Se trata de liberar al hombre y no dejarle otro origen que aquel en que él mismo quiera reconocerse, coincidió con Nietzsche
Foucault comenzó su travesía fundando una doctrina del saber y esta doctrina lo empujó hacia el descubrimiento de uno de sus temas principales, el poder. Fue tras las huellas de antiguas civilizaciones, en una especie de anagnórisis - forzando el término griego para considerar este reconocimiento de las virtudes griegas y romanas que vinculaban al sujeto con la verdad - como un reconocerse en una especie de identidad espiritual. Una cartografía abierta de posibles rutas y lugares como modos de habitar este pliegue del tiempo. Reunió vestigios de antiguas enseñanzas, excavó bajo los escombros de viejas culturas desaparecidas exiliadas de nuestra memoria, que fueron para él la evidencia de cómo los griegos, los estoicos, los cínicos, se preocupaban de la ética y de la relación para consigo mismos y los demás mientras obviaban las cuestiones religiosas porque no estaban en estricta relación con la ética. Por eso se volcaron más a lo personal, ya que no se ejercitaban en el poder sino solo en la escucha de la autoridad tradicional
Frente a la necesidad de pensar de otro modo a través de una filosofía que indagara en el dilema de un presente que podríamos considerar un presente- pasado - dado los años que nos separan de ese momento - un presente-nuestro donde ha crecido con más fuerzas la cizaña del olvido - del - olvido en el que nos cuesta desatar los nudos culturales y políticos que nos sujetan a los variados discursos que nos impiden reconocernos, Foucault prestó atención especialmente a una práctica que consistía en una especie de sinceramiento crítico que implicaba una tarea sobre sí mismo basada en el dominio de sí, un proyecto de autonomía del sujeto con el acento puesto en un sentido propiamente filosófico de transformación que involucraba liberar y desterritorializar el pensamiento para que los seres puedan reinventar su singularidad, desmarcarse de todo lo que los convierte en simulacros: una actitud, un ethos, una práctica, una ascesis, un saber del sujeto, un saber verdadero. La cuestión que ocupaba a los griegos y los romanos era descubrir en qué medida este saber puede permitir al sujeto no solo actuar como debe actuar sino ser como debe y como quiere ser
Allí donde la Modernidad entiende este saber como una objetivación posible o imposible del sujeto en un campo de conocimientos, los antiguos lo consideraban la constitución de un saber sobre el mundo, como una experiencia espiritual del sujeto y donde se puede percibir el sometimiento del sujeto al orden de la ley. Para ellos la constitución del sujeto era un fin último en sí mismo a través del ejercicio de la verdad
Deberíamos tener en cuenta en este punto la larga transformación que se operó desde un dispositivo desubjetividad enmarcado en el saber y la verdad por parte del sujeto, a éste que está condicionado por el conocimiento del sujeto por sí mismo y por la obediencia a la ley. Así llegamos a la ascesis, una práctica que enriquece y adiestra para las incertezas del futuro y tiene como función generar un sujeto de verdad
La parresía se encuentra en el núcleo de la ascesis, es el hablar claro tanto respecto de cuestiones políticas comorespecto de la vida y la conducta personal, una transmisión desnuda de la verdad que trasladada al discurso foucaultiano como genealogía, va generando una ontología histórica de nosotros mismos, una ética que nos transforma en sujetos morales, una nueva ética de la existencia
La noción de parresía peca a veces de confusa, agravada por el hecho de tener en cuenta el lugar y el tiempo desde donde se mira, no obstante, va mutando a medida que pasan las épocas. Foucault la relee de un modo otro, y le da un sitio cada vez más preferencial cuanto más se ocupa del sentido de la crítica, del poder y del gobierno, y recupera una serie de problemas que se generan desde la situación del presente, como la intransitividad de la libertad, un enfrentamiento irreductible entre gobernante y gobernado, abandonando otros en el camino. Por eso esta parresía foucaultiana es una especie de ficción histórica, una genealogía que no reitera la exactitud objetiva de su desarrollo sino más bien un plano fragmentado de una serie de problemas que plantea la exigencia del presente
Parresía no es tanto el contenido de la verdad cuanto la prudencia y la habilidad del maestro en su abrirse al otro, la cuestión de las maneras a través de las cuales se puede (y se debe) hablar. La verdad de lo que dice se debe poder deducir a través de su conducta. La sinceridad y la apertura son las bases de la relación maestro/discípulo, en un contexto donde lo propio de la filosofía es recobrado bajo una luz transformadora, una clase de saber que no somete al individuo a una verdad que otros exhiben como propia y única por encima de él - un saber abstracto, objetivante, cosificante, homogeneizante - sino un saber relacional, un saber del mundo, transversal, de inter-acción, en el que pueda ponerse en juego una verdad que toque al sujeto y que lo mueva a reconocer y a reconocerse en el acontecimiento de la vida
Decir lo que se piensa. Pensar lo que se dice. Hacer que el lenguaje se corresponda con la conducta, ese es el compromiso que está en la base de la parresía
Foucault vio con lucidez que la libertad individual no es el camino a la sabiduría pues el Estado mismo es el que abreva en el individualismo
