Una mirada que desciende de la
antropología y atiende los aparentemente sutiles desplazamientos de sentido
entre las ciencias y las ideologías y la compleja travesía del imaginario
social
El concepto de “social” o “sociedad” ha llegado a
monopolizar toda referencia a lo colectivo, lo popular o lo común, cuando en
realidad surge de una forma colectiva muy particular, la que da a luz ese
imaginario burgués que se inicia en la Europa del siglo XVII con una tajante
voluntad antipopular. Este término que se reservaba a asociaciones de gentes
con una práctica común devino abstracta y fue referida a un pacto social entre
unidades individuales extrañas entre sí, movilizadas solo por su egoísmo. Un
curioso modo de entender lo colectivo que ha colonizado la comprensión que de
la vida en común pudieran tener otras configuraciones imaginarias. Este
panorama pone en claro la victoria ideológica de los unos sobre los perdedores
o “subdesarrollados”. Esos términos se han impuesto por los herederos de la
ilustración antipopular como si fueran universales sin historia
En el campo de lo imaginario se incorpora la
indudable dimensión agónica de lucha, de juegos de poder, que se libra en ese
campo, sin condenarlo a ser mera representación más o menos defectuosa de la
realidad que se supone exterior a él, pero preservando la centralidad que le
devolvieron sus distintos investigadores, sin olvidar su papel preponderante en
los conflictos y luchas de poder
¿Cómo conjugar la actitud de sospecha y la actitud de escucha ambas
ineludibles para cualquier acercamiento a lo imaginario? Paul Ricoeur
Saber oír las diferentes maneras en que los grupos humano se hacen y se
dicen a sí mismos, sin por ello hacer oídos sordos a los modos en que unas
minorías suelen acallar las voces de los más
El imaginario está antes que las imágenes,
haciendo posibles unas e imposibles otras; educa la mirada, una mirada que no
mira nunca directamente las cosas sino que las mira a través de las
configuraciones imaginarias de las que el ojo se alimenta. Cada imaginario crea
un entorno propio, marca su territorio, cada uno habitamos uno, y así nos
obstruye ciertas percepciones, nos hurta ciertos caminos, pero pone a nuestra
disposición toda su potencia, todos sus modos de poder ser
Lo imaginario, lugar de claroscuros y con-fusiones
o co-fusiones, no está constituido por conjuntos ni es un conjunto. Según
Castoriadis, está integrado por magmas como pueden serlo el magma de todos los
recuerdos y representaciones que puede evocar una persona, es antes actividad
que acto, verbo que sustantivo, potencia que dominio, presencia que
representación, calor que frío, antes líquido o gas que sólido o solidificado
Ese torbellino imaginario está continuamente
originando formas determinadas, precipitando en identidades, con-formando así
el mundo que habitamos
Lo que cada grupo humano tiene por realidad está constituido por ilusiones
que se ha olvidado que lo son, como decía Nietzsche, metáforas,
que con el uso reiterado y compartido, se han reificado y han venido a tenerse
por “las cosas tal como son”.
De ahí que
la investigación de las metáforas comunes a una colectividad sean un modo
privilegiado de acceder al conocimiento de su institución imaginaria. Cada
dato, cada hecho, cada concepto, nunca es un “mero dato”, “un hecho desnudo”,
“un concepto puro” pues está cargado con las significaciones imaginarias que lo
han hecho. Lo imaginario está también donde menos se lo supone, en el corazón
mismo de la llamada racionalidad, esa cubierta con la que las sociedades modernas
revisten ciertos productos de su imaginario para protegerlos como los llamados
“primitivos” hacían con sus tabúes y sus fetiches. Así está presente en lo más íntimo de la fuerza
persuasiva de un argumento o concepto científico o en la legitimación de un
sistema político. El imaginario es el lugar de las creencias que no son las que uno tiene
sino las que le tienen a uno
Es por vía imaginaria como se legitiman unos
grupos y acciones y se deslegitiman otros. Ningún sistema de dominación se
mantendría sin un fuerte grado de identificación de los dominados con quienes
los dominan. O sea, colonizar el imaginario del otro imponiéndole el mundo de
uno como el único posible
La metáfora es un potente analizador de los
imaginarios que, sin embargo, se atiene a lo que ellos mismos dicen, es una
tensión entre dos significados que se perciben el uno como si fuera el otro,
pero sin acabar de serlo. Atenta así contra los principios de identidad y de
no-contradicción, que sin embargo, emanan de ella como forma petrificada suya
La cartografía, por ejemplo, remite a un
imaginario – y a una ideología – de conquista. La geometría nos arranca de la
sensación - a nosotros que estamos anclados a ella - y nos hace volver hacia la
