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442 - Lecturas - Pascal Quignard. Ultimo Reino. Fragmentos
Fragmentos de un genio indiscutible más allá de su fama, de los premios, de su babélica lectura, de su brutal sinceridad, de su lengua de pureza desenfadada, de su extrema y radical singularidad y de su espíritu indómito, de esa distancia que establece con el mundo y a la vez de esa proximidad sublime para quienes lo eligen como el autor ideal que llevarían a una isla desierta


Vae soli !

 

Todas las circunstancias esenciales para mi felicidad no están en el poder del poder.

Creí que era por valores que se oponían a los que estaban vigentes a mi alrededor que de pronto renuncié a todas las actividades que hasta entonces llevaba a cabo; pero sin duda era la meta de mi vida. La domesticación colectiva humana es agotadora, ensordecedora. Está hecha de diálogo incansable, de aglutinamiento requerido, de significaciones prescriptivas, de amonestaciones desprovistas de sentido. Abandonar una misión es dimitir. Abandonar la domus es desdomesticarse. Ser apolis es al mismo tiempo dejar la ciudad pero, no arrastrar a nadie detrás de uno.

Es obtener un poco de silencio.

Hay que precipitarse hacia lo que uno prefiere sin que sea necesario juzgarlo

Leer como los letrados. Acercarse a la tierra como si uno fuera a morir.

Libres como los gatos.

Y mudos como las piedras a donde van, en donde saltan, donde se apelotonan, donde se calientan al rayo del sol que colorea y que cae.

 

El meollo de lo que escribo es un único asombro. Es asombroso que dentro de todas las agrupaciones humanas exista desde siempre un deseo de huir que ningún grupo acepta. Este misterio ha enardecido mis días desde la más tierna infancia. En el seno mismo del movimiento de asociación de los seres, de la focalización de hogares, del culto a los muertos, de la arquitectura cuadrangular de las puertas y los templos, de la fetichización del sitio, del diálogo de todos con todos en la lengua hablada en común, hay una brecha.

Una válvula.

Un hueco.

Una fisura que recuerda la fossa misma donde el nacimiento interpela los rostros

 

Hay un celo fúnebre en la voluntad de ser feliz en todo momento ante aquellos que no lo son más que nosotros y que tiemblan de miedo a morir como nosotros. Dejen de obligarse a ser ganadores en un juego donde la apuesta está de antemano, a la vista de ustedes, excluida de sus días. Todo es perder, todo está perdido, todo es frágil, todo es raro y todo, al volverse menos numeroso, se vuelve más raro, se vuelve espléndido. Un esplendor tanto más radiante en la medida en que se hace más raro y disperso

 

La palabra francesa época viene de epokhé. De modo que es imposible ser contemporáneo de lo que fuera en este mundo. En griego antiguo significaba simplemente parada. En la Antigüedad los escépticos llamaban epokhé a la suspensión súbita en medio de la búsqueda. En nuestros días, el hecho de poner entre paréntesis el yo, el objeto, el mundo y examinar lo que aparece sin recurrir a un saber previo.

Pero la palabra epokhé puede ser acentuada  de manera mucho más profunda. Hay que permanecer en la Antigüedad Basta con añadir a la lección de Sextus Empiricus la conminación de Jesús citada en Juan VII, 24: Nolite judicare. Entonces “No juzguéis” ya no significa solo “Abandonad la búsqueda de la verdad” sino también “Abandonen la interiorización de la sociedad en el alma y renuncien a la obediencia al sentido común”. Ya está en Kant; pensar por sí mismo (abandonar el estado de minoridad) rompe con el pensamiento colectivo, con la alucinación mítica de los súbditos.

La tesis de Jesús fue aún más profunda. No se trata solamente de aceptar no saber aquello de lo que no se tiene certeza, se trata de negarse a obedecer toda representación social, toda tiranía política, toda profecía religiosa.

La versión del Nolite judicare de Jesús es diferente en Lucas VI, 37, donde el texto agrega una implicación: No juzguéis y no seréis condenados. Juicio en griego se dice Krisis, crisis, si no ingresan en el mundo del juicio, no entrarán en el mundo de la exclusión y de la condena. Dad. Dad incluso si sois heridos. La creación es puro don, es un don sin cálculo.

No busquen ninguna mirada. No a-guarden ningún res-guardo. Avancen.

