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410 - RIVER. Un policía diferente
…un hombre solitario que en medio de la noche recoge centellas de su alma para que el mundo siga girando


Vi RIVER, la serie, en el 2015, año de su realización y quedé impresionada, tal es así que pensé que merecía solamente mi silencio, un respetuoso homenaje al silencio obstinado de ese increíble   protagonista que créo Stellan Skargard, con una actuación que carece de calificativos apropiados - solo diría sublime - y escribió Abi Morgan(The hour), una de las guionistas más talentosas de la actualidad y que destaca en este caso por su  inteligencia en construir una historia ajustada sin desbordarla con tiradas de párrafos explicativos sobrenaturales o enganches sentimentales para el espectador

No sé por qué hoy me da por estas líneas. Debe ser que en este 2021 vuelvo a ver RIVER tratando de distanciarme, refrescando mis retinas, y vuelvo a considerarla una de las series policiales duras más sorprendentes que he visto en estos últimos años

Cada episodio, cada secuencia, cada escena, van armando esta historia de atrás para adelante, ya que el presente, se podría decir, está teñido del pasado de River: Stevie (Nikola Walker intensa, magnífica) su colega y amiga asesinada que lo acompaña con su charla en esta travesía, como su espíritu alucinado, o la alucinación de su espíritu: una conversación imposible en un tempo de casi comedia que va pautando la relación de ambos y sus huecos. En todo el transcurso de la serie hay una omnipresencia de la ausencia de Stevie como presencia

La plasmación de este guión es de una sensibilidad muy poco común a la que Skarsgard le da todas las inflexiones emocionales necesarias para hacerlo vibrar y conmover, sin golpes bajos, sin nada de más ni de menos, en perfecto equilibrio

River es un policía “no apto”, una especie de “papelón” para sus colegas que deben soportar las miradas de la normalidad uniformada de la sociedad ante su gesticulación cuando conversa con sus muertos, y quieren reducirlo a la cordura, al orden, con terapia y pastillas. Es un hombre que, a pesar de no encajar en el mundo, de carecer del más mínimo apoyo existencial y de su absoluto desamparo, sabe en el fondo que de nada van a servirle ni la medicación ni el análisis, que vivir es llevar a cuestas la propia inadecuación, y la suya es ese delirio que no es ni distorsión, ni mentira ni error, sino como diría Deleuze, es el pensar que se expande más allá de las fronteras de la razón, un intersticio entre el adentro y el afuera, la brecha entre la razón y su resonancia o disonancia interior que se revela en sus “manifestaciones”, quizá los canales por donde trata de encontrar la apertura o la liberación de los nudos que lo atan al pasado: sus casos son su vida, y con solo observar su rostro, allí aparece todo, no hay que contar nada. Es a través del objeto de la mirada que se siente la emoción

River siempre “sabe”, aun en sus momentos más desesperados y violentos, y recorre la serie a la par que su melancolía incurable lo acompaña por dentro, donde va alojando todo lo que no es capaz de habitar, el amor, las culpas, los duelos. La melancolía” extraña” su mundo, lo vela, lo expulsa de él, pero a la vez, ilumina las heridas. No obstante River no renuncia, no decae, y mucho menos se arrodilla ante el sistema que no puede aceptar su diferencia, y ese es el quid de la cuestión, el diferente que no solo cumple con su deber a pesar de su “debilidad mental”- que en realidad es la que lo lanza - sino que se responsabiliza por el efecto colateral de sus acciones (cuando muere accidentalmente un joven al que perseguía, se ocupa de la mujer y del hijo que deja atrás). Esa conciencia viene de un saber profundo, es inherente a la naturaleza humana, a la verdadera libertad de ser, que no es otra que el “ser-con” nancyano  

 

La puesta en escena nos escamotea la Londres de postal y nos conduce a calles oscuras con una atmósfera de decadencia urbana, que raya en lo abisal: esquinas riesgosas, callejones sucios, solitarios y edificios desolados, un territorio profundo e insondable como el alma en suspenso de River

Entre todos sus espectros hay uno que se desmarca de todos, interpretado por Eddie Marsan en otro de sus papeles siniestros: Thomas Cream, el envenenador de Lambert del siglo XIX, pero que en esta circunstancia actúa los demonios de River y lo persigue sin tregua como la Sombra Junguiana, pautando otra veta, quizá la más oscura

La escena del baile, un final a toda orquesta, una irrupción de comedia musical donde River y Stevie cantan y bailan, recurso que me recuerda al de Tsai Ming Liang en La nube, aunque con grandes diferencias de mirada - es una especie de corolario de toda la serie donde River logra “darle alas a sus grietas”, mostrar su faceta desconocida, la respuesta a “canta loquito” de Stevie, y su confesión de amor, una escena espléndida, un toque maestro

Y allí estaba el final: un River, rodilla en tierra, y en su mano abierta extendida la huella de la de Stevie. Y con todo el respeto que me merece este guión de excelencia, el final-final, ese puente que le tienden los vivos, tiene toda mi comprensión humana pero River como gran cine, no lo necesita: su puente es Stevie, la del despertar

Un policial inolvidable y en 7 años, un hito

 

 

 FICHA TECNICA

 

RIVER              2015 Reino Unido

Guión            Abi Morgan

Dirección      Abi Morgan Tim Fywell  Jessica Hobbs  Richard Laxton

Reparto         Stellan Skarsgard Nikola Walker  Lesley Manville  Adeel Akthar  Eddie Marsan

                       Joseph Altin   Sorcha Cusack   Owen Tieddle

Temporadas 1

Episodios        6


 

Noviembre 25 de 2021