La parresía, esa manera de decir la verdad, implica un riesgo importante ya que el parresiasta es fiel a sí mismo cuando asume el coraje de decir la verdad. No obstante, pensar hoy la parresía, su viabilidad, requiere despejar varias cuestiones. Es la ética del decir verdadero en un acto arriesgado y libre, por parte del parresiasta, que se ve desafiado a responder varias instancias; qué decir, cómo, y de acuerdo a qué reglas, y desde qué principios éticos. Pero para el discípulo no es menor el desafío y para que pueda recibir el discurso verdadero es necesario que el parresiasta lo diga todo, que remitiría más bien a la franqueza, la libertad, la apertura que hace que se diga lo que hay que decir, cómo se quiere decir, cuándo y bajo qué forma. Este término tiene que ver con la actitud que los latinos lo tradujeron como libertas, para referirse a la libertad que no solo se basaba en la franqueza de aquel que habla sino en un decir de virtud, pero no se puede dejar de percibir un cierto ademán de autoridad - aunque provenga de la tradición de un saber y por eso mismo - que emana de esa misma libertad de decir y que involucra el riesgo y la responsabilidad - aquí seguimos teniendo en cuenta nuestro presente texturizado de discursos - El discurso crítico sobre las formas de poder esconde entre líneas vestigios de su sombra, quizá por ese resto que en todo discurso impide la clausura, y que, por eso mismo, abre su trama al estilete
Toda mediación de parresía resuena y afecta al maestro, al discípulo y en el enorme riesgo de la misma existencia que se juega entremedio, así el parresiasta se compromete, en el momento mismo en que dice la verdad, a hacer lo que dice y a ser sujeto de una conducta que une punto por punto al sujeto con la verdad que formula. El centro de la parresía es esa adecuación entre el sujeto de la enunciación y el sujeto de la conducta
No obstante, el cuidado de uno mismo en la cultura occidental, está estrechamente unido a la parresía que no constituye un sistema rígido de normas como algo dado objetivamente sino que representa la riesgosa aventura moral de un enfrentamiento, riesgosa tanto para el parresiasta como para el discípulo
Lo que la parresía provoca tanto en el parresiasta como sujeto del pacto que establece consigo mismo y con la verdad, como con el que a su lado penetra en el círculo de la escucha, es la apertura, la eclosión de una situación y la puesta en marcha de la relación exponiéndola a un riesgo indeterminado
El enunciado de la parresía - que se distingue claramente del ritual y la liturgia del preformativo que presupone normas y maneras ya reconocidas por el que enuncia y que producen efectos predeterminados por la intencionalidad que acciona el lenguaje (similares en este caso a las obradas en las prácticas de brujería) - constituye al sujeto en la exacta medida que lo vincula a la libertad, a la verdad y a una dramática de la enunciación en la cual el antagonista está constituido por las instituciones gubernamentales garantes del orden del discurso
El juego entre el gobierno y la crítica, el movimiento por el lcual el sujeto asume el derecho de examinar la verdad sobre sus efectos de poder y el poder sobre sus discursos de verdad actúa problematizando el nudo que enlaza poder, verdad y sujeto. Este enfoque remite a la idea de la relación que este pensamiento mantiene con la actualidad como con aquello que nos toca pensar, un ethos, un ascetismo indispensable, la crítica como una tarea que supone para los involucrados cierta relación consigo mismo y con los otros, que es lo que debe volver a pensarse
Foucault es un intelectual comprometido en un Lugar entre la libertad y poder, por eso afirma que la crítica no puede ser la premisa de un razonamiento que deba concluir en una prescripción. No debería ejercitarse sino más que en los términos de un desafío, o de una resistencia a lo que - es
El papel de un intelectual no consiste en decirles a los demás lo que hay qué hacer. El trabajo de un intelectual no consiste en modelar la voluntad política de los demás; estriba más bien en cuestionar las evidencias y los postulados, en sacudir los hábitos, las formas de actuar y de pensar
La relación entre poder y resistencia viene desde siempre,está impulsada subjetivamente por la libertad y es irreductible. Es lo que Foucault llama “política,” “campo de experiencia”, “juego político ligado al decir verdadero” que supone que el trabajo intelectual debe ser repensado y que paulatinamente Foucault da forma en una noción ético política de la filosofía, la filosofía en actividad en la que él se involucra personalmente y donde se respira otro aire
la filosofía no es soberana sino una filosofía (s) en actividad. La filosofía es el movimiento por el que no sin esfuerzos y tanteos, sueños e ilusiones, nos desprendemos de lo que está adaptado como verdadero y buscamos otras reglas de juego. La filosofía no es sino el desplazamiento y la transformación de los marcos del pensamiento
El intelectual responde ante sí mismo por su elección como por su vocación lo que significa que responde a aquello que lo interroga de la inquietud de la historia
La crítica para Foucault no debe legislar, decir lo que se debe hacer, no puede ser la premisa de un razonamiento que deba concluir en una prescripción, no debe servir de ley para la ley. Si tiene algún sentido, no es reinstalar un sujeto en una posición soberana, en un sitial por encima de las cosas, sino afirmar un desafío o una resistencia a lo que es. Debe ser un instrumento para quienes luchan, resisten y no quieren lo intolerable, o sea, un instrumento de insurrección que implica una toma de posición, o sea
La crítica como virtud, como respuesta a un imperativomucho más urgente y radical que enunciar los errores o las desviaciones que pudieran alterar el progreso de las cosas
Mayo 2020