se reconocen
en los espejos mientras duermen en la carne que los vio nacer
necesitan la ignorancia
la ceguera
para no dejar de lado la imbricada realidad
- egoísmo de las
estrellas que se guardan toda la luz mientras sábanas de niebla envuelven el mundo -
tienen la cabeza en otro tiempo encarnado en una sintaxis imaginaria
un vendaval incesante de cosas que sostienen el sueño iluso y afiebrado de las apariencias
y sus secuelas solapadas
- los brillos donde se cuela la sombra -
vivir
transcurre relativizando la aparente gravedad de lo inmediato
cuando el pensamiento
indolente se recuesta en el sueño y
se pliega bien adentro
cosa de no precipitarse afuera frente al intrínseco dolor del hecho de vivir
carga la vida
a la espalda y va por un tiempo perdido que se desgarra sin cesar
sin embargo a
veces
el aire se inunda de música
de ecos
muy lejanos que de pronto sentimos tan acá cerca
resuenan en
nuestra memoria y
se nos escapan
como la intimidad de una conciencia extraña
la
huella de un silencio muy antiguo que late aún en la vigilia de la sangre