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293 - Tras las huellas de Foucault III
Frente a una política que naufraga en aguas cenagosas, la potencia del pensamiento de Foucault rebasa el horizonte que impera en la actualidad, despeja el panorama de cómo funciona el poder y acomete el complejo laberinto de conflictos sociopolíticos de un presente de malestar generalizado
Su “caja de herramientas” - que fue diseñada no para la revolución sino para la resistencia frente a la conquista - ha limpiado nuestra manera de ver las cuestiones políticas de este tiempo, de este Ahora, develando cómo funciona el poder, con una visión des-acostumbrada, “extranjera”, que abre caminos a una mirada otra, más aguda, más honda, hacia los mecanismos  estatales de la integración social y  de las garantías de la libertad
En sus primeras investigaciones Foucault no se ocupó específicamente de la política y si hay algunos rastros son poco definidos, pero avanzando el tiempo, las implicancias políticas serán decisivas. Llegó a evidenciar en el análisis del discurso, especialmente el jurídico, la comprensión del poder como una sustancia homogénea que funcionaba sobre criterios de consenso y legitimidad. La institución constituirá entonces el agente de integración donde las relaciones de fuerza se articulan en formas de visibilidad  y de enunciados. Y aquí es donde la institución ocupará el centros principal en la que el ejercicio de poder es condición de posibilidad de un saber, y el saber se convierte en un instrumento del poder

La subjetivación es una especie de pliegue que emerge de una fuerza inherente a sí misma. Mediante ella, ese afuera se conforma en un adentro que se desmarca completamente de lo que es la interioridad: es hace abertura, la condición de posibilidad del pensar  y del resistir

Llegó a comprobar que distintos textos remiten los unos  a los otros, se agolpan en una figura única y convergen con esas instituciones que implicitan significaciones que pueden ser afines, comunes a toda una época y que pasan a formar parte de la expresión de la totalidad y la exceden; así es cómo se configura una especie de gran texto uniforme jamás articulado: un sentido tácito y autónomo, un significado único, al que todos los enunciados remiten y que se oculta bajo lo manifiesto, además de desdoblarlo furtivamente, un poder de decir otra cosa que lo que decía, involucrando una pluralidad de sentidos, de significaciones con un significante único

El “archivista” como lo llamaba Deleuze, el gran archivista, se ocupará solo de enunciados, indiferente a las proposiciones y a las frases que interesaban a sus predecesores, desestimando la verticalidad de las primeras, escalonadas una sobre otra , y la lateralidad de las segundas, que parecían responderse unas a las otras

Al tratar de describir cómo estaba configurado el discurso, era de rigor atender, cada vez, a las reglas de su formación. La tarea más ardua era que lo que surgía no era siempre lo mismo sino una especie de madeja enredada de objetos muy complicados y caóticos. Los discursos no tiene un texto subyacente, el dominio enunciativo está completamente entero en su propio territorio, ocupa su propio lugar, son raros, se los unifica en totalidades y reproducen los sentidos que habitan cada uno. Se distribuyen según un espacio de “déficit”- ley de pobreza - Allí no existe lo posible ni lo virtual. Todo es real, toda realidad en él es manifiesta. Se trata solamente de lo que ha sido formulado ahí

La formación discursiva se convierte en un Bien que plantea desde su misma existencia la cuestión del poder, un Bien que es por naturaleza el objeto de una lucha, y de una lucha política
Por lo tanto, rearmar la historia de lo que ha sido dicho es rehacer en otro sentido el trabajo de la expresión, ir hacia ese secreto interior que lo ha precedido, que se ha depositado en él

Es volver a encontrar ese exterior en el que se reparten en su relativa rareza, en su vecindad llena de lagunas, en el espacio desplegado, los acontecimientos enunciativos


No es la gran voz anónima sino el conjunto de las cosas dichas. No importa quién habla sino que, lo que dice no lo dice, está enredado necesariamente en una exterioridad. Los enunciados se hallan en el espesor de esa agrupación de la que son tomados, no son una totalidad cerrada sino una figura porosa llena de agujeros, quiebres y recortes, según se dispersan al  contacto con el exterior, y su descripción se realiza no para volver al origen sino para encontrar las formas específicas que los imantan para establecer una positividad

