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374 - Rella. Un diálogo desde territorios de frontera
Hoy, en estos tiempos modernos el poder no defiende una verdad sino es en base a hechos y opiniones que nos hacemos de esos mismos hechos. Al hacer esto, el poder reordena los hechos en armonía con su propia perspectiva, o según las expectativas de su público o de sus súbditos, sabiendo bien que ese discurso es mucho más persuasivo que aquel que dice la verdad

Pero el poder no se limita a esto, interviene también modificando los mismos hechos. Así, si la mentira de una falsa organización de los hechos puede ser descifrada y descubierta a través de las incongruencias y los orificios en la trama de los eventos, esto ya no es posible cuando el poder ha obrado una completa reorganización de todo el tejido factual en el que las mentiras se colocan naturalmente, sin grietas o fisuras, en el lugar ocupado por los hechos

La última frontera es superada cuando el engaño se vuelve autoengaño. Cuando el sujeto, autor de la mentira, pierde la conciencia de decirla, o sea, la conciencia de que de todos modos hay otra verdad en algún lugar

Es el delirio del poder, que obliga a los vencidos a soñar su sueño   

        Simone Weil     

De todos modos, la verdad sigue siendo un motivo político fundamental

Quien dice la verdad ha comenzado a obrar…ha dado un primer paso hacia el cambio del mundo

                                                                    Hannah Arendt

 

El historiador, como el novelista, mueve la historia y los hechos descubriendo debajo de ellos las cosas que tenemos que amar “tal cual son”. Y tal vez encuentre en su recorrido a Homero que celebra de igual modo al vencedor Aquiles y al vencido Héctor. Esta es la raíz de la llamada objetividad, esta amorosa pasión por la integridad intelectual a cualquier precio

- A veces nos asalta una convicción dolorosa de que vivimos engañados o, autoengañados

- Todo es falso. Autoengaño, nosotros que hablamos, los otros que nos hablan: un velo, una red tendida sobre la nada

- La historia, es decir, la superstición sobre la historia, es el inmenso depósito en el que se acumulan las repeticiones, las cacofonías, las transformaciones y los enmascaramientos. Después de las orgías intelectuales de este siglo es indispensable desconfiar de la historia y aprender a pensar más sobriamente. Ejercicios de desnudez: eliminar las transformaciones, sacarse las máscaras, pero, ¿qué hay debajo?

- La historia ha demostrado que las luchas para cambiar el mundo lo han reconducido a su feroz presencia, a su inexorable ser-allí: frente a nosotros, como un misterio o un inexplicable horror. La historia, entonces, debería haber dicho la verdad del horror, aun contando lo falso

- La historia no enseña nada. El futuro es impenetrable: esta es la gran lección que nos han dejado las ideologías que pretendían poseer las claves de la historia. Es verdad que el horizonte se cubre de signos, pero ¿quién los traza y quién puede descifrarlos?

- Los estados y los gobiernos no son lo que son. Al final de los destinos individuales, o la huella evanescente de un nombre, de un recuerdo, no se encuentra nada. Tampoco el recuerdo corresponde a la realidad y la realidad no corresponde con el recuerdo. No sé si es verdadera la realidad, que me dice que mi recuerdo es una ilusión detrás de la cual me he protegido a mí mismo de la melancolía, de la sensación de la nada a cada instante. O si es verdadero mi recuerdo, y la realidad una ficción. Pero, ¿para qué me puede servir el recuerdo, suponiendo que sea verdad, si hoy no se corresponde con los hechos, con las cosas, con las huellas diseminadas por el mundo? Todo es engaño, es autoengaño

- Pero el dolor es verdadero. También el sentido de la muerte es verdadero: cuando un filo de oscuridad atraviesa la mirada y la respiración se vuelve agitada, y nuestro gesto incierto, y la tierra sobre la que apoyamos los pies no nos parece más amplia que nuestro pie, y estamos como suspendidos en el abismo, tendidos sobre la desnudez de la vida...

