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467 - El triunfo de la mirada sobre el ojo
Ver no es un medio para conocer el mundo, sino un modo de ser en él, un habituar la mirada para captar algo impreciso, que se resiste a ser captado: el aparecer, el desaparecer de un mundo. Así, el artista interroga los modos en que lo invisible se exhibe en lo visible. No ve cosas, les presta atención sin agotarlas, descansa en ellas, pero sin renunciar. Aguarda que las cosas dejen de ser cosas, que comiencen a vibrar, que adquieran vida, que miren a quien las mira


Antes de darse frente a mí, el mundo se me da como lo que me circunda, me cruza, me pertenece corporalmente y, en un sentido, coincide conmigo. Es ahí el nivel originario naciente del sentido. El origen del sentido no está ni en el cuerpo en sí mismo (pensado como sujeto) ni en el mundo (pensado como objeto)sino en el gesto de responder y corresponder, en el entrecruzamiento gestual y silencioso del cuerpo y mundo

Nuestro autor ve el mundo, la carne, no como hechos o suma de hechos, sino como el lugar de una inscripción de verdad. Así, el poema o la idea sería verdadero en cuanto nos induce a realizar el movimiento constitutivo hacia esa verdad. Nos describe como herederos, tenemos con nosotros, por el solo hecho de que somos-del-mundo y no solamente estamos- en- él- como cosas, todo cuanto necesitamos para sobrepasarnos. Este sobrepasarnos, este ir más allá de los obstáculos, más allá de lo dado, es la característica del poeta

El poeta mira hacia el ser del mundo, y a pesar de estar afincado en la mundanidad, al igual que cualquier otro individuo, aspira un espacio privado de ese mundo, es por eso que, frente a la percepción ingenua del individuo común - el de ese ser-del-mundo - el poeta enfoca su mirada hacia lo que de trascendencia intuye en aquél. Y es el movimiento lo que lo lleva más allá de la subjetividad, y lo instala en el mundo antes de toda ciencia. Esta “fe” que lo sustenta es un reto, un desafío, que toca lo más profundo de su sensibilidad porque, al creer en ese ser que habita el mundo, le compite más que a nadie la relación que él establece con la percepción. El triunfo de la mirada sobre el ojo es de algún modo lo que Merleau-Ponty buscaba pues se trata de negarse a la pasividad de estar viendo el mundo sin cuestionarlo

A Merleau-Ponty le interesa acceder a una realidad pre-lógica, un ámbito de sentido no-referenciado, y se da cuenta que el arte es una vía de acceso privilegiada para adentrarse en un mundo que es, antes que nada, mudo, pero no por ello carente de sentido: una manera de encontrar una voz que exprese este mundo, que, de no ser así, permanecerá silente, ya que el arte hace visible y audible la forma como el mundo se presenta a la percepción, porque el lenguaje dice pero las voces del arte son las voces del silencio. Ve los vocablos como la expresión libre de la realidad pre-categorial en la que se está inmerso

En un momento posterior, Merleau-Ponty se desentiende de la idea de que sea posible el acceso directo a lo pre-categorial y aduce que de este modo sería una especie de lenguaje original puro, un lenguaje mítico prehistórico hablado por las cosas o como proyecto de un lenguaje universal, y cualquiera de las dos significaría una rebelión contra el lenguaje dado. Nuestro autor deja de lado el lenguaje puro porque rechaza la posibilidad de una correspondencia puntual entre las palabras y las cosas. Por lo tanto, resultaría imposible la total decibilidad de lo real, porque esta se fundaría en la creencia de que hay un lenguaje capaz de eliminar todo rastro de silencio. Así, vuelve a pensar la realidad primigenia y devela que solo a través de complicados caminos indirectos y alusivos se puede acceder a ella ya que la palabra opera sobre un trasfondo de palabras porque ella no es sino un pliegue en el inmenso tejido de hablar, y el lenguaje hablante significa oblicuamente a través de las diferencias entre los signos y los intervalos de silencio

El mundo como cuerpo, como carne, lo visible, es el espacio en el cual conviven nuestro yo y el propio mundo. Lo visible es siempre la profundidad inagotable, pero hay también la profundidad finita del que percibe. De este modo el poeta cree que aquello que sostiene la superficie visible del mundo debe aparecer aunque sea mínimamente, en lo que nos es visible, y eso se da a través de esa su fe perceptiva necesaria, de esa íntima certeza que tiene el poeta para encontrar el sentido al mundo

La idea es esta dimensión, este nivel, no una entidad invisible, y tampoco la invisibilidad, sino lo invisible de este mundo, lo que lo habita, lo sostiene y lo hace visible, su posibilidad íntima y propia, el ser que este mundo es

 

Aquí nos encontramos con uno de los puntos clave de Merleau-Ponty, la unión entre la carne y la idea, lo visible y el andamiaje interno que descubre y oculta, por eso siempre que menciona el lado visible, refiere a la carne del mundo, que es todo lo sensible, donde también está comprometido el Yo. Esta amalgama entre la superficie de lo visible y la superficie del Yo, y también entre el ser-del –mundo y el ser-para-mí, este trato con el mundo a niveles superficiales y profundos, incluido en el concepto de carne, señala otra idea, el anonimato esencial de la visión, ya que toda percepción tiene algo de anónimo porque retoma una experiencia ya adquirida sin cuestionarla, ya que en la percepción no pensamos el objeto ni el pensamiento, somos el objeto y nos confundimos con este cuerpo que sabe del mundo más que nosotros

