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454 - El desencanto de no ser
Vivimos hoy un mundo esperando, quizás aún, descubrirle un sentido, pero es inútil colgarse de un sentido que es imposible deducir de las condiciones que nos aprisionan, y menos buscarlo fuera del mismo mundo. Hay quienes piensan que este mundo que nos sucede, que ya alcanza los bordes de lo inhumano, no tiene sentido, y quienes se enajenan interpretando ingenuamente un sentido intrincado y fundador




Unos y otros le demandan que se signifique. Somos hijos de un acontecimiento que desbarató lo que creíamos era el cosmos - una totalidad completa y fundante – dejándonos el único sentido posible, al decir de Nancy, un sentido fisurado y una tarea por hacer, 

Todo el planeta está en crisis, no hay estado democrático, solo una puesta en escena; la democracia es el poder de cualquiera y no una forma de gobernar. La política en general y la democracia en particular no se define por la supresión de los diferendos, en opinión de Lyotard, sino que se caracteriza, justamente, por la presencia de diferendos y de aquello que parece ser intratable. Así,

La política sería un archipiélago de juegos de lenguaje en los que la tarea es inventar paisajes que puedan comunicar a veces las islas entre sí superando su abismo

Un archipiélago de grupos, individuos y juegos de lenguaje permanentemente hackeados por diferencias insalvables, un régimen donde se cuestionan las reglas y se inventan y reinventan sin cesar, a veces atravesadas por eventos imprevisibles que perturban la misma estabilidad del edificio político que persigue la justicia, una idea regulativa siempre indefinida, siempre en fuga

La democracia tiene que ver, o tendría que ver, más con el desacuerdo que con el gobierno y las elecciones. Se trata de hacer hincapié en elegir desde dónde se piensa, si desde el acto de votar y la cantidad de votos, preocupación predominante en los políticos, o desde los fenómenos de desacuerdo en torno a las instituciones democráticas y su funcionamiento, y, sobre todo, un cuestionamiento de la “soberanía popular” que no existe sino como ficción, ya que el pueblo es un vacío, la realidad, un estado de excepción. Por eso, la democracia siempre está cuestionando quién pertenece al demos

Ha llegado un momento de desgaste de oír la política, de desvivirla quizá, de verla discurrir en una especie de vodevil trágico donde ningún personaje es lo que dice ser, y de cómo lo que sucedió ayer se acomoda para mentir el presente, y cómo el lenguaje es utilizado como plastilina para armar frases disruptivas sin ton ni son

¿Por qué imaginar la democracia como un espacio de construcción colectiva donde los hombres dejan de ser lo que son, o dejan de estar como están, para ser lo que pueden ser, para estar de otro modo?

 

En los orígenes del pensamiento de lo político, se postula un nexo esencial entre lo político y lo común, y es en este entramado donde se define circularmente la soberanía: lo común como lo igual permite el retorno de toda decisión soberana

La democracia por venir sería un suplemento de la democracia, Derrida define: una democratización de la democracia, una ley de iterabilidad que fuerza lo imposible forzando a reemplazar lo irreemplazable. Sin esta différance, continúa, la democracia sería una fuerza determinada como autoridad soberana con poder de decidir y de zanjar. Por tanto, el poder y la ipseidad del pueblo son como las dinastías, no se interrumpen con la muerte del rey. La historia de la soberanía ha sido un camino de continuidad, simplemente se ha cambiado al soberano

Esta democracia no sería la proyección de una democracia perfecta en el futuro, sino cierta insistencia en el aquí y ahora. Es la emergencia absoluta en el aquí y ahora que centraliza la alteridad, sería justamente el lugar específico de la articulación de la no – unidad, el lugar de la destotalización

Derrida reivindica una crítica transversal desde territorios inexplorados, no acotados por las disciplinas académicas - cuya fermentación contribuye a generar las redes de reapropiación -, por eso dice que es necesario operar con desplazamientos mínimos pero radicales hacia lugares inaccesibles a la reapropiación, ya que las críticas frontales y simples acaban siempre reapropiadas por el discurso que se pretende combatir. Se interesa por abordar las situaciones cotidianas que afectan a los individuos concretos, hoy reducidos a meros coeficientes del sistema, situaciones cotidianas que no están codificadas previamente por el lenguaje y que ofrecen una posible reflexión productiva que, para Derrida, es sinónimo de subversiva

 

