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279 El sacrificio de lo viviente
Los desafíos biopolíticos de este Hoy casi distópico, sumergido en la más enorme y angustiosa de las incertidumbres, nos lleva fatalmente a buscar respuestas que solo van a engendrar más preguntas en torno a este sistema-mundo que ha colapsado y que nos ha enfrentado duramente con lo inevitable, y"si bien a veces algunas preguntas conservan el fulgor de la respuesta, ambas tienen el mismo peso del polvo"
Cada discurso remite a un Lugar desde donde habla y desde donde proviene su gesto de enunciación. Nadie es soberano respecto  de su condición de hablante ¿Cuál es nuestra actitud frente a la marea de pronósticos, de ideas abrazadas a la ideología, de opiniones convenientemente adaptadas a la situación que atravesamos, cuál frente a toda una egodisea difícil de sortear, un maremagnum que evita tocar el sentido de lo que va llegando? Muy bien no lo sabemos ya que formamos parte de la misma confusión, del mismo drama, de la misma incertidumbre, solo resta ponerse a la altura del acontecimiento, enfrentar desnudos una realidad que nos hermana y a la vez una otra realidad, la narrada

A este parate total que ya es un estado de excepción absoluto en el que los “tapa bocas” viene a representar un emblema de nuestra falta de voz a nivel nacional y global se añade el cara a cara con nuestra condición humana, nuestra vulnerabilidad esencial. Así, el mundo se ha dado vuelta y hemos quedado de cara a la más pura alteridad mientras el mercado se ha invisibilizado y se revela incapaz de preservar la vida rogando por la sanidad comunitaria
 
La concepción binaria de la comunidad - la no dependiente de una dialéctica perversa -  identifica a la comunidad como un bien, una propiedad que tienen en común un conjunto dado de individuos, cada uno, en relación a lo común que los une con los otros, y que puede reclamar una propiedad no comunitaria que los hace ser tales individuos.  Es aquí donde se instaura una alternativa radical, o relegarse a los predicados propios que determinan la esfera individual previa, o subordinar el conjunto de éstos al predicado comunitario

La teoría política moderna, desde Hobbes en adelante, se presenta como el vaivén entre los dos polos, o la inmunización en favor del individuo contra la comunidad o ser devorado en una comunidad con su propio predicado

Espósito de acuerdo a la etimología del término communitas, la presenta como el conjunto de personas a las que une no una “propiedad”, sino justamente un deber o una deuda, un conjunto de personas unidas no por un “más” sino por un “menos”, una falta , un límite que se configura como un gravamen o incluso una modalidad carencial, para quien está afectado, a diferencia de aquel que está excento o eximido, el inmunizado contra esa deuda en común, ya que no paga el tributo que los demás pagan

La communitas es la nada en común que constituye previamente a los individuos en su carácter de tales
Por ello, no hay primero un conjunto de individuos que luego conforman una comunidad sino una estructura que al mismo tiempo constituye la comunidad de los que no tienen más remedio que constituirla para constituirse a la vez individuos integrados en ella. Pero al no ser una propiedad lo que funda esa comunidad sino precisamente la carencia originaria de toda propiedad, dicha comunidad nunca está dada o realizada sino indefinidamente presente en su aplazamiento, sumergida en el fondo u origen del cual proviene los acomunados, que es un no-origen pues tampoco es localizable como previamente dado

Hoy, tiempo de virus, el Covid-19 ha puesto su firma en la relación entre comunidad e inmunidad, desnaturalizándola, limitándola al lenguaje de la identidad y la particularidad, traduciéndola al lenguaje de la totalidad, de la homogeneidad, al lenguaje del individuo
  
 Espósito se pregunta cómo derribar las murallas del individuo salvando el don singular que encierra y si es posible una filosofía de la inmunidad que sin negar su condición intrínseca e incluso profundizando más en ella, invierta su semántica dirigiéndola en sentido comunitario, y expresamente recuperando una significación política, al indagar en su raíz latina, inmunitas y antes, al término del cual deriva, al munus, y así desplazando su atención al interior del concepto de comunidad, en lugar del cum, despegándose de Nancy, para quien cada uno es un hombre y como tal, atestigua y garantiza su existencia exponiéndola sin garantías de ninguna esencia, un singular-plural, el uno numeroso, los unos y los otros, los unos con los otros, y afirma, somos seres en exilio en su naturaleza esencial, la de ser un hombre para el hombre sin distinción, la de ser en el mundo. Cada uno no es singular debido a una singularidad exterior. Se singulariza gracias a lo propio de sí mismo. Es per-se

Remarca la necesidad de que el ser sea absoluto y sin predicado. La existencia no es un predicado. Se está en ella no se la piensa, se la vive

