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247 - Alrededores deleuzianos
Para creer en este mundo no se puede otorgar valor a nada trascendente a él, sino solo a aquello inmanente, para vencer desde adentro las fuerzas de lo intolerable y de la vergüenza de ser hombres. Lo intolerable es la banalidad cotidiana que experimentamos como mundo. La vergüenza es una vida ensimismada que experimentamos como vida
Gilles Deleuze

Lo insoportable, la incapacidad de tolerar toda la vida que puja frente a la rígida organización que controla nuestra voluntad de servidumbre alimenta un presentimiento, el de que solo se halla la vida renunciando a ella, despojándonos de nuestras formas personales. Estas líneas no suponen un embelesamiento con la muerte sino la creencia de que en la vida vivimos muchas muertes, movimientos tan intensos que nos arrancan de lo que somos y que únicamente podemos vivirlos en el límite de nosotros mismos

Asumirlo requiere de una gran valentía al tiempo que representa un gran riesgo, ya que impele a no aferrarse a la vida en lo que tiene de personal, sino a lo impersonal que ella permite alcanzar, y ver, y crear, y sentir a través suyo: se experimenta como un verdadero combate contra las potencias exteriores que nos atraviesan, que nos extrañan y que no podemos ignorar. La forma personal, con su raigambre territorial, debería morir - resonancias nietzscheanas del Eterno retorno – y es lo Mismo lo que retorna como Diferencia para ratificar la nueva vida. Es el acontecimiento, el renacimiento. Es el volver de la Diferencia

Desde la poesía se deja oír Hölderlin,

donde está el peligro está lo que salva

Y Deleuze,

 Existir es depender, es estar vapuleado en un mundo fluido que nos libera de las previsiones, nos abre a las interferencias y nos dispone hacia lo abierto

Estos movimientos potentes e intensos atraviesan la materia, la vida, el pensamiento, la naturaleza, la historia de las sociedades, y también se aplican a ese quiebre, a esa ruptura que puede afectar el equilibrios de una personalidad  haciéndole vislumbrar  una realidad otra, una híper realidad, la más de las veces, pavorosa. Son líneas de fuga que devoran naturaleza e historia, cuerpo y espíritu, y la Tierra misma, que es sacudida y desterritorializada, y la filosofía, el gran movimiento de crear conceptos que nacen por fractura de la incerteza del mundo. Circulan por las hendijas de los pueblos, de sus formas de existencia, que se asfixian bajo el reino de la obviedad del poder, de un capitalismo universal que afecta hondamente el modo de distribución de la Tierra, de los seres, de las ideas, de los signos, y de la información

Son cuestiones “de hecho” que remiten a la cuestión “de derecho” y ésta, a su vez, al fundamento, que es cuestionado por repartir a los seres jerárquicamente y ser incapaz de dar cuenta de esos movimientos de ruptura 

Lo que funda el derecho y legitima las pretensiones o reivindicaciones es el sin fondo. No solo será legítimo lo que proviene del sin fondo sino lo que lo expresa: los movimientos aberrantes

Es una cuestión apremiante que se manifiesta en el campo político ya que el fundamento fue el instrumento de legitimación del Estado y hoy revalida la axiomática capitalista y el derecho que se auto adjudica sobre quienes pueblan la tierra. No obstante, no supone necesariamente un enfrentamiento, sino un volver a pensar cómo se distribuyen las ideas en el propio pensamiento cuando se topan con lo impensado, el modo como se captan desde la sensibilidad, y asimismo, cómo se desplazan estos problemas para los cuales no hay manuales, guías a seguir ni bitácoras, sino solamente posibilidades en potencia que están inextricablemente unidas a la existencia como tal

Estos movimientos, los movimientos aberrantes, no tienen nada de arbitrario, ni se entienden como anormales (término que alude a un punto de vista moral). “Aberrante” aquí remite a un concepto  político que nos extraña del derecho que nos provee la axiomática imperante. Por el contrario, son los únicos verdaderamente reales y paradójicamente lógicos, en sentido deleuziano, o sea que escapan a toda racionalidad. Cuanto más irracionales, más lógicos

Atraviesan el camino imposible, la contracorriente, realizando las distorsiones imprescindibles para dar lugar a nuevos enunciados y visibilidades, a fin de que provoquen la ruptura con el sistema

