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445 - El sujeto como conjetura de una presencia
Cuando hablamos, cuando alguien habla, hoy más que nunca, nos detenemos a pensar quién en realidad está hablando, a través de quién o de qué habla ese supuesto sujeto que como bien aclara Nancy, es una tautología, ya que sujeto quiere decir “supuesto” en buen latín. Al asociarse con esta idea de supuesto, sería aquello de lo que habla el predicado.

Unos cuantos siglos atrás, el sujeto era ese ser sustancialmente completo o la sustancia primera singular, el individuo, no en el sentido de nuestro tiempo sino en el sentido del uno, de cada uno. El sujeto, el supuesto, está ubicado abajo pero además soporta, “yace sosteniendo” (del griego hypokeimenon)  

Hoy es difícil imaginar algo que se sustente a sí mismo, un lugar sustancial, y, no obstante, la cultura sigue renovando esa ilusión. Se inventan postulados o se los invalida a conveniencia articulando sentidos que fabrican subjetividades con sensaciones y comportamientos inconscientes que los reproducen logrando la sujeción de los individuos, encriptando la acción, los pensamientos y los sentimientos

En esta intrincada red de cuestiones hay toda una combinatoria de causas posibles que envuelven al sujeto como incógnita y que lo desmarcan de la simple enunciación banal y sorda de sentidos que suplanta al individuo y a la que estamos habituados. Nada es menos claro hoy que aquello que suponemos cuando hablamos del sujeto

Todos los debates que lo envuelven no son en su mayoría más que debates de opinión, abordajes de conceptos donde el sujeto se vuelve un extraño títere que puede ir y volver, debates que responden a la confusión reinante entre significaciones o a la ausencia de claridad que complica aún más el tema

Si en un principio el clima de época contemporáneo se caracterizaba por el aflojamiento de las fronteras y el derrumbe de los absolutos, hoy, le ha tocado al mismo individuo quien se ve afectado de un modo inusitado: las subjetividades se quiebran y se complican, caen las certezas y reina el caos. Así la imagen se convierte en una especie de escudo que soporta lo que se quiere ser o mostrar o más bien, lo que se necesita ser o mostrar. Si en las redes, todo avatar es un posible escondite, ese navegante volátil, fragmentado, que ha perdido identidad se sostiene en un perfil con una identidad autocreada a través de la cual se expresa y se representa según sus apetitos y ambiciones Quizá estemos atravesando un pasaje hacia el desfundamentalismo, hacia la desustancialización

Ensamblamos la palabra sujeto con la de ser humano y nos surge la pregunta de qué pasaría si se intentara pensar sin la palabra sujeto, ¿seríamos seres de interioridad abducida?, una especie de robots de carne y huesos con un guión prefabricado?

Se dice que el sujeto transporta la ilusión de ser, pero no habita la ilusión de una interioridad arrasada

No somos espectros, pero hospedamos almas que se deslizan entre las cosas de un mundo sin fundamentos, existencias que se manifiestan a través cuerpo del lenguaje, lengua como historia viva de quienes hablan

Sujeto, ¿sería una invención que se hizo pasar por realidad humana?

En la historia de la constitución de la subjetividad no hay y no hubo una sola suposición de la palabra sujeto, o sea que la palabra sujeto no tiene ninguno de los significados actuales ¿querrá decir eso que tampoco habrá una realidad cada vez que está supuesto un sentido de sujeto?, por tanto, habrá que tratar a esa palabra según una multiplicidad de sentidos que tal vez se revelará irreductible, además de que soporta una enorme carga histórico-teórica, y es por eso también que se ha hablado del fin del sujeto que significa que toda esta cuestión de la constitución del sujeto filosófico está cerrada, cumplida y ante esta situación nada podría agregarse al sujeto hegeliano, por lo que ha comenzado a vislumbrarse el abismo de la presuposición, concluye Nancy

Y Persia afirma que el sujeto dueño de sí es una desmesura de la Historia, la ilusión de un dios humano,    

Según Nietzsche, nuestros sufrimientos nacen de un error arraigado en el lenguaje que impone enunciados ya existentes para controlar a los seres humanos, por tanto, el sujeto es la ficción de una civilización de individuos libres que encubre las condiciones de su rendición

Si el sujeto se sustrae ¿estaremos pensando en el vacío de ese abismo y sentiremos el alivio de no llevar su carga?, como sentenció Chuang Tzu, el hombre sabio lleva su bote vacío

Liberar a la humanidad del lenguaje sería eximirla de cargar con el afán posesivo y de dominación que impone la gramática, de posibilidades porosas que suelen poner trabas al pensar, y agrega Persia, teniendo en cuenta que las palabras no tienen origen, pero sí tienen historia

El vocablo sujeto se ha diseminado por todas partes como aquello sobre lo que se afirma o niega algo, pero antes de instalarse como idea moderna estuvo en relación con la ontología, la lógica y la gramática

