El avance meteórico y exponencial de la tecnología, específicamente las inteligencias artificiales (IA) ha devastado nuestro discurso que ha quedado vacilando entre la incertidumbre, la sumisión obligada, y el desconcierto frente a los profundos cambios de nuestros valores y nuestra manera de pensarlos
El racionalismo clásico de a poco fue enfriando la
imaginación, la intuición, las emociones, la experiencia de los sentidos más
inherentes a nuestra condición humana que acabaron congelados en una reducción
conceptual. Vibrando con los ecos de Deleuze en este Hoy, la complejidad de lo
real nos exige como desafío, resistir este menoscabo de lo humano
reconsiderando y recuperando los funcionamientos caóticos, las paradojas, la
contradicciones, las bifurcaciones, la asociación de ideas incongruentes, las
intuiciones imprecisas de la imaginación creadora, de la transversalidad, de lo
híbrido, de lo absurdo, del Azar. Tiempo de exigencia, vigilia y lucidez
Estamos a las puertas de un nuevo orden de cosas, de
una nueva visión del mundo injertada casi total y exclusivamente en lo digital,
basada en lo no-dicho de una casi homologación entre el lenguaje de las
programaciones y las leyes de la naturaleza. Una verdadera cosmogonía
unidimensional, autoritaria e intolerante
Lo no-dicho es un resto que impide la clausura y
permite que la máquina se vea provista de cierto margen de indeterminación que
le hace posible responder a una información llegada de afuera liberándola del
control humano
Estos sistemas están configurados a medida para
administrarse a sí mismos camuflándose tras las máscaras de agentes neutros,
unos roles que de esta manera crean una naturalidad familiar y armónica con las computadoras
destinadas a despejar las dudas sobre la perversidad de las IA
Constituyen un saber dinámico donde una
constelación de auxiliares, de servidores al alcance de un pulso hacen posible
que cada retazo de la cotidianidad se configure de la manera más apropiada como
si estuviera distribuida o supervisada por un demiurgo inmanente electrónico
Hay una interconexión total que relaciona
virtualmente todo ser, cosa y lugar y establece esta dinámica como un estrato
indisociable de la existencia que la rodea en todo tiempo, lugar y
circunstancia. Esta humanidad ya no se caracteriza solo por su interconexión
que hace del acceso un valor capital, sino que está injertada con sistemas que
orientan y deciden comportamientos tanto colectivos como individuales bajo modalidades - todavía moderadas - destinadas a expandirse hacia todos los cuerpos de la sociedad.
Así se configuran formas inéditas de existencia y se rediseñan las relaciones
tradicionales con el tiempo y el espacio, bases de nuestra existencia
Es el inicio de una ontología dual, la unión de
materia y mundo digital. Existe un mundo exterior digital pero estamos
conectados físicamente a él. Lo digital y la economía son las dos ideologías
dominantes, una misma tendencia totalitaria para administrar todo, la siliconización
del espíritu, en la que detrás de cada conexión está presente la idea de una
enorme potencia para inmiscuirse en nuestros comportamientos: El imperio
de las apps. Es una elaboración simbólica de nuestro inconsciente colectivo que
implica la creación de una ficción - la que el sistema nos vende como realidad - incorporando el afuera adentro, no sin antes dejarnos su marca indeleble. En el
afán de lograr una imitación cada vez más cercana a lo que es nuestro cerebro,
se lo reviste de un prestigio simbólico que se encarga de aseverar que esta era es
una sucesión de segmentos intermediales para consolidar saberes con el
fin de dejar sentada la obsolescencia de la existencia, de nuestro ser humano, y así convencernos que
ese fenómeno es deseable en sí mismo
Este es un modelo que, disfrazado de un excelente
operador del progreso de la condición humana, en realidad solo es un
estratega más en beneficio de intereses privados Este asistente
servicial, vitalicio y obsecuente nos succiona minuto a minuto la capacidad de
elegir y decidir y nos convierte en objetos consumibles, y, lo que no es menos
importante, parece erradicar por completa la capacidad de equivocarse Nuestro
devenir dejaría de ser la amada errancia de los poetas para convertirse en un
camino liso, gélido y pautado
Somos un universo, un algoritmo donde todos responden a una base de datos que se replican indefinidamente siguiendo curvas exponenciales alojados en data center que siguen proliferando ad infinitum. Así se logra una copia cifrada del mundo, una suerte de duplicación de todos los fragmentos de lo real bajo el formato de códigos binarios
Debajo de este sistema se mueven transformaciones
silenciosas, perversas transformaciones, de las que nos enteramos una
vez impuestas. Así nuestra vida está cada vez más sometida a un criterio utilitarista, un
anti humanismo radicalizado, y - desde un ángulo escatológico - una nueva
consumación de la historia. Esta apropiación de nuestra vida se
convierte en la principal preocupación de la filosofía moral: el motivo para
actuar
Esa distancia que décadas atrás permitía cierto juego entre nosotros y la máquina, hoy casi no existe. A cada minuto ese “otro” nos resulta más extraño e inquietante
El siglo XXI será el relato, no de una ruptura antropológica, sino de algo
peor, la redefinición del ser humano, un rediseño de la figura humana, su
condición y sus poderes. Así, la necesaria resistencia contra nuestro reemplazo
por las máquinas requiere un acto de coraje cívico, un nuevo imperativo
categórico para los tiempos por venir
Toda verdad enunciada oculta “in fine” una verdad performativa”,
afirma Sadin, pero el verdadero problema radica en que le damos el más alto
estatus de verdad y se hace obligatoria.
