Así, la esfera emocional
resulta perturbada, y de esta forma el sistema nervioso entra en un estado de
excitación y de diferimientos continuos por la automatización cognitiva, lo que
puede resumirse en una devastación vital
Mirando
hacia el pasado, la técnica (tekné) significaba para los griegos conocimiento.
Heidegger la ha equiparado con la poesía (poiesis), ya que el conocer hace
patente algo, es un hacer salir lo oculto, una forma de producir que es a la
vez un revelar, así la técnica era el arte de revelar lo oculto, pero no era un
hacer-para-algo, no era la explotación de la naturaleza, por ejemplo, sino el
arte de revelarla.
La
visión instrumental moderna de la tecnología ha sido la causa fundamental de lo
que llama el olvido del ser, el modo de no- existencia en la que nos
relacionamos más utilitaria que esencialmente. Este modo de ser, o de no-ser,
impide una relación auténtica con el mundo, una existencia verdadera, pues
según Heidegger la verdad es una revelación, un descubrimiento del ser que yace
olvidado, un acontecimiento que no puede ocurrir desde la instrumentación, sino
desde la espera, desde el silencio, desde un dejar- que- aparezca
La
tecnología es una violencia sobre el ser, una actitud de dominación que hace
que éste se retire; es una barrera que nos impide relacionarnos con el ser en
sí de todo, pero el peligro no proviene de tal o cual máquina o aparato sino de
aquello en que la técnica se ha convertido alejándose de su esencia, la cual es
indisociable de nuestro modo de habitar el mundo. Ha alterado nuestra
concepción de éste, al convertirse en el conocimiento mismo, como algo con lo
cual dominar la naturaleza y doblegar al ser, porque la tecnología es la
actitud epistemológica que concibe al mundo como un mero conjunto de cosas, simplemente
una cosificación que piensa solo al ente y nunca al ser
Primero moldeamos
nuestras herramientas y después ellas nos moldean a nosotros
Pero,
en este caso estamos hablando del conocimiento como herramienta, como un fin
para “otra cosa”
En
los últimos tiempos la empatía, puntal de la solidaridad más prístina y del más
alto humanismo, había ido desvaneciéndose, quizá por una especie de
banalización inconsciente del término que nos fue conduciendo a confundirnos a
través de la preferencia o la conveniencia por otras formas de vinculación más
consensuadas. En su lugar se fue dando un proceso de deshumanización, un olvido
de lo auténticamente humano que nos fue llevando a diluirnos dentro de los
procesadores de las inteligencias y entornos virtuales, una oportuna prótesis
para zanjar la falta. Se produjo entonces un proceso de adaptación mental y corporal a las nuevas necesidades
generando de esta manera, inadvertidamente -
la mejor estrategia del dominio- una conciencia diferente, tanto respecto del
conocimiento del mundo como de los vínculos y de nuestro accionar con los otros
que fue dando lugar a un presente de impotencia provocada por las políticas
actuales, el reinado de las leyes financieras, las discriminaciones y los
conflictos bélicos
Nuestro
mundo ha cambiado drásticamente y si bien una salida a este estado de cosas
dependería de un encuentro con lo que es ínsito a la naturaleza de cada ser humano, aquello que se
halla en el lugar más íntimo y profundo, que se arraiga en lo inconsciente, en
lo irracional. Así la poesía – esa herida que no cierra nunca, esa excedencia
que abre un escándalo permanente, una pregunta siempre abierta a contrapelo de
la realidad - y lo trágico se hermanan
en un brutal desacomodamiento porque el
imaginario siempre quiebra los límites del positivismo tecnológico
Hoy
se ha añadido un elemento que lo trastoca todo, que nos cambió el paisaje, que
dio vuelta el mundo que solíamos conocer, pero que no obstante no deslegitima el gesto - a pesar
que hay un antes y un después del Covid que ha generado una sensación como de
rozar el vacío. Enemigo mudo e invisible, principal actor de la extrema
postración del sistema que hace - o hacía -mover al mundo, oculta en lo más
recóndito una restancia al convertirse y
convertirnos en el grado cero de nuestra condición. A nuestro grandísimo pesar
por la cruz del duelo que nos vive y nos desvive, es menester ver en este
lapsus forzado de tiempo, de vida, de salud, cómo experimentamos el quiebre y
el estancamiento de esa inmensa línea de
montaje del capitalismo global que ha abierto múltiples fisuras en el manto ideológico que nos hace cómplices de un
mecanismo tóxico que enfermó este mundo que parece habernos dejado de
pertenecer
Recurrimos
al imaginario en el punto de partida de nuestra aprehensión del mundo, como una
forma de crear un sentido con el que proyectar el deseo en lo real, abriendo la
puerta a esas posibilidades que podrían
concretarse a través de la acción. De esta forma el individuo se siente
provocado por lo que podría ser y se carga de la potencia necesaria para hacer
realidad lo posible
Esa
posibilidad parecería faltar en este momento pero la posibilidad no desaparece
nunca. Esa posibilidad sería la de un desacoplamiento del conocimiento de la
tecnología de la forma ligada al capital que conocemos. El capitalismo
financiero aliado con la tecnología digital
ha engendrado una máquina automática de imposición mucho más que una dictadura
y se manifiesta como una inscripción de automatismo tecnolingüístico en el
conjunto de la comunicación. Se ha trasladado la potencia del cerebro a la
máquina pero ésta ha sido programada según un criterio anti humano, el de la
economía financiera, de ahí la impotencia de la democracia frente a las