naturaleza inteligible e imperecedera. La geometría, como la ciencia en
general, se configuraría y avanzaría hacia el mundo bachelardiano en oposición
a los enredos de la psicología y a las confusiones sociales. En el mundo Sioux
no se puede separar la geometría del poder y la conquista, así, según ellos, su
derrota por el colonialismo blanco se debió al poder mortal de la línea recta y
a su necesidad de cuadrar. Los Sioux nacían en la Tierra y sus sinuosidades,
los occidentales en una plantilla o en una cuadrícula con cartabón y escuadra. Nuestra
geometría es quizás ilusoria pero nuestras ilusiones son geométricas. Este
imaginario rectilíneo deja fuera al mundo mismo, deje fuera el hecho de que el
mundo está inclinado
Si bien es
bastante difícil que nuestra imaginación nos auxilie para experimentar la
vulnerabilidad de nuestro cuerpo y su irremediable clinamen de destrucción,
plasmado inmejorablemente por Kafka al decir “cuando caminamos, olvidamos que
en realidad estamos cayendo”- remitiendo a Lucrecio y su teoría sobre el desvío
de los átomos - esta cenestesia geométrica establece un dato capital que
demuestra cómo este mismo fenómeno compromete nuestra relación con la historia,
con el tiempo y con la vida, neutralizando el afán por progreso lineal y la
ilusión de la propia inmortalidad que bajo el régimen capitalista se revelaron destructivos,
especialmente también para otros pueblos y tribus de la Tierra. Si nuestra
geometría es imaginaria e ideológica, nuestro imaginario y nuestra ideología son
geométricos. Lo perturbador no vendría a ser la universalidad de la ciencia, sino la de
las creencias, no la objetividad de la ciencia sino la cientificización de la
subjetividad
Cuando liberemos los ángulos y las hipotenusas prisioneros del cálculo del
sistema aún habrá que reprimirlas para que no nos escamoteen la ondulación, es
decir la independencia ontológica o las montañas, los cuerpos y las casas
Si la ciencia está sobrecargada de lapsus
inscritos en un imaginario activamente social y antropológicamente “primitivo”,
nuestro espontáneo imaginario social aborda
las cosas y los seres a partir de imágenes científicas, así la raíz
cuadrada de la matemática, metáfora muerta de un mundo campesino, se
corresponde del otro lado con todas esas metáforas vivas de la informática, la
tecnología, la contabilidad, la economía, mediante las que ordenamos, activamos
y jerarquizamos nuestras vinculaciones con el mundo
La
historia, la economía, la cartografía, el orientalismo, la geometría y hasta la
física, todas las disciplinas, han venido siendo deconstruidas por la Sospecha
que ha exhumado y sacado a la luz las luchas de clases, la voluntad de poder, la
construcción de dominios, los intereses ancestrales, pero curiosamente o no
tanto, no ocurrió así con las matemáticas cuya pureza y autonomía - y validez
universal – parecían estar a resguardo de cualquier investigación
Lo que siempre entendimos por matemáticas, puede
pensarse como el desarrollo de una serie de formalismos característicos de la
peculiar manera de entender el mundo de ciertas tribus “burguesas” (europeas). Estas
matemáticas en las que casi todos hemos sido socializados, reflejan un modo muy particular de percibir el espacio
y el tiempo, de clasificar y ordenar el mundo, de concebir lo que se considera
posible El método y el lenguaje que todas las ciencias tienen como
“ideal”, el lenguaje matemático, es el que más convoca la atención pues allí se
apoya el poder ideológico que en sustitución del que juega la religión, en nuestros días juega la ciencia, desafiando el
panorama de ciencia y dominio
El presupuesto de este razonamiento impugna la
posibilidad de un lenguaje 0, de un pensamiento que no pueda decirse griego,
egipcio, babilonio, chino o hindú. Así estos conceptos básicos sirven para
subrayar el carácter tribal de los conceptos básicos de la ciencia occidental
para localizar su presunta universalidad en un imaginario concreto antropológico y
para – finalmente – denunciar esa universalidad por sus efectos destructivos
para los demás
La razón, que produce lo universal y las matemáticas
globales, procede de un poder omnímodo, es una razón difícil y vana, cubre la tierra de
cadáveres y se propaga como la peste, desde su mismo nacimiento, es más
peligrosa, más imperialista, más contagiosa
Hay en este Hoy una gran tribu sin civilizar que
en nombre de la ciencia, la razón, la universalidad, y la democracia, con sus
mapas precisos y sus lentes de gran definición están sumando a todos los seres por encima de sus diferencias
culturales en una universalidad consensuada de destrucción definitiva
La ciencia juega un papel preponderante en la
constitución y legitimación del actual estado del orden del mundo y en la destrucción y
deslegitimación de otros órdenes posibles. Sabemos que el lenguaje nos dice y que, a pesar de eso, creemos que
