Antes de darse frente a mí, el mundo se me da como lo que me circunda, me cruza, me pertenece corporalmente y, en un sentido, coincide conmigo. Es ahí el nivel originario naciente del sentido. El origen del sentido no está ni en el cuerpo en sí mismo (pensado como sujeto) ni en el mundo (pensado como objeto)sino en el gesto de responder y corresponder, en el entrecruzamiento gestual y silencioso del cuerpo y mundo
Nuestro autor ve el mundo, la carne, no como hechos o
suma de hechos, sino como el lugar de una inscripción de verdad. Así, el poema
o la idea sería verdadero en cuanto nos induce a realizar el movimiento
constitutivo hacia esa verdad. Nos describe como herederos, tenemos con
nosotros, por el solo hecho de que somos-del-mundo y no solamente estamos- en-
él- como cosas, todo cuanto necesitamos para sobrepasarnos. Este sobrepasarnos, este
ir más allá de los obstáculos, más allá de lo dado, es la característica del
poeta
El poeta mira hacia el ser del mundo, y a pesar de
estar afincado en la mundanidad, al igual que cualquier otro individuo, aspira
un espacio privado de ese mundo, es por eso que, frente a la percepción ingenua
del individuo común - el de ese ser-del-mundo - el poeta enfoca su mirada hacia
lo que de trascendencia intuye en aquél. Y es el movimiento lo que lo lleva más
allá de la subjetividad, y lo instala en el mundo antes de toda ciencia. Esta
“fe” que lo sustenta es un reto, un desafío, que toca lo más profundo de su
sensibilidad porque, al creer en ese ser que habita el mundo, le compite más
que a nadie la relación que él establece con la percepción. El triunfo de
la mirada sobre el ojo es de algún modo lo que Merleau-Ponty buscaba
pues se trata de negarse a la pasividad de estar viendo el mundo sin
cuestionarlo
A Merleau-Ponty le interesa acceder a una realidad
pre-lógica, un ámbito de sentido no-referenciado, y se da cuenta que el arte es
una vía de acceso privilegiada para adentrarse en un mundo que es, antes que
nada, mudo, pero no por ello carente de sentido: una manera de encontrar una
voz que exprese este mundo, que, de no ser así, permanecerá silente, ya que el
arte hace visible y audible la forma como el mundo se presenta a la percepción,
porque el
lenguaje dice pero las voces del arte son las voces del silencio. Ve los
vocablos como la expresión libre de la realidad pre-categorial en la que se
está inmerso
En un momento posterior, Merleau-Ponty se desentiende
de la idea de que sea posible el acceso directo a lo pre-categorial y aduce que
de este modo sería una especie de lenguaje original puro, un lenguaje mítico
prehistórico hablado por las cosas o como proyecto de un lenguaje universal, y
cualquiera de las dos significaría una rebelión contra el lenguaje dado.
Nuestro autor deja de lado el lenguaje puro porque rechaza la posibilidad de
una correspondencia puntual entre las palabras y las cosas. Por lo tanto, resultaría
imposible la total decibilidad de lo real, porque esta se fundaría en la
creencia de que hay un lenguaje capaz de eliminar todo rastro de silencio. Así,
vuelve a pensar la realidad primigenia y devela que solo a través de
complicados caminos indirectos y alusivos se puede acceder a ella ya que la palabra
opera sobre un trasfondo de palabras porque ella no es sino un pliegue en el
inmenso tejido de hablar, y el lenguaje hablante significa oblicuamente
a través de las diferencias entre los signos y los intervalos de silencio
El mundo como cuerpo, como carne, lo visible, es el
espacio en el cual conviven nuestro yo y el propio mundo. Lo visible es siempre
la profundidad inagotable, pero hay también la profundidad finita del que
percibe. De este modo el poeta cree que aquello que sostiene la superficie
visible del mundo debe aparecer aunque sea mínimamente, en lo que nos es
visible, y eso se da a través de esa su fe perceptiva necesaria, de esa íntima certeza
que tiene el poeta para encontrar el sentido al mundo
La
idea es esta dimensión, este nivel, no una entidad invisible, y tampoco la
invisibilidad, sino lo invisible de este mundo, lo que lo habita, lo sostiene y
lo hace visible, su posibilidad íntima y propia, el ser que este mundo es
Aquí nos encontramos con uno de los puntos clave de
Merleau-Ponty, la unión entre la carne y la idea, lo visible y el andamiaje
interno que descubre y oculta, por eso siempre que menciona el lado visible,
refiere a la carne del mundo, que es todo lo sensible, donde también está
comprometido el Yo. Esta amalgama entre la superficie de lo visible y la
superficie del Yo, y también entre el ser-del –mundo y el ser-para-mí, este
trato con el mundo a niveles superficiales y profundos, incluido en el concepto
de carne, señala otra idea, el anonimato esencial de la visión, ya que toda
percepción tiene algo de anónimo porque retoma una experiencia ya adquirida sin
cuestionarla, ya que en la percepción no pensamos el objeto ni el pensamiento, somos el objeto
y nos confundimos con este cuerpo que sabe del mundo más que nosotros
Esta despersonalización primordial - estar situados en
lo visible – es lo que permite al poeta hablar con cierta autoridad de su
certeza hacia el conocimiento de las cosas, pues, en cierto modo - él es ellas
mismas -, refiere a una inclusión absoluta de la otredad y el Yo en esa