Estamos decepcionados, oscilando entre la ira y el desencanto, y este sentimiento no obedece solo, ni principalmente, a la corrupción generalizada o al nihilismo de la tecnocracia que circula naturalmente como si tal cosa, ni a la ineficacia insitucional, ni a la inepcia de quienes gobiernan ni a la tremenda hipocresía, ni a las batallas detrás de los muros de palacio de quienes detentan el poder, sino, muy en el fondo, estamos decepcionados de nosotros mismos, de nuestra falta de pasión, y es ahí en ese momento donde nos sentimos en el filo de nosotros mismos y entrañablemente cerca de ese sentido como construcción de la existencia del que nos sentimos alejados, que no es argumental sino que abarca la totalidad de la persona, ese sentido inapelable que revela la necesidad de descubrir lo nuevo, una nueva manera de expresarlo. Como siempre, la sabiduría de Nancy resume en dos líneas el centro del problema, nos hace reflexionar, volver sobre nuestros pasos, pero, así y todo, persiste la angustia de ese sentido que no podemos alcanzar que corroe el alma, citando a Fassbinder

Quizá no estamos preparados para esta nueva aventura de la civilización. Si lo estuviéramos, no vendría nada nuevo, insiste Nancy. Y es así, nos dejamos estar, abandonamos la vigilia y perdimos el rumbo

Solo la liberación del mundo del yugo de la representación nos permitiría invertir el rumbo paneconómico del capitalismo financiero y el neoliberalismo actuales. Somos la civilización de la igualdad total, pero todo es tan igual como indiferente y todos sujetos al mismo rasero, el dinero

La desorientación es el rasgo más determinante de este tiempo. Aquello que una vez fue mundus, se ha disipado. Occidente se transformó en mundial al precio de desaparecer en ese mismo gesto, eliminando la posibilidad de un Afuera que era la referencia que permitía reorientar, determinar su sentido. Estamos solos frente a una alternativa radical, permanecer en la renuncia actual del sentido o comenzar a entender el mismo en forma diferente. El sentido desbarata nuestras expectativas por lo que es preciso no renunciar a su clausura, se acerca al mundo como horizonte abierto a los acontecimientos que ningún saber permite anticipar

El mundo ahora deja de ser objeto y se vuelve sujeto de su propio sí mismo. Ya no hay más que el mundo mismo que no tiene más sentido pero que es el sentido. La inmanencia de sentido no es una renuncia al mismo, sino una renuncia a remitir el sentido del mundo a una significación, a una más allá del mundo que lo revista de una finalidad, lo propio de toda representación

El mundo habrá de ser lo que los que lo habitan deciden que sea, remata Nancy, y sigue, nuestra civilización es tal vez la primera que entra en una mutación sabiéndolo, además de saber que no hay nada que saber acerca del porvenir

Y Deleuze,

El sentido se encuentra emparentado con el devenir, con lo que fluctúa, nace y muere en el instante, y desde este punto de vista, el sentido pertenece a otro tiempo, a ese que no se puede representar pero que constituye la topología del pensar

Se trata de desplegar algo vivo, de dar con una fuerza que cuando más podamos captarla en su estado de flujo la podemos comprehender y expresar, una política de los intentos más que de los alcances y objetivos a lograr. En el intento se pone en juego el deseo, en las ideas fuerza se afirma el proceso deseante, que fuerza a pensar y no nos lleva a algo ya pensado

De eso se trata, de la pasión de vivir, del deseo y de la fuerza, de eso se trata, de lo que carecemos, de lo que necesitamos, una voluntad, una expectativa, un pensamiento en el cual se revelen las verdaderas posibilidades del ser de todos y cada uno, una potencia de ser, pues si ¿vivimos en una democracia? reconozcamos en su espíritu la inspiración para que el hombre supere infinitamente al hombre porque el “pueblo” no puede estar sometido bajo la soberanía - palabra que implica que no existe o no se reconoce ningún poder o configuración política por encima de él. Solo la potencia del ser puede superar el nihilismo y el aniquilamiento de las sociedades actuales supuestamente democráticas

La democracia solicita al hombre como riesgo y posibilidad

Entonces queda re-inventar la democracia, apuntar a la búsqueda de ese ser- potencia donde la política no impone el sentido, sino que posibilita la afirmación de muchos sentidos para abrir toda la riqueza posible, una nueva base sin principios a priori, sin marcos rígidos, un nuevo horizonte más allá de fórmulas caducas ya fracasadas en el pasado

Lo que hace falta son políticas revolucionarias, permanentemente renovadas, capaces de introducir nuevas inequivalencias, nuevas distinciones y diferenciaciones que den lugar a lo que necesariamente queda forcluido por el sistema, a saber, la inconmensurabilidad del ser singular plural

 

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Julio 3 de 2022