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407 - Lecturas. La reacción de lo real - Peter Sloterdijk
Desde hace unas décadas, se ha convertido en una moda intelectual definir como construcción todo tipo de autoridad del mundo que habitamos en común, para así despojarla de cualquier apariencia de naturalidad y auto evidencia

La “sociedad” se presentará siempre como el constructor común. De ahí que se hable, como si fuera lo más normal, de la construcción social de las necesidades, de la infancia, de la sexualidad, de la femineidad e incluso de la menopausia. Este tipo de pensamiento, de por sí, no retrocede ante ningún concepto filosófico. No podría ser de otra manera al considerar la construcción social de la naturaleza y la construcción social de la realidad. Por lo visto, todos estos discursos surgieron con el propósito de llamar la atención sobre las capacidades de la subjetividad

La cultura de la reflexión moderna pretendía involucrar al sujeto activo en todos los asuntos que en el pasado habían quedado en manos de la “naturaleza” o el “ser objetivo”. Como es sabido, la antropología previa a la modernidad estaba atravesada por la convicción sagrada de que el hombre, más allá de sus intenciones, era débil, marginal e insignificante

En la modernidad la realidad es una construcción, pero no una construcción del sujeto, sino una construcción de los defensores de la objetividad, que no pretenden otra cosa que evitar la evasión del sujeto de la realidad común de estrés. Al no poder expulsar del mundo la irradiación de la subjetividad se hicieron necesarios otros métodos para evitar el peligro que suponía la inutilidad divina del sujeto ensoñador sumido en sí mismo

Solo los sujetos pensantes controladores podían poner a disposición tales medios. Comprendieron al instante, de manera intuitiva, que el nuevo sujeto era del todo incompetente para lo social. Por tanto, su tarea consistía en resocializarlo según las reglas del arte. Esto solo podía conseguirse otorgando al sujeto ensoñador desatado, contra su propia tendencia, una función en el mundo del rendimiento. Kant fue el primero en lograrlo al dar un giro hacia el sujeto con la filosofía trascendental, aunque solo fuera para preparar a éste en el terreno de las tareas cognoscitivas y de las actividades del juicio. A partir de allí pierde su feliz desocupación. Kant saca al soñador del barco y lo incorpora a los servicios públicos. Ahora, por primera vez, el sujeto se transforma de súbdito en señor; pasa de estar fundamentado a convertirse en fundamento

Fichte fue más allá que Kant y otorgó al sujeto la producción inconsciente de toda objetividad, con lo que este pasó de ser un absoluto desempleado a un productor integral de la realidad. Después Hegel, a su manera, convirtió al sujeto en un trabajador en la viña del espíritu al cargarlo con el peso de la formación (Bildung); para éste, adquirir una formación significa sacrificar la oscuridad de las ensoñaciones inconsistentes en aras de conocimientos y deberes objetivos. Con Marx se transfiguró al productor del mundo fichteano, al yo absoluto, en sociedad trabajadora e identificarla como totalidad con el órgano de la verdadera subjetividad

Las sutiles formas de sumisión de la subjetividad libre de estrés bajo programas de ocupación idealista y pragmática no lograron dar por concluido el escándalo de la liberación del sujeto. Solo hubo que esperar a la siguiente generación para que aparecieran espíritus robustos que pretendían cortar por lo sano con el sujeto, haciendo de este un fantasma, una no-entidad, una metáfora, o incluso una mera forma de hablar. En el futuro, nadie debería poder escapar del campo de trabajo forzado de la sociedad

Los liberales alemanes estaban convencidos de que los pensamientos eran libres y nadie podía detenerlos. Los naturalistas decían que no, los pensamientos no son libres y no hay ninguna necesidad de adivinarlos si uno conoce donde se originaron hasta que se meten en la cabeza de uno

No podemos desarrollar ahora la historia de la difamación, la negación y la anulación del sujeto en el despliegue de la cultura en los siglos XIX y XX. Esta es la novela de la modernidad, que tiene miedo ante su descubrimiento más importante. Solo apunto lo que parece ser el estadio final de la inquisición contra el sujeto liberado en los últimos siglos. Hoy han aparecido en escena las ciencias neurológicas, cuyos representantes nos demuestran que no somos nada más que un epifenómeno de procesos neuronales. Seríamos visitantes de un teatro neuronal, una burla de la evolución que no podrían hacer nada más que caer en la trampa de los fantasmas de la pantalla de la interioridad

Desde esta perspectiva las reacciones ante el descubrimiento de la subjetividad adquieren solo en apariencia un sentido filosófico, pero se trata de algo más, sirven en primer lugar para defender la realidad, o la esfera de la objetividad, contra su disolución en la despreocupación subjetiva. Por las buenas o las malas, se centró toda la atención en la amenaza que suponía para la unión social el éxtasis del sujeto libre de estrés y en volver a proveer el terreno del estrés social con las medidas pertinentes. Esto solo podía ocurrir si los controladores localizaban una nueva manera de relacionar la objetividad con la subjetividad. El propósito era encontrar un camino para reimplantar la realidad como fuente de estrés en el sujeto relajado. Acá se hizo necesario explicarle al sujeto la naturaleza de su libertad de un modo distinto. Había que aclararle de alguna manera que la libertad es lo contrario de la despreocupación. El hombre del bote pidió que no le vengan con tonterías, pero había que reincorporar al sujeto desorientado en la esfera de las preocupaciones objetivas y los asuntos colectivos

Los realistas consiguieron de alguna manera allanarle el camino en su regreso al mundo de los asuntos estresantes. Así, el sujeto solitario fue proviso de un acceso a la esfera de los esfuerzos objetivos, atribuyéndole una disposición espontánea para la expansión en lo abierto, al rendimiento en el trabajo, al anhelo del objeto del placer, a la conquista de riquezas, a los negocios, a la discusión de sus ideas, a la lucha por el reconocimiento, etc. También podría decirse que infundiéndole desde la cuna un deseo de estrés con el exterior. Este es el sentido del expresionismo que atraviesa a la antropología moderna. Al pensar al hombre como una ser expresivo, este queda unido, desde su interior, a la construcción colectiva de lo real

La libertad nace a partir de la huelga contra la exigencia de lo real

¿Qué podemos concluir de la fuente de la libertad moderna en tanto que desarraigo del sujeto de la esfera de lo común de las preocupaciones objetivas?

Una consecuencia parece clara: en el mundo de hoy ya no podemos tener una experiencia moderna de libertad tal y como se describe en el Quinto paseo, o como se profundiza de modo negativo en Eleutheria de Beckett

Nunca seré libre...Pero sentiré indefinidamente cómo seré...Le explicaré para qué seguiré con vida: para restregar mis cadenas. dela mañana a la noche y de la noche a la mañana. Este ligero sonido inútil se convertirá en mi vida. No estoy diciendo en mi alegría. Mi alegría se la dejo a Ud. Mi tranquilidad, Mi limbo


 

Noviembre 10 de 2021