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349 - Leyendo a Henri Meschonnic
La aventura, ir adonde uno no ha ido, adonde nadie todavía ha ido. No solamente a tierras desconocidas. Es, también, siempre tal vez, lo que anula la diferencia física entre el viaje hacia comarcas extrañas y reflexionar sobre el mundo desde la propia casa. Es pensar lo que no se ha pensado, lo que todavía nunca se ha pensado. Resonancias deleuzianas

Pensar el hoy, vivir el hoy, pensar este vivir no es otra cosa que vivir el pensamiento, dejarlo vivir, que es siempre contra la época, contra los vítores y las loas contemporáneos, contra el poder, contra el consenso y sus innumerables rutas convergentes, su tautología disfrazada de verdad; es pensar contra el excesivo entregarse a la vida que se enreda en un entusiasmo febril que la banaliza y la traiciona - el “estoy en todas partes que es ninguna parte” - Esa pecera en la que somos el pez rojo, aquél que tomó los límites de la pecera como la naturaleza de las cosas

Es un poema del pensamiento, el que Meschonnic encuentra en Spinoza, la unidad de concepto y afecto, una escritura por medio de la cual cada uno se escribe y se rescribe sin cesar, la aventura del infinito desangrarse del sentido que comienza y recomienza sin fin cada vez que el pensamiento arriba a su desastre, un liberarlo de las sujeciones impuestas por el marco social, la religión, la historia, el Estado, los estudios, la profesión que suele acartonar la prístina libertad de ser: un pensar libremente por sí mismo que requiere la necesidad de crear una poética del pensamiento, convocados a pensar el sujeto del arte, del poema, de la ética y de la política como historicidad abierta, subjetivación en proceso, obra por venir, sublime incumplimiento

Al utilizar nociones canónicas como novela y poema, por ejemplo, Meschonnic advierte que lidia con entidades reales, con la vieja oposición que una incultura y un no-pensamiento considera pertenecientes a una edad media del pensamiento. No obstante, los llama pensamiento y novela aunque no sea su representación habitual. Evidentemente ha derribado muchos mitos para demostrar que asume la individuación como la invención misma de uno mismo, la aventura, y la condición de la ética como desafío de los sujetos

Su posición extemporánea a ultranza, consideraba la crítica como una afirmación - primera e intempestiva - que implicaba una destrucción, una tarea excavadora y siempre inacabada, siempre en el presente. Frente a la clausura que implica la totalidad, Meschonnic insta a pensar lo que concierne al arte y a la literatura, lo que llama poética, que es el terreno de la crítica, donde el juego de la poética se perdió y está impensado

La crítica es ejercicio de reconocimiento de las estrategias y de denuncia de los efectos de poder. La crítica como relación con el lenguaje y con la sociedad es el vínculo mismo entre la ética y lo político

 

Allí encuentra la unidad entre cuerpo y alma - no la unión de lo separado con lo separado. El signo siempre le resultó un obstáculo insalvable para entender el pensamiento que amalgamaba inextricablemente afecto y concepto, y lo enfrentaba al ritmo, la huella del cuerpo en el lenguaje, mientras que el signo se encargaba de borrarlo

Sus reflexiones arremetieron contra casi todos los filósofos de quienes no obstante se encuentran resonancias - a quienes les reprochaba un ejercicio intelectual meramente explicativo acomodado en el orden consensual. Defendió a Spinoza contra quienes querían ver su pensamiento como un sistema explicativo

Quizá por esas a veces frontales, despectivas, y hasta impiadosas críticas, desapareció en una especie de niebla que solía despejarse cada vez que un ejemplar de sus libros aparecía en el anaquel de alguna librería de culto que permaneciera ajena a sus inconveniencias y fuera a dar en las manos de algún lector al que le fuera indiferente su arrogancia y la bajada de línea perpetrada contra sus más caros pensadores

Henri Meshonnic es uno de esos autores que se encuentran...

Ni contestatario ni adaptativo, consideraba que el trabajo de la crítica es el de la conciencia oscura de la época. Entre el historicismo y el fin de la historia introdujo la historicidad como invención continuada en el presente, no valor consagrado. Entre el Sujeto y el no-sujeto, la subjetivación, como actividad, no como apoyo, de donde surge el sujeto del poema - al mismo tiempo ético y político -, la obra de arte por venir, entre el arte existente consagrado o por consagrar y el arte sin obra, que ya no sería arte sino mirada sobre el arte

Pensar es un arte, el movimiento mismo de la invención y la reinvención de las maneras de ver, de oír, de entender, de sentir las relaciones con uno mismo y con el mundo

Por tanto, la aventura se confunde totalmente con el pensamiento como creación lo que pauta la diferencia con el saber que representa la preservación del orden instituido, y obviamente, sin tomar parte en la invención del pensamiento, 

un pensamiento de la contra, un combate contra el mantenimiento del orden estandarizado, y, por lo tanto, una utopía del pensamiento por cuanto en ese caso no tiene lugar en el reino de las ideas aceptadas, consensuadas, replicadas. Pero, la utopía puede tomar cuerpo y para que exista debe contener una necesidad interna que la impulse a plasmar lo que la sociedad resiste y rechaza, de esta forma, la aventura del pensamiento desenmascara la forma de la ignorancia del saber que le es propia y, al mismo tiempo, su imposibilidad de reconocerla

