Unos y otros le demandan que se signifique. Somos hijos de un acontecimiento que desbarató lo que creíamos era el cosmos - una totalidad completa y fundante – dejándonos el único sentido posible, al decir de Nancy, un sentido fisurado y una tarea por hacer,
Todo el planeta está en crisis, no hay estado democrático,
solo una puesta en escena; la democracia es el poder de cualquiera y no una
forma de gobernar. La política en general y la democracia en particular no se
define por la supresión de los diferendos, en opinión de Lyotard, sino que se
caracteriza, justamente, por la presencia de diferendos y de aquello que parece
ser intratable. Así,
La
política sería un archipiélago de juegos de lenguaje en los que la tarea es
inventar paisajes que puedan comunicar a veces las islas entre sí superando su
abismo
Un archipiélago de grupos, individuos y juegos de lenguaje
permanentemente hackeados por diferencias insalvables, un régimen donde se
cuestionan las reglas y se inventan y reinventan sin cesar, a veces atravesadas
por eventos imprevisibles que perturban la misma estabilidad del edificio
político que persigue la justicia, una idea regulativa siempre indefinida,
siempre en fuga
La democracia tiene que ver, o tendría que ver, más
con el desacuerdo que con el gobierno y las elecciones. Se trata de hacer
hincapié en elegir desde dónde se piensa, si desde el acto de votar y la cantidad de votos, preocupación predominante en los políticos, o desde los fenómenos de
desacuerdo en torno a las instituciones democráticas y su funcionamiento, y,
sobre todo, un cuestionamiento de la “soberanía popular” que no existe sino
como ficción, ya que el pueblo es un vacío, la realidad, un estado de excepción.
Por eso, la democracia siempre está cuestionando quién pertenece al demos
Ha llegado un momento de desgaste de oír la política,
de desvivirla quizá, de verla discurrir en una especie de vodevil trágico donde
ningún personaje es lo que dice ser, y de cómo lo que sucedió ayer se acomoda
para mentir el presente, y cómo el lenguaje es utilizado como plastilina para
armar frases disruptivas sin ton ni son
¿Por
qué imaginar la democracia como un espacio de construcción colectiva donde los
hombres dejan de ser lo que son, o dejan de estar como están, para ser lo que
pueden ser, para estar de otro modo?
En los orígenes del pensamiento de lo político, se
postula un nexo esencial entre lo político y lo común, y es en este entramado
donde se define circularmente la soberanía: lo común como lo igual permite el
retorno de toda decisión soberana
La democracia por venir sería un suplemento de la
democracia, Derrida define: una democratización de la democracia, una ley de
iterabilidad que fuerza lo imposible forzando a reemplazar lo irreemplazable. Sin
esta différance, continúa, la democracia sería una fuerza determinada como
autoridad soberana con poder de decidir y de zanjar. Por tanto, el poder y la
ipseidad del pueblo son como las dinastías, no se interrumpen con la muerte del
rey. La historia de la soberanía ha sido un camino de continuidad, simplemente
se ha cambiado al soberano
Esta democracia no sería la proyección de una
democracia perfecta en el futuro, sino cierta insistencia en el aquí y ahora.
