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327 - Lo no - dicho del decir
Las líneas que siguen se hacen eco de una mirada (*) nada improvisada y añejada en profundas investigaciones. Un desafío de ir hasta los bordes de lo que fue pensado hasta ahora. Un reto para cabezas adormiladas por la credulidad consensuada y que se inscribe en un inconformismo teórico que parte de la crítica de todas las falsas evidencias que oblícuamente alimentaron y alimentan el nihilismo cultural de occidente, proporcionando datos y reflexiiones inestimables e indispensableas para conservar la lucidez en este mundo

Una mirada que desciende de la antropología y atiende los aparentemente sutiles desplazamientos de sentido entre las ciencias y las ideologías y la compleja travesía del imaginario social

El concepto de “social” o “sociedad” ha llegado a monopolizar toda referencia a lo colectivo, lo popular o lo común, cuando en realidad surge de una forma colectiva muy particular, la que da a luz ese imaginario burgués que se inicia en la Europa del siglo XVII con una tajante voluntad antipopular. Este término que se reservaba a asociaciones de gentes con una práctica común devino abstracta y fue referida a un pacto social entre unidades individuales extrañas entre sí, movilizadas solo por su egoísmo. Un curioso modo de entender lo colectivo que ha colonizado la comprensión que de la vida en común pudieran tener otras configuraciones imaginarias. Este panorama pone en claro la victoria ideológica de los unos sobre los perdedores o “subdesarrollados”. Esos términos se han impuesto por los herederos de la ilustración antipopular como si fueran universales sin historia

En el campo de lo imaginario se incorpora la indudable dimensión agónica de lucha, de juegos de poder, que se libra en ese campo, sin condenarlo a ser mera representación más o menos defectuosa de la realidad que se supone exterior a él, pero preservando la centralidad que le devolvieron sus distintos investigadores, sin olvidar su papel preponderante en los conflictos y luchas de poder

¿Cómo conjugar la actitud de sospecha y la actitud de escucha ambas ineludibles para cualquier acercamiento a lo imaginario?      Paul Ricoeur

Saber oír las diferentes maneras en que los grupos humano se hacen y se dicen a sí mismos, sin por ello hacer oídos sordos a los modos en que unas minorías suelen acallar las voces de los más

 

El imaginario está antes que las imágenes, haciendo posibles unas e imposibles otras; educa la mirada, una mirada que no mira nunca directamente las cosas sino que las mira a través de las configuraciones imaginarias de las que el ojo se alimenta. Cada imaginario crea un entorno propio, marca su territorio, cada uno habitamos uno, y así nos obstruye ciertas percepciones, nos hurta ciertos caminos, pero pone a nuestra disposición toda su potencia, todos sus modos de poder ser

Lo imaginario, lugar de claroscuros y con-fusiones o co-fusiones, no está constituido por conjuntos ni es un conjunto. Según Castoriadis, está integrado por magmas como pueden serlo el magma de todos los recuerdos y representaciones que puede evocar una persona, es antes actividad que acto, verbo que sustantivo, potencia que dominio, presencia que representación, calor que frío, antes líquido o gas que sólido o solidificado

Ese torbellino imaginario está continuamente originando formas determinadas, precipitando en identidades, con-formando así el mundo que habitamos

Lo que cada grupo humano tiene por realidad está constituido por ilusiones que se ha olvidado que lo son, como decía Nietzsche, metáforas, que con el uso reiterado y compartido, se han reificado y han venido a tenerse por “las cosas tal como son”.

 De ahí que la investigación de las metáforas comunes a una colectividad sean un modo privilegiado de acceder al conocimiento de su institución imaginaria. Cada dato, cada hecho, cada concepto, nunca es un “mero dato”, “un hecho desnudo”, “un concepto puro” pues está cargado con las significaciones imaginarias que lo han hecho. Lo imaginario está también donde menos se lo supone, en el corazón mismo de la llamada racionalidad, esa cubierta con la que las sociedades modernas revisten ciertos productos de su imaginario para protegerlos como los llamados “primitivos” hacían con sus tabúes y sus fetiches. Así  está presente en lo más íntimo de la fuerza persuasiva de un argumento o concepto científico o en la legitimación de un sistema político. El imaginario es el lugar de las creencias que no son las que uno tiene sino las que le tienen a uno

Es por vía imaginaria como se legitiman unos grupos y acciones y se deslegitiman otros. Ningún sistema de dominación se mantendría sin un fuerte grado de identificación de los dominados con quienes los dominan. O sea, colonizar el imaginario del otro imponiéndole el mundo de uno como el único posible

La metáfora es un potente analizador de los imaginarios que, sin embargo, se atiene a lo que ellos mismos dicen, es una tensión entre dos significados que se perciben el uno como si fuera el otro, pero sin acabar de serlo. Atenta así contra los principios de identidad y de no-contradicción, que sin embargo, emanan de ella como forma petrificada suya

