Ensimismado, egocéntrico, va resbalando sin remedio hacia un solipsismo social
La humanidad en este escenario está apartada de sus auténticas posibilidades. La alienación alcanza ya a las raíces y darnos cuenta de ello es el primer paso esencial para una verdadera reflexión sobre el caos que habitamos. La amenaza que los poderes alzan hoy contra el hombre es un impulso letal que circula de célula a célula en cada comunidad: son las erráticas, mutables y férreas presiones del estilo de existencia general
La enajenación
como destino ha surgido a través de una ultrajante violencia de unos seres
sobre otros, y hoy se viven descentrados, extraños a su verdadera identidad, a
los otros y al mundo material y espiritual
Las crecientes
y dramáticas desigualdades propias de la globalización capitalista se asienta
en la frialdad e indiferencia de los que detentan el poder, en el rechazo del
diferente, de quien piensa distinto, de la ajenidad en suma, así el solipsismo
social impera como categoría antropológica y va cercenando la capacidad de
empatía y la virtud de la compasión cuya consecuencia es el menoscabo de la
cohesión social
¿La política
tiene todavía algún sentido? Es la pregunta de Arendt que hoy sigue resonando,
y si bien la primera e inmediata respuesta fue que el sentido de la política
era la libertad, hoy esta respuesta no alcanza porque ya no cuestiona el
sentido de la política como antes se hacía, a partir de experiencias que eran
de naturaleza no-política o incluso anti-política. Hoy surge de experiencias
políticas muy reales: de la desgracia que la política ya ha ocasionado y de la
que aún amenaza ocasionar. Así esa pregunta vibra más radical, más agresiva y
desesperada
El actual
modelo social y político - éticamente superficial, intelectualmente mediocre y
económicamente nefasto - facilita una clara predisposición a la codicia y a la
consecución de todo lo que se ambiciona arrastrando una secuela de
consecuencias que coadyuvan a perfilar un tipo humano predominante: autosuficiente,
deshonesto, de una conducta espuria, poco inclinado a la solidaridad y con una
clara tendencia a la discriminación
El ser humano
atrapado en el tiempo y en el espacio, consciente de sus propias limitaciones,
prisionero de sus necesidades, seducido mientras cumple sus objetivos, cae en
las redes de un servilismo voluntario atraído por quimeras y promesas varias,
arribando por esta vía a ser un insolidario competidor salvaje haciendo uso de
su inmunidad política fabricada por la partidocracia a la que pertenece.
Estamos frente a un paradigma económico, profesional y social que intensifica
la vida racional y la hace indiferente a toda realidad individual esgrimiendo
el dinero(poder) como supremo igualador o supremo discriminador. El rasero es
el dinero como decía Jean-Luc Nancy
En esta
sociedad, el perfil más extendido entre los ciudadanos y sobre todo entre los
políticos que detentan el poder, es el de un ser que no se detiene ante nada que
ponga en peligro el espacio que supo ganar abdicando de lo que fuere, haciendo
gala de un doble discurso empalagoso, de fingida humildad, y de inocencia
El ego irrenunciable, el consecuente
narcisismo, la debilidad moral, la ambición desmesurada y la flagrante
incapacidad para administrar el capital de lo que llamábamos “pueblo”, es el
contexto de una sociedad éticamente desquiciada donde los “políticos” acceden a
la vis pública totalmente desguarnecidos de las capacidades que hacen falta,
sin convicciones de ninguna índole: una mímica de gestos vacíos, un
ofrecimiento enmascarado nos convierte en un espacio vacío que el poder ocupa.
