los mudos

Los dos discursos soberanos -el del fundador de Estado y el de la axiomática racional económica y social- presuponen la existencia de las poblaciones a las cuales imponen un fundamento, ya sea como memoria fundadora o como razón legisladora, utilizando la lengua estándar que consiste siempre en sofocar voces y gritos inarticulados 
Solo es in-fundado un acto de habla que apele a un pueblo que todavía no existe pero que algunas palabras o visiones hacen nacer

Hablar implica siempre ocupar el lugar de otro en cuyo nombre se pretende hablar y a quien se priva de ese derecho. De allí la crítica feroz de todos los narcisismos, de su complacencia en escucharse, en verse, en contarse, proyectarse e identificarse, todas las autoficciones que ahogan las voces impersonales, anónimas. Así puede comprenderse la necesidad de deformar la lengua, de hacerla sufrir torsiones que la desarticulen
No se trata de “salir” del lenguaje invocando una experiencia de los límites que sería silencio, grito o música como si estuvieran fuera del lenguaje, sino ver que ellos constituyen el afuera del lenguaje, un afuera que lo trabaja desde adentro

Se trata de remover. El lenguaje solo alcanza su propio afuera si rompe con sus cadenas visuales, y la visión, si rompe con las significaciones usuales. De esto se trata remover, liberar el lenguaje de lo visible, de lo percibido, de lo vivido, cuando se habla de algo que no puede ser dicho en la lengua estándar

Lo que la palabra profiere es lo invisible que la vista no ve más que por videncia y lo que la vista ve es lo que la palabra profiere de indecible

Así la mónada se va resquebrajando y deviene una membrana vibrante, un adentro en contacto con el Afuera. Ya no es una abertura sobre el mundo exterior, sino sobre el Afuera. Así, quizá, la mónada sea el último recurso para reconquistar aquello de lo que es desposeída constantemente; volver a crear un cuerpo, un pensamiento, un habla, liberar un cerebro de su esclavitud y recrear el vínculo del hombre con el mundo que han quebrado los procesos de sujeción y de sumisión. Ya no poblaciones de mónadas sino con multiplicidades nómadas

Lo insensible de la sensibilidad, lo inimaginable de la imaginación, lo inmemorial de la memoria, lo impensado del pensamiento: ese el génesis de las facultades que solo expresan su potencia cuando alcanzan su afuera, más allá de todo el mundo exterior

¿Cómo ser capaces de actuar políticamente y sacudir el nihilismo que nos funda?
Implica hacer entrar al tiempo, puesto que el tiempo solo se confunde con lo Abierto porque se alimenta de su Afuera: son los acontecimientos los que crean los posibles, los que abren el tiempo sobre nuevos posibles en función de la redistribución de las potencias de los cuerpos individuales y colectivos

Por más viejo que sea el acontecimiento, no se deja sobrepasar: es apertura de posible. Pasa al interior de los individuos tanto como en el espesor de una sociedad

No obstante para poblaciones enteras lo posible se cierra y el porvenir deviene la forma de lo imposible
Entonces,

¿Cómo el tiempo puede abrirse nuevamente y cargarse con nuevas posibilidades?

¿Cuál es el “punto de transmutación” que nos libera del nihilismo pasivo?

Es cuando lo posible deviene lo intolerable, experimentado como una realidad que ofende las potencias de la vida, y las subleva.No se actúa por voluntad política, sino ante todo porque no se puede hacer de otro modo. La voluntad política es siempre segunda, siempre precedida de una profunda experiencia de lo intolerable

Cuanto nos acercamos más a la Tierra más rebelde a la forma se hace la materia, rebelde al modelo se hace la copia




Noviembre 2019