Estos movimientos intensos nos sacan de la normalidad y nos arrojan al desvío, al extravío, son movimientos sinuosos, sin señales para el viaje, y forman parte de un pensamiento de la deserción en el que se abdica de la placidez de una vida en sintonía con la sociedad hegemónica, de la comodidad de la pertenencia al lugar común y en el que se vuelve de cara al Afuera, lo incierto, lo inconcebible, lo amorfo, lo indeterminado. Allí se da el encuentro con lo impensado, lo que solo puede ser pensado cuando el pensamiento es llevado hasta sus límites

Aquello que es primero en el pensamiento es la fractura, la violencia y el enemigo. No hay pensamiento más que involuntario, pleno de extrañeza por la contingencia de un encuentro que fuerza a pensar la necesidad absoluta de un acto de pensamiento. Hay algo en el mundo que fuerza a pensar. Ese algo es el objeto de un encuentro fundamental y de ninguna manera de un reconocimiento

El pensamiento no es nada sin algo que lo violente

El Afuera es esa atopía que no está más allá de los cielos sino entre nosotros, alrededor de nosotros, en nosotros, posee un espesor por el cual las cosas y los seres parecen estar desplazados, en un lugar paradójico que negocia entre el lugar y la ausencia de lugar, y que vive de su misma imposibilidad. Es un no-lugar que consolida la relación entre términos que antes carecían de ella, a través de   la Lógica del acontecimiento

El Afuera está irremisiblemente ligado a la proximidad de un adentro pues lo no-pensado no está fuera del pensamiento sino que es un Afuera no- exterior. Lo que se da es un encuentro, un contacto inmediato de adentro y afuera, de modo que el Afuera infinitamente más lejano que cualquier mundo exterior, coexiste con un adentro a su vez más profundo que cualquier mundo interior. Afuera no- exterior y adentro no- interior, son las dos caras de un mismo pliegue que atraviesa el pensamiento. La fisura original que procedía del Afuera se reintroduce en el adentro del pensamiento. Por lo tanto, pensar es buscar ese Afuera en el propio adentro. Se convierte en una potencia de inclusión de la interioridad

Pensar es siempre afirmar el Afuera

 La fulguración del Afuera, cuando el fondo sube a la superficie sin dejar de ser fondo no cesa de constituir una experiencia desenfrenada y hostil. Es el vértigo filosófico ya que disuelve las coordenadas de la representación así como los hábitos del pensamiento, las nociones del buen sentido, poniendo al pensamiento frente a un universo radicalmente a-centrado, sin ejes, sin derecha ni izquierda, sin arriba ni abajo. Una experiencia inamistosa puesto que no fuerza el pensamiento a pensar lo que no sabe pensar aún. Lo que fuerza a pensar es lo que permite engendrar pensamiento en el pensamiento. Del afuera del pensamiento al pensamiento del afuera es el desplazamiento clave deleuziano, se transforma en un acto de pensar enunciable cualquiera sea la violencia a la que sea sometido

El liberalismo global también produce mundos, traspasa límites, y nos invita a una vida auténtica, eslogans de un apostolado consumista que abarca la totalidad de la vida basándose en la sobrestimación del trabajo como sometimiento incentivado voluntario, una cadena a la que no puede renunciar el sujeto que representa la identidad de la totalidad, la secularización hegemónica del existir con sus arquetipos de consumo, consuelo y bienestar

La contracara sería una potencia deficiente, signo de una vida inadecuada sin lo indispensable para la inclusión estandarizada, una potencia que estalla desde un fondo de impotencia, que remite a una vida infructuosa y precaria. Esta potencia es la crisis de la anterior, de la abstracción sublimada como emancipación de la actividad humana respecto de toda pauta, y que se manifiesta en los bordes de la inactividad capitalista. Así, del sistema se desprenden flujos de existencia - vida, pueblos, Tierra -  y los movimientos aberrantes nombran esas existencias, excluidas del sistema de legitimidad, inapreciables dentro de la jerarquía de lo aceptable, que son las que hacen surgir un conflicto de derecho y conforman un espacio que se atiborra de enunciados indecidibles con respecto a la potencia pura cuyo rasero es el dinero

Nuestras posibilidades de vida se confunden con esos modos de existencia desplegados por la axiomática. Somos coágulos del exterior. Se abre una alternativa funesta para el porvenir, de un lado los posibles ofrecidos por la axiomática, del otro lo imposible, como porvenir vaciado de sus posibles. Pareciera que el futuro contiene de antemano todos los clichés que no obstante nos hacen soportable el mundo. Una resignación del deseo

¿Cuál es la clave para romper el hechizo del encadenamiento de clichés?

