desplegar menu

358 - La carne del lenguaje
Hay pensadores que se traban en nuestra biblioteca, que siempre estuvieron allí, y en un momento dado, se liberan, nos caen en las manos y nos dan la ocasión de redescubrirlo y de reconocerlo en las palabras de muchos de nuestros autores más respetados. Maurice Merleau-Ponty en este caso

La intención de estas líneas es presentar una de las islas que componen su extenso archipiélago de ideas, la recuperación del cuerpo y la restitución de la carne al lenguaje que comparte con Jean-Luc Nancy, no obstante sus diferencias, y que contribuye al surgimiento de una nueva ontología tan necesaria en estos tiempos

Si el lenguaje es una expresión cerrada, con una intención de concepto, de clausura - simplemente un lenguaje ya hablado, fatigado- no podrá sorprender, no podrá despertar el asombro necesario para enriquecer al mundo, para develar lo nuevo que hay en él y simplemente se atendrá a lo que está allí, lo conocido, lo sabido, la consabida significación que construimos entre todos, la significación ya gastada, el lenguaje adquirido del que disponemos y que desaparece ante el sentido en cuyo portador se ha convertido

Pero está el otro ejercicio del lenguaje que ostenta su poder creativo, se abre a nuevas significaciones, el lenguaje naciente, que surge en el momento de la expresión, y que logra deslizarse de los signos al sentido, cuando difunto como signo-señal, renace como lenguaje

El signo es la huella de la violencia de lo instituido, condensa toda la violencia del gesto que inaugura la significación. El sentido de ese lenguaje naciente no reside en pasar de un significante a un significado, no remite a algo anterior o posterior al lenguaje, remite a sí mismo. Es lo que es

Escribir es mucho más que enunciar lo que se ha concebido - a veces, es más, otras, menos -, un plus de todas maneras, que proviene de una serie de paradojas que hacen del oficio de escritor una tarea extenuante, interminable, que le exige avanzar en su expresión rindiéndose al poder expresivo del lenguaje que es el que nos arroja sobre lo que significa y se disimula ante nosotros en su mismo realizarse. Triunfa borrándose. Las palabras, una vez enfriadas, vuelven a caer sobre la página reducidas a simples signos, pero son ellos, los vocablos, los que nos han hablado, palabra más que lenguaje, la voz y su eco al mismo tiempo

La palabra hace surgir un sentido nuevo, si es palabra auténtica, como el gesto confiere, por primera vez, un sentido humano al objeto, si se trata de un gesto de iniciación

El escritor se sirve de palabras que se han ido generando en lo hondo de lo vivido, que, en determinadas situaciones envuelven un sentido ya instaurado, palabras que son familiares a todos pero que dispuestas de otro modo revelan lo aun no pensado ni lo aun no dicho, trasladando al lector a territorios desconocidos. La institución asfixia lo instituyente. El sentido del lenguaje instituido asfixia el sentido que está por hacerse, el lenguaje instituyente: es un sentido lateral u oblícuo que resulta del tráfico de las palabras mismas

El poder del lenguaje instituyente tensiona los sentidos sedimentados, los perturba para hacerles decir no se sabe qué, ni para qué ni a quién, porque lo dicho allí no ha sido dicho nunca

El lenguaje naciente tiene la capacidad de expresar el mundo, nuestro estar en el mundo porque ha nacido en el mundo y lo lleva en sus entrañas

Tiene la capacidad de hacer aflorar todas las relaciones profundas de lo vivido. Comprende el encierro de lo visible en el sujeto viviente y de lo vivido sobre el lenguaje, del lenguaje sobre lo vivido y lo visible y los intercambios entre las articulaciones de su paisaje mudo y las de su palabra


La palabra acoge al mundo silencioso y metamorfosea sus estructuras para abrir el mundo de la expresión. Cuando ella transforma sus estructuras del mundo visible y se hace mirada de la mente es siempre en virtud del fenómeno de reversibilidad que sostiene tanto a la percepción como a la palabra y que se manifiesta tanto por una existencia casi carnal de la idea como por una sublimación de la carne

La reversibilidad es la característica esencial de la palabra en la que el autor se apoya para sostener la posibilidad de la migración de un mundo a otro. Silencio y lenguaje constituyen los dos mundos de esa verdad

Para acercarse al problema de la sublimación del modo mudo al de la expresión es necesario tener en cuenta que el lenguaje debe considerarse en su estado naciente creativo y nunca como un conjunto de significaciones cerradas y unívocas. La sublimación permite pensar la relación entre percepción y lenguaje sin la intervención del espíritu como donador de sentido