La cartografía, por ejemplo, remite a un imaginario – y a una ideología – de conquista. La geometría nos arranca de la sensación - a nosotros que estamos anclados a ella - y nos hace volver hacia la naturaleza inteligible e imperecedera. La geometría, como la ciencia en general, se configuraría y avanzaría hacia el mundo bachelardiano en oposición a los enredos de la psicología y a las confusiones sociales. En el mundo Sioux no se puede separar la geometría del poder y la conquista, así, según ellos, su derrota por el colonialismo blanco se debió al poder mortal de la línea recta y a su necesidad de cuadrar. Los Sioux nacían en la Tierra y sus sinuosidades, los occidentales en una plantilla o en una cuadrícula con cartabón y escuadra. Nuestra geometría es quizás ilusoria pero nuestras ilusiones son geométricas. Este imaginario rectilíneo deja fuera al mundo mismo, deje fuera el hecho de que el mundo está inclinado

 Si bien es bastante difícil que nuestra imaginación nos auxilie para experimentar la vulnerabilidad de nuestro cuerpo y su irremediable clinamen de destrucción, plasmado inmejorablemente por Kafka al decir “cuando caminamos, olvidamos que en realidad estamos cayendo”- remitiendo a Lucrecio y su teoría sobre el desvío de los átomos - esta cenestesia geométrica establece un dato capital que demuestra cómo este mismo fenómeno compromete nuestra relación con la historia, con el tiempo y con la vida, neutralizando el afán por progreso lineal y la ilusión de la propia inmortalidad que bajo el régimen capitalista se revelaron destructivos, especialmente también para otros pueblos y tribus de la Tierra. Si nuestra geometría es imaginaria e ideológica, nuestro imaginario y nuestra ideología son geométricos. Lo perturbador no vendría a ser la universalidad de la ciencia, sino la de las creencias, no la objetividad de la ciencia sino la cientificización de la subjetividad

Cuando liberemos los ángulos y las hipotenusas prisioneros del cálculo del sistema aún habrá que reprimirlas para que no nos escamoteen la ondulación, es decir la independencia ontológica o las montañas, los cuerpos y las casas

 

Si la ciencia está sobrecargada de lapsus inscritos en un imaginario activamente social y antropológicamente “primitivo”, nuestro  espontáneo imaginario social aborda las cosas y los seres a partir de imágenes científicas, así la raíz cuadrada de la matemática, metáfora muerta de un mundo campesino, se corresponde del otro lado con todas esas metáforas vivas de la informática, la tecnología, la contabilidad, la economía, mediante las que ordenamos, activamos y jerarquizamos nuestras vinculaciones con el mundo

La historia, la economía, la cartografía, el orientalismo, la geometría y hasta la física, todas las disciplinas, han venido siendo deconstruidas por la Sospecha que ha exhumado y sacado a la luz   las luchas de clases, la voluntad de poder, la construcción de dominios, los intereses ancestrales, pero curiosamente o no tanto, no ocurrió así con las matemáticas cuya pureza y autonomía - y validez universal – parecían estar a resguardo de cualquier investigación

Lo que siempre entendimos por matemáticas, puede pensarse como el desarrollo de una serie de formalismos característicos de la peculiar manera de entender el mundo de ciertas tribus “burguesas” (europeas). Estas matemáticas en las que casi todos hemos sido socializados, reflejan  un modo muy particular de percibir el espacio y el tiempo, de clasificar y ordenar el mundo, de concebir lo que se considera posible El método y el lenguaje que todas las ciencias tienen como “ideal”, el lenguaje matemático, es el que más convoca la atención pues allí se apoya el poder ideológico que en sustitución del que juega la religión, en  nuestros días juega la ciencia, desafiando el panorama de ciencia y dominio

El presupuesto de este razonamiento impugna la posibilidad de un lenguaje 0, de un pensamiento que no pueda decirse griego, egipcio, babilonio, chino o hindú. Así estos conceptos básicos sirven para subrayar el carácter tribal de los conceptos básicos de la ciencia occidental para localizar su presunta universalidad en un imaginario concreto antropológico y para – finalmente – denunciar esa universalidad por sus efectos destructivos para los demás

La razón, que produce lo universal y las matemáticas globales, procede de un poder omnímodo, es una razón difícil y vana, cubre la tierra de cadáveres y se propaga como la peste, desde su mismo nacimiento, es más peligrosa, más imperialista, más contagiosa

Hay en este Hoy una gran tribu sin civilizar que en nombre de la ciencia, la razón, la universalidad, y la democracia, con sus mapas precisos y sus lentes de gran definición están sumando  a todos los seres por encima de sus diferencias culturales en una universalidad consensuada de destrucción definitiva