Es la emergencia absoluta en el aquí y ahora que centraliza la alteridad, sería
justamente el lugar específico de la articulación de la no – unidad, el lugar
de la destotalización
Derrida reivindica una crítica transversal desde
territorios inexplorados, no acotados por las disciplinas académicas - cuya
fermentación contribuye a generar las redes de reapropiación -, por eso dice
que es necesario operar con desplazamientos mínimos pero radicales hacia lugares
inaccesibles a la reapropiación, ya que las críticas frontales y simples
acaban siempre reapropiadas por el discurso que se pretende combatir. Se
interesa por abordar las situaciones cotidianas que afectan a los individuos
concretos, hoy reducidos a meros coeficientes del sistema, situaciones
cotidianas que no están codificadas previamente por el lenguaje y que ofrecen
una posible reflexión productiva que, para Derrida, es sinónimo de subversiva
Estamos decepcionados, oscilando entre la ira y el
desencanto, y este sentimiento no obedece solo, ni principalmente, a la
corrupción generalizada o al nihilismo de la tecnocracia que circula
naturalmente como si tal cosa, ni a la ineficacia insitucional, ni a la inepcia
de quienes gobiernan ni a la tremenda hipocresía, ni a las batallas detrás de
los muros de palacio de quienes detentan el poder, sino, muy en el fondo,
estamos decepcionados de nosotros mismos, de nuestra falta de pasión, y es ahí
en ese momento donde nos sentimos en el filo de nosotros mismos y
entrañablemente cerca de ese sentido como construcción de la existencia del que
nos sentimos alejados, que no es argumental sino que abarca la totalidad de la
persona, ese sentido inapelable que revela la necesidad de descubrir lo nuevo,
una nueva manera de expresarlo. Como siempre, la sabiduría de Nancy resume en
dos líneas el centro del problema, nos hace reflexionar, volver sobre nuestros
pasos, pero, así y todo, persiste la angustia de ese sentido que no podemos
alcanzar que corroe el alma, citando a Fassbinder
Quizá
no estamos preparados para esta nueva aventura de la civilización. Si lo estuviéramos,
no vendría nada nuevo, insiste Nancy. Y es así, nos dejamos estar,
abandonamos la vigilia y perdimos el rumbo
Solo la liberación del mundo del yugo de la
representación nos permitiría invertir el rumbo paneconómico del capitalismo
financiero y el neoliberalismo actuales. Somos la civilización de la igualdad
total, pero todo es tan igual como indiferente y todos sujetos al mismo rasero,
el dinero
La desorientación es el rasgo más determinante de este
tiempo. Aquello que una vez fue mundus, se ha disipado. Occidente se transformó
en mundial al precio de desaparecer en ese mismo gesto, eliminando la
posibilidad de un Afuera que era la referencia que permitía reorientar,
determinar su sentido. Estamos solos frente a una alternativa radical, permanecer
en la renuncia actual del sentido o comenzar a entender el mismo en forma
diferente. El sentido desbarata nuestras expectativas por lo que es preciso no
renunciar a su clausura, se acerca al mundo como horizonte abierto a los
acontecimientos que ningún saber permite anticipar
El mundo ahora deja de ser objeto y se vuelve sujeto
de su propio sí mismo. Ya no hay más que el mundo mismo que no tiene más
sentido pero que es el sentido. La inmanencia de sentido no es una renuncia al
mismo, sino una renuncia a remitir el sentido del mundo a una significación, a
una más allá del mundo que lo revista de una finalidad, lo propio de toda
representación
El
mundo habrá de ser lo que los que lo habitan deciden que sea, remata Nancy, y sigue, nuestra civilización es tal vez la primera que entra en una
mutación sabiéndolo, además de saber que no hay nada que saber acerca del
porvenir
Y Deleuze,
El
sentido se encuentra emparentado con el devenir, con lo que fluctúa, nace y
muere en el instante, y desde este punto de vista, el sentido pertenece a otro
tiempo, a ese que no se puede representar pero que constituye la topología del
pensar
Se trata de desplegar algo vivo, de dar con una fuerza
que cuando más podamos captarla en su estado de flujo la podemos comprehender y
expresar, una política de los intentos más que de los alcances y objetivos a
lograr. En
el intento se pone en juego el deseo, en las ideas fuerza se afirma el proceso
deseante, que fuerza a pensar y no nos lleva a algo ya pensado
De eso se trata, de la pasión de vivir, del deseo y de
la fuerza, de eso se trata, de lo que carecemos, de lo que necesitamos, una
voluntad, una expectativa, un pensamiento en el cual se revelen las verdaderas
posibilidades del ser de todos y cada uno, una potencia de ser, pues si
¿vivimos en una democracia? reconozcamos en su espíritu la inspiración para que
el hombre supere infinitamente al hombre porque el “pueblo” no puede estar
sometido bajo la soberanía - palabra que implica que no existe o no se reconoce
ningún poder o configuración política por encima de él. Solo la potencia del
ser puede superar el nihilismo y el aniquilamiento de las sociedades actuales
supuestamente democráticas
La
democracia solicita al hombre como riesgo y posibilidad
Entonces queda re-inventar la democracia, apuntar a la
búsqueda de ese ser- potencia donde la política no impone el sentido, sino que
posibilita la afirmación de muchos sentidos para abrir toda la riqueza posible,
una nueva base sin principios a priori, sin marcos rígidos, un nuevo horizonte
más allá de fórmulas caducas ya fracasadas en el pasado
Lo que hace falta son políticas revolucionarias, permanentemente
renovadas, capaces de introducir nuevas inequivalencias, nuevas distinciones y
diferenciaciones que den lugar a lo que necesariamente queda forcluido por el
sistema, a saber, la inconmensurabilidad del ser singular plural
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Julio 3 de 2022