imposiciones tecnofinancieras. La crisis por la pandemia impone radicalmente el
privilegio de ser una instancia excluyente y prioritaria, pero no ignoramos que
las posiciones tecno financieras influyeron en numerosas debacles conectadas
como la agresión al medio ambiente, la deforestación, el clima, los conflictos
bélicos, los virus, por eso es importante seguir esa línea de pensamiento y
comprobar su influencia a cada paso
Los
sentidos a través de la piel alimentan el cerebro con percepciones del mundo y
este le suministra la sensibilidad, inclinaciones y tendencias estéticas, deseo
que no es la necesidad de algo sino la creación sensible de un mundo. Lo que es
dado en la percepción es vuelto a engendrar en una visión que habría que
denominar transvisión. Es un “yo siento” más profundo, una emoción
verdaderamente primaria que en un principio no siente más que intensidades,
devenires y pasajes
Fabular es hacer
hablar las potencias que los devenires hacen elevarse en nosotros y que están
desprovistas de lenguajes
La
fabulación crea un real porvenir inmediatamente político en tanto que es
colectivo. Se trata de crear un pueblo en el acto mismo de fabular, un
pueblo no perdido sino que todavía no existe y que debe ser inventado. No
implica llevar la tierra con uno lejos del mundo de los hombres sino unirse al
desierto a condición de deshacerse de su propia humanidad, de arrancarse a sí
mismo. Un campo de potencialidad, una pura materia intensiva, sus
flujos, sus singularidades, un pueblo futuro, una nueva tierra para el
pensamiento y la vida, el absoluto plano de inmanencia
Quizá
no se perciba inmediatamente pero en este aparente “delirio” deleuzeano crece
una esperanza que obviamente no se sitúa en lo inmediato de las trágicas
circunstancias que nos envuelven a todos sino en un porvenir que ninguno de
nosotros puede precisar con herramientas racionales.
Todo es racional en
el capitalismo menos el capital
Pensar
se concibe a través de los usos que origina, de las conexiones que inaugura. No
se trata de ser optimistas o pesimistas, para hacer conexiones no necesitamos
la certeza, ni el conocimiento sino la confianza, la creencia en el suceso
azaroso, improbable, imposible de abolir
¿Una
utopía?
Es
con la utopía con lo que la filosofía se vuelve política y lleva a su máximo
clímax la crítica de su época. La
utopía, al desterritorializar el pensamiento hace ver una vida verdaderamente
ausente. Es una línea de fuga que deja entrever los posibles. A pesar de que
como seres humanos nos vemos atrapados en una maraña de automatismos
tecnolingüísticos, aún pueden hallarse posibilidades múltiples, condiciones de producción
de futuro
Es
necesario liberar el conocimiento de los dogmas religiosos y económicos y poner
el acento en la necesidad de un pensamiento crítico, y la exigencia de un mundo
más rico y más profundo. Quizá solo a través de un acontecimiento de la
magnitud que el que nos ha tocado podríamos despertar de nuestro sueño
ideológico que hace de nuestras vidas meros apéndices de un dispositivo anónimo
que nos empuja a tener que disfrutar siempre en nombre del capital. Sería
necesario imaginar un futuro más solidario, más allá de la lógica de los
beneficios, un tiempo que nos libere de la obligación de tener-que-participar. Pensar
activamente es actuar de manera intempestiva, por tanto, contra el tiempo, y
por eso mismo, sobre el tiempo, en favor de un tiempo al que apostamos, un
tiempo por venir
El
pensador, el artista, el escritor y cada uno desde su lugar, fragmentan el
caos. Esa fragmentación que resulta es el encuentro entre el Azar y la
necesidad, el del Azar que integra la necesidad. Fragmento es ese otro nombre
de ese espacio de la espera que puede venir en un presente que estalla
Hay
una posibilidad inscrita en el tiempo presente, una futuridad posible, pero no
necesaria ni probable, posibilidad que se configuraría a partir de un uso
igualitario y social de la tecnología, y que necesitaría una potencia cultural
psíquica y política con la que no contamos actualmente, una posibilidad que se
actualiza solo cuando hay una potencia capaz de actualizarla
El
humanismo se ve acorralado porque no puede penetrar esa coraza del automatismo
cognitivo global y el caos que genera, pero solo desde ese punto de vista
podría entenderse el proceso pos humano y a la vez anti humano que el
capitalismo ha generado y fundar una ética autónoma que nos permita salvar su
herencia y salvarnos
Internet
ha puesto a disposición las condiciones técnicas para la producción del
automatismo cognitivo global, una maraña automática para la mutación de la
mente social y es esa mente el único espacio en el que se podría producir una
transformación, el de la invención, el de la creación, que podría actualizar la
posibilidad de desarrollar la potencia
necesaria para crear conceptos (deleuzeanamente hablando) que permitan capturar
mentalmente el mundo, transformar el caos y fundar la conciencia ética. Devenires
que aparten a los seres de lo establecido para que puedan inventar su
singularidad. Líneas de fuga que nos hagan repensar el espacio social y acoger
las microdinámicas de la vida fuera de un espacio abstracto alienante
Es
necesario obviar los perversos discursos invariables surgidos desde los mismos
móviles espurios de siempre para crear dispositivos de experiencia que se
confronten con la impiedad que se avecina
En
este tiempo de guardarnos y de cuidarnos entre todos, podemos además de
resistir con todas las fuerzas, considerar este coronavirus desde otro lugar:
desde su pavoroso silencio que pareciera tener algo que decir
Abril
2020