desplegar menu

272 - Apuesta por el Fénix
Hay circunstancias que parecen apagar todas las palabras pronunciadas, un desvío brutal absolutamente imprevisible que nos empuja a releer rodas nuestras reflexiones, un deseo de cenizas, un impulso de abrir cada letra y tratar de ver algún resto que no vimos que pueda abrir el porvenir

La certeza de ser en la condición humana y mundana es parte de un compromiso con la vida como un entramado de cicatrices y heridas abiertas que cuentan sus propias historias, lenguajes encriptados que nos acontecen en el cuerpo, cuerpo donde se extiende el telón semántico de nuestra identidad más intrínseca. Hoy por primera vez la crisis que pone en vilo al mundo proviene del mismo cuerpo y la mente no dejará de acompañar este asalto al recibir el impacto de un desacondicionamiento extremo, de una imprevista mudanza de las pautas de vida acostumbradas que son las que justamente engendraron una falta de preparación para enfrentar su ausencia. Hay una cierta incredulidad defensiva que circula: siempre hemos sido testigos de las tragedias de otros países a través del cine, la televisión, las fotos, los noticieros, pero lo que no terminamos de asimilar en este momento es que hoy también nosotros somos protagonistas y que todo el mundo, nuestro mundo, está involucrado

En un solo día vibra la historia del mundo y de la sociedad, sus emociones, sus motivos y propósitos. Territorio de lo in-significante – desapercibido para nosotros – no mudo, es un no-lugar donde, no obstante, arraiga el relato de la” norma-lidad” que vive de la repetición. Es una puesta en escena invisible que no vemos pero que nos representa, una estructura profunda que engloba los actos de todos los días aglutinados como un todo en el aquí y ahora que vivimos – un tiempo y espacio individual y social – la realidad por excelencia. Es nuestro territorio transparente, imperceptible e in –significante, y, a pesar de eso, inconscientemente nos habita, lo atravesamos y nos atraviesa. Un orden que subyace y que otorga una pertenencia casi ontológica  a la humanidad. Es como el aire, lo que sorprende es su ausencia, es que lo cotidiano despierta cuando se rompe la continuidad que nos ampara. La discontinuidad irrumpe imprevisible, es la diferencia, el acontecimiento como discurso que sorprende la rutina cotidiana y demuele las nociones de representación, realidad e identidad. Hoy no solo nos sorprende su ausencia, sino la magnitud irreversible de esa ausencia

Hay palabras que hoy se leen y se escuchan varias veces al día todos los días en noticieros y programas de todo tipo -algunos evidenciando un innegable  oportunismo- que van provocando una entropía creciente que puede llegar a banalizar las mejores intenciones porque toda repetición, toda insistencia, aún como apostolado, acarrea un fatal desgaste, quizás inevitable en el clima de nuestra época donde ya se discriminan hasta los médicos

¿Volvimos a la Edad Media?

La responsabilidad es una de esas palabras que se repiten, aquella herencia que previa a toda posible voluntad carga como una cruz quien vive, siempre exigido por el otro. El necesario vínculo entre la vida propia y la supervivencia establece el límite de cualquier ser-en-común. La responsabilidad remarca la experiencia ética como lejanía, más aún, de aquel con quien nada se comparte, de quien nada se conoce

Sabemos el papel preponderante del consumismo, principal aliado de la axiomática capitalista, en todas las debacles del mundo, y los peligros que conlleva, pero hoy, no remiten a su negatividad,  sino al exceso de positividad que se expresa como exceso de rendimiento de producción y comunicación

De nosotros depende repensar y frenar el capitalismo y sobre todo, nuestra hiperkinesis para salvarnos de nosotros mismos, y en consecuencia, a nuestro mundo; pero, en nuestra sociedad hay una sobreinformación que ha engendrado un analfabetismo generalizado: se cree estar informado cuando en realidad nos están desinformando, y el verdadero problema es ese dejarse convencer por la seducción del lenguaje como herramienta principal para la normalización, la sumisión y el dominio

