Lo insoportable, la incapacidad de tolerar toda la vida que puja frente a la rígida organización que controla nuestra voluntad de servidumbre alimenta un presentimiento, el de que solo se halla la vida renunciando a ella, despojándonos de nuestras formas personales. Estas líneas no suponen un embelesamiento con la muerte sino la creencia de que en la vida vivimos muchas muertes, movimientos tan intensos que nos arrancan de lo que somos y que únicamente podemos vivirlos en el límite de nosotros mismos
Asumirlo
requiere de una gran valentía al tiempo que representa un gran riesgo, ya que
impele a no aferrarse a la vida en lo que tiene de personal, sino a lo
impersonal que ella permite alcanzar, y ver, y crear, y sentir a través suyo:
se experimenta como un verdadero combate contra las potencias exteriores que
nos atraviesan, que nos extrañan y que no podemos ignorar. La forma personal,
con su raigambre territorial, debería morir - resonancias nietzscheanas del
Eterno retorno – y es lo Mismo lo que retorna como Diferencia para ratificar la
nueva vida. Es el acontecimiento, el renacimiento. Es el volver de la Diferencia
Desde
la poesía se deja oír Hölderlin,
…donde está el
peligro está lo que salva
Y Deleuze,
Estos movimientos potentes e intensos atraviesan la materia, la vida, el pensamiento, la naturaleza, la historia de las sociedades, y también se aplican a ese quiebre, a esa ruptura que puede afectar el equilibrios de una personalidad haciéndole vislumbrar una realidad otra, una híper realidad, la más de las veces, pavorosa. Son líneas de fuga que devoran naturaleza e historia, cuerpo y espíritu, y la Tierra misma, que es sacudida y desterritorializada, y la filosofía, el gran movimiento de crear conceptos que nacen por fractura de la incerteza del mundo. Circulan por las hendijas de los pueblos, de sus formas de existencia, que se asfixian bajo el reino de la obviedad del poder, de un capitalismo universal que afecta hondamente el modo de distribución de la Tierra, de los seres, de las ideas, de los signos, y de la información
Son cuestiones “de hecho” que remiten a la cuestión “de derecho” y ésta, a su vez, al fundamento, que es cuestionado por repartir a los seres jerárquicamente y ser incapaz de dar cuenta de esos movimientos de ruptura
Lo que funda el derecho y legitima las pretensiones o reivindicaciones es el sin fondo. No solo será legítimo lo que proviene del sin fondo sino lo que lo expresa: los movimientos aberrantes
Es una
cuestión apremiante que se manifiesta en el campo político ya que el fundamento
fue el instrumento de legitimación del Estado y hoy revalida la axiomática
capitalista y el derecho que se auto adjudica sobre quienes pueblan la tierra.
No obstante, no supone necesariamente un enfrentamiento, sino un volver a
pensar cómo se distribuyen las ideas en el propio pensamiento cuando se topan
con lo impensado, el modo como se captan desde la sensibilidad, y asimismo,
cómo se desplazan estos problemas para los cuales no hay manuales, guías a
seguir ni bitácoras, sino solamente posibilidades en potencia que están
inextricablemente unidas a la existencia como tal
Estos movimientos, los movimientos aberrantes, no tienen nada de arbitrario, ni se entienden como anormales (término que alude a un punto de vista moral). “Aberrante” aquí remite a un concepto político que nos extraña del derecho que nos provee la axiomática imperante. Por el contrario, son los únicos verdaderamente reales y paradójicamente lógicos, en sentido deleuziano, o sea que escapan a toda racionalidad. Cuanto más irracionales, más lógicos
Atraviesan el camino imposible, la contracorriente,
realizando las distorsiones imprescindibles para dar lugar a nuevos enunciados
y visibilidades, a fin de que provoquen la ruptura con el sistema
Estos
movimientos intensos nos sacan de la normalidad y nos arrojan al desvío, al
extravío, son movimientos sinuosos, sin señales para el viaje, y forman parte
de un pensamiento de la deserción en el que se abdica de la placidez de una
vida en sintonía con la sociedad hegemónica, de la comodidad de la pertenencia
al lugar común y en el que se vuelve de cara al Afuera, lo incierto, lo
inconcebible, lo amorfo, lo indeterminado. Allí se da el encuentro con lo
impensado, lo que solo puede ser pensado cuando el pensamiento es llevado hasta
sus límites
Aquello
que es primero en el pensamiento es la fractura, la violencia y el enemigo. No
hay pensamiento más que involuntario, pleno de extrañeza por la contingencia de
un encuentro que fuerza a pensar la necesidad absoluta de un acto de pensamiento.