Las IA han pasado a ser entidades de las que se espera la enunciación de
una verdad partiendo de la interpretación automatizada de situaciones, así
gracias a ese poder de enunciación de verdad que los humanos no podemos ver, la
tecnología ha dejado de ser prótesis para devenir antropomórfica
La aletheia algorítmica, como la ha llamado ajustadamente el autor, ha usurpado
la existencia y pretende ocupar su lugar, además de representar un gran cambio en la
normatividad del sistema. El desafío no consiste en mostrar estrategias de
subjetivación o de evasión, sino que, parece consistir en encontrar la manera
de
adecuarse a esta aletheia(sabiduría) lo mejor posible, como si fuera un
sistema de vigilancia destinado a prevenir la inminencia de un peligro, y
concluye,
nunca un régimen de verdad se había impuesto de esta manera en la historia.
Las IA serán entonces las principales productoras de la eudaimonia (felicidad)
por lo cual podría traducirse como una opción para nosotros: si no se es feliz es
porque no se quiere, lo que además pone en jaque otro concepto capital de la
filosofía moral, el de la responsabilidad
Hay una entidad que agoniza, dice Sadin, lo real. Expira porque hemos llegado inesperadamente a hacerlo hablar y ya no está constituido por una infinidad de repliegues ni está cubierto de zonas de sombra. Ahora da testimonio de fracciones cada vez más extendidas de sí mismo
Esto sucede porque hemos llegado a secuenciarlo, a
detentar respecto de él un conocimiento detallado a causa de sensores sobre su
superficie que generan datos interpretados por sistemas de inteligencia
artificial
Según Sadin pasamos en casi tres décadas del estadio de la sociedad “de la información” a una episteme dotada de una captura en tiempo real de los fenómenos del mundo. El control es cosa del pasado, la nueva fórmula de estos tiempos es el influjo, la influencia, y las influencers, en otro tramo de la escalada, son las encargadas del nuevo relato de la apariencia que cuenta con una acogida fuera de toda duda
Ya no hay límites
Las máquinas traen aparejadas nuevas formas de
racionalidad que se amalgaman con nosotros, van configurando lo real
transformándolo, ya que la manera que eligen para emanciparnos de las
apariencias infringen fisuras en lo real, en las cosas, cuya resilience se ve
dramáticamene reducida
Lo real solía ser un lugar de apertura que
contenía múltiples cursos de acción y Sadin ve la tendencia preocupante de
neutralizar toda eventualidad de los riesgos por venir. Se suele ocultar la intencionalidad
de qué hay detrás de los dispositivos algorítmicos camuflándolos con un disfraz
de naturalidad, de falsa neutralidad y difuminando las verdaderas estrategias del poder
Nos adaptamos,
dejando exánime lo real donde el tiempo se vuelve ininteligible y este mundo
una ilusión. Tajeamos la realidad. Pretendimos que el discurso racional nos
envolviera como un velo de la
fatalidad que fascina, lo eterno respirando, lo indoblegable. Vestimos
al mundo de interpretación, nuevas palabras que se repiten y difieren
excretando lo que siempre va a faltar, la excedencia de lo que el discurso no
puede contener
Vivimos el momento de la abolición, a gran
velocidad, de lo real que se manifiesta en todas partes, en todo momento y de
modo siempre singular, es tautológico e ineludible. Lo real Es, y pese a todas
nuestras construcciones y a nuestras quimeras, no podemos escapar a su ley,
Rosset dixit
La pregunta que surge de inmediato es ese porqué
de la sumisión, ya que el mundo nos muestra a cada paso y desde todos los
ángulos, los dobles discursos, las estrategias nefastas de la política, la
mentira instituida respirando en nuestro cuello, la corrupción desnuda - lisa y llanamente, el reino del
engaño - y también cuáles son los verdaderos intereses que manejan estos extravíos.