Es difícil disentir con Nancy ya que si el ser hubiese alcanzado hoy esa estatura sería también naturalmente político, en un sentido arendtiano: una política que brota en el entre los hombres y trata de estar junto los diversos. Pero el virus ha puesto todo del revés y en estas circunstancia, a pesar de quienes hasta sacrifican su vida en este trance, hay quienes solo tiene al yo como bandera
 
No obstante Espósito proyecta pertenecer hasta el fondo a la communitas originaria, o sea renunciar a su sustancia más preciosa, es decir su propia identidad individual, en un proceso progresivo al otro de sí, de cada uno. De esta forma se propone abrir una posible vía de tránsito hacia la dimensión política que resultaba difícil por el lado del cum nancyano que religaba  a sus miembros en un empeño donativo del uno al otro mientras la inmunitas o inmunización los libra de esta carga

Goza de inmunidad, jurídicamente hablando, aquel que no se encuentra sujeto a una jurisdicción que concierne a todos los demás por derogación de la ley común. Hablando desde el lugar de la medicina, la inmunización implica la capacidad del organismo de resistir gracias a sus propios anticuerpos
Superponiendo las dos miradas, si la comunidad determina las fracturas de las barreras de protección de la identidad individual, la inmunidad es el intento de reconstruirla en una forma defensiva y ofensiva contra todo elemento externo capaz de amenazarla. Este punto es viable para los individuos singulares y para las mismas comunidades- tomadas aquí en su dimensión particular - inmunizadas respecto a todo lo que pareciera amenazarlas desde el exterior, y hoy cada vez más extendido en todos los ámbitos de la experiencia individual y colectiva, real e imaginaria

 La inmunidad, aunque necesaria para la conservación de nuestra vida, una vez llevada más allá de un cierto umbral, la constriñe en una suerte de jaula en la que acaba de perderse no solo nuestra libertad sino el sentido mismo de la existencia – aquel abrirse a la existencia hacia fuera de sí misma a la cual se ha dado el nombre de communitas


He aquí la contradicción 
Aquello que salvaguarda el cuerpo – individual, social, político – es también lo que al mismo tiempo impide su desarrollo. Y aquello que, sobrepasando cierto umbral, amenaza con destruirlo

La inmunidad acontece como línea de fuga de la deuda recíproca, de la ayuda mutua de la communitas, por lo tanto el inmune no es simplemente diferente del común, es su perfecto contrario. Los individuos modernos llegan a ser tales rodeados por un límite preciso que los separa y ampara solo habiéndose librado de la deuda que los amalgama, del riesgo que supone la reciprocidad con el otro. Se desligan de cualquier transacción social gracias al contrato inmunitario que los exime y atempera la amenaza de peligro de pérdida identitaria. De esta forma en la inmunitas hay insiliado un factor antisocial y anticomunitario que quiebra el circuito social de donación recíproca al que tiende toda communitas

Parafraseando a Benjamin, la inmunización en dosis elevadas es el sacrificio de lo viviente, esto es, de toda forma de vida cualificada, por razón de la misma supervivencia: la reducción de la vida a su desnuda base biológica
Desde el momento mismo en que el dispositivo inmunitario deviene el síndrome, a la vez defensivo y ofensivo de nuestro tiempo, la comunidad se presenta como el lugar destinado, la forma real y simbólica, a la resistencia frente al exceso de inmunización que nos captura sin cesar

Si la inmunidad tiende a encerrar nuestra existencia en círculos cada vez más estrechos, en recintos no comunicados entre sí, la comunidad, es el pasaje, que, coartando las líneas del confín, vuelve a mezclar la experiencia humana liberándola de su obsesión por la seguridad, por lo que la política no puede ser más que biopolítica ya que se vinculará en forma directa con la vida biológica

Siguiendo a Arendt la lectura inmunitaria revela la biopolítica como una zoopolítica, como una empresa de reducción de la vida cualificada a mero hecho biológico y puede llegar a convertirse en una tanatopolítica, como queda expuesta en el ciclo génos nazi, en la medida misma en que ya es una técnica de producción, gestión y eliminación de la vida biológica o, mejor dicho, zoológica del hombre

Nietzsche hizo su gran aporte cuando refiriéndose a la “modernidad” dijo que no era otra cosa que el metalenguaje que había permitido responder en términos inmunitarios a una serie de demandas de protección preventiva surgidas del fondo mismo de la vida en el momento en que flaquearon las promesas de salvación trascendente

¿Cuándo lo posible deviene lo intolerable?
Cuando es experimentado como una realidad que ofende las potencias de la vida y las subleva. No se actúa por voluntad política, sino ante todo porque no se puede hacer de otro modo. La voluntad política siempre es segunda, siempre precedida de una profunda experiencia de lo intolerable




Abril 2020