Hoy, posiblemente como en ningún otro tiempo, se padece la impostergable necesidad de recobrar el estado olvidado del ser humano, y, yendo a lo profundo del concepto de “cuerpo”, Merleau- Ponty nos embarca en la posibilidad de vincular la naturaleza humana con otras naturalezas y, de esta manera poder pensar la unidad y la alteridad del ser con otros seres, teniendo así la posibilidad de llegar a develar muchas de nuestras incógnitas, acotando el problema humano en su mismo lugar, sin salirnos de él
Nuestro filósofo retoma el problema clásico del alma y el cuerpo porque cree que la unidad del cuerpo se ha desarticulado, pero solo en apariencia, ya que es algo que existe de suyo como una ontología del ser humano, ya que, gracias a ella, queda instalado en el mundo desde la integración ontológica de su ser
Así, surge la necesidad de un nuevo lenguaje que permita la comunicación de los misterios de la percepción ya que el aquel que se anticipa a ella no es suficiente: es necesario un lenguaje primordial que exprese de manera especial el acontecimiento del ser, un lenguaje ambiguo que haga posible una comunicación en las entrañas del ser, una especie de saber autorrealizable de la percepción donde lo que toca es también tocado
Frente a este lenguaje ambiguo, la experiencia de la percepción involucra toda la experiencia del individuo. Así, cuerpo y alma, tal como han sido considerados aisladamente, no son más que puros conceptos exteriormente aislados por el entendimiento discursivo, aunque en el fondo subyace la unidad más pura del ser humano
Hay un cuerpo del espíritu y un espíritu del cuerpo y un quiasmo entre ambos
M-Ponty piensa que es necesario volver a mirar el mundo, pues de esta percepción depende nuestra comprensión, y se ubica en la perspectiva de un lenguaje comprometido con una nueva ontología del sujeto encarnado, y es esa percepción la que lo fue impulsando al núcleo de una ontología de la experiencia, la que sin solución de continuidad lo llevó a involucrar al cuerpo que condicionaría todas nuestras percepciones
El mundo fenomenológico es, no ser puro, sino el sentido que se transparenta en la intersección de mis experiencias con las del otro por el mismo engranaje de unos con otros. No es la explicitación de un ser previo, sino la fundación de los cimientos del ser. El mundo está ahí previamente a cualquier análisis que yo pueda hacer del mismo. Será una meditación infinita, y en la medida en que permanezca fiel a su intención nunca sabrá hacia dónde se dirige
Asistimos a cada instante a este prodigio de la conexión de las experiencias y nadie sabe mejor que nosotros cómo se efectúa, por ser nosotros este nudo de relaciones
Ser cuerpo es ser-del-mundo, el hombre está en el mundo y es en el mundo que se conoce: un sujeto brindado al mundo, una afirmación ontológica incontestable
No soy un momento del mundo, sino que un mundo se ordena entorno mío y empieza a existir para mí. Volver a las cosas mismas es volver a este mundo
El mundo que distinguía de mí como una suma de cosas o procesos vinculados por unas relaciones de causalidad, lo redescubro en mí como el horizonte permanente de mis cogitaciones y como una dimensión respecto de la cual no dejo de situarme
Hay un mundo o más bien hay el mundo, afirma M – Ponty, pero jamás podemos dar razón de esta tesis constante de nuestras vidas. Esta facticidad del mundo es lo que hace que el mundo sea mundo, así como la facticidad del cogito no es en él imperfección sino lo que da certeza de la existencia
Todas estas nociones van aportando la argamasa con la que Merleau-Ponty irá construyendo su filosofía de lo político, nociones que se van imbricando, ramificándose, como un rizoma, conectándose unas con las otras y vibrando en distintas frecuencias al mismo tiempo, pero como una sola melodía
Merleau-Ponty creía que, en la perspectiva de la conciencia, la política es imposible, una afirmación difícil de rebatir especialmente en estos tiempos. Su reflexión sobre el “giro” de la política fue concluyente, una cuña que contribuyó al ahondamiento del análisis del caos y el desajuste en la praxis política del tiempo actual estableciendo una crítica radical respecto del propio pensamiento filosófico que pasó a desmarcarse un tanto de la filosofía política - en lo que se refiere a su cariz jurídico y que se ocupaba de establecer el orden normativo y el funcionamiento de la sociedad - para ocuparse de la filosofía de lo político, con la intención de reflexionar críticamente sobre la existencia política con miras a la vida real de las sociedades y a las posibilidades de la acción política interhumana sin subordinarse a ningún fin preestablecido y sin estar al servicio del poder estatal
Así se pone de relieve la irreductibilidad de lo político de la filosofía llegando a invertir las posiciones de ambos, de tal manera que lo político ha pasado a ser una condición de la filosofía, y esta irreductibilidad tiene que ser tenida en cuenta por el pensamiento para conformar sus posibilidades y su sentido
La mirada de Merleau-Ponty parte de la experiencia hacia y desde la suya propia en cuanto pensador siempre atento y abierto al acontecimiento para modelar una filosofía de lo político en cuanto tal, de su realidad indiscutible y también de su esencia conflictiva y perturbadora, como no puede ser de otra manera, teniendo en cuanto el campo sensible donde se mueve que no es otro que el rasgo intrínsecamente constitutivo de la condición ontológica del ser humano. Presenta una alternativa a la crudeza estratégica del decisionismo de Schmitt que se ocupa de la defensa de los intereses de los sujetos políticos como hechos incuestionables y la afirmación de la soberanía como la que tiene el poder de instalar el estado de excepción, o sea, considerando al Estado como la fuente absoluta de toda decisión legal y moral de la vida política