Es un lenguaje que no necesita ser traducido en significaciones y pensamientos porque es significación, vehiculiza el pensamiento

Este lenguaje naciente o hablante desaparece en el lenguaje hablado que pretende neutralizar su poder de expresión y hacerlo pasar desapercibido, como si hablar o escribir fuera simplemente un reemplazo de una percepción o una idea por un signo convencional, acústico o visual

La palabra nombra la cosa, y al nombrarla hace que la cosa se adecúe a la palabra provocando un falso reconocimiento

Lo expresado no precede a la expresión, pero la expresión lograda hace que los roles se inviertan y la expresión se adecúe a lo expresado como si una rosa fuera desde antes de ser nombrada, desde siempre, “una rosa”. El falso reconocimiento - citado más arriba - hace que la expresión parezca habitarlo expresado desde siempre

La noción de carne es una clave de apertura, un eje central en la explicitación del pasaje del mundo de la percepción al mundo de la expresión en Merleau- Ponty. Nos permite comprender la discontinuidad entre ambos mundos que, aunque análogos, son diversos. Dejando de lado toda dicotomía que ha instalado la polaridad cuerpo - espíritu, afirma que hay un cuerpo del espíritu y un espíritu del cuerpo y un quiasmo entre ellos que se da en la carne

La palabra es esa región de la carne que posibilita pensar una vía de sublimación entre esos dos mundos citados, diversos pero no por ello incomunicados

La carne no se piensa a partir de la materia y el espíritu, pues entonces sería la unión de los contrarios sino como elemento emblema de una manera de ser en general…revela el exceso dentro del ser, el ser como éxtasis. No explica el ser y tampoco viceversa - el ser no explica la carne -: se revelan mutuamente, es el lugar de emergencia de una pasividad que sostiene una actividad. Hace perceptible lo que la imaginación no puede imaginar, ni el lenguaje nombrar, ni el pensamiento pensar

 

La noción de carne se erige como pivote entre un mundo y el otro, quid para acercarse al secreto entre la percepción y el lenguaje. Entre estos dos mundos hay ruptura y continuidad, el quiebre se visibiliza en el pasaje de uno a otro. La continuidad se evidencia en la noción de sentido. Tanto la percepción como el lenguaje no son órdenes distintos, sino que ambos proceden de un mismo origen que se halla en la esencia, aquello sin lo cual no habría mundo, ni lenguaje, ni cosa alguna: La esencia es el sentido tanto de lo percibido como de lo hablado y lo pensado y se encuentra sostenida por el tejido de la experiencia, por la carne del tiempo

La esencia así concebida la hallamos en aquella “región salvaje” en la que las ideas aparecen articuladas en los engranajes secretos de nuestra experiencia. Son aquellas esencias carnales que no pueden sernos dadas al margen de lo sensible: esencias salvajes

La carne debería ser comprendida como la condición de posibilidad de la comunicación de la experiencia, punto clave para comprender la migración de sentido de un mundo al otro y funcionaría como la bisagra que hace posible la sublimación de la experiencia en el lenguaje

Ser - en – la – verdad no es diferente de ser - en - el - mundo, así la verdad vendría a ser la articulación en la carne del lenguaje de aquellas ideas sensibles incrustadas en el ser, ideas de la carne del mundo, lugar propio de la manifestación de esas ideas sensibles que pueden ser sublimadas en la carne más liviana del lenguaje

La idealidad pura no es ella misma sin carne ni libre de las estructuras de horizonte: vive de ellas, aunque se trate de otra carne y de otros horizontes. Es como si la visibilidad que anima al mundo sensible emigrara no afuera de todo cuerpo, sino a otro cuerpo, menos pesado, más transparente: como si cambiase de carne abandonando la del cuerpo por la del lenguaje y quedara por ello momentáneamente exenta, pero no definitivamente libre de toda condición

 

El lenguaje se presenta como una pantalla que se instala entre el cuerpo y las cosas cortando el tejido que las une. La carne del lenguaje se monta sobre la carne del mundo y, como amoldándose a su estructura, se despliega tomando su forma

La palabra es parte total de las significaciones como lo es la carne de lo visible. Al igual que la carne, por medio de cierta transformación, la palabra despliega y abre otro mundo, el mundo de las ideas. Siendo parte del mundo visible es también asilo del mundo inteligible porque se prolonga en lo invisible. Es el lenguaje el que abre un campo de lo nombrable y lo decible transformando las estructuras del mundo visible. Al igual que la visibilidad sostiene la percepción, la palabra sostiene la idealidad, y se manifiesta como fenómeno reversible: existe una reversibilidad entre ella y lo que significa

