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246 - Lecturas - La Tierra acéfala
La vida tiene siempre lugar en un sin tumulto sin cohesión aparente pero no encuentra su grandeza y su realidad más que en el éxtasis y en el amor extático

Quien se obstina en ignorar o en desconocer el éxtasis es un ser incompleto cuyo pensamiento se reduce al análisis. La existencia no es solamente un vacío agitado, es una danza que obliga a bailar con fanatismo. El pensamiento que no tiene por objeto un fragmento muerto existe interiormente de la misma manera que las llamas

Es preciso volverse lo bastante firme e inquebrantable como para que la existencia del mundo de la civilización parezca finalmente incierta. Es inútil responder a aquellos que pueden creer en la existencia de ese mundo y lo toman como pretexto: si hablan, es posible mirarlos sin escucharlos e, incluso cuando se los mira, no “ver” sino lo que existe lejos, detrás de ellos. Es preciso rechazar el aburrimiento y vivir solamente de lo que fascina

En ese camino sería vano agitarse y buscar atraer a aquellos que tienen veleidades tales como pasar el tiempo, reír, o convertirse individualmente en raros. Es preciso aventurarse en él sin mirar hacia atrás y sin tener en cuenta a aquellos que no tienen la fuerza para olvidar la realidad inmediata

La vida humana está excedida por servir de cabeza y de razón al universo. En la medida en que se convierte en esa cabeza y en esa razón, en la medida en que se convierte en necesaria para el universo, acepta una servidumbre. Si no es libre, la existencia se convierte en vacía o neutra, y si es libre es un juego. La Tierra, mientras engendraba solamente cataclismos, árboles o pájaros, era un universo libre: la fascinación de la libertad se empañó cuando la Tierra produjo un ser que exigía la necesidad como ley por encima del universo. El hombre siguió siendo sin embargo libre de no responder a ninguna necesidad: es libre de parecerse a todo lo que no es él mismo en el universo

El hombre se escapó de su cabeza como el condenado de la prisión

Encontró más allá de sí mismo no a Dios, que es la prohibición sino a un ser que ignora la prohibición. Más allá de lo que soy, reencuentro un ser que me hace reír porque no tiene cabeza y que me llena de angustia porque está hecho de inocencia

Yo no puedo dudar de que la suerte y el tumulto infinito de la vida humana estén abiertos para aquellos que no pueden ya existir como ojos reventados, sino como videntes arrebatados por un sueño estremecedor que no puede pertenecerles

…el sentimiento de la unidad en comunión, es el sentimiento que experimenta un grupo humano cuando se representa a sí mismo como una fuerza intacta y completa: un profundo deseo de cohesión la eleva entonces sobre las oposiciones, los aislamientos, las rivalidades de la vida diaria y profana”

…no son los discursos que escucha los que la convierten en un milagro y los que la hacen llorar secretamente, sino su propia espera. Porque no exige solamente pan, porque su avidez humana es  tan clara, tan ilimitada, tan terrible como la de las llamas – exigiendo antes que nada que ella surja, que ella sea

…La historia económica de los tiempos modernos está dominada por la tentativa épica, pero decepcionante, de los hombres que se encarnizan en arrancar su riqueza a la Tierra. La incandescencia interior de la tierra no explota solamente en el cráter de los volcanes: enrojece y escupe la muerte con sus humaredas en la metalurgia de todos los países

La realidad incandescente del vientre materno de la tierra no puede ser tocada ni poseída por quienes la desconocen. El desconocimiento de la Tierra, el olvido del astro sobre el cual viven, la ignorancia de la naturaleza de las riquezas, hicieron del hombre una existencia a merced de las  mercancías que produce, y cuya parte más importante está consagrada a la muerte. En tanto los hombres olviden la verdadera naturaleza de la vida terrestre que exige la embriaguez extática y el estallido, esta naturaleza no podrá ser objeto de la atención de los contadores y de los economistas de cualquier partido, más que abandonándolos a los resultados más definitivos de su contabilidad y de su economía

Los hombres no saben disfrutar libremente y con prodigalidad de la Tierra y sus productos…La economía enseña también el sentido de la Tierra, pero lo enseña a renegados cuya cabeza está repleta de cálculos y de consideraciones de corto alcance, y ésta es la razón por la cual lo enseña con una ausencia de corazón y una rabia deprimente

En el carácter desmesurado y desgarrador de la catástrofe nos es sin embargo posible reconocer la inmensidad explosiva del tiempo: la Tierra –madre sigue siendo la vieja divinidad ctónica, pero con las multitudes humanas hace también desmoronarse al dios del cielo en un clamor sin fin

La búsqueda de Dios, de la ausencia de movimiento, de la tranquilidad, es el temor que hizo entrar en la sombra toda tentativa de comunidad universal. El corazón del hombre no está inquieto solamente hasta el momento en el que descansa en Dios: la universalidad de Dios sigue siendo todavía, para él, una fuente de inquietud y el apaciguamiento no se produce más que si Dios se deja encerrar en el aislamiento y en la permanencia profundamente inmóvil de la existencia militar de un grupo. Porque la existencia universal es ilimitada y por ello sin reposo: no encierra la vida sobre sí misma sino que la abre y la vuelve a arrojar en la inquietud del infinito. La existencia universal, eternamente inacabada, acéfala, que crea y que destruye sin cesar a los seres particulares finitos: es en este sentido que la verdadera universalidad es la muerte de Dios

 

Acéfala es la Tierra, bajo la corteza del sol

Y se abrasará cuando el corazón humano se convierta en fuego, el corazón en llamas

Georges Bataille, 1936


Diciembre 2019