Ubica al sujeto en el
espectáculo de ese mundo que lo mira, y hace que surja su propia mirada
comprometida en un juego dialéctico con las cosas
mi
cuerpo está hecho de la carne del mundo y el mundo participa de la carne de mi
cuerpo
Busca intercalar el sentido del lenguaje en el cuerpo
de ese ser del que emerge la palabra. Los gestos que articula el cuerpo
constituyen ya un lenguaje tácito, fundamentalmente de la expresión. La
expresión y lo expresado son indistinguibles; no remiten como el signo a algo
que está fuera de ellos, no necesitan señalar algo exterior, sino que, “simbolizan
per se”, porque el cuerpo es simbolismo de adherencia al mundo, más que de sustitución
de cosas por palabras. Se trata de un simbolismo original: la existencia
se encarna en él y él es quien la actúa. No solo tiene sentido, sino que él
mismo es el sentido
De esta manera, el gesto es un primer lenguaje que
enriquece el sentido de la experiencia y de la comunicación. Según el autor,
así como el gesto anuncia su propio sentido porque aparece en medio del mundo
en que nos encontramos con los otros, la palabra opera del mismo modo y
entonces debe ser comprendida también como gesto, pero, gesto lingüístico, ya
que se articula sobre un plano de significaciones adquiridas y alude a un territorio
mental - común a los sujetos - que se ha conformado por las significaciones
mencionadas que ya se encontraban disponibles
El lenguaje puede sostener, por su propia disposición,
un sentido, capturarlo en sus tejidos, ya que una lengua no es una suma de
signos sino un medio de discriminar unos de otros y de construir así un
universo de lenguaje del que luego podamos decir que es capaz de expresar un
pensamiento. La escritura perturba, provoca al lenguaje salvaje, un lenguaje
indomable que no usa las palabras para decir algo, sino que, para el autor, es algo
que nunca
dice nada, que no hace otra cosa que inventar signos. La virtud del lenguaje
reside en cumplir a la perfección su tarea más esencial: arrojarnos sobre lo
que significa. Su objetivo es hacerse olvidar en la medida en que logra
expresar, juega un juego delirante haciendo que las palabras excedan su
significado y ardan
Así como un gesto señala un sector de la realidad, una
parte de mundo, el lenguaje busca hacer surgir ante nosotros aquello que el
sujeto quiere decir, dar con esa frase hecha en los limbos del lenguaje, captar
las palabras que sordamente el ser murmura. La expresividad y la
gestualidad tiene tanto sentido como el habla, pues, como ella, rompen el
silencio primordial
El
habla es un gesto y su significado un mundo
El misterioso poder del lenguaje reside en una nueva
disposición de las palabras ya conocidas en las que se nos señala una nueva
palabra. Dicho poder surge cuando el lenguaje constituido, súbitamente
descentrado, se ordena de nuevo para enseñar al lector – y también al autor –
lo que no sabía pensar ni decir
El
lenguaje nos lleva a las cosas mismas en la exacta medida en que, antes de
tener una significación, es significación. Allí
radica su potencia, en que es significación. La palabra, comprendida en su
naturaleza como gesto lingüístico, entraña en sí misma un sentido y, mediante
el juego azarísticamente dirigido de sus significaciones, instituye una nueva
significación, señala una parte de nuestro mundo que hasta ahora había pasado
inadvertida, un sector de nuestro entorno impensado, innominado
Ese es el lenguaje conquistador que es aquel que
avanza conquistando regiones del mundo del sujeto que permanecían sin palabras.