El realismo político de Merleau – Ponty es de una diferencia radical: apunta al núcleo mismo de la ontología y de la pregunta por el sentido. La fenomenología de lo político posibilitaría una ontología de lo político que no llegó a concretar pero que lo llevaría a captar lo político en su modo de operar lo efectivo en la existencia intersubjetiva. La intersubjetividad es un verdadero magma de relaciones, de movimientos, anticipaciones, interpretaciones, reacciones, reconfiguraciones. Recorridos de ida y vuelta
La política es simplemente el nombre del espacio de la coexistencia, el ser de lo humano, es el lugar de la lucha por la existencia, donde la existencia se realiza y se desarrolla en tanto existencia. Nuestro modo de ser-en-el-mundo
La comunidad es un rizoma - ramificaciones, entrecruzamientos – una pluralidad en movimiento, una potencia que conecta aleatoriamente consigo misma y que está abierta a un porvenir, siempre efectivo, aunque nunca acabado y unívoco
Una venida esperable, aquella que llega con el rostro desnudo, sin cubrir, no produce acontecimiento. Es mero cálculo. Un acontecimiento debe venir del porvenir, arribar como lo imposible mismo, como la improbable posibilidad de lo imposible, y este es el único acontecimiento posible, lo que viene como incontrolable, lo que está fuera de programa; eso sería hacer justicia, ir más allá del futuro, hacer llegar el porvenir – o sea lo impensable como radicalmente otro
Somos constitutiva y ontológicamente mezclados, imbricados con los demás. Somos con los otros, entre los otros, en los otros. Somos un pliegue dentro de un ser múltiple y móvil que tiene la in-consistencia de un magma
Existir se da en la finitud y siempre reenvía a la otredad, en tanto apertura de lo posible en lo abierto del mundo. La irremisible injustificabilidad del mundo, el misterio de la alteridad irreductible, es el horizonte inapelable de la obligación de existir del ser humano, gratuita, sin más explicación que la de pertenecer al misterio del mundo, una especie de acercamiento a la doctrina filosófica del agnosticismo
La intersubjetividad es la existencia misma, la coexistencia es co - ser antes que ser - sido. No es inter conciencia, es inter corporeidad, es inter sensorialidad, un sentir común. El propósito es el de transformar las relaciones reales entre los humanos, de fundar en la realidad de la historia un mundo nuevo, no de teorizarlo, sino de hacerlo
La política es el arte de lo posible semejante al ámbito de la creación. Se basa en establecer relaciones de configuración y reconfiguración del mundo humano concreto
Las relaciones interhumanas son una manera neutra de nombrar la libertad, efecto de nuestra estructura ontológica, nuestro ser-en-el-mundo. Libertad es el nombre de la estructura ontológica de la existencia misma
La libertad es la fenomenalidad misma
Hay un deseo en el ser humano de conservar su libertad en todo momento: es la condición no solo para ser singular y otro, sin o para entrar en relación con la singularidad y la alteridad de los otros
La intención de este filósofo siempre fue atenerse a la experiencia de la cosa. No hay nada antes o más allá del fenómeno, del conjunto de apariciones que van mostrando el ser de una cosa o la efectividad de un hecho, ya que la fenomenología se apoya en la experiencia viva inmediata y concreta del mundo
La cuestión política nunca dejo de provocar continuamente la inquietud filosófica de M-P para quien la filosofía y la política son solidarias, y no sería acorde a su pensamiento suponer alguna relación causal entre ambas, ya que se clarifican mutuamente
No creo que se pueda hacer una sociedad, ni una política, ni, con más razón, un arte, a fuerza de imperativos
Toda política seria reposa sobre un análisis de la situación local y mundial. Traduce lo que quiere el tiempo – el tiempo como probabilidad, como contingencia
Es en la exuberancia y el esponjamiento del presente donde se juega nuestra existencia, nuestra acción y nuestra libertad; donde, ante todo, ha de ubicarse una política seria que rechace el imperativo, las órdenes, el autoritarismo. Que quiera comprender antes que imponer. Que esté abierta al acontecimiento, a la contingencia, al devenir
El tiempo que tenemos es el del presente y somos
el tiempo del momento
Yo habito al otro y el otro me habita a mí. El Otro es pensado como un centro de acción humana. Hay en nosotros la ejecución de potencias operatorias dispuestas a ser percibidas y compartidas
La intencionalidad de nuestro cuerpo operante adquiere un nuevo sentido o quizá el único al que está destinado cuando señala el corazón de la otredad, así todo nuestro cuerpo adquiere el carácter de verdadera humanidad siempre a condición de estar dispuesto a la acción para el otro
El otro es para mí como yo para él, estamos dados, acoplados el uno al otro en las regiones de la carne bajo la más estricta y radical ambigüedad. Nuestras percepciones, nuestros cuerpos en el mundo, nuestra carnalidad compartida son en verdad los bocetos de una filosofía que busca en lo profundo de los fenómenos la epifanía de la verdad para establecerse como un oasis en el desierto
Cuerpo, unidad y alteridad serán siempre puntos de partida para una radical superación de la crisis de la que nos conviene desligarnos
Concebido el mundo interhumano como el mundo donde las relaciones e interrelaciones, las acciones, son lo primero, lo que cuenta como mundo ambiguo, cuasi-encantado de la indeterminación y la apertura, no puede ser sino un mundo político
El ser anónimo del otro no es su exclusión sino la condición de toda presencia suya en el mundo y ante mí. Así se presenta la otredad desde la mismidad en el sentido original que el mundo imprime a nuestros cuerpos como prolongación de un mismo ser
Ser una conciencia, o más bien, una experiencia es comunicar interiormente con el mundo, el cuerpo y los otros
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Julia Vincent
Blog
Marzo 2021