Esta despersonalización primordial - estar situados en lo visible – es lo que permite al poeta hablar con cierta autoridad de su certeza hacia el conocimiento de las cosas, pues, en cierto modo - él es ellas mismas -, refiere a una inclusión absoluta de la otredad y el Yo en esa carne. Lo visible, el mundo como cuerpo, como carne, es el espacio en el cual conviven nuestro yo y el propio mundo

Según Merleau-Ponty, lo propio de lo visible es tener un reverso de invisibilidad, el que se devela en lo visible como una especie de ausencia. No se puede hablar de lo visible sin tener en cuenta lo ausente o asumiendo su lado invisible

La poesía intenta construir un mundo de lo visible en cierto modo autónomo con respecto al mundo del que se nutre, pero al participar de lo visible, la poesía se solidariza de esa carne y por lo tanto, se relativiza su autonomía respecto al mundo, pero ella no necesita demostrar aquello de lo que habla sino hacer aparece algo que sintió o vio porque también la imaginación es pensamiento autosuficiente y de esto mismo abreva la poesía, porque si bien el poeta cree en su percepción, en la certeza de que su mirada lo conecta con el mundo y con el ser- del - mundo, tiene a veces fe en el lenguaje, en su lenguaje de poeta

Nuestra mirada - hilo visual que relaciona el ojo con el mundo -  nos mantiene conscientes de estar viviendo y de que, al mismo tiempo, actualizamos el mundo, y se da en nosotros una cierta certidumbre de que estamos conectados con él, aunque en el espacio de una verdad que no puede ser absoluta sin participar de esa no-verdad como sombra del objeto, que es también parte de ese mundo

Mi ojo es para mí un cierto poder de conectarme con las cosas y no una pantalla donde ellas se reflejan

La palabra del escritor vuelve a comenzar el trabajo originario del lenguaje, no solo para conquistar y poner en circulación los aspectos comunes del mundo, sino incluso el modo en que éste toca al individuo y se introduce en su experiencia. Empleando el lenguaje común a todos, lo emplea para devolver la participación pre-lógica de los paisajes, las cosas, los gestos, los lugares, de los hombres entre ellos y con nosotros. La literatura puede ser producto de ideas sensibles a pesar de que su medio, el lenguaje, es el mismo instrumento que se usa en la comunicación de todos los días. En la poesía, una frase cotidiana adquiere una vida muy diferente a expensas de su significación finita

El poeta transcribe con la escritura el impacto particularizado de un fragmento de lo real en el ojo, que significa la mirada. Hay un desdoblamiento de la visión, o sea, en el acto de ver conviven una visión sobre la que reflexionamos, que es un juicio y una lectura de los signos del mundo y una visión que sucede y sirve para unir espacio y pensamiento.

Cuando la mirada queda fijada en un objeto, esta hace que la cualidad sensible, lejos de ser coextensiva con la percepción, sea el producto particular de una actitud de curiosidad o de observación. Aparece cuando en lugar de abandonar mi mirada al mundo, es la respuesta a una pregunta de mi mirada, el resultado de una visión segunda acrítica que intenta conocerse en su particularidad

 

De alguna manera, la mirada como el poema, detiene el espectáculo del mundo e instala en él el propio espectáculo. El texto poético fija por la escritura una forma de ser, unas formas de un ser en particular, ya sea ocultándolo para que el lector lo intuya en un rapto, o desnudándolo a los ojos. La mirada que se apropia de un objeto se apropia de sus lados más visibles como de los más ocultos

El poema intenta ser todo a la vez y por esta razón es mirada y pensamiento, palabra y silencio, cuadro y bosquejo del mundo, pero, a la vez, no es sino apuntes de él mismo, de la mente del poeta y de una totalidad que se le escapará siempre

Mirar el objeto es hundirse en el mismo. Mirar un objeto es venir a habitarlo y desde ahí captar todas las cosas

Como lenguaje que es, el poema interviene en ese preciso momento de insuficiencia, de incompletud de la mirada. A través de él, el escritor hace aparecer aquellas zonas que, de algún modo, asumidas en la mirada parcial, no eran vistas. De allí que la imaginación no sea muchas veces sino una forma de completar el mundo percibido o, más bien, un medio que se da la mente para hacer que la realidad sea verdaderamente real. Vamos a lo real por lo irreal, por lo imaginario

 

Merleau-Ponty nos habla de una mirada ciega cuyo primer chispazo de luz es la mirada. Las cosas atraen su mirada que acaricia las cosas, se amolda a sus contornos y relieves. Entre su mirada y las cosas vislumbramos una complicidad que es una solidaridad que se basa en la certeza de algo inacabado, o sea, que al igual que nuestro tiempo, limitado, es parte de un tiempo infinito e inasequible, la mirada es esa visión acabada y finita de la visión en general, la cual, a su vez, se inscribe en lo sensible como algo infinito

El poeta es astuto, cuya función no es la de enseñarnos los trucos de su astucia, sino la de entregarnos un texto en el cual están los resultados de aquella. La poesía es inaugural y desbordante, jamás un punto de llegada: es la difícil visión de lo menos visible. La palabra ha de llevar el lenguaje al punto cero, al punto de la indeterminación, de la infinita libertad. El punto donde no se ve es el punto donde la visión no es necesaria por ser el punto del que la visión emana y en el que la visión emerge. Todo lo visible debe continuarse hasta penetrar en lo invisible

 

El espíritu sale por los ojos para ir a pasear entre las cosas

 

 

Setiembre 4 de 2022