Vivimos en el escenario verbal de la trampa, el enlace corrupto de la sintaxis
y de la inversión de sentidos: un lenguaje encubridor que legaliza y certifica
todos los niveles de sentido y dibuja un lenguaje autoritario y tautológico que
se refiere siempre a sí mismo
El lenguaje ha
sido estandarizado bajo los mandatos que convierten a la palabra en una pieza
de canje, un archivo de clichés, un mero signo desvirtuado que expone su
desgaste y revela la entropía de haber sido usado y abusado, a la vez que
expropiado y convertido en residuos de la historia y que se plasma a través de
un orden que genera núcleos de poder en
torno a una voluntad de verdad que se reputa como única y que es la que genera
los criterios que luego administran nuestra forma de hablar y de pensar,
criterio de consensos infatuados, mientras que dar lugar al disenso enriquece
el obrar humano y consolida una sociedad plural al mismo tiempo que obtura
cualquier intento homogeneizante o totalitario
El disenso, en
cambio, surge como una función ético política por antonomasia como origen de la
legitimidad política de la democracia que es plural y participativa y no
“acuerdista” que es la que se caracteriza por decidir antes de deliberar, o sea
la que el poder transforma en un simulacro de legalidad, apropiándose de la
producción de sentido. Es un acuerdo de partes para el logro de una finalidad
común, y el disenso es la intención de otorgar otro sentido, un sentido
distinto, alternativo, no conformista a lo establecido, reservado al pueblo en
su conjunto
Pensar desde
el disenso implica caracterizar la crisis de representatividad política no como
una falta de los hechos en su construcción, sino porque lo que está en juego es
la anulación de la política dada que ha invalidado el principio de soberanía de
los pueblos, teniendo en cuenta que las decisiones políticas se toman desde los
centros mundiales de producción de sentido que nos son ajenos
Apropósito,
Hannah Arendt se aleja de las proximidades y fraternidades, porque en ellas
Los diversos se convierten en uno
(de modo que no es posible que se den alguienes diversos) La condición
indispensable de la política es la irreductible pluralidad que queda expresada
en el hecho de que somos “alguien” y no“algo”
Es preciso
rescatar la función ético-política del disenso como medio de expresión de los
que se diferencian ante el discurso uniforme de la ética discursiva que solo
otorga valor moral al consenso, al “falso diálogo”, a la petición de principio
que esconde las diferencias de las partes, ignorando que la única igualdad
posible en el diálogo abierto es la diferencia. De ahí se deduce que la idea de
consenso no es neutra, es ideológica
Solamente en el intervalo entre la
indiferencia de la unanimidad y las disparidades de la desigualdad, puede
surgir una dimensión de pertenencia y de comunidad
Los ciudadanos
circulan entre las gradas de un teatro donde se representa una obra varias
veces vista y cuyo final ya conocen. El individuo emblema hoy ha renunciado a
la libertad sometiendo su existencia a un modelo de vida que paradójicamente le
impide existir, habitar su propia esencia
La triste
realidad política es que todo este afán centrado en la ambición, el consumo,
las ganancias, el poder y el éxito, no son sino un remedo de la sociedad de la
que emerge, una sociedad indiferente, insensible a la desigualdad social y a la
pobreza, ignorantes de ese “nosotros” que no es un plural que multiplica un singular,
sino que singulariza una pluralidad material y espiritual
Es preciso
interrumpir el montaje de esa realidad aparente con una mirada que excave en lo
hondo de los huecos que salteamos para evitar la perplejidad de ese momento
lúcido de desanclaje donde dejamos de hacerle el juego al mundo
La irremisible
injusticia del mundo, el misterio de la alteridad irreductible, es el horizonte
inapelable de la obligación de existir, gratuita y sin más explicación que la
de pertenecer al misterio del mundo
La subversión
es el movimiento natural del espíritu en cumplimiento de su vida. Pues la
esencia de la vida humana es subversiva, revolucionaria, consiste en acceder
sin cesar a barrer con lo muerto, para dar paso a lo vivo para renacer, para
sustraerse a la posibilidad de servir a las fuerzas y poderes cuyo ejercicio de
dominación contribuyen a esa existencia mecanizada e inhumana que vivimos
Abril 11 de
2022