El escritor trata de producir un sistema de signos que restituya, gracias a su
ordenamiento interno, el paisaje de una experiencia. Las palabras del autor
lo dirigen hacia un sentido que ignoraba y, la disposición cuidadosa, en las
que se reutilizan las significaciones adquiridas, le permite decir algo que no
se sabía aún, usurpar un territorio, para él, foráneo. El lenguaje conquista cuando expresa
y el momento de la expresión es aquel en el que la relación se invierte, en el
que el libro toma posesión del lector
El libro es el terreno en que los escritores
construyen las significaciones que conquistan dicho territorio. El autor se
sirve de las significaciones comunes - instituidas – entre él y yo, para
instalarse en mi mundo, y luego desviando los signos de su sentido ordinario,
me reenvía hacia otro sentido que encontraré y que ha ido tejiendo por detrás,
porque la
verdadera función del lenguaje no es expresar algo que ya existe en un mundo
que ya existe. Esas expresiones se recuestan sobre las palabras
instituidas, no instituyentes
Reafirma Merleau-Ponty que hay dos lenguajes, el
lenguaje hablado y el hablante, este último desaparece en el hablado que es el
que pretende neutralizar su poder de expresión, tratando de hacerlo pasar
desapercibido. El lenguaje hablante necesita al lenguaje hablado. La escritura
necesita un lector y el lenguaje hablado es lo que él aporta, se trata de la
masa de significantes disponibles sin la cual no habría podido ni comenzar a
leer. El lenguaje hablante es la interpelación que el libro lanza al
lector desprevenido, una acción a través de la cual se altera el orden de los
signos y significaciones ya disponibles, agregando una nueva. El lenguaje
desconocido se disfraza con el conocido, una estrategia que utiliza lo que el
lector conoce para crear significaciones nuevas, y someterlo a un estilo
El uso creador del lenguaje” significa” de manera
lateral, oblicua, indirecta. Es el que dará vida a la expresión creadora, que
no es otra cosa que una operación del lenguaje sobre el lenguaje que de repente
se descentra hacia su sentido, pero tensando antes los sentidos
sedimentados, sacudiéndolos para hacerles decir no se sabe qué, ni para qué ni
a quién porque lo dicho allí no ha sido dicho nunca
Ese descentramiento del sentido remite a la expresión
creadora donde las palabras influyen unas sobre otras y en esa especie
de alboroto evocan un sentido más apremiante que si cada una de ella fueran tan
solo un débil significado del que estaría ya cargada, ya que el lenguaje
dice concluyentemente cuando renuncia a decir la cosa misma, o sea
cuando busca manifestar una realidad indirectamente. La creatividad de la
expresión radica en el excedente de lo que se quiere decir, un excedente,
un saldo superior. A partir de las palabras adquiridas, el lenguaje se
retuerce creativamente y se desvía para dar luz a algo nuevo, una nueva
significación
Cerca estamos de la poesía, si no en su mismo reino
La expresión pretende traducir el libro interior
de la experiencia que lejos de ser algo ya escrito, es una creación,
porque la experiencia se considera como acto creador, como una totalidad
abierta que contiene la de un yo, no un sujeto absoluto, sino algo así como una
indivisibilidad deshecha y rehecha por el mismo curso del tiempo
A propósito, estas magníficas líneas del autor,
Cuando
leo el libro interior de mi experiencia no hago más que traducir las palabras
que ella engendra y esto es posible porque la carne del lenguaje se monta sobre
la carne del mundo
Merleau Ponty se inclina por la reflexión en la
experiencia como comunicación y compromiso con el mundo opaco del que emerge un
sujeto finito, entendida la experiencia como distancia en la proximidad del ser
en el mundo. El silencio de la experiencia no es el lenguaje no-hablado
sino un lenguaje que se manifiesta como un conjunto de cuestiones a las que el
habla responde
La percepción aporta un sentido al descubrir nuestra
capacidad de relacionarnos con las cosas y juega como una pregunta planteada a
lo visible y a lo invisible - y todo lo visible lo es por algo invisible -, una pregunta a
la experiencia del mundo antes de que haya sido reducida a un conjunto de
significados, ya que es el cuerpo quien determina una y otra vez mi