Continuamente vivimos un aprendizaje de lo que es “mundo”, y, las palabras a continuación parecen ser la única respuesta
Hoy se ha logrado operar una torsión sobre lo real, que consiste en ajustar nuestros cánones haciendo aparecer siempre el mejor de los mundos posibles, gracias a la inteligencia artificial
Frente al anti humanismo, el
humanismo que defendemos consiste en favorecer la plena expresividad de cada
uno de nosotros en el ejercicio de sus tareas.
Oponernos a la administración automatizada de las conductas resulta
perentorio
Sadin apuesta a una resistencia a estos fenómenos
distinta a la habitual donde las movilizaciones y asociaciones en defensa de la
protección de los datos individuales, como una forma de preservar la vida
privada, reduce la libertad a algo estrictamente individual despreocupándose de
valores más altos como pueden ser los modos de existencia que se siguen de sus
actividades
Hay que combinar una ética de la responsabilidad y una política de la
acción
En nombre de todas las palpitaciones que nos atan totalmente a la vida, lo
real es aquello que debe ser ferozmente defendido. Defender lo real es el nuevo
nombre singular de la principal lucha política de nuestro tiempo
El salto, la
elevación, el despegue del fundamento que nos sostiene, privilegian el dejar de
ver aisladamente los fragmentos que estrechan la mirada y son los que
restablecen la inmensidad inconmensurable que atados a la gravedad del mundo no
percibimos
Nunca se
alcanza a ver el mundo desde donde se está. La satisfacción de lo que podemos
alcanzar desde nuestros límites, no obstante, no nos deja caer en el olvido que
somos la prueba de lo imposible, lo contrario de lo que somos. Lo que nos
falta. Somos el aun del misterio, habitantes de la zona más próxima al enigma
de la fragilidad de transitar por esta tierra
¿Acaso eso
otro que nos falta no nos requiere pasar por sobre nuestros acotados límites,
sentir el disiparse de la realidad del mundo, la imprevisibilidad total,
enfrentar nuestra ignorancia ante la incerteza que late en lo imaginario, lo
insospechado y la distancia imposible de colmar, encarnar la perplejidad de
estar alojado y desalojado, habitado y deshabitado, sumergido y expulsado? Julia Vincent Blog
éric Sadin fue calificado de extremista y apocalíptico por quienes consideran que las IA son indispensables para aliviar la precarización del trabajo a causa de la pandemia, y que podría marcar un punto de inflexión en las actitudes de la gente y de las empresas que tomaran conciencia de la fragilidad de sus cadenas de suministros, además, según Andrés Oppenheimer, por la creciente ansiedad por la posibilidad de desastres naturales o accidentes. Concede que la transición a una sociedad automatizada va a ser traumática, pero concluye que los robots estarán en todas partes y el que no se prepare para vivir con ellos se va a quedar "atrás"
En lo que me concierne, éric Sadin me parece un
perfecto intempestivo, o lo que es lo mismo, un verdadero contemporáneo, quien,
según Agamben, es aquel que pertenece verdaderamente a su tiempo pero no
coincide perfectamente con él ni se adapta a sus pretensiones, y es por ello no
actual, pero a través de esta diferencia, de este anacronismo, es capaz, más
que los demás, de percibir y entender su tiempo, y sabe que pertenece a él
irrevocablemente. Aquellos que coinciden plenamente con la época, no son
contemporáneos y por eso, no logran verla, no pueden mantener fija la mirada
sobre ella
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fulgurante
Julia
Vincent Blog
Abril 2021