Una paradoja, la de la acción: solo lo imposible hace actuar. Se opera una distribución de potencias que hacen de nuestra percepción un acontecimiento. Remite a la creación de espacio-tiempos – los posibles – no los que se nos ofrecen gentilmente – extensiones de la maniera capitalista – sino aquellos que surgen del choque con la imposibilidad, creaciones de posibles justo donde lo posible resulta insoportable, impensable.

Ya no se piensa en porvenir sino en devenir, en potencias que se despiertan y nos empujan a algo no personal, político, colectivo y real, que rompe los encadenamientos de imágenes y de lenguaje, que introduce cortes irracionales, re-encadenamientos a partir de esos cortes, los movimientos aberrantes. Este planteo sortea el tono místico y nietzscheano (enunciado más arriba) de una transformación personal subjetiva, de un movimiento que afecta desbaratando la vida

No hay movimientos revolucionarios hay movimientos aberrantes

 

A pesar de las crisis la lógica del capital se sigue extendiendo imperturbable a través de la colonización del Adentro – organizado por el Estado – con los residuos reciclados de un poder, y desplazando siempre sus fronteras hacia un exterior salvaje

Las minorías – las existencias menores -  llevan al límite lo que son capaces, inaugurando un nuevo derecho, expresión de un sin fondo del Afuera que se pone de manifiesto en las reivindicaciones y luchas con la Tierra, los pueblos y el lenguaje. Lo propio de la minoría es hacer valer la potencia de lo no-numerable, aun cuando esté compuesto de un único miembro. Esa quizá es la razón por la cual toda pretensión se transforma en grito

Toda reivindicación es un grito, un grito inmenso cargado de todos los gritos

Todo sucede como si ciertas expresiones amenazaran las otras formas de derecho que dictan los Estados, los mercados o las instituciones

Por modesta que sea una reivindicación ella presenta siempre un punto que la axiomática no puede soportar

 

Estas minorías no disponen  de ningún lenguaje preexistente para establecer sus derechos

¿Cómo llega entonces a hablar el pensamiento que no dispone de ningún medio de expresión preexistente para decirse?

La pregunta del derecho entronca con la de la existencia de los pueblos que están en el fondo de toda expresión y toda reivindicación deviene la de una multiplicidad o un pueblo

Pensar no es ni un hilo tendido entre un sujeto y un objeto ni una revolución de uno alrededor del otro. Pensar se hace más bien en la relación entre el territorio y la tierra

 

Se trata de constituir una nueva tierra para el pensamiento y para la vida. El plano de inmanencia constituye el suelo absoluto de la filosofía, su Tierra o su desterritorialización, su fundación, sobre la cual crea sus conceptos. No es la tierra de los geógrafos ni de los geólogos, es una tierra abstracta que difiere de sí continuamente, que por lo tanto se desterritorializa sin cesar por relación a sí misma, que nace de esta desterritorialización misma

Los movimientos aberrantes son el objeto cartográfico por excelencia y el contenido mismo de las ideas. Siguiendo su curso  penetra en los sacudimientos de la tierra, más allá de los vaivenes de la axiomática, de sus regulaciones

Cualquier reivindicación, cualquier pretensión, es ante todo territorial, territorializante

Cualquier confrontación con el capitalismo es absolutamente necesaria, ya que es una formación que se extiende sobre toda la  superficie de la tierra, aunque sus ambiciones no sean territoriales. Extender el mercado no es conquistar la tierra, porque es él mismo el que la transforman en un conjunto ineluctable de coexistencia, en lugar del libre juego de los territorios entre sí y con los linajes. Es más bien lo que desterritorializa la tierra pero para controlar los flujos de mercancías, de trabajo y de dinero, Y esta desterritorialización no se consuma sin suscitar las reterritorializaciones más artificiales que adquieren la forma de una expansión incesante del mercado universal acompañada de una política securitaria global

Desterritorializar es la ruptura de todo aquello que sirve como marco de referencia, de todo aquello que da seguridad, de todo aquello que sostiene una forma de vida, es desconectar al esclavo de la máquina social

La cuestión última es constituir una filosofía de la tierra, pensar todo a partir de ella, sobre ella, reconducir todo a una relación con la tierra a condición de que la tierra se desterritorialice por el pensamiento no menos que el pensamiento por la tierra


Hay siempre un momento en que los predecesores y los intercesores ya no sirven de nada, ya no pueden ayudar. Uno enfrenta el problema solo, no por heroísmo, sino porque no se dispone de ninguna solución preexistente a la cual relacionarlo, para avanzar en su resolución. Los aliados ya no preexisten, hay que crearlos poco a poco uno mismo   David Lapoujade

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Diciembre 2019