Hay algo en el mundo que fuerza a pensar. Ese algo es el objeto de un encuentro
fundamental y de ninguna manera de un reconocimiento
El pensamiento no es
nada sin algo que lo violente
El
Afuera es esa atopía que no está más allá de los cielos sino entre nosotros,
alrededor de nosotros, en nosotros, posee un espesor por el cual las cosas y
los seres parecen estar desplazados, en un lugar paradójico que negocia entre
el lugar y la ausencia de lugar, y que vive de su misma imposibilidad. Es un no-lugar
que consolida la relación entre términos que antes carecían de ella, a través
de la Lógica del acontecimiento
El
Afuera está irremisiblemente ligado a la proximidad de un adentro pues lo
no-pensado no está fuera del pensamiento sino que es un Afuera no- exterior. Lo
que se da es un encuentro, un contacto inmediato de adentro y afuera, de modo
que el Afuera infinitamente más lejano que cualquier mundo exterior, coexiste
con un adentro a su vez más profundo que cualquier mundo interior. Afuera no-
exterior y adentro no- interior, son las dos caras de un mismo pliegue que
atraviesa el pensamiento. La fisura original que procedía del Afuera se
reintroduce en el adentro del pensamiento. Por lo tanto, pensar es buscar ese
Afuera en el propio adentro. Se convierte en una potencia de inclusión de la
interioridad
Pensar es siempre
afirmar el Afuera
El liberalismo global también produce mundos,
traspasa límites, y nos invita a una vida auténtica, eslogans de un apostolado
consumista que abarca la totalidad de la vida basándose en la sobrestimación
del trabajo como sometimiento incentivado voluntario, una cadena a la que no
puede renunciar el sujeto que representa la identidad de la totalidad, la
secularización hegemónica del existir con sus arquetipos de consumo, consuelo y
bienestar
La
contracara sería una potencia deficiente, signo de una vida inadecuada sin lo
indispensable para la inclusión estandarizada, una potencia que estalla desde
un fondo de impotencia, que remite a una vida infructuosa y precaria. Esta
potencia es la crisis de la anterior, de la abstracción sublimada como
emancipación de la actividad humana respecto de toda pauta, y que se manifiesta
en los bordes de la inactividad capitalista. Así, del sistema se desprenden
flujos de existencia - vida, pueblos, Tierra -
y los movimientos aberrantes nombran esas existencias, excluidas del
sistema de legitimidad, inapreciables dentro de la jerarquía de lo aceptable,
que son las que hacen surgir un conflicto de derecho y conforman un espacio que
se atiborra de enunciados indecidibles con respecto a la potencia pura cuyo
rasero es el dinero
Nuestras
posibilidades de vida se confunden con esos modos de existencia desplegados por
la axiomática. Somos coágulos del exterior. Se abre una alternativa funesta para
el porvenir, de un lado los posibles ofrecidos por la axiomática, del otro lo
imposible, como porvenir vaciado de sus posibles. Pareciera que el futuro
contiene de antemano todos los clichés que no obstante nos hacen soportable el
mundo. Una resignación del deseo
¿Cuál
es la clave para romper el hechizo del encadenamiento de clichés?
Una
paradoja, la de la acción: solo lo imposible hace actuar. Se opera una
distribución de potencias que hacen de nuestra percepción un acontecimiento.
Remite a la creación de espacio-tiempos – los posibles – no los que se nos
ofrecen gentilmente – extensiones de la maniera capitalista – sino aquellos que
surgen del choque con la imposibilidad, creaciones de posibles justo donde lo
posible resulta insoportable, impensable.