Lacan introduce lo que podría llamarse un sujeto que no es más el filosófico, sino que, en este caso, se trata de escuchar lo que resuena detrás de la palabra sujeto, lo que queda por pensar detrás de ella

El problema es el inhallable supuesto del sujeto y eso que se percibe es el estado crítico de la cuestión, nos dice Nancy saber si hay alguien, dónde hay alguien, qué es ser “alguien” o quién es “alguien”, esta es una de las cuestiones contemporáneas más vivas porque cuando se trata de “alguien”, se trata de compromiso y de garantía que “alguien” da al estar allí en presencia y comprometerse y exponerse

¿Somos sujetos?

En cuanto somos proyectos, somos ese sí mismo como un supuesto que siempre nos precede y que nunca está allí, y, por tanto, está sustraído a la presencia. El sujeto se encontrará en el fundamento de sí que será su ficción, su pasión, su proyección, el abismo infinito. Es la verdad de ese sujeto, y Nancy menciona al eskhaton aristotélico, que no es otro que su ser singular” que es el hypokeinomenon, el sujeto, en tanto que cada uno y en este punto nos reencontramos con el corazón mismo de su pensamiento, en su “ser-cada-uno” que es la sustancia plena y cumplida

El ser singular circula a través de varios filósofos, Santo Tomás, Guillermo de Ockham, Duns Scoto, Montaigne, Leibniz Nietzsche, Heidegger

¿Cómo nacería un quién sino como soporte de pasiones, de emociones? Se pregunta Persia

En un primer sentido, Nancy declara que el sujeto no es nada más que la infinita identidad de una precedencia que se traspone en la infinita identidad de una sucesión. Ese sujeto ya siempre ha advenido y está siempre aún por venir, y, en segundo sentido, inseparable del primero, es el sujeto como algo desvanecido, como ilusión: el sujeto como consistencia o como presencia que termina por aparecer y por aparecerse a sí mismo como no siendo más que ilusión. No ha habido nunca un sujeto, es una fábula, una ficción, pero no por eso, concluye, amerita dejar de tomarlo en serio. Ese segundo sentido nos lleva a la reflexión de Persia, a ese Quién soporte de pasiones y emociones

El discurso del sujeto - ese resto desustanciado – sigue siendo releído y es un acontecimiento activo en la Historia que abre la pregunta sobre quién está allí en su lugar, y

después del sujeto, ¿Quién viene?

El Quien parece hacer señas a una gramática que no estaría más sujetada al sujeto

La idea de interioridad deberá esperar por Shakespeare. Pero con Agustín, “el ser supuesto a sí mismo” y el estar presente a sí como saber de sí, devienen el asunto específico de una instancia propia, que va a ser el lugar mismo del sujeto, el Alma. Agustín provoca el gran giro revolucionario de la Antigüedad en cuanto a la subjetividad. El Alma se distingue por la inmanencia a sí, por la intimidad, y no se distingue del cuerpo

En Leibniz aparece la relación sujeto y persona (el sujeto o el Alma) resultando que dado un sujeto, encuentra su predicado y dado un predicado, se encuentra su sujeto

Nietzsche unos siglos después dirá,

El desierto crece, el hombre ya no es alma ni sujeto

Queda vivir en las ranuras o en la errancia habitando lo abierto

 

Deleuze, por su parte dice que si nos imaginamos siendo seres sustanciales no leamos a Spinoza, La cuestión abierta por el fin del sujeto es la de llegar al corazón mismo de su concepto: la presuposición y tomar las cosas por su raíz, donde la suposición está extirpada de su proceso infinito. Deleuze diría que es el lugar donde hay rizoma, no raíz, y llevando esto hacia Lacan, la raíz sería dirigirse al lugar del sujeto mismo donde la sustancia en lugar de subjetivarse se subvertiría, un sujeto deviniendo otro en el mismo sitio. Deleuze mismo dice que Hume ofrece una respuesta sorprendente al problema del yo (self): Existimos como hábitos asociativos amparados en la imaginación, que nos permiten decir yo

Persia sostiene que la figura que ocupa el lugar de sujeto no es el ser ni la persona, tampoco las sensaciones, sino el haz

Antes de Kant no se utiliza la idea de sujeto para designar al yo, la consciencia, el ser que piensa

Ante las líneas de Nancy: Yo soy no enuncia nada que esté dado antes de la enunciación, Persia considera que los enunciados yo soy, yo siento, yo pienso, son comienzos del relato fabuloso que instala la ficción como subjetividad, y resume así su visión

El lugar del sujeto es un lugar sin localización táctil, visual, gráfica, conceptual. Se parece más a la continua torsión de Moebius, un lugar sin localización que, sin embargo, es comandado por figuras que conquistan energías con promesas y astucias, figuras que se presentan en enunciados imperativos, furiosos, apaciguadores

