desplegar menu

392 - La revolución total
Después de Artaud nada fue igual.
Tiempos en los que la lectura ha dejado de ser lectura de un texto destinado a la repetición de una realidad a medida de sus estructuras por analogía con sus dispositivos, a través de modelos inflexibles y clasificaciones determinadas

No es lectura de un texto que nos remita, como antes, a otra cosa mediante la representación, sino que el texto se ha convertido en experiencia, un texto intransferible, irreferencial, que nos reenvía a la totalidad de su significante, haciéndonos penetrar en lo originario sin origen. 

En lugar de apropiarse del texto sirviéndose de los esquemas lógicos del sistema, ahora el verdadero lector se convierte en el escritor del texto

Esa “otra” lectura es la lectura de nosotros mismos, y abrir esa puerta es estar dispuesto a destruir el sistema en el que vivimos. No hay interpretación porque no hay nada que interpretar, ya que interpretar es una reducción a otra cosa. Lo que cada uno escribe es mucho más potente, no se pierde en los laberintos de la interpretación, es un acto sin remisión.  En cambio, al comentario lo intervenimos, no leemos lo que alguien dijo sino también lo que quiso decir, que, de hecho, es algo que no dijo, pero que sí dice quien lo toma como ejemplo, y de esa manera se destruye lo salvaje de la letra, la impronta de una rebelión y, al hacerlo entrar en un discurso, se lo posee, ya que el peligro que implica todo comentario proviene de un lenguaje cuya estructura constituye la base fundamental del sistema de dominio, de apropiación

Artaud fue un rebelde y solo puede pensarse “en” la revolución. No se trata de adaptar sus textos sino de atenerse a la ferocidad estricta de su letra. Dispara sus dardos contra la sociedad y la señala como causa de la escisión. Grita la angustia del sujeto prisionero de su representación. Padece el desgarramiento que esta sociedad se ha provocado a sí misma y su revolución es revolución contra ella, por desarticular al ser humano, dividirlo, y causarle la más grave de las psicosis, la pérdida del ser por el tener

Debería construirse una antropología filosófica en la que los individuos sean el archivo y los archivadores, dijo alguna vez Sloterdijk. En ese archivo genealógico de la errancia infinita encontraríamos a Artaud, y otros que con sus Voces edificaron escenarios de cultura a partir de la fuerza simbólica que lograron imprimir en la memoria de las civilizaciones. Esas Voces  que se aproximan, que encajan y se funden a través de distintos momentos y nos advierten sobre la decadencia de nuestra civilización - “el desierto crece” - , Voces que cambiaron la historia del pensamiento, lo contemplaron todo  como extranjeros de este mundo, al que en realidad no pertenecían, con el propósito de despertar a los seres, atravesándose en medio del desgaste de sus retinas que solo alcanzaban el paisaje de una sociedad prostituida y degradada replicada al infinito, 

Más allá de esa experiencia de extrañamiento frenético que lo distingue como el singular intempestivo que observa, deconstruye y sufre en carne propia. también fue un antídoto para lo frío y lo yermo del mundo racional. La insurrección en el via crucis de los hombres representa el mismo papel que el cogito en el orden del pensamiento: es una primera evidencia, “yo me rebelo, luego pienso”

Su actitud es revolucionaria en sentido pleno y en particular, en sentido político. Su texto es revolucionario no por su propuesta sino por la subversión liberadora que produce en el orden de la literatura. No es la palabra revolución la que lo define como revolucionario, sino que no haya cesura entre su vida y su obra

Junto con la revolución social y económica indispensable, esperamos, todos, una revolución de la conciencia que nos permitirá curar la vida

 

Su materialismo revolucionario no afirma la necesidad de transformar al hombre manteniendo las bases económico-sociales de su explotación, sino de la “indispensable” transformación económica y social de la sociedad como posibilidad de transformar al hombre. Tampoco se trata de transformar las bases económicas y creer que esa es la revolución

Las fuerzas revolucionarias de un movimiento son aquellas capaces de desequilibrar el funcionamiento actual de las cosas, de cambiar el ángulo de la realidad

 

Vivirse extranjero, desmimetizarse de la estandarización imperante - exiliarse - fue la condición fundamental para generar cambios

Pero detrás de la idea de revolución está la idea de unidad: la revolución es la unidad en acto. El mundo capitalista moderno “donde el dinero está por encima” o como lo expresó Jean-Luc Nancy “el rasero es el dinero”, es lo que escinde al hombre, le arrebata el producto de su trabajo y con él le arrebata, como afirmó Marx, al otro hombre

