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242 - lecturas - Existir según la escucha
"Estar a la escucha" es hoy una expresión cautiva de un registro de sensiblería filantrópica en que la condescendencia hace eco a las buenas intenciones, a menudo también, en una tonalidad piadosa. Pero hay otros registros en otras tonalidades, por ejemplo y sobre todo, una tonalidad ontológica
 
¿Qué es un ser entregado a la escucha, formado por ella o en ella, que escucha con todo su ser?
¿De qué secreto se trata cuando se escucha verdaderamente, cuando se esfuerza por sorprender la sonoridad y no el mensaje, qué secreto se revela cuando se escucha por sí mismo una voz, un instrumento o un ruido?
Existir según la escucha

En todo discurso hay un entender y en su fondo, una escucha. Tal vez sería preciso que el sentido no se conforme con tener sentido sino que, además, resuene

En general, la escucha está tendida hacia un sentido presente más allá del sentido, en un caso, el sonido tiende a desaparecer, en el otro, a convertirse en sonido, o sea que si se busca sentido en el sonido, también se busca sonido, resonancia en el sentido

Escuchar verdaderamente no es oír o comprender el sentido, no es la escucha flotante que no discrimina entre sonidos relevantes o irrelevantes, ni siquiera la escucha atenta que cierra el oído para que lo inesperado no lo perturbe, y que de esta manera solo impide que el sonido resuene, oyendo así nada más que signos, palabras, sonidos articulados, que es necesario descifrar
  
En el instante en que se oye algo, se deja de escuchar. Escuchar es extenderse hacia un posible sentido que no es inmediatamente accesible, que tal vez nunca lo sea. Es escuchar en lo dicho lo no dicho, dejando de lado la intención de retener: es, flotar  a la deriva explorando lo desconocido sin la pretensión de volverlo conocido

Escuchar es estar a la escucha de algo que está siempre al borde de ser

El sentido se abre en el silencio. No se trata de conducir al silencio como al misterio de lo sonoro, a la sublimidad inefable, siempre atribuida con demasiada rapidez a lo musical, para hacer oír en ello un sentido absoluto. Se trata de escuchar ese silencio del sentido

Esta disposición profunda es una relación con el sentido, una tensión hacia él: pero hacia él con completa anterioridad a la significación, un sentido en estado naciente

El comienzo del sentido no tiene lugar, tal vez, en ninguna otra parte que en un ataque sonoro, una estridencia en la que sopla una murmurante materia pensante, abierta en la división de su resonancia, grito naciente, llamado o queja, canto, distorsión de sí, y hasta el último murmullo

Bajo el nombre de estridencia solo cabe interpretar una metáfora de lo inaudible en el registro de lo audible: una voz tocaría el límite de lo que puede vocear, en frecuencia y en intensidad

Estar a la escucha es siempre estar bordeando el sentido sin llegar a entenderlo - o en un sentido de borde - como si el sonido no fuera nada más que este borde, este límite, este margen. Hay que ser todo oídos, estirar la oreja, moverse sin moverse del lugar, abdicar del centro

En cada palabra se aloja un sonido rítmico, el amanecer de la humanidad. Sin ritmo no hay lenguaje, ni signo, ni palabra posible
 
El cuerpo está acondicionado para percibir a través de los sentidos y la conciencia se esfuerza por entender más allá de ellos. Se cree capaz de adelantarse a los sentidos, pero para someterlos al sentido 
Curiosamente lo que quizá se evoca de una palabra sea el ritmo, no el sentido; pero yendo más allá, quizá las mismas palabras no hayan sido creadas para comunicar sentidos, por eso la misma palabra tiene otro sentido cuando la recorre un ritmo diferente. Pareciera que lo que no tiene sentido juega con el sentido, lo ignora, evidencia su irreferencialidad

La escucha está a la escucha de otra cosa que el sentido en su sentido significante

Sin ritmo, ¿cómo apercibirnos de lo sincopado, de lo que irrumpe fuera de ritmo? Es imprescindible una escucha que se abandone, una disponibilidad a dejarse llevar  y cuando menos se  espera lo inaudible se exhibe a la orilla de lo audible
 
La estridencia no deja oír lo audible, fuerza a escuchar lo inaudible
Es el signo del exceso, de lo que excede la capacidad de dar sentido que tienen los sentidos, de lo inconmensurable. Solo se somete a un mandato pronunciado con una voz inaudible que provoca un espasmo, y a continuación, algo inaudible se hace oír
¿Cómo dar expresión a la estridencia?

Escribir usando las palabras como marcas audibles para indicar lo inaudible, abriendo huecos con un estilete, liberando las palabras de las palabras

¿La obra? Una caja de resonancia para la estridencia

A la escucha, el cuerpo entra en un espacio que está dentro y fuera del cuerpo a la vez, está descentrado, expuesto al sonido que resuena en el silencio y comienza a resonar
… como cuando en una perfecta condición de silencio uno oye resonar su propio cuerpo, su propio aliento, su propio corazón y toda su caverna resonante

Lo sonoro existe en un tiempo – espacio que no es el tiempo cronológico ni el espacio geométrico. Existe como la ola en la marea, va y viene, entra y sale, se acerca y se aleja, no disuelve la forma sonora, la expande y la contrae, la tensa y la distiende, la convierte en lo que es, en forma vibrante

Es estar al mismo tiempo afuera y adentro, estar abierto desde afuera y desde adentro y por consiguiente de uno a otro y de uno en otro, una singularidad sensible o sensitiva como tal: aquí el tiempo se hace espacio

Lo sonoro evidencia que no hay forma ni hay vacío, que el vacío es la forma y la forma es el vacío

Al resonar desborda la forma, la muestra como ondulación, como borde vibrante entre el vacío interno y el vacío externo. Escuchamos el vacío interpelando

La escucha se abre en el timbre que resuena en ella más que para ella, es la resonancia del sonido, el sonido mismo. Es el color de la voz, su materia prima,  que espera por el producto final, que se sustrae sin dejar de estar ahí y sin dejar de provocar efectos. El timbre es el “ello” anónimo que hace que cada voz no pertenezca a nadie y sea única

En la garganta hay un murmullo, un gorgoteo, que acompaña a la voz desde antes de poder hablar hasta después de no poder ya hablar, desde el nacimiento hasta la muerte: el murmullo anónimo de la vida,una vida que está mucho más lejos y mucho más cerca de la muerte que aquello que pasa por la vida

Quizá no escuchemos jamás otra cosa que lo no codificado, lo que está aún encuadrado en un sistema de remisiones de significantes, y no entendamos sino lo ya codificado que decodificamos, pero en la escucha nos topamos con ese rumor de una voz más antigua que venía hacia nosotros, el eco del primer estremecimiento primordial que sigue resonando


 
Noviembre 2019