carne. Lo visible, el mundo como cuerpo, como carne, es el espacio en el cual
conviven nuestro yo y el propio mundo
Según Merleau-Ponty, lo propio de lo visible es tener
un reverso
de invisibilidad, el que se devela en lo visible como una especie de
ausencia. No se puede hablar de lo visible sin tener en cuenta lo ausente o
asumiendo su lado invisible
La poesía intenta construir un mundo de lo visible en
cierto modo autónomo con respecto al mundo del que se nutre, pero al participar
de lo visible, la poesía se solidariza de esa carne y por lo tanto, se
relativiza su autonomía respecto al mundo, pero ella no necesita demostrar
aquello de lo que habla sino hacer aparece algo que sintió o vio porque también
la imaginación es pensamiento autosuficiente y de esto mismo abreva la poesía,
porque si bien el poeta cree en su percepción, en la certeza de que su mirada
lo conecta con el mundo y con el ser- del - mundo, tiene a veces fe en el
lenguaje, en su lenguaje de poeta
Nuestra mirada - hilo visual que relaciona el ojo con
el mundo - nos mantiene conscientes de
estar viviendo y de que, al mismo tiempo, actualizamos el mundo, y se da en
nosotros una cierta certidumbre de que estamos conectados con él, aunque en el
espacio de una verdad que no puede ser absoluta sin participar de esa no-verdad
como sombra del objeto, que es también parte de ese mundo
Mi
ojo es para mí un cierto poder de conectarme con las cosas y no una pantalla
donde ellas se reflejan
La palabra del escritor vuelve a comenzar el trabajo
originario del lenguaje, no solo para conquistar y poner en circulación los
aspectos comunes del mundo, sino incluso el modo en que éste toca al individuo
y se introduce en su experiencia. Empleando el lenguaje común a todos, lo
emplea para devolver la participación pre-lógica de los paisajes, las cosas,
los gestos, los lugares, de los hombres entre ellos y con nosotros. La
literatura puede ser producto de ideas sensibles a pesar de que su medio, el
lenguaje, es el mismo instrumento que se usa en la comunicación de todos los
días. En la poesía, una frase cotidiana adquiere una vida muy diferente a expensas de
su significación finita
El poeta transcribe con la escritura el impacto
particularizado de un fragmento de lo real en el ojo, que significa la mirada.
Hay un desdoblamiento de la visión, o sea, en el acto de ver conviven una
visión sobre la que reflexionamos, que es un juicio y una lectura de los signos
del mundo y una visión que sucede y sirve para unir espacio y pensamiento.
Cuando
la mirada queda fijada en un objeto, esta hace que la cualidad sensible, lejos
de ser coextensiva con la percepción, sea el producto particular de una actitud
de curiosidad o de observación. Aparece cuando en lugar de abandonar mi mirada
al mundo, es la respuesta a una pregunta de mi mirada, el resultado de una
visión segunda acrítica que intenta conocerse en su particularidad
De alguna manera, la mirada como el poema, detiene el espectáculo
del mundo e instala en él el propio espectáculo. El texto poético fija por la
escritura una forma de ser, unas formas de un ser en particular, ya sea
ocultándolo para que el lector lo intuya en un rapto, o desnudándolo a los ojos.
La mirada que se apropia de un objeto se apropia de sus lados más visibles como
de los más ocultos
El poema intenta ser todo a la vez y por esta razón es
mirada y pensamiento, palabra y silencio, cuadro y bosquejo del mundo, pero, a
la vez, no es sino apuntes de él mismo, de la mente del poeta y de una
totalidad que se le escapará siempre
Mirar
el objeto es hundirse en el mismo. Mirar un objeto es venir a habitarlo y desde
ahí captar todas las cosas
Como lenguaje que es, el poema interviene en ese
preciso momento de insuficiencia, de incompletud de la mirada. A través de él,
el escritor hace aparecer aquellas zonas que, de algún modo, asumidas en la
mirada parcial, no eran vistas. De allí que la imaginación no sea muchas veces
sino una forma de completar el mundo percibido o, más bien, un medio que se da
la mente para hacer que la realidad sea verdaderamente real. Vamos a lo real
por lo irreal, por lo imaginario
Merleau-Ponty nos habla de una mirada ciega cuyo primer
chispazo de luz es la mirada. Las cosas atraen su mirada que acaricia las
cosas, se amolda a sus contornos y relieves. Entre su mirada y las cosas
vislumbramos una complicidad que es una solidaridad que se basa en la certeza
de algo inacabado, o sea, que al igual que nuestro tiempo, limitado, es parte
de un tiempo infinito e inasequible, la mirada es esa visión acabada y finita
de la visión en general, la cual, a su vez, se inscribe en lo sensible como
algo infinito
El poeta es astuto, cuya función no es la de
enseñarnos los trucos de su astucia, sino la de entregarnos un texto en el cual
están los resultados de aquella. La poesía es inaugural y desbordante, jamás un
punto de llegada: es la difícil visión de lo menos visible. La palabra ha de llevar
el lenguaje al punto cero, al punto de la indeterminación, de la infinita
libertad. El punto donde no se ve es el punto donde la visión no es necesaria
por ser el punto del que la visión emana y en el que la visión emerge. Todo lo
visible debe continuarse hasta penetrar en lo invisible
El espíritu sale por los ojos para ir a pasear entre las cosas
Setiembre 4 de 2022