el aliento
quiebra el aire
un
remolino vacío se agita en el pensamiento cuando
desde
un afuera esquivo llega una voz intrusa
intraducible
y la
distancia no sabe afrontar ese desaire de la lejanía
vacila
apenas
enredándose en la
espesura de un silencio de polvo
solo un
eco ineludible corta los hilos de la inmensidad callada
se dejan
oír los pasos de alguien que ha partido
queda deambular hacia el pasado enredando la memoria que se habla a sí misma
y solo logra
hundirse en la maraña del recuerdo
la ingravidez nos sostiene en el espacio
como un
señuelo fantasma a la deriva
entre fragmentos aleatorios del
mundo
insospechados
incumplidos
como un
resplandor imaginario que surge del pozo de la ausencia