No habría entonces interioridad humana sino incesantes movimientos alrededor de una idea de sujeto como disponibilidad que puede ser ocupada por distintas figuras que se asumen como dueños. Tal vez no pensar en términos de sujeto sino de figuras que ocupan ese lugar, ayudaría a desprenderse de la obstinada fábrica moderna. El sujeto, así, mediante esas figuras se adueña de la vida no solo de modo prepotente sino seductor

“Quien” designa un lugar, este lugar del sujeto que se manifiesta por su misma deconstrucción, y una vez que ciertos predicados son deconstruidos, la unidad del concepto y el nombre resultan afectados por igual. De lo que se trata no es de una simple destrucción del sujeto sino del reconocimiento de que el sujeto es el pensamiento que reabsorbe o agota toda posibilidad de ser en el mundo, toda posibilidad de existir, es decir de ser lanzado a lo posible abriéndose al pensamiento del Quién del existir, de un uno, de un Alguien, de un singular que el sujeto proclama, promete y, a la vez, encubre

En este “algo - uno” donde se juegan todas las figuras del sujeto individual, pueblo, hombre, mujer, animal, etcétera, cada ahí pide otra apertura y acontece otro acontecer

Hay una necesidad no de un retorno del sujeto sino de un avance hacia Alguien-Algo- Uno y donde todas las posibilidades estén abiertas

En lugar del sujeto hay algo así como un pasaje singular, un cierto no-lugar a la vez necesario e inhallable, la impronta de un paso- el vestigio – que no configura ninguna otra esencia que la existencia fugitiva de la singularidad

Cada uno, cada Alguien, cada Quien, se presenta y se expone como el último, como ser singular, ya que cada uno- que no es singular debido a una singularidad exterior, se singulariza gracias a lo propio de sí mismo, o sea, es per-se.

El verdadero sujeto es el ser sí mismo sin cualidades que solo incluye bajo esta ausencia la presencia de su conjetura y la conjetura de su presencia. Si el ser es la realidad de la presencia, la realidad de la presencia no es un predicado, se está en ella, no se la piensa, se la vive

En los seres la escisión entre el exterior y el interior, entre lo que se ve, lo que se piensa y lo que se habla, hay un abismo insalvable. Nacemos singulares, pero con el tiempo se suman los rasgos individuales y nos vamos determinando a través de las pasiones, el error, las ilusiones, la culpa, los miedos. Esas determinaciones apoyan y sostienen nuestra vida. Vivimos un mundo sin afuera, lo exterior lo reencontramos en el interior porque ya estaba allí, en los sujetos formateados de antemano

Ya solo tratamos con imágenes flotantes, clichés anónimos que circulan por el mundo exterior pero que también penetran en cada uno y constituyen su mundo interior hasta tal punto que cada cual no posee en sí más que clichés psíquicos por medio de los cuales piensa y siente lo que el poder desea que piense y sienta

La palabra sujeto sirve para escindir el poder, y era necesario que en el siglo xx alguien dijera que no podemos conocer lo que llamamos nosotros mismos. El inconsciente, dice Persia, relampaguea como desconocido en lo conocido, como extraño en lo familiar, como potencias plegadas en las vidas que hablan habladas. Lo que se llama sujeto da forma a la materialidad, o, la forma concibe un Quién (un hablante) que cree concebir la materialidad, y concluye, cada vez que surge la idea de sujeto se instala la creencia de que es Alguien que gobierna algo, Alguien poseedor de razón que conduce voluntades a través de una consciencia que piensa. Freud es quien devela la fragilidad de esa ilusión

 

¿Y si el yo tuviera la espesura del sueño? ¿Y si la identidad fuera un ensamble de ficciones? No anclaríamos en el dolor innecesario y atravesaríamos el placer sin enredarnos. No pensaríamos en la idea de ser sino en la insistencia de estados pasajeros

 

Y Nancy,

Así como el singular se singulariza por sí mismo, asimismo hace sentido por sí mismo. Hacer sentido por sí mismo, sin que ese “sí mismo” sea él mismo una sustancia, hacer sentido por sí mismo sin ser sujeto o hacer sentido sin suponerse sentido es ser “sin razón” o “sin porqué”, según el muy famoso dístico de Angelus Silesius.

El sentido como no-supuesto o como no-subjetivo es aquello que habría que descubrir detrás del singular. El sentido en lugar de ser lo que habría que descubrir y lo que habría que suponer detrás o delante, sería lo que singularmente se compromete, se garantiza, se promete cada vez, a cada momento, no detrás ni delante sino aquí mismo, en el lugar de exposición de una singularidad. El sentido singular del singular es ser cada vez una infinita novedad

 

 Mayo 20 de 2022