Ya
no se piensa en porvenir sino en devenir, en potencias que se despiertan y nos
empujan a algo no personal, político, colectivo y real, que rompe los
encadenamientos de imágenes y de lenguaje, que introduce cortes irracionales,
re-encadenamientos a partir de esos cortes, los movimientos aberrantes. Este
planteo sortea el tono místico y nietzscheano (enunciado más arriba) de una
transformación personal subjetiva, de un movimiento que afecta desbaratando la
vida
No hay movimientos
revolucionarios hay movimientos aberrantes
A
pesar de las crisis la lógica del capital se sigue extendiendo imperturbable a
través de la colonización del Adentro – organizado por el Estado – con los
residuos reciclados de un poder, y desplazando siempre sus fronteras hacia un
exterior salvaje
Las
minorías – las existencias menores -
llevan al límite lo que son capaces, inaugurando un nuevo derecho,
expresión de un sin fondo del Afuera que se pone de manifiesto en las
reivindicaciones y luchas con la Tierra, los pueblos y el lenguaje. Lo propio
de la minoría es hacer valer la potencia de lo no-numerable, aun cuando esté
compuesto de un único miembro. Esa quizá es la razón por la cual toda
pretensión se transforma en grito
Toda reivindicación es
un grito, un grito inmenso cargado de todos los gritos
Todo
sucede como si ciertas expresiones amenazaran las otras formas de derecho que
dictan los Estados, los mercados o las instituciones
Por modesta que sea una
reivindicación ella presenta siempre un punto que la axiomática no puede
soportar
Estas
minorías no disponen de ningún lenguaje
preexistente para establecer sus derechos
¿Cómo
llega entonces a hablar el pensamiento que no dispone de ningún medio de
expresión preexistente para decirse?
La
pregunta del derecho entronca con la de la existencia de los pueblos que están
en el fondo de toda expresión y toda reivindicación deviene la de una
multiplicidad o un pueblo
Pensar no es ni un hilo
tendido entre un sujeto y un objeto ni una revolución de uno alrededor del
otro. Pensar se hace más bien en la relación entre el territorio y la tierra
Se
trata de constituir una nueva tierra para el pensamiento y para la vida. El
plano de inmanencia constituye el suelo absoluto de la filosofía, su Tierra o
su desterritorialización, su fundación, sobre la cual crea sus conceptos. No es
la tierra de los geógrafos ni de los geólogos, es una tierra abstracta que difiere
de sí continuamente, que por lo tanto se desterritorializa sin cesar por
relación a sí misma, que nace de esta desterritorialización misma
Los movimientos
aberrantes son el objeto cartográfico por excelencia y el contenido mismo de
las ideas. Siguiendo
su curso penetra en los sacudimientos de
la tierra, más allá de los vaivenes de la axiomática, de sus regulaciones
Cualquier
reivindicación, cualquier pretensión, es ante todo territorial,
territorializante
Cualquier confrontación
con el capitalismo es absolutamente necesaria, ya que es una formación que se extiende sobre
toda la superficie de la tierra, aunque
sus ambiciones no sean territoriales. Extender el mercado no es conquistar la tierra, porque
es él mismo el que la transforman en un conjunto ineluctable de coexistencia,
en lugar del libre juego de los territorios entre sí y con los linajes. Es más
bien lo que desterritorializa la tierra pero para controlar los flujos de
mercancías, de trabajo y de dinero, Y esta desterritorialización no se consuma sin
suscitar las reterritorializaciones más artificiales que adquieren la forma de
una expansión incesante del mercado universal acompañada de una política
securitaria global
Desterritorializar
es la ruptura de todo aquello que sirve como marco de referencia, de todo
aquello que da seguridad, de todo aquello que sostiene una forma de vida, es
desconectar al esclavo de la máquina social
La
cuestión última es constituir una filosofía de la tierra, pensar todo a partir
de ella, sobre ella, reconducir todo a una relación con la tierra a condición
de que la
tierra se desterritorialice por el pensamiento no menos que el pensamiento por
la tierra
Hay siempre un momento
en que los predecesores y los intercesores ya no sirven de nada, ya no pueden
ayudar. Uno enfrenta el problema solo, no por heroísmo, sino porque no se
dispone de ninguna solución preexistente a la cual relacionarlo, para avanzar
en su resolución. Los aliados ya no preexisten, hay que crearlos poco a poco
uno mismo David Lapoujade
Julia Vincent blog
Diciembre
2019