percepción del mundo. De esta manera, no recibo una cosa del mundo, sino una experiencia
de un algo que nace fruto del encuentro del cuerpo con éste, así, la
experiencia perceptiva es la base fundamental de nuestro transitar por el mundo,
el cuerpo de la experiencia directa con el mundo, un mundo pre-reflexivo donde se
asiste a la manifestación de la verdad como resultado de entrar en el ser mismo
de las cosas, previo a su idealización, lo que nos permite ver más allá
de lo visto mismo sin un léxico que a la manera de anteojos nos diga lo que
vemos y cómo lo vemos. En el poder de percibir algo está el nervio de nuestro
ser y del ser del mundo. Así el lenguaje podrá
cumplir con su tarea de recuperar la vida perceptiva repleta de evidencias
El retorno a la experiencia del mundo es el retorno a
la percepción subjetiva que habita el mundo, desde un cuerpo que siente la
existencia y distingue los fenómenos gracias a un logos perceptivo que va a la
par del encuentro con el mundo y devela el trasfondo de las cosas a partir de
nuestra experiencia originaria con ellas. Esta experiencia en estado naciente
es la que permite una reflexión en la que participa el cuerpo, una manera de
ver original. Este vínculo con el mundo vuelve a posicionar la verdad esencial
en el mundo mismo de la vida, pero como las cosas son inagotables no hay
una sincronía directa entre nuestro pensamiento y las cosas. Si pudiéramos ver
el mundo desde formas acabadas seríamos incapaces de intuir de éste
visiblemente el sentido invisible - al que no siempre llegamos – que requiere
de algo que trascienda ese pensamiento de sobrevuelo al que se refiere el
autor, siempre mediado por una postura generadora de sentido, un pensamiento
objetivador que obstruye el desarrollo de la creatividad que es la que hace
posible la existencia de las esencias de las cosas que no vemos
Merleau-Ponty reconoce dos mundos, el de la
experiencia originaria, el logos salvaje o sentido inherente de las cosas y el
de la significación que presenta al ser inmerso en el mundo a través del
lenguaje. La filosofía para nuestro autor debe situarse en un lugar previo a la
distancia entre intuición y reflexión, en las experiencias vivientes que son
subjetivas y objetivas al mismo tiempo. Para su expresión es necesario la
complementación entre la restitución de la potencia de significar o del
sentido salvaje, una expresión de la experiencia por la experiencia y la
convicción de que el lenguaje es la voz de las cosas mismas, pero ya hay
un sentido que subyace a la experiencia porque es en ese encuentro entre sujeto
y objeto que ya lo hay, porque las sensaciones no pueden entrar de manera pura
sin que nuestra visión se vea afectada por la historia propia del sujeto que
mantiene con el objeto una complicidad constante
El cuerpo y el pensamiento no pueden concebirse
aislados porque es por el cuerpo por donde comienza la experiencia y se inicia
todo
horizonte de sentido
Experimentamos
la expresión y expresamos la experiencia
O sea, hay reciprocidad entre el sentido salvaje y el
significado lingüístico porque el lenguaje es también experiencia lingüística
que clarifica a esa que es silenciosa ayudando a expresarse de modo creador. Experiencia
no quiere decir duplicar lo viviente sino interrogarlo para descubrir la
negatividad que lo atraviesa. Así surge lo inteligible que es el paso
del mundo mudo al mundo hablante al igual que la palabra, una reversibilidad
doble que se manifiesta en la existencia, la de la idea como una sublimación de la
carne
Todo
es lenguaje y consiste en reencontrar el silencio
No
hay mundo inteligible, hay mundo sensible que es evidencia en silencio
Ninguna creación es ex nihilo, crea desde la experiencia,
desde esa potencia de sentido que es bien distinta del lenguaje puro que es un
residuo de actos de significación perdidos
El habla es el sentido expresado por esa experiencia,
pero no se reduce a hacerla hablar. Lo que se pretende expresar solo puede
salir a la luz a través de la expresión y, sin embargo, una expresión nunca
puede captar plenamente la experiencia que la inspira. Es una paradoja, su
inacabamiento es lo que incita a la creación, por tanto, la expresión continúa
la obra de la percepción
El cuerpo propio está en contacto con el mundo
primordialmente gracias a la experiencia perceptiva, pero esta es ambigua y