Foucault decía que era un positivista afortunado y positividad designó la madeja que trataba de desenredar

Una formación discursiva será individualizada si se puede definir el sistema de formación de las diferencias que en ella se despliegan, si se puede mostrar cómo derivan todas ellas de un mismo juego de relaciones a pesar de su diversidad, a veces radical, y a su dispersión en el tiempo

La positividad de un discurso caracteriza su unidad a través del tiempo y mucho más allá de las obras individuales

Esta circunstancia no posibilita saber quién ha dicho la verdad sino poner en claro la medida en que hablaban de la “misma cosa” colocándose al mismo nivel o a la misma distancia, desplegando el mismo campo conceptual, oponiéndose sobre el mismo campo de batalla 

De este modo la positividad podría denominarse a priori histórico de las cosas dadas y efectivamente dichas, una condición de realidad para unos enunciados, dando cuenta de la circunstancia de que el discurso no tiene únicamente un sentido o una verdad sino una historia específica que no lo lleva a depender de las leyes de un devenir que le es ajeno

El a priori es el conjunto de las reglas que califican una práctica discursiva, reglas que no se implantan desde el exterior sino que están involucradas, comprometidas con aquello mismo que unen. El a priori es él mismo un conjunto transformable y posibilita comprender cómo una historia en particular puede ser no una contingencia absolutamente extrínseca sino una regularidad específica. Un enunciado siempre representa una emisión de pensamientos singulares que se distribuyen en un espacio. No importa si se realiza por primera vez o que sea una repetición o reproducción, Lo fundamental es la regularidad del enunciado

La arqueología, por tanto es el desafío de hacer una historia de lo que los hombres no han dicho, pretende puntualizar no lo que se oculta o manifiesta en los discursos, sino esos mismos discursos. No es interpretación no es alegoría, ni busca algo oculto. Se dirige al discurso en su propio cuerpo, tiende a definir los discursos en aquello que les es propio, demostrar que el juego de las reglas es irreductible a cualquier otro

Es un análisis diferencial de las modalidades del discurso. No es más que una reescritura, una transformación pautada de lo que ha sido dicho y escrito. No es la vuelta al sentido del origen, es la descripción sistemática de un discurso objeto

La “verdad” es algo que se está por producir desde y según el horizonte de sentido del que es capaz un discurso, efectos de sentido con sus propias verdades que se traducen en acontecimientos al penetrar el exterior en el dominio filosófico, histórico y político por medio de la construcción de ficciones que no remiten a un fuera de la verdad sino que construyen algo que no existe todavía
Se ficciona historia a partir de una realidad política que la hace verdadera, o sea una política que no existe todavía a partir de una realidad histórica

 Foucault ha dicho que no ha escrito más que ficciones, y  si bien se puede decir eso, es porque los enunciados se parecen a los sueños y todo cambia, como en un caleidoscopio, según el corpus considerado y la diagonal que se trace, comenta Deleuze, pero también puede decirse que nunca ha escrito sino sobre lo real, con lo real, porque todo es real en el enunciado y toda realidad se manifiesta en él
Foucault ha enfocado su mirada hacia aquello que, ya normalizado, subyace en nuestra realidad, se dirige al pasado para romper con él, con sus verdades legitimadas para abrir un presente otro. Propone una política pegada a la tierra sobre un habitus entrenado para la desgracia e independiente de todo poder y doctrina

Siempre hay una incapacidad para franquear la línea, para pasar al otro lado. Siempre la misma elección del lado del poder, de lo que dice o hace decir, y sin duda, el punto más intenso de las vidas, aquel en el que se concentra su energía, se sitúa allí donde éstos se enfrentan al poder, forcejean con él o escapan a sus trampas

