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13 - Bautismo de fuego
Hay una cantidad de escenas y roles en la sociedad, creaciones de modos de ser disponibles que la galaxia produce y los hombres encarnan sin saberlo, a la vez que los transportan diseminando el mundo que supimos conseguir.

Relatos construidos e inconcientes que convierten al hombre en un personaje que narra su propia egodisea a través de un falso intimismo, como requisito insoslayable para alcanzar celebridad, o sea, para “existir”, para “ser alguien”.

Exhibición e ignorancia

Son los hombres del paradigma de la pertenencia, paradigmas como telarañas que cubren la superficie del mundo, mapas aéreos, pasos a seguir por los paridos de mundo, simulacros de vivir la vida, subjetividades adaptadas que fluyen sin ninguna introspección, derivas de tours sociales donde se gradúan de opinadores y llevan su banalidad a cuestas como una condición indoblegable de su status social que luego “comparten” en los medios y redes sociales, donde son aplaudidos y re-conocidos

El lenguaje y la cultura que imperan hoy son triviales. Los “autores” de paradigmas escriben nada más que lo que el público espera y está preparado para esperar, así como los políticos imponen su visión y dibujan su electorado con una estrategia anticipatoria del deseado futuro fantasma. Detectar el paradigma implica un íntimo desacuerdo con el mundo, una disonancia en aras del gran acorde con la libertad de ser, actúa como una “identidad” otorgada por un poder que elimina cualquier disenso. El individuo es un espacio vacío ocupado por ese mismo poder.

Lo anónimo soy yo. Yo soy lo anónimo. Yo soy todos. Todos son yo.

Los mapas del paradigma acortan las distancias sigilosamente mientras montan el espectáculo de ”lo que somos”

Ordenadores subrepticios, lábiles, oblícuos, los paradigmas nos polinizan y obnubilan mientras somos conducidos a gloriosos futuros.Es una guía subliminal que nos hermana

Vivir el mundo implica deslizarse a través de las diseminaciones epocales - los paradigmas - las entropías del alma, esos mapas del aire que provocan una viralidad cerebral: la homogeneidad de las certezas, una voz coral. Aterrizan en la época desde “lo alto”: nos ordenan, nos dirigen, son imprescindibles para funcionar. Prescindibles para el vuelo. Ruta de sentido único, contrainiciación de la vida, los bretes por donde circula la sociedad de lo Mismo

Existir es depender, estar vapuleado en un fluido que nos libera de las previsiones, nos abre a las interferencias y nos dispone hacia lo Abierto

 Sobrevolar el paradigma de la época es un bautismo de fuego, reservado solo a los singulares, a los que se animan a trazar transversales en esa ruta de sentido único en un silencio que gravite interrumpiéndolo. Una poesía de la acción

La singularidad espera en cualquier parte por el acorde disonante, intempestivo, en medio de esta galaxia homogeneizada de seres que acuerdan con el mundo


2016