Epokhé en términos de Husserl: dejo fuera de circulación mi creencia en el mundo. Pongo momentáneamente entre paréntesis no solo la historia sino el tiempo

En términos de Jesús: dejo de obedecer, abandono la jauría, escribo

 

Yo había estudiado con mi maestro, Emmanuel Levinas, en la nueva Facultad de Nanterre-La-Folie. Tomo como maestros a los gatos y al estado del cielo

Es preciso que la cultura no concluya la construcción del mundo. Hay que dejar que la vida sea dueña del destino de la tierra. En el terreno baldío la vegetación es incluso más libre que en el bosque, la luz es más viva; el peso del pasado la coacciona menos. Hay que dejar que el tiempo subleve la Historia.

 

Hay que distinguir dos libertades. La libertad propia del impulso que lleva la materia, propia de lo indomable, lo ineducable, lo salvaje.

La libertad como emancipación de la domesticación.

Dos libertades. Tengo un optimismo que está en el límite del delirio. Creo que si bien no podemos destruir la adquisición de la lengua nacional, podemos desgarrar un poco su trama. Creo que si bien uno no puede sustraerse por completo a la culpa que surge de la “prohibición” transmitida a todos nosotros por los mayores, podemos convertir nuestra angustia en excitación. Creo que si bien no podemos ser libres, podemos alejarnos, irnos a la periferia del grupo, disminuir la servidumbre, hacerlas menos voluntaria. Que si bien no podemos emanciparnos de la obediencia al primer mundo y a la infancia, podemos desatar los nudos y obtener mucho más campo de juego, entre los lazos que se enredan y que estrangulan, de lo que se supone. Que si bien no se puede sustraer la reflexión a la alucinación, es posible desolidarizar el pensamiento del sueño. Que si bien no podemos desencantar al cerebro de todas sus creencias y sus prácticas mágicas, uno puede apartarse de los dioses y mantenerse a distancia de sus templos. Que si bien uno no puede sacar el alma de la órbita de su sol de repetición y reproducción, no solo es pensable el amotinamiento, sino que también se puede desertar. Que si bien no podemos despojar el deseo de sus ausentes y de sus modelos, de sus simulacros y de sus locuras, podemos desfalsificar lo falso, podemos poner un poco de luz en la noche - una luz que entonces proyecta una sombra aún más negra, una sombra completamente nueva, una oscuridad menos sufrida, magnífica, cada vez más surgente

 

Luz comparable a la primera luz solar que abre grande los ojos cuando desembocamos en este mundo, en el curso de espanto fundamental de la indigencia originaria

 

Al final de la Ethica, Spinoza sueña con una comunidad de raros, de difíciles, de secretos, de ateos, de despiertos, de luminosos, de luminiscientes, de Aufklärer. Fundar un club antidemocrático cerrado a los sacerdotes, los magistrados, los filósofos, los políticos, los editorialistas, los profesores, los galeristas. Quizás hace falta retornar a una difusión más solitaria y más clandestina de la obra de arte. Horror pleni, error pleni. Haría falta afinar un medio para mostrar las obras como antaño la música sabia, apartada de la Corte. Como antaño Sainte Colombe. Como antaño Esprit, La Rochefoucauld, madame de Sablé, los retratos, las máximas, los fragmentos, las novelas: apartados de Versailles y apartados de derecho. Reservar un bolsillo para la rareza cuando se ha vuelto extrema, una cavidad en el corazón de la soledad, una grieta de la no reproductibilidad. Como Miguel Angel un día, una mañana de enero de 1484, al alba, en la destrucción encantada de una estatua hecha de nieve, que se deshace a medida que el sol se alza y su resplandor la ilumina. No se mueve. Contempla ese derrumbamiento del cual no quedará, a sus pies, más que un agua mezclada con lodo. Reanudar la irreproductibilidad sagrada. Lo singular. La única vez. Poder cerrar la puerta de la galería a aquellos a quienes no se desea ver, poder rechazar la cesión de derecho a la comunidad internacional. Arrancar la accesibilidad misma a la repetición. Desubordinar la producción artística al éxito del número más grande, a la recuperación nacional, a la censura de una comunidad de creyentes sln nombres propios que distinguen unos de otros a los individuos.

 

Se lee solo, de soledad en soledad, con un otro que no está ahí.

Ese otro que no está ahí no responde y, sin embargo, responde.

No toma la palabra y, sin embargo, una particular voz silenciosa, tan singular, se eleva de entre las líneas que cubren las páginas de los libros, sin sonar.

Todos aquellos que leen están solos en el mundo con su único ejemplar. Forman la comunidad misteriosa de los lectores.

Una compañía de solitarios, como se dice de los jabalíes bajo la sombra tupida de los árboles

                                             Mayo 3 de 2022

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