Si bien la transformación económica es indispensable, no lo es todo, afirmó: de lo que se trata es de la destrucción de la conciencia individual, y esta idea representa una alta idea de cultura, y de esta profunda idea de cultura derivaría toda una nueva forma de civilización

No sentirse vivir como individuo equivale a escapar de esa forma temible de capitalismo que yo llamo capitalismo de la conciencia

 

Una sociedad es un funcionamiento que domina todo, una monstruosa inmovilización de la producción y de los gestos, de la gramática y de las costumbres, de la pasión y del lenguaje


La escisión del ser humano que se produce en todos los niveles, es la máxima fuerza de clausura del sistema. Las únicas fisuras son las experiencias límites: la poesía, el erotismo, la lucha revolucionaria

Viaja a México para entender la poesía viva, para comprender la manera en la cual la cultura azteca respira y se relaciona con la tierra, por una necesidad de recuperar el contacto con una humanidad integral viva, pero también se decepciona porque ese mundo cultural en lugar de potenciar su ascendencia precolombina, parece interesado en volverse hacia las viejas formas anquilosadas del mundo europeo. Artaud busca un hombre nuevo completo que desafíe los límites europeos y sus ambiciones donde la vida auténtica por la que bregaba, desaparecía bajo las vestiduras institucionales

La “astucia de la razón” del funcionamiento global que lo domina todo consiste en actuar de tal manera que cuando sus enemigos obtienen lo que creen la victoria, en realidad están elevando el mismo sistema con un nuevo rostro. Es posible que se pueda tomar el poder y nacionalizar la economía, pero, de todas formas, el funcionamiento del sistema puede seguir andando sin modificaciones

Artaud fue una conciencia en el clímax de la lucidez convocando a todos a luchar por una liberación absoluta, incluso por la liberación del “yo”, última forma de servidumbre

Si tenemos una idea unívoca de la revolución, si pensamos que la revolución es solo la lucha política por la toma del poder, y después de tomado el poder, sigue la nacionalización de la economía, etc. Si consideramos que todo lo demás está al servicio de la lucha política como tal, entonces la” literatura” solo podría considerarse revolucionaria por su remisión a otra cosa: su carácter revolucionario le vendría desde afuera por delegación. Esta idea va a la par de la concepción homogénea de la sociedad. La revolución se da en el texto cuando el texto no está al servicio de otra cosa, ya sea Dios o un partido político. Es en el texto donde una clase social lucha contra el sistema en el orden de la literatura

 

No es un escritor quien escribe, es una sociedad la que atraviesa la mano del escritor y desata el espacio textual, solo allí puede ser llamada revolucionaria esa escritura

 

Puede objetarse que esta escritura puede ser fácilmente reabsorbida por el sistema, pero esta escritura exige una lectura creadora, y si no se da, solo se la puede leer como otra cosa, pero cuando se produce la lectura creadora, el lector-autor penetra en un espacio al que solo podemos llamar revolución


Artaud parte de su propia carne maltratada que la siente como la misma escisión que atraviesa el cuerpo de la sociedad, su mal es un mal común, su lucha es una lucha común contra esa sociedad que para existir necesita destruir al hombre. 

Por eso, la revolución tenía que ser para él no la repetición de lo mismo sino la transformación omnímoda de todo

Marx dijo, todos los sentidos físicos e intelectuales han sido sustituidos por la simple enajenación de todos estos sentidos: el sentido de tener

 

Del Barco afirma,

la obra de Artaud implica transgredir en acto, no solo en teoría, la representación. La revolución deja de ser así una promesa y pasa a ser un acto, deja de vivir como “telos”, como fin a alcanzar “” y vive en el acontecimiento. La revolución existe en los revolucionarios, en un espacio, el espacio de la desposesión, el espacio del ser y no del tener, pero no del ser de la ontología sino el ser del acto, de la acción

Y continúa,La revolución existe en los revolucionarios, en un espacio, el espacio de la desposesión, el espacio del ser y no del tener, pero no del ser de la ontología sino el ser del acto, de la acción, de la falta de mediaciones, del juego. Es en este espacio del despojo absoluto (no solo de los bienes materiales sino del yo, de ese infame andamiaje de posesión o propiedad del sujeto, del alma, del hombre entendido como sustancia) donde se lee a Artaud: en ese espacio que él abrió, no un espacio sustancial sino el espacio de la escritura-grito, no un espacio al cual se llega y se permanece sino el espacio-acto. Nada puede representar la acción, la poesía, el orgasmo

 

 

 

Agosto 24 de 2021