Deberíamos interiorizarnos en lo poco que sabemos respecto las catástrofes. Quizás ignoramos sus complejos engranajes de fenómenos concatenados, interacciones fatales y debilidad institucional en el plano global. Hemos cruzado las aguas pero, no obstante, seguimos atados a viejas recetas inocuas

El asunto acuciante hoy es de qué modo gestionamos inseguridades e incertidumbres que se generan en un mundo acelerado, volátil e interdependiente

 

El mundo globalizado fatalmente se caracteriza por la contaminación, la toxicidad, la inestabilidad, la súper exposición, una interdependencia que conforma el panorama de una fragilidad compartida

Vivimos una sociedad de protecciones débiles en un mundo en el que todo conspira: no hay nada completamente aislado, todo se ha convertido en doméstico, todo está demasiado cerca merced una generosa entrada a nuestro living. Este es el entorno de nuestro singular desamparo

Se requiere de nosotros otra manera de entender el poder, una nueva gramática del poder, distinta de la soberanía estatal, apuntando a sustituir ésta por la cooperación. Gobernar los riesgos globales es el gran imperativo. Pero nuestra incapacidad es discursiva, no sabemos cómo pensar la situación social, política, económica y mucho menos la emergencia de esta crisis de salud donde se barajan intentos, búsqueda de consenso y una gran incertidumbre con resultados no siempre acertados. Dejamos que otros piensen por nosotros y al no tener las ideas claras tomamos decisiones erráticas o equivocadas, por eso debe repensarse la democracia ya que una crisis de esta magnitud no puede ser resuelta por el mercado, y no basta con el Estado ni con una Nación cerrada sobre sí mima sino con naciones cuya soberanía sea permeable y compartida, una solución que trascienda las fronteras 

El Covid 19 ha perturbado el curso de la historia que ya iba a gran velocidad y que en la actualidad, con el capitalismo atemperado, amenaza con una disrupción que hoy no podemos prever  además de poner el mundo frente a sí mismo, incapaz de resolver este desafío planetario. Es crudo decirlo pero también necesario. El pensamiento occidental tiende a fragilizar y pulverizar la otredad. La hospitalidad, en cambio, es su recepción su acogida, una apertura, que, para ser verdadera, solo puede ser infinita y absolutamente abierta a lo que tiene que llegar, sin límites

Hasta hoy el ser humano no ha sido capaz de desarrollar una conciencia crítica de especie, y si no se considera a la humanidad entera como proyecto, como una comunidad interconectada, se está abriendo la puerta a una restauración del Orden y del autoritarismo, basada en el egoísmo y el reduccionismo

Estamos de cara a futuros cada vez más desconocidos y distópicos que exigirán habilidades de las que no disponemos y la propia historia va a adquirir ella misma una estructura de crisis. En esta era de desafíos permanentes la movilización vertical jerárquica va a resultar muy poco eficaz. Hoy la globalización con su estructura plural y diversificada exige una nueva teoría política de cooperación internacional más allá de las fronteras, un mundo de estados que tienen que aprender a pensar en común recursos y bienes. Sin embargo hay rumores respecto a la caída de la globalización y también que puede aún decaer más ya que los gobiernos pueden aprovechar  la preocupación por la salud y las nuevas restricciones al comercio, los viajes y la migración. De esta manera las metas de varios políticos y empresas oponentes a la globalización se harían realidad  ya que les resulta una oportunidad de alcanzar sus objetivos y reactivarse

Todo nuestro modelo civilizatorio está en jaque y es el que puso al límite la capacidad de los sistemas naturales y originó la pérdida de espacios y biodiversidad, ocasionó profundos cambios en el Planeta y en las sociedades. Se considera este momento como el verdadero comienzo del siglo XXI

Es extremadamente difícil, si no imposible, predecir qué puede ocurrir a partir de ahora. Mucho depende de nosotros, de todos y de cada uno

¿Seguirá triunfando el egoísmo, la competitividad, el oportunismo mediático y político o la verdadera empatía  encontrará al fin su lugar en este mundo amenazado?

 

Lecturas relacionadas     Sopa de Wuhan

Post relacionado   121 – De lo cotidiano         

                                           Julia vincent blog

 

 

Abril 2020