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474 - Carta Abierta a John Cassavetes. Jim Jarmusch
Un cruce de cinefilias, Jim Jarmusch y su Carta Abierta a John Cassavetes donde resalta la pasión por saber cómo la textura de lo visible configura su ecuación emocional

 

O, de otra manera y diciéndolo con Merleau-Ponty, cómo y hasta qué punto es invisible esa invisibilidad de lo visible –esa difícil visión de lo menos visible - ese espacio de lo irrepresentable que remite al reverso invisible de las cosas y dice su indecible silencio en un ver que excede la vista pero que no es su contrario, ya que el lenguaje vive de su propia imposibilidad de decir aquello que quisiera decir. Cassavetes ve las fronteras, hace visible lo imperceptible, y visual lo impalpable El arte - el Cine – nos enseña a ver de nuevo

Al empezar el film, Jarmusch, describe su extravío, queda “confundido” con el mundo de Cassavetes y se siente un ser- más en - el-mundo, solo, como los otros seres - en - el mundo, percibe y se percibe en él,  y en el párrafo final, parece haber descubierto cómo todo lo visible en Cassavetes continúa hasta penetrar lo invisible, la búsqueda incansable del amor

 

 

CARTA ABIERTA A JOHN CASSAVETES

 

Siento algo muy particular cada vez que me dispongo a ver una de sus películas, una anticipación. No importa si he visto el filme o no (de hecho, creo que los he visto todos varias veces), todavía mantengo ese sentimiento. Espero algo con ansiedad, una especie de iluminación cinematográfica, tanto como director como cinéfilo (no hay realmente una clara línea divisoria para mí). Espero un estallido de iluminación. Quiero ser un iluminado. Necesito que se me revelen las consecuencias secretas del corte de una escena a otra. Quiero entender como la crudeza de las posiciones de cámara o el granulado del material configuran la ecuación emocional. Quiero aprender de actuación a partir de los personajes, de la atmósfera a partir de la luz y los escenarios. Estoy listo, completamente preparado para absorber “la verdad a 24 cuadros por segundo”

Pero lo que ocurre es esto: en cuanto empieza la película, me introduce en su mundo y estoy perdido. La expectativa sobre cualquier tipo de iluminación se desvanece, y esto me deja en la oscuridad, solo. Seres humanos ahora viven en ese mundo dentro de la pantalla. Ellos también parecen perdidos, solos. Los miro. Observo cada detalle de sus movimientos, sus reacciones. Escucho con atención lo que cada uno de ellos dice, los bordes gastados del tono de la voz de uno, la malicia escondida en una frase del otro. Ya no pienso en la “actuación”. Soy inconsciente del diálogo. Olvido la “cámara”.

La iluminación que esperaba recibir de usted ha sido reemplazada por otra. Una iluminación que no invita al análisis o la disección, solo a la observación y a la intuición. En vez de discernir, por ejemplo, la construcción de una escena, empiezo a ser iluminado por las furtivas sutilezas de la naturaleza humana

Sus películas, John Cassavetes, son sobre el amor, la confianza y la desconfianza, sobre la soledad, el gozo, la tristeza, el éxtasis y la estupidez. Son sobre la inquietud, la ebriedad, la resistencia y la lujuria; sobre el humor, la terquedad, la falta de comunicación y el miedo. Pero básicamente son sobre el amor y uno se ve arrastrado a un lugar mucho más profundo que el que puede mostrar cualquier estudio sobre la “forma narrativa”. Sí, usted es un gran director, uno de mis favoritos. Pero lo que sus filmes iluminan más insidiosamente es que una cosa es el celuloide, y que la belleza, la extrañeza y la complejidad de la experiencia humana son otra

John Cassavetes, me quito el sombrero ante usted. Y me lo pongo en el corazón

                      Jim Jarmusch


                       Octubre 9 de 2022