desplegar menu

312 - SENSURA 2
¿Qué es el poder? La posibilidad que tiene una sociedad o un Estado, en cualquier momento, de expulsar a un individuo de sus fronteras declarándolo no humano, no nacional, no subjetivo, arrancándole su rostro, así como su biografía, lanzándolo a la muerte o al vacío
Quignard


La subjetivación indefinida del ser humano conduce a la destrucción del sujeto y su socialización ilimitada conduce a la muerte del ciudadano

El siglo XX vio al espíritu reducirse a cenizas porque primero había despersonalizado a los hombres objetivando al yo y sumándolo como parte de una serie numéricamente ordenada, de tal modo que las personas se convertían en más unidades de un arsenal inagotable de unidades semejantes

El individuo, confinado a la figura virtual del sujeto, se ve reducido al rol de un actor  privado de toda responsabilidad en el campo político. La única política realizada fue la destrucción de lo político. Las democracias contemporáneas minimizaron al ciudadano y lo redujeron a la pura virtualidad del sujeto jurídico. En todas las democracias del siglo XX se vivió una decadencia sostenida: cuando el sujeto aparece, el mundo político se retira como si el juego de las virtualidades ocupara entonces el lugar de las realidades efectivas del poder

La subjetivación de la vida política, cuya forma más evidente son los sondeos de opinión, equivale a sustituir el modo de lo real con el de lo posible, aparentando ver en la posibilidad de una elección o de una política, una realidad, mientras que ella no es más que una ilusión producida por lo que Bergson llamó el movimiento retrógrado de lo verdadero

En otros tiempos que hoy parecen ficcionales, la virtud democrática evocaba el valor - virtud política por excelencia -  del ciudadano que enfrentaba los problemas reales de la vida pública junto a sus conciudadanos. Esta virtud comenzó a desgastarse en el siglo pasado virando hacia la vanitas democrática de la inconsistencia y la impostura, de la retórica vacía, la banalidad de la ley y la colonización de la justicia

El individuo no existe más para sí frente a una instancia superior de la que extrae su humanidad, esta diluido en el movimiento de la vida y el movimiento de la historia. Las únicas leyes por la que se rigen los sistemas totalitarios son leyes del movimiento que ven en el ser humano una suma de procesos vitales que han de ser administrados según procedimientos apropiados sin consideración de la propia vida.  De esta manera el ser humano real se ve totalmente sometido por un proceso ilimitado de socialización contra el que nada puede para expresar su libertad de acción. Vulnerado en este proceso salvaje de evolución se siente parte indiferenciada de una marea incontenible, pero la singularidad de cada uno es ese entre la libertad y el destino

Como mero destino uno no alcanzaría la estatura de individuo, el ser humano debe darle un vuelo  elevado a su libertad y responsabilizarse por ese destino que le tocó en suerte luchando por resistirlo, no acomodándose a la situación viviendo la inadecuación que significa el disenso y la perplejidad y la desestabilización que conducen a hacer trizas el fundamento que aparentemente lo sustentaba

La libertad debe ser absoluta y despegarse de los clichés y la uniformización que implica replicarse en otros: solo brilla en la apertura creativa en la que la existencia se abre espontáneamente. No es solo un espacio, es habitar lo abierto

Aun asumiendo un destino gobernado por fuerzas que nos superan, la responsabilidad también es nuestra como nuestro es este mundo indómito, devastado por la ignorancia, la trivialidad y la fruslería ya que contribuimos para que así sea, un mundo donde el sentido está más allá de la espera, un mundo no -más- allá del mundo sino más-allá de los bordes, de las certezas, de la seguridad, de la identidad, lejos de las demandas agotadoras de un sentido detrás de otro y que jamás llega a ser el que debería

Aceptar este destino nos hace seres de exilio en su naturaleza esencial - y “esencial” aquí con todo su peso- llegamos al mundo así, desnudos, provistos de esa naturaleza esencial que aunque estemos solos, estamos con todo el resto del mundo,  la de ser hombres para el hombre sin distinción, la de ser-en-el-mundo antes de cualquier otra significación. Por eso, el sentido del mundo está en cada uno, cada vez al mismo tiempo, como todos y como uno; en cuanto individuos, expresan el mundo entero, expresando de esta forma hasta el último rincón del mundo

El singular plural, el uno numeroso, los unos y los otros, los unos con los otros, es la única alternativa que resta para un mundo como éste que se debate entre el egoísmo y la furia competitiva

El abandono, el exilio, es la categoría ontológica que nos hace comprender nuestro tiempo y nuestra historia

Llegamos a los bordes en el empeño de encontrar un atajo. Solo queda describirlo, narrarlo:  nos sucedió el mundo y le sucedimos, es el único sentido de todo este sin-sentido que hay que peregrinar, una realidad que vive quebrada entre las palabras y las cosas, puntos flojos de una costura abierta donde se vislumbra el caos de una humanidad que trastabilla en la angustia


Ver post 97 SENSURA

                    Julia Vincent Blog


 

 Agosto 2020