cuánto alboroto enroscado de un extremo a otro de las sienes
cuánto ruido
cuánto fuego
despilfarrado
vano inútil
frente a lo etéreo de esa otra dimensión de lo impalpable
la aburrida descortesía de lo cotidiano
el descontento de no estar en casa cuando se está allí mismo
extraviado y a punto de estallar y en un instante se percibe la solemnidad de
lo pequeño
una iluminación profana que desarraiga los ojos sin apuro
el secreto de una vida quizá solo se alcance en la
desolación
en el menos en la incomodidad en el desajuste en una ira
pura y desnuda
en un grito prolongado en una sublime extenuación
en la periferia de los días desatados de la trama
quizá
a veces el ojo insomne alcanza luces sutiles que enceguecen la noche en el pliegue furtivo de un devenir sinuoso amortiguado
pistas para el contemplador
ademanes como oportunidades para entreabrir los alrededores
atajos hacia lo no advertido lo innombrado lo sin marca lo
sin firma lo sin voz
el desafío de bucear entre los signos con una inocencia
prestada