La ciencia juega un papel preponderante en la constitución y legitimación del actual estado del  orden del mundo y en la destrucción y deslegitimación de otros órdenes posibles. Sabemos que el lenguaje nos dice y  que, a pesar de eso, creemos que realmente  nos estamos expresando, mientras que, en realidad, estamos diciendo lo que la estructura de nuestra lengua y la multitud de metáforas que nos configuran nos obligan a decir. Así, como las metáforas dan a las cosas y situaciones una consistencia sólida  que no está en las cosas mismas, basta con alterar y subvertir las metáforas imperantes para que empiecen a revelarse otras cosas y situaciones posibles, si bien antes inimaginables, y así se incorporan al lenguaje para empezar a conformar y habitar otro mundo, ciertamente tan ficticio e irreal como el nuestro. De esta manera, las metáforas  se extienden y se diseminan apoyadas en una acción evangelizadora, en el progreso científico y moral, con la ayuda de la tecnología, para que adquieran la firmeza de hechos puros y duros en todo el Planeta, pero esa solidez es ilusoria, es solo el estado actual de un proceso de consolidación, de progresiva solidificación por su acogida y utilización

 

Caminando se hace el camino, y a las cosas se las hace dándoles un nombre

Todas las cosas por fuerza tienen su es  y por fuerza todas las cosas tiene su puede ser

Nada hay que no tenga su es ni nada que no tenga su puede ser. Y el es de cada cosa no sería sino el nombre que se ha asumido para ella, en tanto que su puede ser duerme en su interior a la espera de que un nuevo nombre para ella la despierte

                                                                   Zhuang zi

 

Tanto el estudio de las metáforas que nos piensan como el papel directamente político e ideológico alcanzado por el fundamentalismo científico se resuelven del mismo modo, desenmascarando la mentira. La consolidación de ciertas metáforas es fundamental para el mantenimiento de la creencia en que “las cosas son como son” y no de otra manera, y es precisamente la fe en las ciencias la que permite drásticamente ese “cómo” son las cosas y deslegitima como atraso, delirio o utopía otras potencialidades que pudieran alterar el actual estado de cosas

Por eso muchas metáforas pertenecen al campo de las ficciones que las matemáticas y las distintas ciencias han consagrado como realidades incuestionables, terminantes y objetivas mientras que la exploración de cómo la conciencia aniquila las singularidades y modela las sensibilidades - para ponerlas en disponibilidad de sumisión a leyes necesarias y universales (sean las del mercado, el Estado, la biología) - encuentra en el desenmascaramiento de algunas de sus metáforas centrales una herramienta inmejorable

El grado 0 de la metáfora se daría en el hecho de nombrar lo que de singular e irrepetible tiene cada cosa o acontecimiento para verse como un caso de un concepto, lo que es lo mismo que decir que la singularidad se hace particular. Por medio de este procedimiento minimizamos la incertidumbre, exorcizamos la angustia y el desasosiego que nos provoca el sinfín de novedades y cambios inesperados que nos acontecen a cada paso. Las etiquetas nos anestesian y nos derivan a las reacciones prefabricadas y catalogadas para cada uno de los casos evitando así la verdadera respuesta singular que puede movilizarnos y resultar inconvenientes. Las etiquetas ordenan el mundo, hacen de un caos un mundo, por eso etiquetar es nombrar, crear y también por eso conseguir alterar las etiquetas, re - etiquetar las cosas o los acontecimientos es destruir un mundo y hacer otro, por ejemplo, de un excluído un oprimido

Los emperadores chinos solían tener un experto en nombres y etiquetas porque sabían ya que quienes imponen los nombres controlan lo nombrado

No hay objetos ahí afuera esperando para ser percibidos sino que son la mirada y la lengua las que lo crean

La fuerza de la ideología se asienta en metáforas “muertas” que viven en nosotros y nos hacen ver por sus ojos, sentir por sus sensaciones, idear con sus ideas, imaginar con sus imágenes. La alienación del discurso ideológico radica en esa ocupación del imaginario por un imaginario ajeno, en el uso de metáforas que imponen una perspectiva que no se muestra como tal sino como expresión de las cosas mismas, que así resultan inalterables

 

La metáfora es así al imaginario colectivo lo que el lapsus o el síntoma es al inconsciente, o al imaginario de cada cual. Mediante ella sale a la luz lo no dicho del decir, lo no sabido del saber: su anclaje imaginario. Caer en que un lapsus es un lapsus, en que una metáfora es una metáfora, es empezar a caer por el hueco que lleva al imaginario

Así se empieza a ver la densa red en la que ha quedado atrapada una parte de la realidad, donde las conexiones no son azarosas, sino que obedecen a la lógica del imaginario

Quizá la poesía sea la única alternativa para decir, para devastar el lenguaje y mantenerlo en una inestabilidad permanente. Un tajo en el discurso del mundo, la sombra que viene a desmentirnos

 

 

(*) Metáforas que nos piensan. Emmanuel Lizcano

 

 

Octubre 2020