Eso es el quiasmo: la reversibilidad

 

Carne es un nombre para lo que no tiene nombre: da albergue a lo innombrable, a la diferencia

Nombrar es clasificar, encerrar lo clasificado en un régimen de oposiciones. Carne no es un nombre, es la traza que deja la carne temblando

Las cosas del mundo solo existen en los rayos del espacio tiempo emitidos en el secreto de mi carne, no aparecen al sujeto que sobrevuela el mundo porque este sujeto no es mundo, no tiene profundidad, en cambio mi cuerpo es carne, es sintiente sensible, es hondura, es cosa del mundo y Visibilidad

 

La idea es un sentido segundo de la visión, es sublimación de la carne en pensamiento

La expresión de la verdad es la expresión del mundo circundante en el que estamos involucrados y que se realiza por medio del lenguaje compuesto por palabras instituidas que nombran el mundo circundante en tanto que han nacido en medio de este, y por lo tanto lo contienen. Verdad como una noción deviniente, ya que por medio de las continuas instituciones de sentido que se dan en el lenguaje, se aprehenden nuevas manifestaciones del ser hasta ahora ocultas

Cuando el lenguaje funciona verdaderamente no es una simple invitación al que escucha o lee para que descubra por sí mismo significaciones que ya están ahí. La verdadera función del lenguaje no es expresar algo que ya existe en un mundo que ya existe

Dilucidar el paso del sentido perceptivo al sentido del lenguaje, del logos salvaje al logos hablado es lo que se propone Merleau Ponty y desde el momento en que hay en el mundo un logos que solicita su expresión es también posible considerar una apelación a la verdad - la verdad de la vida está ahí, pero como lo que aún no es ahí, está como verdad a hacer

La verdad no es adecuación sino anticipación, recuperación, deslizamiento de sentido y solo se toca en una suerte de distancia

 

Los pensamientos creen bastarse a sí mismos, creen poder existir sin palabras, sin expresión. Pero las palabras no son un simple medio para expresar pensamientos que existían antes de ser comunicados. Los pensamientos transmutan el cuerpo en lenguaje y el lenguaje en cuerpo. El pensamiento no es otra cosa que la sublimación de un HAY, la realización de un invisible, una idea que no puede desprenderse de lo visible porque es su reverso

El punto más difícil de dilucidar se refiere a cómo se vincula  la carne de lo sensible con la idea. cómo se relaciona lo visible y lo invisible

No hay idea separada de la contingencia sino que, al contrario, son conocidas porque tenemos un cuerpo y sensibilidad. No es solo que allí encontremos la ocasión de pensarlas, es que ellas obtienen su poder fascinante e indestructible por la circunstancia de que están en transparencia detrás de lo sensible 

Las ideas se encuentran incrustadas en mis articulaciones. Mi carne - extensión de la carne del mundo -, sublima la experiencia en pensamiento, lo que solo puede ser posible por la cualidad de ser sintiente y sensible, una iniciación empírica - no empirista - al trascendental, que debe ser entendido como lo invisible de ese mundo, o sea, la idea. Es en la experiencia corporal donde la idea encuentra su posibilidad de desplegarse

En el contacto carnal con lo visible descubrimos la textura carnal de la idea que se presenta como la ausencia de toda carne, así como un hueco, un adentro

La idealidad se abre como una dimensión a partir del encuentro de la carne del cuerpo con la carne del mundo, una dimensión que ya no podrá cerrarse, determinando un nivel al que será referida toda nueva experiencia. La idea es ese nivel, lo invisible de este mundo, el que lo habita, lo sostiene y lo hace visible, su posibilidad interior y propia. Esta relación entre carne e idea implica una metamorfosis de la carne de lo sensible en la carne del lenguaje

Así como el mundo está detrás de mi cuerpo, así la esencia operante del lenguaje está detrás de la palabra, también operante, la que es menos poseedora que poseída por la significación, que no habla de ella, sino que la habla, o habla según ella o la deja hablar y hablarse

 

Dicho lenguaje solo vive del silencio ya que ha germinado en el país mudo de la percepción. Este lenguaje corporal es la expresión del mutismo de la carne porque la carne es esencialmente silencio

El lenguaje lo es todo ya que no es la voz de nadie


relacionados  post 170 El toque del Afuera

                         post 301 La murmuración de la                                                       existencia

                                         Julia Vincent Blog



Marzo 2021