el
ojo que se desvela gira en la blancura ajena de la luna
rehace
su trayecto una y otra vez hasta que no cabe en las pupilas
y los párpados caen detrás de una semejanza perdida
sin rastros
solo
ecos desvaídos de azules imposibles
rutas
quebradas de un mapa del que siempre falta un signo prendido de la espera
ese fantasma de los bordes que baila en la retina con el rostro desnudo
hay
veces que la Tierra se alza frente al
culto del delirio
y no
hay más lunas ni soles
nada
más un muro de sombras por donde respira el mundo
sin
embargo
deja
un resplandor que no es de nadie
una transparencia
donde los ojos ven y las miradas se encuentran
aún
en la intemperie resbalando el tiempo
siempre la sed
Abril 2020