- Una aproximación, una mirada para un sentimiento que no tiene palabras y que, por lo tanto, está más acá o más allá de la mentira y de la verdad: privado de logos, en el sentido de razón, pero también de capacidad discursiva

-  El poder. No hay un afuera del poder: un más allá, otro lugar. Y nosotros seguimos diciéndole afuera o llamando al compromiso y a la lucha contra él, en cuanto presuponemos estar afuera de ello. Este es el engaño: pensar que se está afuera, mientras pronunciamos las palabras en la oscuridad, convirtiéndose en palabras de libertad

- Tal vez no se trata de un engaño sino de una paradoja. Una paradoja, algo inconciliado e inconciliable Así Simone Weil,

La fuerza, el poder, hieren a cualquiera: como una espada que golpea de empuñadura y de punta

Sin embargo, Weil ha sostenido la necesidad de combatir, llegar a un punto en el que las fuerzas se equilibren de tal modo que no tengan más peso, que no presionen más, que se liberen fácilmente. Llama a ese punto “justicia”. Si el equilibrio es un equilibrio de fuerzas, entonces un equilibrio total no se tendría nunca: porque hay tantos condenados de la tierra que no tienen ninguna fuerza para poner en juego, que no tienen peso y que, por lo tanto, estarán siempre fuera del equilibrio, de la justicia. La ligereza entonces es tal porque vuela literalmente por encima de los condenados de la tierra. A pesar de esto, o precisamente por esto, Simone Weil afirma que, de todos modos, es necesario luchar para que las relaciones de fuerza cambien, sin aplastar al adversario, porque entonces sería nuestra fuerza aplastar a los demás contra el piso

Luchar para que nadie sea vencido y nadie sea vencedor, pero para que las relaciones de fuerza cambien hasta alcanzar el equilibrio. Y cada vez que el equilibrio se desplaza, volver a luchar. Ella ha luchado toda la vida ¿conscientemente o se ha autoengañado? De cualquier manera, de este engaño han surgido un compromiso, hechos, comportamientos

- En Simone Weil se encuentra el punto que va más allá de todo engaño, el punto en el que el uso más correcto de nuestra razón, de la lógica, del pensamiento nos dice que estamos frente a algo sin solución, a una contradicción no negociable; o sea frente a un misterio, al misterio de una puerta cerrada, por abrir, sin saber qué hay más allá de esta

- Pero ya poner una puerta pensando que detrás de ella hay una verdad incógnita, es autoengaño

- Podemos vivir solo engañándonos, y esto lo dice Leopardi. Sin ilusiones no hay vida, sino solo el silencio abismal de la muerte. Por lo tanto, yo mismo me engaño. Ya no se trata de que mi acción lleve el reino de la justicia sobre la tierra. Ni que el mundo sea modificable a través de políticas colectivas, o hechos subjetivos. Me engaño pensando que las palabras que escribo dan un sentido a esta convicción mía, que constituyen a partir de ella, una forma, una realidad que prescinde de mí y de mi misma convicción: que llegue a otros, que resista como una realidad. Por eso recorro las huellas de nombres y figuras que han estado y que no son lo que parecen. O que no lo fueron para nada. O que lo fueron. Pero esta nada que está detrás de la investigación se convierte en el algo de la forma que asume mi investigación sobre la página, en las palabras, en su ritmo. No me liberan del autoengaño, pero tal vez me consuelan…

- La escritura como una red tendida sobre el abismo de la nada. Debería haber sido una escritura sobre nada, y su conclusión me parece irrefutable. En comparación con ella, prefiero ciertas escrituras fluviales, que arrastran consigo escorias, elementos espurios, en un flujo que, me parece, si bien no sé dar un motivo, contenga más verdad o más realidad. Moviéndome con ellas encuentro esa oscilación que es, según mi opinión, nuestro mismo oscilar en el mundo

- En alguna parte de mí está la sensación de que esta nada, de todos modos, es algo, y que en cada algo hay un fragmento de lo ignoto, un fragmento de vida que espero con ansia que se abra y se revele

- El mundo verdadero que decía Nietzsche es falso porque lo que es no puede no aparecer, no puede no ser apariencia y más allá de la apariencia, no está en el mundo verdadero. No hay nada

- No sé. Solo sé, como ha dicho Beckett, que también en el silencio, también donde no se sabe, de todos modos, es necesario continuar, y yo continuaré

 

 Mayo 2021