Foucault afirma que los centros difusos de poder no existen sin puntos de resistencia en cierto modo anteriores, y que el poder no tiene por objeto la vida sin rebelión, sin suscitar una vida que se le resiste ya que la fuerza del afuera no cesa de trastocar e invertir los diagramas

¿Y si las relaciones transversales de resistencia no cesan de reestratificarse o de encontrar nudos de poder? 
Si el poder es constitutivo de verdad ¿cómo concebir un poder de la verdad que ya no fuera la verdad de poder, un poder derivado de las líneas integrales de poder?
Y si hay que llegar a la vida – franquear la línea – como potencia del afuera ¿cómo saber que no es un vacío terrorífico y esa vida que parece resistir, la simple distribución en el vacío de muertes parciales, progresivas y lentas?
¿Deleuze sobre Foucault o Foucault sobre Deleuze?

Foucault no solo concibió la muerte como muertes múltiples sino que también la vivió

Qué nos queda si no esas vidas anónimas que solo se manifiestan al enfrentarse en el poder, al forcejear con él, al intercambiar con él palabras breves y estridentes, antes de regresar a la noche de lo que llamaba “la vida de los hombres infames”

Con el liberalismo se da el gran paso hacia un modelo de gobierno cuyo funcionamiento implica conducir las conductas teniendo en cuenta el eje económico político. Foucault evidenció al liberalismo como un gobierno que tiene como meta la producción y la administración de la libertad - libertad no como una realidad preconstruida para cobijarse del despotismo sino como resultado mismo del arte de gobernar liberal que se ocupa de producir y aumentar proporcionalmente las libertades y el control

La libertad es un tablero donde se dirimen las múltiples estrategias del gobierno, una aliada imprescindible del poder y para alcanzarlo es menester que las reglas que manipulan las conductas de todos los individuos sean inmanentes a los mismos procesos sociales en los que toman parte. De allí emerge la normalidad, lo “normal”, lo que da lugar a la norma, o sea la normalización. Previamente deberán crearse los dispositivos que harán posible la creación del sujeto colectivo que se convertirá en un ávido sujeto político gestionado en su propia naturalidad, partiendo de la intervención de un medio artificial que actúa como ancla de las técnicas de poder y que se ejecuta a distancia. No hay liberalismo sin gobierno del deseo, sin la existencia de una esfera de actuación donde los individuos puedan escenificar y perseguir sus propios intereses
El sujeto político va a ser la marca a partir del cual se extenderán los efectos de gobierno a todo el ámbito de la vida de las personas
La preocupación constante de Foucault fue problematizar al sujeto para pensar los desafíos del presente que nos configuran como tales

El sujeto es creado por distintas estrategias de gobierno, lo que significa que carece de una esencia intemporal y que posee una imagen inestable que se sobrescribe constantemente sobre la racionalidad de gobierno en las que se desarrolla su existencia: su cárcel, en la que participa activamente. Esta falta de esencia se debe nada más y nada menos que a que el sujeto coincide con el medio en el cual ha sido creado configurado por notas biológicas, culturales y emocionales, combinadas según los objetivos políticos, un mundo des-medido fabricado a medida del poder

Lo que sigue es que el objetivo final se focalizaría en un sujeto colectivo, una nueva subjetividad política, constituyendo un campo de nuevas realidades


El uso del biopoder como herramienta de control sutil de la población toma en la actualidad una vigencia que devuelve a Foucault al centro de la atención. Un nuevo virus no es únicamente un agente biológico que se reproduce en las células de un organismo sino que también forma parte de una ideología que identifica al Otro con una enfermedad

Pese a permitir el teletrabajo, internet no solo ha acelerado el intercambio de información. El movimiento de mercancías y personas unido al rastreo de datos - seguimiento de las mercancías, servicios de conveniencia a cambio de vigilancia para las personas – nos sitúa ante un momento histórico sumamente frágil e incierto en el que muchos gobiernos intentarán justificar el espionaje masivo a cambio del acto supremo de la demagogia: la emblemática promesa de seguridad bajo la que subyace la instrumentalización de las sensibilidades

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Mayo 2020