realmente nos estamos expresando,
mientras que, en realidad, estamos diciendo lo que la estructura de nuestra
lengua y la multitud de metáforas que nos configuran nos obligan a decir. Así,
como las metáforas dan a las cosas y situaciones una consistencia sólida que no está en las cosas mismas, basta con
alterar y subvertir las metáforas imperantes para que empiecen a revelarse
otras cosas y situaciones posibles, si bien antes inimaginables, y así se
incorporan al lenguaje para empezar a conformar y habitar otro mundo,
ciertamente tan ficticio e irreal como el nuestro. De esta manera, las
metáforas se extienden y se diseminan
apoyadas en una acción evangelizadora, en el progreso científico y moral, con
la ayuda de la tecnología, para que adquieran la firmeza de hechos puros y
duros en todo el Planeta, pero esa solidez es ilusoria, es solo el estado actual de
un proceso de consolidación, de progresiva solidificación por su acogida y
utilización
Caminando se hace el camino, y a las cosas se las hace dándoles un nombre
Todas las cosas por fuerza tienen su es y por fuerza todas las cosas tiene su puede
ser
Nada hay que no tenga su es ni nada que no tenga su puede ser. Y el es de
cada cosa no sería sino el nombre que se ha asumido para ella, en tanto que su
puede ser duerme en su interior a la espera de que un nuevo nombre para ella la
despierte
Zhuang
zi
Tanto el estudio de las metáforas que nos piensan
como el papel directamente político e ideológico alcanzado por el
fundamentalismo científico se resuelven del mismo modo, desenmascarando la mentira.
La consolidación de ciertas metáforas es fundamental para el mantenimiento de
la creencia en que “las cosas son como son” y no de otra manera, y es
precisamente la fe en las ciencias la que permite drásticamente ese “cómo” son
las cosas y deslegitima como atraso, delirio o utopía otras potencialidades que
pudieran alterar el actual estado de cosas
Por eso muchas metáforas pertenecen al campo de
las ficciones que las matemáticas y las distintas ciencias han consagrado como
realidades incuestionables, terminantes y objetivas mientras que la exploración
de cómo la conciencia aniquila las singularidades y modela las sensibilidades -
para ponerlas en disponibilidad de sumisión a leyes necesarias y universales (sean
las del mercado, el Estado, la biología) - encuentra en el desenmascaramiento
de algunas de sus metáforas centrales una herramienta inmejorable
El grado 0 de la metáfora se daría en el hecho de
nombrar lo que de singular e irrepetible tiene cada cosa o acontecimiento para
verse como un caso de un concepto, lo que es lo mismo que decir que la singularidad se
hace particular. Por medio de este procedimiento minimizamos la
incertidumbre, exorcizamos la angustia y el desasosiego que nos provoca el
sinfín de novedades y cambios inesperados que nos acontecen a cada paso. Las
etiquetas nos anestesian y nos derivan a las reacciones prefabricadas y
catalogadas para cada uno de los casos evitando así la verdadera respuesta
singular que puede movilizarnos y resultar inconvenientes. Las etiquetas
ordenan el mundo, hacen de un caos un mundo, por eso etiquetar es nombrar,
crear y también por eso conseguir alterar las etiquetas, re - etiquetar las
cosas o los acontecimientos es destruir un mundo y hacer otro, por ejemplo, de
un excluído un oprimido
Los emperadores chinos solían tener un experto en
nombres y etiquetas porque sabían ya que quienes imponen los nombres controlan lo nombrado
No hay objetos ahí afuera esperando para ser percibidos sino que son la
mirada y la lengua las que lo crean
La fuerza de la ideología se asienta en metáforas
“muertas” que viven en nosotros y nos hacen ver por sus ojos, sentir por sus
sensaciones, idear con sus ideas, imaginar con sus imágenes. La alienación
del discurso ideológico radica en esa ocupación del imaginario por un
imaginario ajeno, en el uso de metáforas que imponen una perspectiva que no se
muestra como tal sino como expresión de las cosas mismas, que así resultan
inalterables
La metáfora es así al imaginario colectivo lo que
el lapsus o el síntoma es al inconsciente, o al imaginario de cada cual.
Mediante ella sale a la luz lo no dicho del decir, lo no sabido del saber: su anclaje
imaginario. Caer en que un lapsus es un lapsus, en que una metáfora es una
metáfora, es empezar a caer por el hueco que lleva al imaginario
Así se empieza a ver la densa red en la que ha
quedado atrapada una parte de la realidad, donde las conexiones no son
azarosas, sino que obedecen a la lógica del imaginario
Quizá la poesía sea la única alternativa para
decir, para devastar el lenguaje y mantenerlo en una inestabilidad permanente.
Un tajo en el discurso del mundo, la sombra que viene a desmentirnos
(*) Metáforas que nos piensan. Emmanuel Lizcano
Octubre 2020