provoca que percibamos el objeto de manera distinta cada vez. De esta forma, la
experiencia que tenemos con el objeto al acercarnos ha sido alimentada por los
demás acercamientos que de él hemos tenido, una amalgama de perspectivas que
hacen que nuestra concepción del objeto se vaya ensanchando cada vez más
Toda expresión es tan creadora como inseparable de lo
expresado, nunca es total, aunque al mismo tiempo, toda expresión es perfecta
en la medida que es comprendida inequívocamente
La
poesía de lo verdadero es la expresión del mundo que nunca acabamos de percibir
y que no podemos someter a la prosa conceptual. Es
preciso que sea poesía para que despierte y reconvoque nuestro poder de
expresar más allá de lo dicho o vivido
Esta
maravilla - que el sentido lingüístico nos oriente sobre un más allá del
lenguaje - es el prodigio mismo del decir y quien quiera explicarlo por su
comienzo o por su fin perdería de vista su hacer
Para Merleau Ponty toda conciencia es conciencia de
algo, una línea de su pensamiento que define la idea de intencionalidad,
según la cual cada uno de los seres humanos se dirigen constantemente al mundo,
una intencionalidad encargada de proporcionar el texto que nuestros
conocimientos tratan de traducir en lenguaje exacto. De esta forma percibimos
el mundo como un tejido sólido y, en consecuencia, hacemos de él un objeto
intencional. Cada conciencia nace en el mundo y cada percepción es un nuevo
nacimiento de la conciencia. De esa relación nace una manera de expresar que el
cuerpo está al mundo - ser al mundo en la relación mundo /cuerpo y no ser
en el mundo. El cuerpo es un todo de significaciones vividas que va en
dirección a su equilibrio y no un objeto para un “yo pienso”
Para Merleau Ponty es impensable la percepción pura,
no tenemos percepciones puntuales. Hay un horizonte de sentido
Si bien la percepción puede ser el acceso a la verdad,
también puede ser puesta en duda, teniendo en cuenta que el ser humano es un
factor de ambigüedad en la existencia del mundo, por eso nuestro autor dice que
es necesario reconocer lo indeterminado como un fenómeno positivo
La experiencia de vida de cada sujeto, advierte
M-Ponty, se da de manera situada, por eso se debe reflexionar sobre las
posibilidades perceptivas del cuerpo y su fuerza expresiva a partir del
lenguaje que habita; la cultura al ser parte del horizonte perceptivo, debe
reubicarse en la corriente significativa en la experiencia del mundo vivido.
Del mismo modo, el carácter convencional del lenguaje debe asumirse como un
modo de relación tardío
A partir de un silencio primordial se pone en
movimiento el habla - gesto del cuerpo - que rompe ese silencio por la
expresión y con una intención significativa por aquello que Merleau- Ponty
llama una
modulación sincrónica de mi propia existencia: esto sucede cuando el
interlocutor encuentra en el camino abierto por los gestos del otro, su propio
camino. Así, la comunicación funda un sentido común, pero no hay
comunicación pura ya que los sujetos viven un solipsismo que es intrasferible
La significación anima al habla como el mundo anima mi
cuerpo. La intención significativa es el exceso de aquello que yo quise decir
sobre aquello que es o ya fue dicho, o sea un avance del significado sobre el
significante. El lenguaje actúa como unión entre lo individual y lo
universal, pero, dentro de un mundo sedimentado culturalmente, el niño hereda
conclusiones sin saber de dónde vienen. La novedad radica para el autor en que
la expresión
provocó que la cultura tácita saliera de su círculo asfixiante
La reflexión se vuelve conciencia del mundo por ser
capaz de revelarlo como extraño y paradójico. Ver es fundar una realidad en su
totalidad, simultáneamente entregada a nuestra mente con todos sus datos, su
historia y sus zonas ocultas, con su significación. Percibir es el
pensamiento de percibir. Es reconocerse en el acto de estar viendo,
entregándonos a nosotros mismos, nuestra prehistoria, nuestros lados
invisibles, nuestra absoluta y más plena certeza intuitiva del ser. La percepción
es este acto que crea de una vez, junto con la constelación de los datos, el
sentido que los vincula
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post 358 Merleau-Ponty. La carne del lenguaje
Julia Vincent Blog
Agosto 24 de 2022