Aventurarse en el pensamiento conlleva la necesidad interna de su propio explorarse, tratarlo como un poema; y solo es una obra de arte si es una actividad, no un producto. Implica una desideologización de todo lo que a él se refiere, una des-dogmatización, una des-absolutización del lenguaje, del poema, de la ética y de la política, un avanzar contra las asociaciones de ideas que forman las ideas admitidas, retenidas - y si son retenidas es porque ya no se mueven, estado cataléptico que no está lejos de la muerte, para una idea -  hay lugar, es vital, para practicar una disociación de ideas. Para volver a encontrar las preguntas que las respuestas esconden

El lenguaje es el medio mismo del infinito en el pensamiento. No pensar el lenguaje es tanto como no pensar. La escritura ocupa el lugar del testigo de una vida singular marcada por el lenguaje, la historia, la corporalidad, en suma, por todo lo que le ha tocado vivir al sujeto. Se rescata la corporalidad del lenguaje inscripto en la escritura partiendo de que escribir es pensar, o sea que la sintaxis, la composición, el ritmo tienen efectos de pensamiento y de significado. El sujeto del poema potencia al signo con las fuerzas del cuerpo y de esa manera transmite los afectos en los conceptos La lengua no es la que genera relaciones entre afectos y conceptos. Lo es un pensamiento de un sujeto en una lengua, una relación única: leer el afecto como escritura del pensamiento

Pensar necesariamente supone una incomodidad para quienes ven perturbado su posición establecida. Entraña una desadecuación con aquello que nos conforma y nos satisface. Es la novela del pensamiento, la que supone una transformación, sin la que no existiría razón ni medio para salir del orden establecido

El pensamiento no se lleva bien con el saber porque es intempestivo o no es. Pensar es trabajar contra los clichés. Pensar es pensar lo extranjero, volver la identidad contra ella misma. Es un trabajo tratar de salir de ella: mostrar que la identidad solo adviene en la alteridad. No podemos dejar de apercibirnos del historial de citas que nos hablan cuando leemos -  Nietzsche, Deleuze, Rancière, Derrida, Foucault… para evitar leer nuestras propias lecturas sobre el autor, pero es innegable que están presentes. No obstante, tenerlas en cuenta, es un punto de partida válido para despejar sus planteos y sus diferencias y para dejarnos seducir por las rutas divergentes de lo impensado

Entrenarse en ver, en oír todo lo que uno no sabe que se ve y se oye es el placer. Es por eso que el arte del lenguaje es el lugar mayor de esta escucha donde se da el constante abochornar el sentido del lenguaje

Desde siempre estamos compartimentados en lo discontinuo, que nos impide ver que vivimos, también, e incluso y sobre todo, en lo continuo. Vivimos en el ritmo sin saberlo, porque pensamos en una métrica social. Meschonnic redescubre el trazo continuo spinozista, afecto – concepto, la interacción entre poema e historia

Creemos con Meschonnic por ejemplo, que las conmemoraciones ritman el tiempo social. Dan un sentido listo de antemano a lo que tal vez tendrá otros, o no, más tarde. Manifiestan un sentido retrospectivo de la historia, clausurándola. Se trata solamente de una métrica social del pensamiento. Pues nada se parece más al ritmo que la métrica, porque el ritmo del pensamiento es su propio desconocido

La sociedad, mediante la proliferación de celebraciones transforma el tiempo del pensamiento congelándolo en calendarios, en programación cultural. Rápidamente la cultura deviene lo cultural. Pasa que el abuso de las celebraciones como tiempo cultural, tiende a convertirse en sustituto de un presente ausente, el presente en un presente de repetición. Un sucedáneo. Al devastar la cronología, se derrumba la trampa de la totalidad. Cuantas más celebraciones de la memoria hay, más los individuos se protegen a través de ellas y más se enmascara una angustia del futuro y una angustia del presente. A más pasado, menos presente 

Si queremos salir de esta mascarada pensemos ritmo

La poesía, en cambio, está llena de despertares. No se celebra el presente, se lo vive, es lo que la poesía tiene en común con el presente. Ella no celebra. Transforma

Spinoza tenía sospechas con respecto a una forma de vida donde se gozara eternamente de la alegría, pero, no obstante, encontró “su” alegría en el pensamiento, un pensamiento filosófico, una poética del pensamiento, pero también una poética de la existencia a partir de formas del pensamiento, del lenguaje y de la escritura donde pensar, decir y hacer eran una sola cosa y una misma relación vital: formaban parte de un mismo habitar

Al apostar por una forma de vida, se hace necesario transformar el orden, los modos ordinarios y establecidos para la vida; ponerla en tensión, transvalorar los valores que la conducen y la reglan. Spinoza apuesta por ser de otro modo de vida de cómo “se debe” ser, se esfuerza por lo que puede su propia vida, por darle formas otras, por sumergirse en una voluntad de vivir siempre del mejor modo posible, de acuerdo a las relaciones que puedan entrar o no en composición con su existencia, en términos de lo que ésta “puede”

El placer de vivir este pensamiento y de pensar este vivir es una relación con el tiempo del pensamiento, una historización radical del tiempo como un infinito de la historia y un infinito del sentido

Somos a cada instante fragmentos de infinito

Escribir piensa. Pensar no escribe. Escribir encuentra lo que aquel que escribió no podría pensar sin la obra escrita


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Enero 2021